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Categoría: Incestos

Deseo reprimido (II): Final, mi esposa y el primo se sacan

Anteriormente, mi esposa le mamo la verga a su primo, a quien supuestamente odiaba y no se lo bancaba. Luego de acabar en su boca, toca a la puerta el servicio al cuarto, por lo que no pueden seguir con su incestuoso momento.



Salgo del baño aturdido por la situación. Dejo a la señora que hacia el servicio de cuarto realizando sus quehaceres.



¿Cuál sería el cuarto donde estaba hospedado el primo? No tenía ni idea, miles de pensamientos pasaban por mi cabeza. Donde estarían revolcándose, probando todas las posiciones sexuales, saboreando todo tipo de jugos y oliendo todos los aromas del sexo.



Resignado voy a la pileta. Para mi sorpresa allí estaban ellos, ella tomando sol, el primo en la pileta haciendo unos largos.



Me siento al lado de ella, quien sorprendida me pregunta porque no estaba jugando al fútbol, le cuento de la lesión, que me di una ducha en el vestuario. Y que vine a tomar un poco de sol.



Miro su boca con detenimiento, abajo de la comisura de sus labios se ve el brillo particular de esa película que queda del semen.



Miro en la parte de arriba de su bikini amarillo, y allí había una mancha también



Ella se da cuenta que me percate de tal mancha, intenta limpiarlo con saliva mientras se excusa con que compro un helado.



En eso sale el primo del agua, me saluda como si nada. También a mi esposa como si fuera la primera vez que se ven en el día.



A la noche hay una fiesta en el SUM del hotel, el primo está promocionándolo, invitando a todos los que puede para que vayan. Dice que estará bueno.



Mi esposa dice que está cansada, que no quiere más fiestas. Que tal vez nosotros (como esposos) saldríamos a algún lugar.



"de ninguna manera" interrumpo "vamos a ir a esa fiesta, somos jóvenes, no somos tu abuela" argumento a mi querida esposa.



Mi esposa quiere ir recatada. Yo le digo que vaya sexy, que muestre sus atributos, que deje de cubrirse. Aprovechar que estamos en otra ciudad.



Entonces vamos a comprar ropa para ella, luego de probarse de todo se queda con un infartante vestido bordó.



Apretado al cuerpo, pero de una tela suave, que modelaba su figura. Al girar se notaba la redondez de cada una de sus nalgas, la tanga estaba para ser tallada y se notaba que se perdía en el comienzo de su raya. Pura sensualidad, solo sugerente.



Arriba un escote en V, que hacia lucir sus ya bronceados pechos en contraste con el tono bordó de esa prenda. Solo unas finas tiras para sostener desde sus hombros desnudos tal vestido.



El largo del vestido era escandaloso, solo unos centímetros por debajo de su cola. A prueba de caminar con decoro, y sentarse como una lady para que no se viera la ropa interior...



Llego la noche, con ese vestido y tacos altos iba mi esposa al salon de fiesta del hotel.



Muy pocos familiares logro convencer el primo, tal vez no le puso mucho énfasis, ya tenía a quien quería ver en la lista.



Al llegar saludamos al primo, mi esposa estaba nerviosa, miraba para todos lados, me agarraba la mano.



Pedimos unos tragos. Bailamos. El primo envalentonado se acerca y nos lleva a la barra, allí dice que pidamos más tragos que el invitaba, Mi esposa pide el suyo y nerviosa se va al baño de damas.



Yo pido mi trago, el primo de mi esposa hace lo mismo al sacar su billetera noto que se le cae la tarjeta llave de su habitación.



Con la poca luz del lugar nadie la ve, en un momento de distracción del primo, me agacho y tomo la tarjeta.



El primo dice que tiene que ir al baño. Obviamente lo seguí.



Allí el mentiroso estaba esperando en la puerta del baño de damas que saliera mi esposa. Cuando eso ocurre la arrincona, ella le dice que no, no está cómoda.



Bien que al mediodía le saco lustre a la pija de su primo y ahora estaba histeriqueando.



En ese arrinconamiento veo como la mano del primo se desliza entre las piernas de su prima, ella pone sus manos y brazos contra el pecho de él. Pero no parece estar convencida de la resistencia que quiere oponer.



Veo su mano hurgando en la vagina de mi esposa, aprovechándose de la cantidad de gente pasando, de la poca luz que hay.



Un par de minutos así y veo como su mano comienza a retirarse, pero junto con ella va arrastrando su tanga roja.



Con habilidad y disimulo baja la tanga hasta que por la gravedad cae al suelo.



A ella se la ve temblorosa, y no de miedo, estaba disfrutando el momento.



Mi esposa levanta sus pies, la tanga se enreda en uno de sus tacos. Ella levanta sensualmente su pierna a una altura donde el primo recorriendo su pierna, su rodilla y su pantorrilla logra tener acceso a su zapato de taco.



Logra sacar la tanga de su prisión, la hace un puñado y se lo lleva a su nariz a la vista de ella.



Luego se guarda la tanga en su bolsillo, le dice algo al oído, ella muerde su labio y parece decirle que no puede seguir con este perverso juego.



Vuelvo a mi lugar en la barra, unos minutos más tarde veo llegar a mi esposa, mientras camina mira a todos lados, se baja el vestido en cada paso. Era la culpa andante.



Atrás viene el primo, saludando a quien se encuentra en el camino. Con una sonrisa insoportable en la cara.



Cuando llegan donde estoy, les digo que me siento mal, que estoy mareado, que tome de más. Que me iba a tomar aire o un café al resto del hotel y luego a mi cuarto a dormir.



Mi esposa quiere seguirme, le digo que no, que siga disfrutando de la fiesta, que en todo caso si me sentía mejor bajaba en un rato. Le digo a su primo que la cuide, que no la deje ir, que disfruten la fiesta.



Inmediatamente salgo a la habitación del primo. Tengo su tarjeta.



Una vez dentro, veo si puedo esconderme en el baño, pero seguro pasarían por ahí, el único lugar potable era en el placard.



Dejo la tarjeta en la puerta de entrada y cierro la puerta, quedando obviamente abierta.



Me escondo en el placard esperando ver algo por la rendija.



No pasaron ni cinco minutos y se escucha al primo entrar con mi esposa.



Dice que no puede ser tan colgado de haber dejado la tarjeta en la puerta e irse. No sospecha nada.



Ella esta tímida, le dice que es un error, que lo que paso al mediodía estuvo mal y que aún están a tiempo de no cometer más errores.



Él le dice que no tiene problema, que si quiere recuperar su tanga que la saque de su bolsillo.



Él se acuesta en la cama, ella camina contoneándose hasta el borde de la cama, él se arrastra hacia atrás deshaciéndose de sus zapatos.



Ella pone su primera rodilla en la cama, luego sus manos, y la segunda rodilla, gatea.



Esa posición le daba privilegio en la vista de las tetas que colgaban por la fuerza de gravedad. A mi me daba la vista del vestido subiéndose mostrando la redondez de su culo.



Mi esposa mete suavemente la mano en su bolsillo, él pone sus brazos en su nuca, confiado que no tiene que hacer mucho más.



Ella busca en el bolsillo su prenda íntima, cuando la encuentra la saca y la tira al suelo.



Comienza a desabrocharle la camisa, él se sienta para que ella pueda sacársela.



Comienza a besar sus pectorales, y muerde sus abdominales.



Sus manos siguen desabrochando el cinturón del pantalón, baja el cierre y tira hacia atrás, quiere esos pantalones fuera.



Arrastra las medias y queda su primo con la misma zunga blanca que tenía al mediodía.



Esa zunga que volvió loca a mi esposa horas atrás, estaba allí nuevamente.



Sus manos tomaron cada lado de la zunga y lo deslizaron por las piernas, hasta que quedaron fuera de ellas.



Ella hizo un puñado la zunga, y la llevo a su nariz. Parecía estar embriagándose de los aromas que sentía.



De tanto movimiento su vestido ya dejaba al descubierto la desnudez de su vagina,



El primo baja los tirantes del vestido para que dejen los pechos bronceados de mi esposa a su merced.



Los mete en su boca, cada uno de ellos es saboreado. Ella se entretiene con el falo del primo entre sus manos pequeñas.



Ella como queriendo hacer memoria se agacha hasta hacer contacto de su boca con el miembro incestuoso del primo.



Lo chupa con maestría, quiere recordar el sabor que tuvo horas atrás.



El primo se recuesta, era una invitación al 69. Ella lo entiende clarito, ya en posición lanza su primer grito de placer, la lengua del primo había hecho contacto con su clítoris. Y sus labios vaginales. El aprovecha y pasa su lengua por el agujerito de su ano.



Mi esposa se retuerce de placer, le cuesta seguir con la mamada, jadea, se babea, pone los ojos en blanco. El primo sabía lo que hacía.



Luego el la da vuelta, es hora del plato principal, ella se pone a horcajadas, y deja que la fuerza de gravedad haga el resto. Se deja caer sobre esos 23 centímetros.



Muy lentamente, quiere disfrutar cada partecita entrando en ella. Se tapa la boca mientras mira al techo. Lanza un grito final cuando llega hasta la base del tronco.



Y comienza a menearse, se balancea, va hacia adelante y hacia atrás,



Los jugos del interior de mi esposa lubrican el falo del primo, se ven las gotitas que van cayendo hasta los huevos.



Cambian de posición, ella se pone en cuatro, él la embiste desde atrás, ambos tienen sus caras hacia donde estoy yo, veo ambos rostros de placer.



Se deslizan luego hasta el suelo, siguen cogiendo, ella abraza con sus piernas a su primo, él la levanta como nada. De pie y ella sobre el, enganchada de su pija.



Contra la pared, sigue el golpeteo, ambos tienen gotas de sudor por todo el cuerpo.



Vuelven a la cama, ella tiene sus piernas en los hombros del primo. Él no tiene piedad, la cama rechina, se mueven las mesitas de luz y los veladores.



Ella grita y jadea como una perra.



Se siente entonces los gritos finales, los del orgasmo. Va aminorando el ritmo del bombeo, ella saca las piernas de los hombros para ponerlo alrededor de su cadera. Él se desploma sobre ella, mi esposa lo abraza tiernamente.



Se besan. Y así se quedan, besándose, acariciándose, hasta que se duermen.



Cómo salí de ese placard sin que se despertaran es otra historia que no vale la pena contar.



Lo que si vale la pena contar es que, yo nunca le admití que vi cómo se cogió al primo, y para ella esa noche solo bailo y tomo tragos y se fue a dormir al amanecer.



Ambos seguimos felizmente casados, ella nunca me admitió lo que hizo con el primo, yo nunca que se lo que hicieron.


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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