Aún sigo caliente. No puedo sacarte de mi cabeza. En mis pensamientos te abres paso entre mis piernas mientras me empujas contra la primera superficie resistente que encuentras. Me abstraigo imaginando como muerdo tu pecho y bajo, dejando marcas de mis mordiscos en la línea blanca de tu cinturón. Es algo superior a mí. 

A veces grito "fóllame" "agárrame con fuerza y devora mi cuello, hunde tus manos en mi ropa interior y haz que me desvanezca entre gemidos y gritos" sé que eres capaz, pero grito en silencio, mientras mi entrepierna se humedece cada vez que te acercas. Disimulo, de una manera muy evidente. 

Mi pulso se acelera cuando te acercas por detrás y todo esto me lleva a ahora. Tumbada en mi cama con las piernas abiertas, tocando el interior de mis muslos con los ojos cerrados, mordiéndome el labio inferior como tantas veces, mojando mi clítoris con mis propios fluidos, apretando las sábanas, sintiendo sobre mí el peso de tu cuerpo ausente, corriéndome en mis propios dedos sintiéndolos como tuyos. Deseando.