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CAPÍTULO 5º
¿NO TENDRÍA UN POCO DE SAL, VECINA?
Sábado, 16 de Noviembre de 2013. Adrián, el joven vecino recién casado del Segundo B está solo en casa, pues Eva, su esposa, ha marchado a cuidar a su madre que ha sufrido un percance y estará encamada durante al menos una semana.
-¡Mierda, me he quedado sin sal! –Masculla el inexperto amo de casa en el momento en que se dispone a hacer la comida y se da cuenta de la falta del indispensable ingrediente culinario.
Un instante después lo tenemos llamando a la puerta del Primero B, el piso ocupado por las dos viudas maduritas.
Le abre Angustias, vestida con un viejo y feo chándal y una mueca de hastío en el rostro.
-Buenas, vecina –saluda Adrián, mientras agita en su mano derecha el recipiente para la sal-. Me he quedado sin sal, y he pensado que quizás usted… Ya sabe… Me podría prestar una poca.
Después de examinar más atentamente a su joven vecino, la cara de doña Angustias se ilumina con una sonrisa, al tiempo que se baja la cremallera del chándal lo suficiente para que el pipiolo pueda ver que no lleva nada debajo, y que sus grandes mamellas gozan de absoluta libertad bajo la horrenda prenda deportiva.
-Claro, claro –replica la viuda abriendo por completo la puerta del piso, e invitando a su vecino a pasar dentro.
Y Adrián, al que siempre le han tirado un buen par de tetas, no puede evitar que su polla se tense contra la tela de sus vaqueros. ¿O acaso os pensáis que se casó con Eva por sus dotes culinarias?
Un instante después, le llega la voz de Angustias desde la cocina.
-¿Puedes venir un momento?
-Sí, claro –responde Adrián mientras se acerca al lugar, para encontrar a su vecina empinada frente a un armario, tanteando el ansiado paquete de la sal-. ¿No alcanza? –Inquiere arrimándose a su madura y tetona vecina tanto que su abultado paquete roza el suculento trasero de la mujer.
-No –replica Angustias, dándose la vuelta y acariciando el bulto de su vecino con su mano en un gesto aparentemente involuntario, pero que es suficiente para que el joven recién casado se lance a por todas, apoyando sus manos sobre los tetones de Angustias y empezando a sobarlos con ansia, mientras ella le desabrocha la bragueta y saca su gorda polla.
-¡JODER, MENUDO PAR DE MELONES! –Exclama el feliz Adrián mientras hunde su cara entre las mamellas de la viuda cincuentona y comienza a chupar y a mordisquear los enormes y oscuros pezones hasta ponerlos tan duros como garbanzos.
-¡OH, SÍÍÍ! –Jadea Angustias sin dejar de pajear el grueso cipote de su vecino-. ¡CÓMELE LAS TETAZAS A LA SEÑORA ANGUSTIAS, CARIÑO!
Luego, se arrodilla y, sin pensarlo dos veces, se mete el pollón en la boca, iniciando una fabulosa mamada que hace que Adrián se estremezca de gusto de los pies a la cabeza.
-¿TE GUSTA, CARIÑO? –Inquiere la viuda tetona sacándose el enorme rabo de la boca y mirando hacia arriba sin dejar de besar el hinchado y rosado capullo-. ¿TE GUSTA COMO LA SEÑORA ANGUSTIAS TE COME LA VERGA?
-¡UFFF, SÍ, JODER SÍÍÍ! –Gime el joven recién casado mientras agarra la cabeza de su madura vecina y empieza un cadencioso movimiento de caderas atrás y adelante, follándose la golosa boquita de doña Angustias.
Tras varios minutos de deliciosa y experta felación, doña Angustias se baja los pantalones del chándal y las blancas de algodón, ya totalmente empapadas en fluidos vaginales, mostrando su coño cuidadosamente depilado, para ofrecérselo a su guapo y bien dotado vecino.
-¿QUIERES COMERLE EL CHOCHITO A LA SEÑORA ANGUSTIAS? –Inquiere la madura viuda abriéndose los labios del chichi y mostrando su clítoris a Adrián que, sin pensarlo un instante, empuja a la mujer contra la pila de la cocina para hundir su rostro entre las firmes piernas de su caliente vecina.
Pronto, el lugar se llena de los gemidos y jadeos de gozo de doña Angustias mientras su convecino le come el chumino, provocándole varios orgasmos seguidos.
-¡MMM, CARIÑO! –Exclama la madura viuda retorciéndose de gusto sobre la pila de la cocina-. SI FOLLAS TAN BIEN COMO COMES EL COÑO…
-¿QUIERES COMPROBARLO? –Inquiere Adrián agarrándose el nabo y apuntando con él al abierto y chorreante conejo de su vecina, que lanza un gritito y se abre más el chumino con las dos manos.
Un instante después, la cachonda doña Angustias se encuentra de nuevo apoyada en el fregadero, con el culo en posición y veinticinco centímetros de carne dura, joven y palpitante dentro de su coño.
-¡JODER, CABRÓNNN! ¡QUÉ PEDAZO TRANCA, ME VAS A PARTIR EN DOSSS!
-¡CALLA, ZORRA, QUE ME DESCONCENTRAS! –Brama el joven semental mientras sigue bombeando polla dentro del maduro chochazo y agarra y estruja los grandiosos melones de su caliente vecina.
-¡QUIERO TU LECHE EN MIS MAMELLAS! –Exclama Angustias arrodillándose ante el bestial vergón de Adrián e iniciando una espectacular cubana, aprisionando la tranca de su lozano vecino entre sus globos de carne, blanditos y suaves.
La ansiada descarga de semen caliente no se hace esperar, y Adrián ha de sujetarse al borde del fregadero para no caer al suelo del gusto mientras su pollón dispara hasta cinco potentes lefazos sobre las enormes mamellas y la cara de viciosa de su vecina.
-¡Eh, que se te olvida la sal, semental! –Ríe Angustias tendiendo el paquete con el preciado ingrediente culinario al satisfecho vecino del Segundo B.
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