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Categoría: Maduras

Descubriendo que me gusta ser observada…

Este relato me lo compartió una mujer por medio de mensaje, para compartirla con ustedes, así que en palabras de de quien se hace llamar Paty desde puebla dejamos este relato.

Soy una mujer entrada en años, y, a unos años de jubilarme, además de que no me considero una mujer guapa, o atractiva, o por lo menos a dentro de lo que hasta hoy crearía es atractivo para la gran mayoría de los hombres.

 

Para ir de la casa al trabajo, debo tomar primero una combi y luego un camión, por lo regular siempre suelo salir corriendo, ya que me cuesta mucho trabajo llegar temprano al  trabajo, razón por la cual salgo corriendo después de bañarme por la mañana y con la cara lavada, pues suelo retocarme hasta llegar a la oficina, razón por la cual no puedo decir que luzco despampanante al salir de casa.

 

Una de mis clásicas y agitadas mañanas salí corriendo de casa y a punto de caer al subir a la combi, sentí que alguien me sujeto apresuradamente para evitar que cayera…se levantó y me cedió su asiento que era justamente el que estaba frente a la puerta de la combi, ya repuesta después del susto, levante la cara y le dije –Muchas gracias. mirándolo a la cara, recibiendo una respuesta que por lo menos en ese momento me pareció sincera y desinteresada.

 

Él estaba de pie junto a mí, por qué la combi estaba llena, y no pude evitar tener la sensación de sentir que me observaba más de lo normal, más de lo que acostumbro ser vista en el día  día.

 

Pasa varios días de manera normal, hasta que un día volví a verlo, en esta ocasión, había un par de asientos vacíos cerca suyo, y me dispuse a tomar el asiento que estaba a su lado, en el instante en que me senté, sentí su mirada y me fue, aun no sé por qué imposible mirarlo, y el reacciono de forma inmediata con una sonrisa y un gentil saludo.

 –Buenos días, a lo que respondí con una sonrisa nerviosa y una voz que reflejo mi nerviosismo.

 

Pasaron así varias semanas en las que nos veíamos de manera cada vez más frecuente al ir en la combi, a lo que asumo, el cálculo mis tiempos para poderme ver, de esa insistente manera que me ponía nerviosa, y que debo confesar fui tomando gusto con el paso de los días, al grado de procurar salir siempre a la misma hora para poder verlo y dejar que me viera se esa estimulante manera, Ya que había notado que siempre buscaba la forma de mirar mis piernas, con esas faldas a la rodilla, que al sentarme solían subir un poco más, y aun no logro entender, por qué le fue tan llamativa la situación.

 

Para poner en perspectiva la situación comentare, que, en ocasiones el camino provoca que me quede dormida hasta que siento que es momento de bajar, cosa que creo que no solo e sucede a mi sino a mucha gente.

 

Uno de tantos días, subí y él se encontraba como de costumbre sentado, para ese entonces, ya había notado que me seguía persistentemente con la mirada al subir, en esta combi, había un par de asientos dobles que se centraban de frente, para lo cual debo confesar que me apresure a tomar el asiento que se encontraba frente a él, para que pudiera mirarme.

 

Desde que me dispuse a sentarme, pude sentir como me miraba, es esa extraña sensación de sentir la mirada de esa persona, y puedo asegurar que miro mi trasero… vio mis nalgas en esa falda blanca que llevaba puesta, debo confesar que me éxito saber que me miraba, debo ser franca al decir que en verdad decir o pensar en la palabra nalgas… en el contexto de esa situación me provoca cosquillitas que hacía mucho tiempo no sentía.

 

Me senté frente a él y me saludo tan atentamente como lo había venido haciendo desde hace unas semanas, yo me encontraba de espaldas al chofer que manejaba la combi, y cuando me voltee para pagar mi pasaje el descaradamente vio mis piernas, como quien espera ver más allá del borde de la falda,  eso lo asumo porque al voltear de nuevo al frente y el regreso apresuradamente la mirada al frente, pero si note que miraba mis piernas, lo cual debo confesar me provoco una rica sensación, que por un momento  me estremeció y recorrió mi cuerpo.

 

Por lo regular suelo sentarme de manera recatada, y como las buenas costumbres dictan con las piernas bien juntitas… pero algo había en la situación con él y ese especifico momento que me empujo a no solo dejas mis piernas abiertas, sino hasta separarlas un poco más de lo que en todos mis años me hubiera podido atrever, tan solo para que ese hombre, joven, pudiera mirarme, no estoy segura, pero debo ser por lo menos 10 o 15 años mayor que él, pero me gusta cómo me hace sentir cuando me mira.

 

Pasados unos minutos, mire atreves de la ventanilla de la combi y pude, de reojo ver como el insistentemente miraba mis piernas con una clara expresión de satisfacción y deseo que escondía mientras miraba su celular que casualmente se encontraba de tal forma que mis piernas se encontraran conveniente mente en su rango visual, me gusta sentir su mirada, me gusta cómo me observa.

 

De la nada cerré los ojos y fingí quedarme dormida, no era algo raro, ya que recurrentemente me veía dormir mientras viajábamos en la combi. No tardo en mirar de manera sínica mis piernas, con esa cara de deleite que le provocaba mirarme cada uno de esos días que lográbamos coincidir.

 

Pasado un corto rato miro discretamente a os lados para asegurarse que nadie lo mirara, y coloco su teléfono sobre su pierna, y lo deslizo entre sus piernas bajándolo poco a poco, hasta que su cámara estaba apuntando entre mis piernas, debajo de mi falda, y de una manera extraña eso me gusto al punto de la excitación… hizo que mi piel se erizara, poco a poco y mientras el trataba supongo yo que grabar lo más que se pudiera yo me excitaba mucho, y sentí algo que hace tiempo no sentía, poco a poco la humedad en mi crecía y sentí que me humedecía por dentro, esa situación aparentemente simple, me genero una excitación que hace tiempo no había sentido. Pasado el tiempo llego el momento en el que tenía que bajar, y el continuaba grabando debajo de mi falda, estaba tan entretenido grabando que no se percató que yo lo miraba, y solo reacciono hasta que yo pedí la parada, para levantar la cara y mirarme directo a los ojos mientras yo me despedía, le guiñaba el ojo con una sonrisita picara de complicidad.

 

Esa noche al llegar a la casa y recordar lo que había sucedido, volví a sentir como me humedecía reviviendo la situación matutina al grado de sentir como mi ropita interior se comenzaba a mojar ligeramente,  en realidad, soy una mujer recatada, y me sorprendió la forma en la que yo había reaccionado, y eso provocaba aún más excitación, y esa curiosidad por sentir mi ropa interior mojada, provoco un pequeño rose con mi parte intima, que provoco un delicioso cosquilleo que me recorrió toda la espalda.

 

Después de sentir esa deliciosa sensación repetí nuevamente la caricia sobre mi ropa interior, en varias  ocasiones más, incrementándose cada vez más esa rica rica sensación, nunca antes me había tocado a mí misma de esta forma, pero es algo delicioso, es delicioso sentirme deseada, sentir que le gusto a alguien sobre todo porque es mucho más joven que yo, y pudiendo mirar a alguna mujer más joven incluso que él, me ve a mí y puedo sentir que le gusto, que le atraigo, y eso me exista, y debo confesar que me gustaría, que no solo me mirara, me gustaría que me tocara que me apretara, y que metiera su mano debajo de mi falda pues sé que tanto como a mí, a él le gustaría meter su mano debajo de mi falda hasta acariciarme mi partecita, como yo la he rosado con la punta de mis dedos, por que debo confesar que aun siento un poco de pudor como para poderme masturbar, pero sé que he perdido el pudor, y estoy a punto de hablarle y decirle que quiero que me toque.

Datos del Relato
  • Autor: Dogma
  • Código: 43857
  • Fecha: 26-05-2017
  • Categoría: Maduras
  • Media: 10
  • Votos: 1
  • Envios: 0
  • Lecturas: 3220
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