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De mi época de estudiante mi mejor amante fue un compañero de la universidad. Aunque con él nunca fuimos pareja formal, teníamos unos encuentros amatorios sensacionales, eran verdaderas maratones sexuales. Nunca encontré otro hombre que igualara su capacidad de penetrar y eyacular tan intensamente y tantas veces seguidas.
Lo conocí durante un viaje de trabajos voluntarios en la universidad. Desde que partimos en el tren yo no había podido sacarle la vista de encima. Yo estaba muy excitada con él, era uno de los más apuestos de la universidad y hacia tiempo que le había echado el ojo, pero no había tenido la oportunidad de producir otros tipos de acercamientos. El era muy moreno, y tenia un cuerpo extraordinario.
Al segundo día de estar ya acomodados en el lugar de los trabajos, se organizo una típica fogata en la noche, con chistes y guitarreo. Yo intentaba llamar su atención de todas las maneras posibles, estaba decidida a no dejar pasar la oportunidad de engancharlo.
El también andaba en búsqueda de acción, pues miraba hacia todos lados tratando de cazar algo. Se notaba que estaba excitado por la expresión de su rostro, de vez en cuando se mordía los labios y cargaba su miembro estimulándola con una de sus manos, simulando arreglar su pantalón.
De pronto note que se fijaba en mi y comenzamos a jugar con nuestras miradas, cuando ya había transcurrido un tiempo en este juego, él se acerco a donde yo estaba y presentí que algo iba a pasar pronto. Después de una breve conversación y casi sin darme cuenta, de pronto me abrazó, atrayéndome hacia él. Cuando me estrechó, sentí el calor de su cuerpo; al contacto con varonil cuerpo, me impulso a una mayor osadía, y lo besé ardientemente, sin pronunciar una palabra. Sus manos se deslizaron por mi espalda sinuosa, hasta caer sobre mis caderas, acercándolas lentamente a mis duras nalgas, en tanto sus labios recorrían mi boca, acariciando mi lengua con la suya.
Al instante estabamos agarrando, dándonos un calentón atraque. El exhibía notoriamente entre sus piernas su abultado miembro que yo miraba con avidez. Me sentía muy atraída hacia él, era todo un macho a pesar que no tenia más de veinticinco años, lo que más me seducía, era la expresión extrañamente lujuriosa de sus ojos.
Eran como la una de la mañana, cuando Fernando me invito a su carpa. Dentro del pequeño recinto, había solo mantas frazadas y un saco de dormir para una sola persona. Nos metimos en el saco de dormir totalmente vestidos por el frío que hacia, comenzamos a besarnos y a manosearnos por entre las ropas, de pronto sentí su bulto contra mis piernas. Era tal el frío que Fernando no quería desvestirse y yo tampoco.
-¡Bájate los jeans! Me dijo.
Mientras yo intentaba bajármelos solo lo suficiente para que pudiera penetrarme, él me toco con sus dedos en la concha y noto que yo estaba muy lubricada, entonces comento:
-¡Ah, ya estas como para ponértela toda!
-¡Pero tesoro, tengo un solo problema!
No pude imaginarme, con que cosa me iba a salir. Pero él me dijo:
-¡La tengo muy grande, por lo menos eso es lo que me han dicho, las minas que me he tirado!
Estire mi mano hacia atrás y se la agarré. La tenia tremendamente gorda y larga. Se la acaricie rogando mentalmente que me pudiera entrar toda. Finalmente, con grandes dificultades, entre el frío y lo estrecho del saco, me la pudo por fin embutir.
Mi canal estaba tan resbaladizo que la cabezota, a pesar de su grosor, me entro y después siempre muy lentamente, me la fue metiendo completamente. Yo no me podía mover mucho. Pero sentía que mi vagina se había estirado al máximo y que si me quedaba quietesita podía llegar al orgasmo en cualquier momento.
Muy pronto, casi sin darme cuenta, en una de las deliciosas embestidas de Fernando, acabé sin casi hacer nada. Solo apreté los labios y contraje los músculos de mi conchita. La sensación fue tan intensa que él se dio cuenta de mi acabada, porque las paredes interiores de mi vagina se estremecieron tensándose y aflojándose alternativamente varias veces.
Al otro día en la mañana, me desperté con las ávidas manos de Fernando tratando de bajarme los pantalones para darme otra pasada. Pero hacia tanto frío y para colmo estaba lloviendo, que me decidí a aliviarlo con mis labios, me desplace hacia abajo y le agarré su fenomenal aparato. No pude abarcarlo por completo con mi mano; era algo fabuloso. Sentí desesperación por acariciarlo, pense que no iba a poder abarcarlo en mi boca, pero pronto lo acomodé sosteniéndolo firmemente con mis manos. Puse su durisimo miembro entre mis labios sin dejar de acariciar con mis dedos sus hinchados testículos.
El miembro solo había entrado hasta la mitad de mi cavidad bucal, aumente mi producción de saliva, y logre hacerlo resbalar un poco más adentro, gozando de su textura y sabor. Comencé a palpar sus testículos con mis dedos, los tenia muy velludos y bastante duros. A mí me encanta pasar la lengua por la sinuosidad de la piel que cubre las bolas, me hace calentarme terriblemente, tiene un efecto muy afrodisiaco. Sentir los vellos y el escroto dentro de mi boca me fascina, me gusta chuparlos como si me los fuera a tragar.
Obviamente a estas alturas él se encargaba preparar mi concha, y me metía sus manos por todas partes. Mis mandíbulas ya acostumbradas al sexo oral no sintieron el agotamiento de mis continuas y numerosas mamadas.
Muy pronto nuestros cuerpos estaban involucrados en una sesión erótica desenfrenada y mis gemidos de placer eran apagados por el pene que llenaba mi boca. Con muchas dudas, saque el miembro de mi boca, pero la verdad es que estaba loca de ganas de mirar como eyaculaba.
Cuando su reluciente miembro acabó de lanzarme sus intensos y abundantes fluidos espesos, él lo fue retirando suavemente de mis labios, con mis manos se lo acaricie intensamente empapándolas con su caliente y fragante esperma. Después me la esparcí por mi cara olorosando y saboreando golosa su cremosa secreción masculina.
Fue entonces que descubrí el placer inmenso que sentía cuando podía mantener su grueso miembro en mi boca durante largos minutos hasta que él explotaba. Mientras tanto él me masturbaba frotándome el clítoris.
Todavía insatisfecha, continué con mi excitante pasatiempo. Jugaba lascivamente con su enorme órgano genital, tomando la roja cabeza de su pene entre mis labios, mientras lo estimulaba con suaves caricias hasta conseguir que su miembro lograra nuevamente el máximo de tensión, provocándole otra exquisita y abundante descarga. Me la tragaba suavemente degustando el saborcito ya muy familiar de esa magnifica verga casi hasta atragantarme.
Cuando sentía su liquido viscoso y tibio deslizándose por mi garganta me producía un efecto maravilloso. Me dedicaba a saborear el espeso semen alrededor de mi lengua, llenándome la boca por completo con su cremoso liquido.
Pero no solo su carpa fue testigo de lo mucho que goce con él, sino que tambien hicimos algo inolvidable cuando regresabamos en el bus. En el trayecto nos pegamos un polvo en nuestro asiento, mientras los demás parecían estar dormidos, el hacerlo sin que los demás lo notaran fue muy motivante y novedoso.
Nos instalamos en el ultimo asiento del bus justo frente al baño. Durante el viaje comenzamos a atracar calentonamente, estuvimos agarrando como una hora, hasta que por fin empezó a oscurecer. Yo estaba realmente caliente y por supuesto que él no se quedaba atras, ya que durante todo el rato que habiamos agarrado el habia mantenido su pene muy parado. Apenas el auxiliar, cerro las corinas del bus y apagaron las luces, él me puso de lado mirando hacia la ventana y comenzo a manosear mis nalgas. Se afanaba con sus dedos, los movia voluptuosamente. Mientras me frotaba el clitoris, con la otra mano jugueteaba con sus dedos en mi ano, metiendome sus dedos arriba y abajo, introduciendolos alternadamente en mis aberturas.
Este tratamiento me volvio loca, cuando sientí mi recto penetrado por sus dedos mientras me masturbaba con la otra mano, conseguí llegar a la cumbre de mi climax muy rápidamente. Sintiendo aquel arrollador cumulo de cosquilleos y vibraciones ardientes, me fue imposible contener un estrepitoso orgasmo y sin demora me derrame intensamente.
Entonces me dijo que queria metermela, que por favor me sacara los calzones ya que le llegaba a doler la pichula de lo caliente que estaba. Por supuesto que yo tambien deseaba que me la metiera, asi que sin más me baje los calzones y me dispuse a darle en el gusto.
Se saco la pichula por entre el cierre abierto de su pantalon y me la puso en la concha, yo la tenia tan sensible producto de mi anterior acabada, que no pude impedir que se me escapara un pequeño quejido de molestia, cuando intento metermela.
Fernando astutamente me dijo que como tenia mi "cosita" tan sensible, ahora solo me lo pondria entre mis nalgas y se moveria ahi muy suavecito, apoyo atrevidamente su miembro en mi vestíbulo trasero y procazmente comenzo a intrusear los alrededores de mi agujerito anal.
A mi me parecía increíble que ese aparato, cuyo volumen aumentaba a medida que se lo apretaba con mis gluteos, pudiera ser encajado en toda su longitud por el angosto pasadizo de mi trasero, pero ante mi sorpresa, la punta de su aparato, poco a poco intruseaba más adentro, dilantando mi ano, de manera increible.
Con el roce de su pene sobre mi ano yo me excite muchisimo y no dije nada cuando él comenzo a intentar penetrar muy suavemente. Era obvio que él deseaba disfrutar de mi encantador trasero llenandomelo de semen. Me pregunto melosamente si me estaba doliendo mientras empujaba suavemente hacia el interior de mi trasero.
Entonces me quede helada, me di cuenta que realmente él queria hacermelo por detras. Intente protestar, pero él estaba muy decidido y yo muy dispuesta. Senti sus manos aferrarse a mis caderas y mis nalgas, me introdujo su cabezota en el culo. Entonces se acomodo sobre sus codos y empujo su tremendo garrote en mi ano, mientras me decia:
-¡Aguanta un poquito, porque el dolor pasa rapido!-.
Cuando su verga se fue introduciendo en mi recto. Sentí como si su miembro me fuera a partir en dos. Cuando me la metió, lo hizo tan deliciosamente que sentí que mi esfínter se dilataba golosamente, invitándolo a continuar sin reservas. El empujo su miembro, y este se fue deslizando suavemente por mi recto. Podía sentir como cada centímetro de su pene avanzaba por mi trasero hacia adentro, sentí algo de dolor, pero estaba tan excitada que me aguante mientras él continuaba con la penetración. Sentí como si su miembro hubiese llegado hasta mi estomago, y advertí que me había penetrado por completo, quedando totalmente encajado en mi recto.
Después de gozar durante largos minutos de mi culo, él me agarro muy fuertemente de la cintura y empujo con todas sus fuerzas. Pude sentir como lechazo tras lechazo, llenaba mi interior de semen caliente, cuando sentí su liquido inundando mi recto, no soporte más y también eyacule abundantemente.
Comencé a derramar mis jugos sobre sus dedos en tanto su maravilloso y desmesurado miembro me repletaba el culo. Con sus manos separo mis nalgas, y empujo más profundamente su pene en mi abertura trasera y comenzo a penetrarme, me queje por el dolor, este era muy punzante, pero a la vez iba acompañado de un raro y desconocido deleite.
Lo hizo resbalar en mi recto, a medida que me lo iba metiendo, daba pequeñas detenciones, para que mi recto se acostumbrara a sus dimensiones. Cuando su divina verga me entró por completo, me ensanche por dentro, mientras mi interior del culo se contraía y se relajaba alternativamente gozándola. Sentía su carne dura casi salir de mi agujerito para después enterrarse nuevamente hasta la raíz. Su encabritado miembro ya lubricado, me hacia sentir la presión del glande que casi me partía mientras me llenaba el recto con su duro aparato.
Pasando su fuerte brazo en torno a mis caderas, se apretó contra mi espalda y comenzó a restregarse contra mis nalgas manteniendo su miembro totalmente insertado en mi recto. Yo podía sentir cada centímetro de su hinchado miembro recorriendo mis entrañas, me parecio como si un inmenso embolo traspasara todo mi cuerpo y comence a estremecerme de placer.
Luego de intensas embestidas, él comenzó a correrse en mi recto, su semen inundaba chorro tras chorro mi trasero repletandomelo con su esperma, el maravilloso roce de sus dedos en mi clítoris, y el fragor del hinchado y caliente pene moviendose furiosamente dentro mío. Me hicieron llegar a un climax extraordinario, apenas me di cuenta que Leandro me estaba llenándo con su cremosa esperma, sin saber como me derrame en un acelerado orgasmo. No pude evitar correrme con mucha intensidad debido a las ganas que habia acumulado en tan lascivo acto, me corrí estremecedoramente en un exquisito y vigoroso orgasmo.
Mientras se corría en un goce delirante, él daba poderosas embestidas, expulsando sus ultimas reservas de esperma entre contenidos y ahogados gemidos y jadeos. Mientras eyaculaba me seguía masturbando mi clítoris, logrando que mi orgasmo fuera muy intenso y duradero. Era el primer orgasmo que habia conseguido por via anal, y por supuesto no seria el ultimo
Jacqueline - Chile
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