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Mi querida niña, o prefieres que te llame mi Piba? Mi amor, los recuerdos me atormentan y me repito más de una vez porque te deseo tanto?
¿Acaso crees que eres la única que necesita calmar sus deseos más íntimos? Yo también resoplo por dentro en una mezcla de calor e impotencia cuando no te tengo a mi lado y recuerdo permanentemente todos los momentos que me has dado y que seguramente me darás muy pronto. Espero que te encuentres tan ansiosa como yo y comprendas que no solo tú te vuelves loca por el sexo de tu hombre, también yo ansío tu cuerpo.
Mi piba, ya te lo he dicho mil y una veces que tienes el sabor más rico, la textura más suave, el aroma y el calor que tu cuerpo desprende y mi boca saborea junto a tus contracciones cuando te hago alcanzar el cielo con mi juegos, y me llevas hacia ese mundo donde nos vamos a saciar de goce y bienestar. Hoy voy a decirte cuanto me gusta saciar mi apetito sexual contigo.
Cada vez que te tengo junto a mí, todo mi ser se corporiza en esa lengua afortunada que resbala por tu cuerpo, y que ha caminado el bendito trayecto que separan tus labios de tu vértice del placer.
Tengo que empezar a desnudarte, pero previamente fundirme en un abrazo y un beso donde tu lengua y la mía se encuentren con pasión. Es fascinantemente hermoso ir cambiando el tacto de la piel con ropa a tocar tu cuerpo desnudo, e ir sintiendo como nuestros cuerpos van acercándose a lo que tanto deseamos.
Tendré que ser más travieso, porque así también me siento cuando deseo beberte entera y sacar de tu amada vagina tus sabrosos jugos con mi lengua. Buscarla, jugar con mis dedos en sus pliegues y sentir su tersura y suavidad hasta llegar al punto álgido de tu placer cuando encuentro tu pequeño clítoris, que escondido en su funda pretende escapar al destino de goce infinito que le daré. No te daré tregua y lucharé con la constancia y la entrega necesaria para que comprendas cuanto amo que viertas tú liquido templado en mi garganta y al ir tragándolo sentiré mi alma más cerca de la tuya.
Es un ritual mágico ir bajando por tu cuerpo y abrir lentamente tu flor como si fuera separando pétalos para llegar a la miel. Primero lo beso, está suave, desprende un olor cálido que hace que mis sentidos se anulen, pero en una nulidad mágica, mi olfato solo huele en tu sexo, esa mezcla de perfumes dulces y agrios, que conforman un sabroso y rico néctar.
Voy a volver a pasar mi lengua alrededor de tu clítoris que tiene una textura que invita a mantenerlo en mi boca y jugar con él con toques mínimos de mi lengua. Ahí empiezo a escuchar la sinfonía en la que tanto pienso recordando tus gemidos acompañados de mis lametones.
Pero no, aún no voy a hacer hincapié en esa zona, solo iré apoyando mi cara sobre tus muslos y pese a que todavía no te toco, sientes el paso de mi lengua por tu sexo. Se están abriendo las puertas del placer y tú estás caminando al ritmo preciso para llegar al mismo.
Lamo tus muslos, acaricio tus glúteos encajando casi simétricamente mis brazos por la parte de atrás de tus piernas así podré hacer más presión para atraerte hacia mí. Dejaré mis brazos aparcados y tú ayudaras con tu arqueo vertebral el masaje de mis manos en tu parte trasera, con dedicación. Los dos nos volvemos locos por empezar lo que queremos que nunca termine, pero ahora me doy cuenta que tengo mi cara cerca de tus senos.
Me encanta introducir tus pezones en mi boca y lamerlos y succionarlos como si la vida me fuera en ello. Trato de controlarme, créeme, pero más de una vez me ganan las ansias de tenerte y me siento dominado como un bebé hipnotizado por el hambre y el placer que proporciona tenerlos en mi boca y hacerles cambiar su textura, erizándolos , dándome una sensación de satisfacción real.
Busco su contorno, trazo su forma, paso de uno a otro y mis manos aprietan dando fe de la locura pasajera pero permanente que fluye sobre mí. Los adoro. Te miro con la cara de deseo, ruego tu permiso y te aviso que algo que ya conoces y que ya empiezas a disfrutar, va a comenzar.
Y por fin recomienzo mi tarea. Empiezo por los bordes de tu vagina y voy notando como se hinchan los labios dándome la pista por donde recorrer tu regalo, ese regalo que me das. La tensión hace que mis manos pasen de tus senos a tu sexo. Te voy dando a lamer mis dedos para que exteriorices la pasión en la cual estás inmersa.
Empiezo a lamer y ya no pondré fin. Rápidamente va subiendo el calor en tu cuerpo, tus manos se posan en mi cabeza, como queriendo decirme no te separes de ahí, los acompañamientos de tu pelvis también me lo indican y es un auténtico goce sentir como intentas clavar mi boca en ti. Quiero abarcarlo todo y abro mi boca lo más que puedo, mis labios y mi lengua tratan de dar con cada rincón placentero de tu sexo, donde cada poro es ahora puro placer. Me acompañas inclinando tu cabeza para poder ver mis movimientos y de paso, acariciar tus senos y magrearlos buscando más placer aún.
Voy a lamerte de arriba hacia abajo y te voy a limpiar entera, incluso llegaré a tu preciado huequito trasero que aguanta con presión y sin ceder el paso de mi lengua y en donde trazaré círculos que te llenarán de placer.
Desplazo rápidamente mis dedos en tu interior, en tus dos interiores, haciendo con el índice un suave masaje de tu pared vaginal, de tu punto g. Voy notando como se excita, y observo como el aumento de tu respiración y jadeos me hacen pensar que llega uno de los momentos más ansiados. Te observo y veo que no alcanzas a poder mirarme directamente a los ojos, tu cuerpo suda, tu cara se enrojece y casi me da la imagen de sufrimiento, sufres de amor y de placer, ¿te gusta?
Te pregunto con los ojos y muerdes tus labios haciéndome entender que estás encendida, que te está encantando lo que estás viviendo, paso a dar vueltas y vueltas con mi lengua en tu clítoris, esta última vez casi he enterrado mi cara en tus adentros. Cada parte de mi cara es placer, y mi nariz esta empapada de tus jugos los cuales inundan mis sentidos.
Das quejidos diferentes y la tensión de tu cuerpo se acompaña de un pequeño río de bendición, una, dos... varias contracciones te recorren, ahora pasaran unos segundos de inconsciencia. Tumbada recibes mis besos, te limpio con mi lengua con el instinto animal más puro, tu cuerpo es ocupado por mis dedos y mi lengua, y te sientes más cerca de mí que nunca, ¿cómo te has sentido tumbada con tu sexo expuesto a mí, entregada a mi boca, poseída voluntariamente? Inútil la respuesta, no? Y así varias veces, regalándome tus repetidos orgasmos. Es el cielo, no?
Me encanta tu piel, el olor, el tacto, su calor, estoy enamorado de ti y de todo lo que tienes. Ahora es tu turno de saborear mi cuerpo, seguramente también hayas chupado y lamido mis dedos pensando en él, y ahora es mi pene es el que espera con ansia el momento de recibir tus caricias bucales para luego entrar en tu cuerpo y derramar dentro del mismo, toda mi pasión contenida.
Te quiero piba mía. No sabes cuan feliz me haces cuando estoy a tu lado.
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