Y por fin llegó el día siguiente, me desperté con el vibrador al lado de la almohada, me lo llevé a la ducha.
El agua caliente corría por mi espalda, el baño estaba lleno de vapor, los espejos empañados, olía a jabón, .... empecé a recordar lo ocurrido el día anterior, su voz, lo que me decía, como lo decía, lo excitada que me ponía y una sonrisita pícara se dibujó en mi rostro, entonces empecé a sentir que me estaba excitando de nuevo. Estaba sola en casa, con un vibrador en la mano que pronto dejó de estar ahí para comenzar a apretar mi clítoris, le di al agua para que saliera más caliente, sentía como me quemaba la piel, la atmósfera empezó a estar muy cargada mientras yo en la ducha con una mano apretándome el pecho y pellizcándome el pezón y con la otra moviendo estratégicamente el vibrador para procurarme el mayor placer posible, pronto empezaron los gemidos, ......, hasta que al final tuve un orgasmo increíble.
Después de comer, sonó el teléfono, era él.
- Buenas guapa, ¿qué tal estás?¿has dormido bien? - y una especie de risa.
- Demasiado bien diría yo, aunque esta mañana te has perdido algo impresionante.
- ¿Qué has hecho? - preguntó curioso
- ¿Tú qué crees? ¿qué puede hacer una mujer sola en casa con un vibrador?
- Cállate, no empieces que sino luego ya sabes lo que pasa - nos reímos los dos - ¿te apetece quedar?
- ¿Ahora? - le sugerí
- ¿Estás sola?
- Sí - le di la dirección.
- En menos de media hora estoy ahí, espérame.
- Te esperaré impaciente.
Colgamos, ..., como ya había tomado un baño, ahora sólo me faltaba elegir que me iba a poner, fui a mi habitación abrí el armario de par en par y empecé ....
- Esto sí, esto no ..... - me llevó un rato elegirlo, quería estar de muerte, quería que se volviera loco de deseo. Al final me decidí por ropa interior negra de cuero, ligueros negros, medias de rejilla, zapatos de tacón de aguja, falda tubo negra hasta la rodilla con una abertura hasta el muslo y una camiseta ajustada, escotada y transparente.
También preparé algo de comer unos aperitivos, metí una botella de champán "Juve Camp" en el congelador y mi postre preferido gelatina de frambuesa.
De repente sonó el timbre, era él, me puse nerviosa, sabía para lo que habíamos quedado, pero después de lo del teléfono, ...., aunque si soy sincera yo también me moría de ganas.
- ¿Quién es? - dije por el telefonillo
- Soy yo ¿me abres?
- Sí, sube.
Abrí la puerta y le sentí subir, hasta que apareció por completo:
- Hola
- Hola ¿qué tal? ¿has encontrado bien la dirección?¿no te has perdido?
- No, ha sido fácil, además este barrio está bien comunicado
- ¿Quieres tomar algo? he preparado algo para comer, como no sabía si nos ibamos aquedar o no, por si acaso, ¿tienes hambre?
- Sí, podríamos tomar algo.
- Sacaré el champán - me siguió hasta la cocina - mira coge esa bandeja y la pones en la mesa del salón, son unos aperitivos y eso es gelatina de frambuesa ¿te gusta?
- Sí, me encanta la gelatina - y empezó a reírse, yo no sabía porqué luego lo descubrí.
Nos sentamos a la mesa, descorchó el champán y empezamos a comer, empezó a mirarme de una manera un tanto sospechosa, me estaba poniendo nerviosa.
- Está bien - dije - ¿qué pasa? ¿tengo mayonesa en la nariz o qué?
- No, ..., es que estaba pensando que tal sabría el champán servido entre tus senos.
Me dejó de una pieza, acto seguido se levantó con la botella de la mano, se acercó, me rompió de un tirón la camiseta, me echó entre los pechos el helado champán y empezó a lamerlo.
- Esta rico ¿quieres? - me cogió de la cabeza y del pecho hasta que se juntaron y yo misma pude saborear mi pezón helado con sabor a champán.