"Realmente nunca llegas a conocer a una persona del todo, aunque pases con ella toda tu vida. Tampoco llegas a conocerte del todo a ti misma"
Yo creía que me conocía bien (¿quién mejor que yo?), pero en unos meses me di cuenta que no, ... no sabía nada de mi.
Conocí a Óscar por casualidad en un chat telefónico, al principio simplemente hablábamos, cada día un poquito más, hasta que llegó el día en que nos dimos los números del móvil y decidimos quedar para conocernos. Él vivía en Bilbao, aunque había venido de vacaciones a Madrid, así que aprovechamos. Quedamos un día por la tarde en la estación de Atocha, yo como siempre llegué pronto y esperé, mirando bien para conocer su coche con matrícula de allí, hasta que le vi en el parking de la estación, me dirigí hacia allí y le di un golpecito en la ventanilla, él me miró y la bajó:
- Hola, ¿eres Eva? – dijo
- Sí, ¿qué tal? ¿llevas mucho esperando? – le pregunté
- No, unos 5 minutos.
Nos quedamos callados mirándonos:
- Perdona, me he quedado helado, ¿subes? – dijo abriendo la puerta del coche.
- Sí.
Me subí en su coche y de cerca era aún más guapo, muy alto, atlético, moreno, ..., estaba de vicio. Fuimos a un bar a tomar algo y a seguir hablando, pasaron las horas y allí seguíamos, pero él tenía que irse porque había quedado con unos amigos y ya llegaba una hora tarde (por mi culpa). De camino a la estación, me miró y dijo:
- Entonces, ¿todo lo que me has comentado es verdad?
- Sí.
- Vale – dijo con aire desafiante – cuando lleguemos a ese semáforo y paremos me besas.
No dije nada sólo asentí con la cabeza, y cuando llegamos al semáforo, paró, le miré y me lancé, estuvimos besándonos hasta que empezamos a oís las bocinas de los otros coches que estaban esperando a que arrancásemos, nos reímos de nosotros mismos y seguimos.
- Yo también he pensado a veces en hacer cosas de esas, pero no había conocido a nadie que también le gustara.
- Pues ahora me conoces a mí – le dije – ya no tienes excusa.
- Te propongo otra cosa, cuando lleguemos a aquel bar y pare, me das una bofetada.
- De acuerdo, pero luego no te quejes.
Y al llegar, paró y esta vez no le dio tiempo a mirarme porque ya le había soltado una hostia con todas mis fuerzas. No se quejó ni dijo nada, sólo me miró y me besó con más ganas aún.
Llegamos a la estación.
- ¿De verdad no puedes quedarte un poquito más? me gustaría mucho que te quedaras y seguro que a ti también te gustaría.
- Lo siento Eva, no puedo, tengo que irme, pero te prometo que mañana te llamaré y nos pasaremos todo el día juntos.
Le miré y me eché encima de él, estaba excitadísimo, se le notaba todo, iba con unos pantalones muy pequeños y ajustados, estaba a punto, me ponía a cien notar lo cachondo que estaba, pero tenía que irse.
- Quédate un poquito – le miré suplicante.
- ¿Y para qué quieres que me quede? – me preguntó
- Lo mismo puedo hacer algo que te haga cambiar de idea – le dije mientras metí mi mano en su pantalón – a lo mejor te apetece más quedarte aquí conmigo que irte ¿no?
- Sí – dijo entre un suspiro y un gemido – pero sólo que quedo un ratito, que tengo que irme.
Aparcó en el parking y nos montamos detrás, empezamos besarnos lentamente, tenía una lengua increíble, me desabrochó la blusa y al ver mis pechos se quedó asombrado y dijo:
- Joder, .., son las tetas más grandes que he visto – y hundió su cabeza entre mis senos.
Mientras yo metía la mano en su pantalón y pude arragar aquella polla dura, me ponía a cien pensar que estaba a punto de reventar los pantalones con aquella polla, me agaché un poquito y empecé a chupársela, era enorme no me cabía en la boca, estaba depilado, olía a Jean Paul Gaultier, me excitaba sobremanera.
- ¿Quieres follarme? – le dije – yo estoy como loca porque lo hagas
- No- dijo- mañana haremos lo que quieras, ahora tengo que irme, además aquí en medio del parking no me gusta, no me concentro – accedí no me quedaba otro remedio, vi como se iba y yo hice lo mismo, aunque algo me decía que se estaría acordando de mi toda la noche ...