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Delicioso sexo con mi amante

~Me llamo María Cristina, soy una mujer de 32 años de edad. Soy de nacionalidad norteamericana pero vivo y trabajo en un banco de la ciudad de México D.F. Soy caucásica de piel blanca, pelo rubio natural, ojos color verde, labios carnosos y sensuales los cuales siempre los decoro los labial rojo. Mi cuerpo está en perfecta forma, soy de estatura promedio, poseo unos senos bien cachondos. Así como también gozo de unas piernas hermosas y sensuales y unas nalgas bien paraditas e inigualables, sin duda este cuerpo perfecto que tengo es gracias a mis dietas y mi constante asistencia al gimnasio y salones de belleza. No por presumir pero me atrevo a decir que ¡Soy hermosa! Pues los mismos hombres me lo han dicho a cada momento. Estoy casada desde hace dos años pero eso definitivamente no impide que siga disfrutando del sexo como a mí me plazca, claro sin que me descubra mi marido, más aunque algún día me descubra no me importa mucho pues se que igual él no me ha sido fiel. Con respecto a mi empleo les diré que trabajo en un banco muy importante de la ciudad, mi trabajo en este banco consiste en arreglar préstamos, facilitar tarjetas de crédito entre muchas otras actividades que tengo en este banco. Con este empleo y el dinero de mi marido les diré que vivo muy cómodamente e incluso me puedo dar lujos como comprar ropa cara (vestidos, zapatillas) entre muchas cosas. Me encanta vestir bien y explotar mi belleza al máximo, pero sin duda lo que más me gusta como mujer es el sexo y a todo momento me gusta sentir un pene calientito dentro mi vagina. Soy fanática del orgasmo y me vuelvo loca cuando un hombre me hace el amor.
Por todo eso desde que me case le he hecho infiel a mi marido varias veces pues aunque mi esposo me ama y es lindo con migo, lamentablemente no sabe muy bien como satisfacerme sexualmente, así que tengo que buscar diversas aventuras extramaritales. Y en esta ocasión les voy a compartir aquí mi más reciente aventura erótica que tuve apenas hace una semana. La misma trato de cómo tuve un increíble sexo con uno de mis amantes que es un compañero de trabajo que trabaja en intendencia. Espero sus opiniones y alguno que otro voto.
Como ya mencione se trata de un hombre de nombre Raúl, él tiene 35 años, moreno claro, ojos cafés, pelo negro y el mismo se lo ata con una coleta, posee un rostro muy varonil y además tiene un poco de semblante rudo como si fuera luchador. Es atlético, muy musculoso y de estatura alta. Le gusta tatuarse principalmente en sus brazos y es bastante pícaro con actitud casi vulgar, más a mí me encanta eso pues casi todo el tiempo me relaciono con hombres bien educados y el hecho de ser amante de un hombre rudo me excita mucho.
Raúl no es un hombre con dinero, tampoco educado y ni mucho menos refinado. No más bien él no tiene carrera pues según me ha dicho sólo cuenta con estudios básicos, por ello únicamente fue aceptado en el banco donde trabajo como uno de los muchos intendentes que hay y que se encargan de la limpieza. Esto incluye el lavado de las persianas de ventanas, trapeadas de pisos y limpieza de escritorios e inmobiliarias. También les diré que no tiene buenos modales pues casi siempre utiliza lenguaje vulgar. Pero entre todas estas des virtudes, él goza de algo que a pocos hombres tienen. Es todo un profesional haciendo el amor y sabe como satisfacer plenamente a una mujer golosa como yo, quizá esto se deba a su hermoso y deseable pene de casi 19 cm de largo, el cual es bien duro y se le para muy rectamente a diferencia de otros hombres como a mi marido que se le dobla la verga. El ya lleva trabajando dos años en este banco pero apenas lo conocí hace un mes cuando lo cambiaron de turno, trabajaba en la mañana y lo movieron para la tarde que es el tiempo cuando estoy yo, así que ahí nos conocimos. Desde el primer momento que lo vi esa tarde en mí de inmediato se encendió esa chispa de deseo que no pude apagar ya más. Al ver su fuerza de cómo movía con sus manos los escritorios con computadoras encima que pesaban más de 70 kg. Y sus maravillosos músculos que lucía cada vez que usaba únicamente sudaderas. Todo esto me obsesiono hacia él y lo más lindo fue que notaba que yo le gusta igual. Cada vez que me paraba de mi escritorio con mi falda de trabajo que era algo corta, un poco arriba de las rodillas, yo notaba como quedaba viéndome mis piernas y mi culo cuando me agachaba y mis nalgas se paraban.
Ambos estábamos llenos de deseo muto más ninguno de los dos tenía suficiente valor para iniciar el ligue. Así que ya no aguantando más las ganas y ya totalmente decidida de coquetearle yo fui quien comenzó el juego caliente. Una tarde de miércoles ya casi de noche como eso de las 7:00 el banco ya había quedado casi vacío y únicamente estaban en función los cajeros automáticos, mi escritorio se ubica al fondo de la oficina del banco y el centro hay un espacio vacío de varios metros hasta otras oficinas. El estaba limpiando las ventanas de la oficina de enfrente y desde ahí note como me estaba viendo por la ventana con ojos de deseo mientras yo seguía arreglando unos papeles. Con la calentura totalmente prendida no espere más y haciéndome que no me daba cuenta que no me veía subí mis piernas sobre el escritorio y las abrí un poco, desde ahí sabía que tenía una espectacular vista de mis piernas y mis bragas, yo le guiñaba el ojo. Ante esto rápidamente se acerco a mí, por mi parte para no ser tan obvia me puse de pie y disimulé naturalidad. El se coloco detrás de mí, removió mi cabello y me susurró al oído ¡Eres una perra puta! Por mi parte continuaba indiferente, el bajo su mano hasta mis nalgas y me las apachurro con fuerza, seguido de esto con sus manos fue deslizando la tela de mi falda hacia arriba hasta que mi falda quedo completamente remangada a mi cintura, yo ya estaba que explotaba de erotismo. Luego el inicio a tocarme mi zona vaginal sobre mis bragas negras.
Yo ya estaba decidida de pedirle sexo ahí mismo pero el miedo de ser descubiertos me detuve pues sabía que otros compañeros seguían en otras oficinas y era un banco público así que cualquier persona podía entrar a la zona de cajeros automáticos y desde ahí hay una excelente vista a mi oficina. Así que tuve que decirle que parara por discreción, pero no antes de de hacer una último acto. Le dije que cerrara sus ojos, el sonrió muy pícaramente pero los cerro, al momento me baje y quite mis bragas completamente, no lo pude hacer muy fácilmente pues se atoraron en los tacones de mis zapatillas pero si lo logre y después de acomodarme mi falda yo misma se las puse en la cara. Nunca podre olvidar la cara de asombro y morbosidad que puso cuando vio mis bragas encima su rostro, al instante las olfateo con delicadeza y me dijo ¡Quiero hacerte el amor! Yo con voz muy coqueta le respondí ¡También quiero mi amor pero ahora no!, ¡Así que por el momento puedes conservar mis braguitas nene! De una vez dicho esto le di un beso de lejos y me retire caminando muy coquetamente hacia la puerta, al llegar a mi casa cuide que mi marido no se diera cuenta que no llevaba bragas y esa noche le pedí a mi marido que me hiciera el amor también para liberarme un poco de la calentura, más fue imposible durante todo el acto no pude pensar en más que en Raúl que ya era mi hombre deseado.
Al llegar el siguiente día ya estaba muy ansiosa de ver a mi hombre deseado, más por mala suerte el banco cerró pronto por las lluvias, así que no hubo tiempo de verlo. No todo más bien fue el día viernes siguiente, todo el día había estado lloviendo hasta la tarde. Ese día fui vestida con un traje femenino de oficina color verde. El cual estaba formado por una falda a la altura de las rodillas, una blusa con escote normal por lo que me puse sostén, lleve puesto el saco del traje del mismo color y como hacia algo de frio lleve un abrigo de casimir color beige. Estaba muy ansiosa de ver llegar a mi amado Raúl pero como no llegaba cada minuto era un tormento. Y por fin me llene de felicidad cuando lo vi llegar. Llego vestido con un jeans de mezclilla y una camisa color azul muy masculina, como estaba lloviendo toda su cabeza estaba mojada y su pelo igual. Al sólo verme me dio una mirada llena de lujuria que mi deseo se encendió al instante, más por el momento tuve que fingir naturalidad. Ambos continuamos en nuestros oficios, los míos profesionales y los suyos de limpieza, hasta que al fin pasaron las últimas dos horas. En ese momento ya eran las 8:00 de la noche. No sé que me pasaba pero estaba ya muy decidida de hacer el amor con él esa misma noche. Así que le escribí una nota en la que le dije únicamente “Te espero enfrente de la zapatería en 15 minutos” En la misma calle del banco donde trabajaba se encontraba una zapatería y eso era a no más de 50 metros hacia abajo. Para no levantar sospechas hice pasar esa nota como basura y lo tire en el basurero cerca de él y le guiñe el ojo de nuevo. Me salí y en lo que fui al baño al salir a la calle note que el ya no estaba dentro el banco. En ese momento seguía lloviendo de manera casi fuerte, así que me subí a mi automóvil y me dirigí al lugar citado.
Sin embargo al llegar a ese lugar no vi a nadie e incluso hasta me baje de mi auto pero en el preciso momento que me iba a subir de nuevo a mi auto. Sentí que alguien llego como un lobo detrás de mi e inicio a besarme de tal manera que mi calentura creció al 100% y ahí supe que no íbamos a poder esperar a ir a un hotel, pero como a causa de la lluvia la calle estaba desierta no lo dude más. Así besándonos entramos a la parte trasera del auto, de una vez ahí él me acostó de largo en el asiento y se poso sobre mí besándome y lamiendo mi cuello, yo estaba que explotaba de placer. Raúl me retranco en el asiento y se alejo un poco de mí para contemplarme. Su mirada estaba llena de lujuria y morbosidad, así quedo viéndome unos segundos sin decirme nada pues no era necesario, nuestras miradas decían más que mil palabras. Después de ese momento de miradas él se dispuso a desnudarme. Inicio desabotonando uno a uno de los botones de mi abrigo beige, al terminar de quitarme el último botón yo misma me deshice de mi abrigo y quede con mi blusa de escote pronunciado que permitía ver mis pezones ya muy duros de la excitación, al igual que mi abrigo fue quitando lentamente los únicos tres botones de mi blusa y al fin quedaron mis senos a su entere vista. Sin pensarlo comenzó a chuparme mis pezones y los apachurraba como si fueran dos frutas queriéndolos exprimir, tal acción me dolió un poco pero por no querer arruinar el momento no dije nada. Luego de nuevo se retiro un poco de mí y muy lentamente con sus manos iba subiéndome mi falda, lentamente iba deslizando la tela de mi falda hacia arriba y a cada centímetro que la subía iban quedando a su entere vista mis lindas piernas de puta hasta que logro subirme completamente mi falda, la cual quedo remangada a mi cintura. Luego bajo su cabeza e iba lamiendo mis piernas desde mis zapatillas. Así con su lengua iba subiendo por mis piernas cada vez más y al llegar a mi zona vaginal él mismo separo mis piernas y esta vez con prisa me bajo mis bragas deslizándolas por mis piernas hasta despojarme de ellas por completo.
Una vez sin bragas inicio a comerme el coño, ahí empecé a gritar como loca de tanto placer. Ahí en el asiento trasero de mi auto con mis piernas completamente abiertas y Raúl comiendo mi vagina me sentía muy complacida mientras afuera no paraba de llover. Raúl con su lengua recorría cada milímetro de mi zona vaginal chupándola y succionándose mis flujos vaginales que mamaban como miel de un panal. Pero sin duda lo más excitante fue cuando me introdujo dos de sus dedos en mi raja vaginal, una electricidad recorrió mi cuerpo. Sin duda me volví loca de placer al sentir como me metía y sacaba sus dedos y los jugueteaba dentro mi vagina, era un placer infinito. Así continúo por varios minutos hasta que el mismo retiro sus dedos de mi vagina y se los llevo a su boca probando mis flujos vaginales y el mismo me dijo ¡Tu vagina sabe bien rico perra puta! Yo sonríe muy complacida pues eso fue para mí un cumplido. Por mi parte estaba ya muy caliente y decidida de tener sexo con él, así que ni supe que se apodero de mí y con voz suplicante le dije ¡Ya papito hazme el amor! ¡Ya métemela, deseo que me hagas toda tuya!
Dicho esto se desato su cinturón y se bajo el bóxer. En ese momento por fin pude ver su preciosa e inigualable verga de hombre, no saben las ganas que tuve de mamársela pero lamentablemente por el corto espacio que teníamos no fue posible así que me conforme con tocárselo y apachurrarlo como queriéndolo exprimir. Al fin hecho esto de nuevo volvió a abrirme mis piernas y él se puso sobre mí. Mientras me besaba apasionadamente en mis labios él quería metérmela pero no encontraba mi vagina. Con esto yo misma tome su verga y me la metí completamente en mi vagina, al instante empezó a metérmela y sacármela con fuerza. En ese momento todo era gloria para mí y me sentía que flotaba en las nubes y tocaba el cielo del indescriptible placer, pues mientras me penetraba me besaba y lamia mi cuello en círculos, sin duda me estaba haciendo el amor como toda una reina, yo no paraba de decir ¡aaaaaaa! Sentía muy hermoso como entraba y salía su pene de mi vagina, para este momento ya había parado de llover y sin duda alguna que otra persona ya transitaba por esa misma calle, más el peligro de que alguien nos viera u oyera incrementaba más la morbosidad y lujuria.
Al paso de casi media hora la velocidad de penetración fue cada momento más rápido. Así que llego el momento del orgasmo de ambos, él como todo un caballero me dijo que si estaba bien que eyaculara dentro de mí, por un momento dude pero como ya hacía mucho tiempo que no sentía el semen dentro mi vagina no lo pensé más y moviendo la cabeza le afirme que sí. Al preciso momento sentí clarito como tensiono su pene y al instante sentí como un líquido caliente se vació en mi vagina, al parecer tenía algo de tiempo sin tener sexo, ni siquiera masturbarse pues la cantidad de semen fue enorme. Tanto que al momento de sacarme su verga de mi vagina, de inmediato escurrió el semen de mi vagina en el asiento del auto y resbalo otro tanto por mis piernas. Ambos estábamos bien cansados y cesando de tanto placer combinado con cansancio, en ese momento quedamos abrazados los dos bien juntitos y desnudos todavía. El con su verga al aire y yo con mi vagina descubierta y empapada de semen, como ya no llovía podíamos escuchar como afuera del auto pasaba ya mucha gente platicándose pero por fortuna y ayudados por el sudor de los vidrios del auto nadie pudo vernos.
Paso casi otra media hora hasta que iniciamos a vestirnos, el se bajo del auto como si nada y yo igual me baje pero sólo para cambiarme de atrás hacia adelante para seguir conduciendo hasta mi casa, todo el camino fui con la vagina y bragas bien mojadas del semen y por fortuna mi marido jamás se dio cuenta que tuve sexo con otro.

Datos del Relato
  • Categoría: Varios
  • Media: 7.5
  • Votos: 2
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