La relación de los hijos con su madre cambió radicalmente. Cuando Rogelio se iba a trabajar al campo, el lenguaje y los gestos ya eran diferentes. El sexo salía de su encierro y gozaban como deseperados los tres. No había celos entre las mujeres, Iván elegía a placer el cuerpo que penetraría.

Un día. LInda le dijo a su madre: - Quiero coger con papá. -  Milagros, algo sorprendida pero no escandalizada contestó: - Inténtalo, vamos a ver si tienes suerte. - 

Un día, Rogelio salía en su camioneta hacia el pueblo y Linda le pidió que la llevara.

Ya en el pueblo, Rogelio efectuó las compras necesarias y Linda recorrió tiendas y boutiques buscando ropa. Ya en el camino a la finca, Linda puso sus manos en un muslo de Rogelio mientras lo miraba pícaramente sonriendo. Su padre comenzó a ponerse inquieto, Linda fue levantando su falda hasta ceraca de su entrepierna, siempre mirando a su padre en forma invitadora. Rogelio sintió que su verga crecía y se ponía erecta, aunque él no lo quisiera. Linda, en un momento dijo: - Que lindo bulto se te ha formado en los pantalones. - 

Rogelio quedó alelado, confuso y se sintió un poco culpable. Al pasar por un pequeño  grupo de árboles, Linda pidió: - Papá, detente entre esos árboles que deseo mear. -

Rogelio cumplió con ese pedido y apeándose, Linda terminó de levantar su falda y mostró su sexo desnudo a los ojos de su padre. - Te gusta Papá? Tienes ganas? Es todo tuyo. -

Rogelio explotó, bajándose del vehículo se acercó a su hija. Ella se acuclilló y comenzó a orinar mostrando su concha a su padre. - Mira como mea tu hija, Mira como mea tu putita. -

Se levantó y abrió el pantalón del padre. La verga paterna saltó como un resorte y la muchacha se puso panza arriba sobre el asiento del vehículo. Rogelio, enloquecido enterró su verga con violencia, para placer de su caliente hija. Los orgasmos de ella se sucedían hasta que la eyaculación del padre llenó la vagiina juvenil.

Linda mamó esa verga durante un rato, mientras Rogelio se sentía acongojado por su acción.

LLegaron casi de noche a la finca. Milagros notó de inmediato la cara de satisfacción y la sonrisa nada virtuosa de su hija y la cara de desamparo de Rogelio y comprendió lo que había pasado. Sorió para sus interior sin decir ni una palabra.

Cenaron e Iván propuso beber unas cervezas, después de hacerlo, Linda se levantó y tomando a Rogelio de un brazo le dijo: - Vamos a la cama. -

El padre, anonadado, se irguió y siguió a su hija sin pronunciar palabra. Milagros y su hijo se miraron, sonrieron y comprendieron que toda la noche tendrían sexo los dos.

La situación se aclaró por la mañana, todos aceptaron coger con todos, desde ese momento, nadie comprendió como la madre y la huja habían quedado preñadas en forma simultánea..