Tener once años y medio es sin duda una locura. Es un momento difícil,a mi parecer, en el que al mismo tiempo que piensas en jugar con tus amigos de primaria, tus aviones y coches de colección y hacer una y mil travesuras, no puedes dejar de pensar en esas nuevas cosas que dan vueltas en tu pequeña cabeza.

Y es simple, señores lectores, muy simple. Tener 11 no es como tener 10 o 9. A los 10 o 9, mientras a esa edad a las chiquitas les gusta estar en compañía de chiquitos y jugar con ellos, a los niños no les interesa para nada, y si una niña se acerca, tienen vergüenza o se marchan sin hacerle caso.

Pero a los 11 aparecen elementos hasta ese momento extraños en los varones que se llaman hormonas. Y así como empiezan a actuar aceleradamente las del crecimiento, también inician su labor las hormonas sexuales.

Así, sin entrar a más detalles y de un momento a otro, yo me di cuenta un día viéndome al espejo antes de vestirme que lo que yo denominaba "pipilín", que se comenzaba a poner un poquito más grande y grueso, a pesar de aún ser pequeño. ¡Mi pene ahora era de dos centímetros a tres más grande cuando estaba flácido y esa situación me alarmaba! Para un niño de 11 la primera visión de eso es incomprensible.

También me comenzaron a salir unos pequeños pelos en el pecho que serían apenas tres o cuatro. En mis bolitas me salieron muchos vellos grandes también. Si, debo admitir que maduré físicamente muy rápido y me daba roche, pues otros recién a los 13 tienen esos cambios.

No obstante, sentía una enorme curiosidad y un ardiente deseo de tocarme desnudo algún día y sentir la sensación de acariciar mi pene que empezaba a crecer.

Mis padres que eran algo liberales, me habían explicado ya casi todo acerca del sexo a los 10 años, así que desconocía muy poco de lo esencial. Pero lo que no me habían dicho nunca ni me lo dirían, así como las poses del kamasutra, por ejemplo, era qué se sentía al tocarse por primera vez. De tal modo, en mi cabecita de 11 años giraban mil ideas y en mi cuerpo sentía cosquillas en el estómago por mis ganas de experimentar.

En un día de diciembre del 94 tras jugar un rato con mis coches de carrera de juguete, no se por qué pero pensé un instante en mi amiguita del colegio Maciel. Y con solo pensar en ella me vino un cosquilleo a la barriga y un calor me subió por todo el cuerpo. Me latió mi corazón muy fuerte y tras jugar 15 minutos ya no pude aguantar más mis deseos y aproveché que mis padres dormían una siesta para encerrarme en mi cuarto y dar un desfogue a mis pasiones.

Eran cerca de las 5 y media de la tarde, cuando decidí desnudarme por completo. Primero mis zapatillas, medias y blue jeans. Finalmente me quité mi polera y bvd. Me daba vergüenza quitarme el calzoncillo, pues era la primera vez en la que yo iba a estar en cueros sin tener que avisarle a mami que me iba a bañar. Pero aún siendo un niño de 11, me aventuré a hacerlo y vencí el temor, pensando siempre en mi dulce Maciel.

Recuerdo bien que me eché sobre mi cama mirando hacia arriba y vi mi ropa interior bajando por mis piernas mientras me la quitaba. Amontoné mi ropa a un costado sobre mi cama también y me eché totalmente calato y de vientre.

Como mis papás ya me habían dicho cómo el hombre y la mujer hacían el amor, yo cogí una almohada larga y más o menos delgada que tenía y simulé que era mi amiguita Maciel del colegio, quien en realidad tenía 13 en eso entonces. La coloqué entre mis piernas y me eché sobre ella frotando mi cuerpo contra ese objeto que para mi era esa niña. Yo simulaba un "coito".

Me arrodillé un rato sobre mi cama y por primera vez me traté de imaginar cómo sería Maciel desnudita y esa sensación me hizo tener un gran calor. Sudé mucho y tenía un cosquilleo tremendo en mi panza. Me toqué todo el cuerpo porque ese cosquilleo y calor se sentía rico.

De pronto mi pene comenzó a elevarse como un cañoncito al tiempo que sentía un ardor tremendo en él, sobre todo en lo que yo llamaba la boca rosadita. En el glande. Me avergoncé un instante y lo traté de tapar con mis manitas, pero con solo rozarlo me hacía más cosquillas y era más delicioso todavía. Así que volví a echarme en mi cama sobre la colcha para acometer contra la almohada. ahora más rápido y fuerte todavía y de rato en rato yo me detenía en 4 patas para acariciar mi pinguita.

De pronto vi que se me ponía durita la verga y los huevos y que unas gotas de líquido transparente cubrían la cabeza de mi pene. El sexo con mi almohada se volvió más intenso. ¡Yo suspiraba: Oh oh. que rico se siente. Y pensaba a cada instante en mi niña Maciel, hasta que un ardor en mi vientre y unos latidos en mi glande me hicieron creer que iba a orinar! Tenía miedo de mojar la cama pero era tan rica esa sensación que no me importaba mear sobre la colcha, pues mami iba a lavarla de todos modos, claro que no sin darme una reprimenda monumental.

Me puse en 4 patas y mi pinga pre-púber comenzó a latir más fuerte y a picar y me dieron ganas de frotármela con una mano. Usé la izquierda y me froté la cabecita. Recuerdo que desde esa fecha esa es mi mano "milagrosa" pues siempre que estoy solo, me doy placer con ella.

¡Que felicidad! El líquido que sentí que me iba a salir a chorros de mi pene no era orina sino una cosita rara, blanca y espesa.¡Si! ¡Sin mentirles! ¡Esa fue mi primera corrida! ¡Si. Ya tenía semen a los 11 añitos y medio!

Yo gemía: ¡Oh Macielita! ¡Qué me pasa amiguita! Oh. Tuve una sacudida. Sentí que un calor me recorría mi verga y creía que era la misma sensación que yo tenía antes de orinar. sabía que iba a botar un líquido, ¡Pero qué líquido! ¡Oh, que no sea orina! -Me decía a mi mismo. Y mi cabecita era una maraña de dudas.

Habrían pasado como 15 minutos desde que empecé a masturbarme y entonces mi verga hizo un ruido extraño, como un: ¡Pluf! Pero suave. Y me salió de la boquita de mi pene, como yo le decía a esa edad, un pequeño chorrito de semen muy caliente y jugoso.

¡Qué felicidad! El fluido que sentí que me iba a salir a chorros de mis entrañas no era orina sinó otra cosita jugosa, blanca y muy caliente. ¡Si, sin mentirles, eso era semen! ¡Ya tenía semen a los 11 añitos y medio! ¡Esa fue mi primera corrida! Muy raro ¿Verdad? Pero absolutamente cierto. Aunque dudo que haya tenido espermatozoides en esa cosa aún. Yo era muy mocoso todavía.

Fue fabulosa esa experiencia. Por lo que me explicaron mis papás al ver que era blanco, supe que era semen. Probé mi semen por curiosidad para saber cómo era y era súper amargo y ácido. Pero ahora supongo que a una chica le habría gustado su sabor. Pero sólo fue un poquitito lo que eyaculé. No me empapó más que la punta de mi dedo pulgar, que fue el que me chupé y unas gotitas cayeron sobre mi cama. Pero era tan caliente que mi glande quedó ardiéndome y mi mano también.

Lo que si fue abundante fue ese líquido transparente que no dejaba de cubrir mi glande antes y después incluso de correrme. Recuerdo que mojé la colcha de mi cama con esa humedad de mi pinga. Pero la limpié rápido con papel higiénico y asunto arreglado. Una manchita viscosa que se endureció después, quedó sobre mi colcha. Mami, al lavar luego la ropa me preguntó después qué era eso. Yo le mentí diciéndole que era goma y que la había usado para una tarea del colegio.

Esa fue mi primera paja. La paja entre las pajas y nunca la olvidaré. Me quedé tan caliente después de eso que de tanto gozar sudé demasiado. Estaba tan emocionado y me sentí tan bien que esa sensación rica de cosquillas la repetí una y otra vez casi a diario hasta la fecha. Sin que nadie supiera, aunque nunca será como esa primera vez tan llena de curiosidad y placer.