-Hola- me dijo y me dio un abrazo de bienvenida.
Caminamos por el frio pasillo de la casa hasta su departamento, bueno, el departamento de sus amigos donde momentáneamente se estaba quedando. Entramos y al ver el termo y le mate sobre la mesa, me apresuré a sugerirle que me convidara algunos ya que recién llegaba de trabajar y no tenía nada en el estómago. Calentó un poco el agua, cambió la yerba y nos encerramos en su habitación como de costumbre, para charlar y ponernos al tanto de nuestras vidas.
Nuestra amistad habia comenzado de una manera muy extraña... él de la nada había aparecido entre mis contactos del chat y después de entablar varias charlas descubrimos que teníamos una amiga en común, lo que facilitó que entráramos en confianza y nos resultara más fácil vencer la timidez de conocernos. Después pasó todo como era de esperar, el tiempo fue pasando, nos conocimos cada vez más y logramos generar entre nosotros una buena amistad... o algo así.
Y como hasta entonces, estábamos sumidos en nuestras charlas rodeadas de mate y facturas, sentados en el piso alfombrado compartiendo algún que otro cigarrillo. Y como tantas otras cosas de la vida, poco a poco la conversación fue tomando un matiz que nunca antes había tenido. Fue sutil y los dos fuimos llegando poco a poco a un clima que me ponía incómoda pero que a la vez me producía mucha curiosidad y deseaba seguir experimentando.
Lentamente se acercó a mi y me dijo “Hasta hoy no hice más que morderme la boca”. No supe bien si me hablaba en serio o si era una de sus habituales bromas. Habíamos estado hablando del amor, del sexo y eventualmente hicimos algun comentario referido a nosotros, pero lo que ahora estaba diciendo... Sentí un escalofrío y me justifiqué en los 5º de temperatura que habia anunciado el noticiero aquella tarde, tome un cigarrillo y lo encendi tratando de contener mis manos para que no se diera cuenta que empezaba a temblar.
-Estas nerviosa... te conozco.- me dijo acercándose mas, casi hablándome al oído.
No entendía que pasaba, súbitamente su voz que hasta entonces era la de un amigo, mi amigo, comenzaba a sonar sensual, como si hubiera descubierto que había estado atraída a él desde el principio, desde que tan sólo eran letras en un programa de chat.
-Es que no sé si me estas hablando en serio o no.- respondí con algo de temor.
-Hablo en serio...-me dijo.
Ahora podía sentir su aliento cálido sobre mi cuello, mientras su mano suavemente sostenía mi cabeza a la espera de su boca que se acercaba a la mía. Sus labios eran suaves, pequeños pero fuertes y extrañamente dulces. Su mano presionaba sobre mi nuca para no dejarme ir, mientras su corazón y el mío se aceleraban a un ritmo impresionante. Con algo de brusquedad me aleje, sin entender demasiado sólo atiné a cubrirme la cara con las manos y a intentar tranquilizarme.
Él se levantó encendió el equipo de música, cerró la puerta, volvió a mi y me tomó de las manos invitándome a pararme. Como si leyera mis pensamientos o hubiera adivinado mis fantasías, apagó la luz y encendio varias velas que tenía sobre la mesa y un hornillo con esencia de menta. Enseguida rodeó mi cintura con sus brazos y muy despacio nos movimos con el tema de Scorpions que sonaba a todo volúmen. En un instante el aroma penetrante de la menta nos impregnó y me dejé perder en ese mágico ambiente que había generado.
Simplemente acercamos nuestros cuerpos y nos abrazamos con fuerza hasta que nuestros corazones volvieron a agitarse y buscamos nuestros labios, está vez con más desesperación y al ritmo acelerado de nuestras respiraciones. Nuestras manos se deleitaron recorriendonos y adivinando nuestras formas sobre la ropa.
-Quiero hacerte el amor...-dijo por fin desabrochando los botones de mi camisa. Accedí sin ningún freno, de repente yo también lo deseaba y quería sentir el calor de todo su cuerpo sobre mi. Estaba controlándome para no arrancarle la ropa. Simplemente baje mi mano y lo acaricie por encima del jean y pude notar lo enardecido de su sexo, el calor que explotaba en sus caderas y en las mias.
Sin demasiadas complicaciones caimos en la cama y continuamos los besos y caricias que poco a poco iban haciendo aumentar esos benditos 5º grados del noticiero.
Aquello se convertia en un infierno de continuas tentaciones, arrastrandome a pasos agigantados a sucumbir ante esa tremenda explosion de deseo y locura.
Mi pensamiento comenzaba a volar, sin buscar excusas para escapar como siempre lo hacia, sino razones para permanecer alli, consumiendome en la fiebre de sus labios y sus manos que ahora llegaban a mis senos arrancandome seguidos jadeos y gemidos, erizando mis pezones, haciendome rogar que de una vez me despojara de mi corpiño que ahora me resultaba tan excesivamente ajustado. Su mano agil y sin pudor libero rapidamente mi cuerpo de la ropa y me mantuve mirando deseosa como el se desnudaba frente a mi, loco, exitado y sin aliento.
Ya sin ropa, con su piel ante mi, dispuesta en toda su extension, como la mejor acrobata salte sobre el haciendole saber que el control lo tendria yo, que el simplemente cumpliria los reclamos de mi deseo. Sin embargo no lo resistio demasiado, con sus robustas piernas logro tumbarme y dejarme nuevamente debajo suyo, con todo el peso de su cuerpo inmovilizandome. Se incorporo un poco y abrio mis piernas en busca de mi preciado pubis, humedo y oportunamente hueco, a la espera de su lengua audaz. Retoce en aquella cama y arquee mi espalda en cada contraccion que produjeron aquellos labios sobre mi.
No soporte mas y lo mire desafiante tomandolo de los pelos bruscamente. El entendio perfectamente lo que mi mirada pedia a gritos y sin perder un instante puso mis piernas sobre sus hombros transpirados y penetro en mi llegando a lo mas profundo, desapareciendo entrero entre mis piernas y haciendo crujir las maderas de la cama con cada embestida.
Lo podia sentir, como el fuego en mi interior ardia cada vez con mas fureza, como me quemaba de adentro hacia fuera, llagando mis entrañas, dejandome hecha cenizas... del cigarrillo que estaba fumando, cayeron al suelo y despues de aspirar la ultima bocanada de humo lo arroje al suelo y me di vuelta para ver a Marcelo acercarse por el pasillo a abrir la puerta.
Hola- me dijo y me dio un abrazo de bienvenida.
Caminamos por el frio pasillo de la casa hasta su departamento, bueno, el departamento de sus amigos donde momentáneamente se estaba quedando. Entramos y al ver el termo y le mate sobre la mesa, me apresuré a sugerirle que me convidara algunos ya que recién llegaba de trabajar y no tenía nada en el estómago. Calentó un poco el agua, cambió la yerba y nos encerramos en su habitación como de costumbre, para charlar y ponernos al tanto de nuestras vidas...
No cualquiera-incluyéndome a mi- le entra a escribir cuentos eróticos, porque la línea entre lo fino y lo vulgar es muy sensible y es muy fácil caer en lo corriente. Felicito y saludo tu buena pluma y como te logras matener en esa elegancia que ya quisiéramos quienes intentamos escribir. Todo lo que publiques lo voy a leer a ver que puedo aprenderte.