Busqueda Avanzada
Buscar en:
Título
Autor
Relato
Ordenar por:
Mas reciente
Menos reciente
Título
Categoría:
Relato
Categoría: Incestos

Decadencia filial: Un acuerdo inesperado


Manuel se levantó de la cama al escuchar a su madre llamándolo por fuera de su habitación. Bajó las escaleras con cierto miedo y nerviosismo por el aprieto en el que se había metido. Su hermana Carla estaba cansada de lo que le había estado haciendo y al final se lo contó a su madre.

Carla considera a su hermano un pervertido. Lleva mucho tiempo obsesionado con su culo. Ella siempre ha tenido un trasero llamativo, por lo que su hermano no paraba de insinuárselo, le decía obscenidades y a veces le daba una nalgada. Con el paso de los años, sus molestias se volvieron más intrusivas: la tomaba por atrás, sacudía sus nalgas para luego intentar apretarlas contra su erección y frotarse contra ella cuando estaba boca abajo o agachada.

Empezó a hacerlo con su hermana menor, Paula, pero el culo de Carla está mucho más formado, por lo que al final la eligió a ella. A pesar de todo, Manuel nunca se atrevió a intentar hacerle algo fuera de la casa. Ni siquiera alguien como él iba a ser tan estúpido como para atreverse a tanto. Aunque, de vez en cuando, intentaba manosear a otras chicas sin que lo vieran. Esto fue la gota que colmó el vaso.

Cuando Manuel llegó a la sala, su madre Mariana, le hizo saber con dureza y de forma pausada por qué lo había llamado. La escuchó atentamente mientras tragaba saliva nervioso.

—Esto se ha salido de control y se acaba ahora mismo. Aquí mismo... ¡Ahora!

Mariana lo miró fijamente a los ojos y no hizo falta saber que no debía apartarle la vista, aunque él quisiera.

—Deja a tus hermanas y a todos los demás en paz. Entiendo que eres joven, que tienes impulsos, y en tu caso fetiches. Pero tienes que saber que, si sigues así, podrías ir a la cárcel por agresión. ¿Has entendido?

Manuel asintió con la cabeza mientras su madre, con una mano sobre la frente y la otra en la cintura, caminó dos o tres pasos de un lado al otro.

—Mira... a muchos hombres les gustan los traseros, y es evidente que tú sientes una atracción particular hacia ellos y que te estimula especialmente frotarte.

Mariana hizo una pausa, se sentó de frente a su hijo, respiró profundo y suspiró.

—Está claro que tenemos que sacar esto de tu sistema con regularidad y mantenerlo entre nosotros. No podemos permitir que tu problema afecte a todo el mundo. Así que estoy dispuesta a... bueno, sacrificarme por el equipo, por así decirlo.

Manuel se sorprendió, con los ojos desorbitados. No podía creer lo que su madre le estaba diciendo.

—Podrás aliviar tus impulsos conmigo, así obtienes lo que quieres y dejas en paz a todos los demás... especialmente a los miembros de tu familia. Esto no será como tú quieras, como lo has estado haciendo, sino que lo haremos bajo mis términos. No me quitaré la ropa, y mucho menos... bueno, ya sabes. Sin embargo, dejaré que me abraces por detrás... así también... que me acaricies y te frotes hasta que termines.

Mariana se levantó y puso los brazos en jarra.

—No me importa si te gusta o no mi culo. Sé que está lo suficientemente en forma y estoy segura de que encontraremos la manera de que esto funcione. Trabajaremos juntos en casa cuando no estén tus hermanas y ninguno de los dos se lo dirá a nadie, ¿me has entendido?

Mariana miró a su hijo a los ojos con cara de disgusto y pena. Manuel asintió con un lamento y salió presuroso, según ella se lo había ordenado.

.....

Si le pusieran un detector de mentiras y una pistola en la cabeza a Paula, la más chica de las hermanas, probablemente confesaría que estaba un poco enamorada de su hermano. Era de esperar que sintiera un poco de celos hacia Carla, sabiendo que a Manuel le gustaba más ella. Pero también hay que aceptar que Carla tiene un cuerpo más sensual. Tiene un trasero más prominente y unas piernas más tonificadas y atléticas. A pesar de que Paula reconoce que su hermana mayor está más desarrollada, aún así, le gustaría recibir más atención, y no solo de su hermano. Manuel no le ha metido mano tanto como a Carla.

Hace unos meses, Paula estaba en el suelo, vestida con un pijama y jugando con la consola de videojuegos cuando Manuel se le tiró encima, se restregó contra su culo hasta que ella le dijo que parara y lo empujó sacándoselo de encima. Nunca se lo contó a nadie, pero el contacto de su entrepierna hizo que se masturbara esa noche pensando en él.

.....

Era viernes por la tarde cuando Mariana llevó a sus dos hijas a pasar el fin de semana con su primo y su tía Julia. Manuel se sentía extraño. Pasó todo ese tiempo tumbado en la cama mirando al techo.

No sabía qué le esperaba cuando su madre regresara, y no podía creer que le estuviera ofreciendo su culo para que se masturbara.

Estaba muy confundido por lo que se le venía encima y decidió no masturbarse en ese momento por si pasaba algo con su madre. Se preguntó si ella le daría un baile erótico. Si le resultaba raro, no podía imaginarse cómo se sentiría ella. Pensó que seguro su madre solo lo haría porque era un pervertido.

Para ser sincero, Manuel no podía quitarse de la cabeza el manosear culos, sobre todo el de su hermana mayor. Solo con pensar en sus nalgas perfectas, de inmediato tuvo una erección.

Para él no era fácil crecer y convivir todos los días con la persona más sexualmente estimulante que jamás haya visto y que nunca lo dejarían disfrutarla como él quisiera. Aunque ya había arruinado unos cuantos calcetines al imaginarla con su pelo rubio oscuro y sus jeans ajustados, inclinada sobre el mostrador mientras la follaba con fuerza.

En cambio con su madre, quizás le habría hecho lo mismo una o dos veces. Pues nunca había pensado en ella de esa manera, ya que no le interesaban las mujeres maduras como a otros. Mariana tiene un cuerpo apenas más grande que el de sus hijas y, por su edad, su figura no es tan vivaz como la de Paula ni tiene la figura imponente de Carla, pero aún así su cuerpo es bastante atractivo como para excitarlo. Ella lo sabía y lo único que tenía que hacer era conseguir que él se sintiera atraído. El problema es que su hijo es demasiado exigente y meticuloso. Sin embargo, cabe mencionar que, aunque ella haya parido tres hijos y no tenga un hombre en su vida, igual encontraría la manera de que su culo hiciera acabar a su hijo, tal y como lo había asegurado.

Manuel es muy ambicioso. No le gustan muchas cosas, pero cuando encuentra una que sí, se obsesiona. Por eso siempre estaba Carla en su cabeza. Aunque ahora supuestamente su madre se estaba ofreciendo a que le usara el culo, y hasta se lo había ordenado. Quería que su hijo se ensañara con ella en lugar de con su hermana. Tan pronto como Manuel empezó a asimilar ese pensamiento, escuchó cómo se abría y se cerraba la puerta del vestíbulo. Su madre estaba en casa.

.....

La idea de Mariana era ponerse en posturas que llamaran la atención de su hijo y que este la tomara desde atrás como quisiera.

Para ella, el sentarse en su regazo y tomar el control podría poner las cosas incómodas, así que pensó en cambiar de escenario para que él estuviera a cargo. Mariana pensó que por una vez sería agradable que un hombre volviera a desearla después de tanto tiempo, ya que desde que su marido la dejó, cuando Paula tenía menos de un año, nunca había tenido parejas estables.

Pero, claro, este era su hijo, por lo que no podía concretar en algo más que eso. Lo único que haría con él sería retenerlo con su culo para evitar que su perversión de seguir frotándose en alguien más lo llevara a la cárcel.

Mientras aparcaba el coche en la casa, sabía que ese fin de semana las cosas iban a cambiar entre ellos. Aunque aún no sabía cómo se vestiría.

Y fue el sonido de las llaves sobre el mostrador lo que realmente le hizo traer a la mente la idea de que iba a hacer que su hijo se masturbara esa noche.

No solo eso, sino que también le dijo que sería algo rutinario. Aunque fue autoritaria y se mantuvo en control de cómo iba a suceder, en realidad no tenía un plan concreto. La verdad es que ella estaba muy nerviosa y pensó que seguro su hijo también lo estaba.

Ya en el vestíbulo, pudo oír pasos y lo vio bajando para dirigirse a la cocina. Para evitar encontrarse con él en ese momento, subió rápido las escaleras para ducharse.

Manuel había terminado de prepararse algo en la cocina y subió a su habitación. Al pasar por el baño, se dio cuenta de que la puerta no estaba completamente cerrada. Se preguntó si su madre lo había hecho a propósito. Quizás quería que entrara. Luego se dijo a sí mismo que se tranquilizara, que tendría que estar loco para pensar que ella lo estaba invitando a verla ducharse. Luego pensó que si ella iba a excitarlo esa misma noche, bien antes podría hacerse una idea de su cuerpo. Antes podría entrar e intentar echar un vistazo insolente a su madre desnuda. Nunca la había visto así y pensó que era su oportunidad, antes de que todo comenzara. Se había convencido de que las cartas ya estaban echadas para su madre por lo que decidió adelantarse y ser él el que diera el primer paso.

A través del sonido del agua que goteaba sobre la nuca de Mariana, ella seguía escuchando débiles pasos que se acercaban. Aunque no había dejado la puerta del baño abierta a propósito, pensó que lo mejor sería no darse la vuelta, quedarse como estaba y seguirle el juego a su hijo. Sabía que era él el que entraba para verla ducharse, así que decidió no empeorar las cosas e incomodarlo. Disimuló y dejó que la observara centrando la vista en su culo. Se limitó a lavarse las nalgas y los muslos, y mantuvo la cabeza mirando hacia la pared, aunque prestando atención a cualquier sonido que se acercara por detrás. Mientras se lavaba, se aseguró de levantar más el trasero. Entonces escuchó algo metálico. Manuel se estaba desabrochando el cinturón.

Optó por continuar e inclinarse más, lo que pareció acrecentar su excitación. Tenía el jabón en la mano y lo dejó caer a propósito. Escuchó lo que estaba segura era un jadeo ahogado. No se dio la vuelta. Al contrario, se agachó muy despacio para que, al recoger el jabón, su culo pareciera lo más grande y ancho posible. Sabía que estaba funcionando porque inmediatamente pudo oír a su hijo exhalando gemidos. Siguió agachada, apretando las nalgas contra la mampara, y luego escuchó sus gemidos más fuertes detrás de la espalda. Sintió que se acercaban, como si alguien le respirara en la nuca. Pensó que la situación se le había ido de las manos, por lo que decidió interrumpirlo.

—¿Acabaste, hijo?

Ella seguía en la misma posición, con la cabeza mirando por encima del hombro. Fue un momento incómodo para los dos. Manuel había eyaculado y, si no fuera por la mampara, habría manchado con semen a su madre. Al disminuir la euforia, se sintió avergonzado y quiso inventar una excusa de por qué había entrado en el baño, pero ella lo detuvo diciéndole que no quería hablar de eso.

—Nos ocuparemos de esto mañana. Ahora vete a la cama, Manuel.

----------------------------------

En cuanto Carla y Paula llegaron a casa de la tía Julia, pasó poco tiempo desde que su madre se había marchado, y Julia abrió unos refrescos para que sus sobrinas las tomaran con ella y con su hijo Víctor. No los habían visto desde que este se fue a la universidad. Estaba más tonificado y en forma. Estaba claro que hacía ejercicio. Su tía también estaba más atlética de lo que la recordaban.

Más tarde, en el salón, mientras se tomaban unas cervezas y se ponían al día, Julia les preguntó a las chicas si habían tenido novios o si seguían siendo vírgenes. A Carla le resultó extraño e inquietante escuchar preguntas tan directas y personales salir de la boca de su tía. Mientras las dos estaban sentadas frente a ellos, ya más relajados por el alcohol, Víctor sugirió jugar a un juego. Julia apoyó la idea de su hijo, le dio unas palmaditas en la pierna y se levantó del sofá anunciando que tenía uno estupendo en la otra habitación. Víctor la siguió.

Carla le comentó a su hermana sobre lo inoportunas que habían sido las preguntas que les había hecho Julia, por lo que Paula le dijo que estaba siendo exagerada y que no debía tomárselo tan en serio.

Carla esperaba que al menos el juego cambiara el ambiente incómodo de la noche.

.....

Víctor estaba muy inquieto y había aprovechado ese momento a solas con su madre para manosearla.

—Hijo, cálmate. Sé que te gusta mucho este juego y que nuestra relación cambió después de esa noche de borrachera. Fue divertido mientras jugábamos los dos solos, pero ahora están tus primas y no quiero incomodarlas demasiado.

Víctor asintió con la cabeza y la abrazó apretando sus nalgas. Julia suspiró y le aconsejó que no hiciera eso en la sala.

—Bueno, volvamos que hemos estado aquí mucho tiempo.

Durante el juego, Julia acababa de confesar que había tenido sexo con un hombre a cambio de mucho dinero cuando aún estaba con el padre de Víctor. El juego era una locura. Era un juego de verdad o reto, pero con una ruleta y un tablero cuyo incentivo era decir verdades más atrevidas a medida que uno avanzaba. Paula no había entendido bien las reglas, pero igualmente siguió jugando y acabó confesando que se había besado con el ex de Carla. A su hermana no le hizo ninguna gracia y la miró con el ceño fruncido mientras tomaba una carta para jugar su turno. Eligió un reto y, al leer las instrucciones, gruñó al ver que decía: «Propinarle al jugador masculino más cercano un baile erótico hasta el siguiente turno». Todos los demás suspiraron y se rieron.

—Mierda... este culo es demasiado.

Durante el reto Víctor se disculpó con su madre por no poder controlarse, aunque no era cierto. Carla estaba haciendo círculos con el culo sobre su entrepierna. Julia se rió y le dijo que no era con ella con quien debía disculparse, sino con su prima.

—No te preocupes, Víctor. No eres el primer miembro de la familia que...

Paula interrumpió para preguntar a quién le tocaba el siguiente turno.

Víctor esbozó una pequeña sonrisa y le pidió a Carla que le alcanzara una tarjeta. Ella se quedó quieta un momento, por lo que pudo contemplar mejor sus nalgas. Luego ella suspiró, se inclinó hacia adelante y consiguió que tuviera ante él la vista más increíble del culo de su prima en esos jeans ajustados. Víctor sujetó fuerte sus caderas para mantenerla sobre su regazo. Ella se inclinó hacia atrás, empujó su culo contra su evidente erección y le entregó la tarjeta.

«Besar al jugador de la izquierda durante un minuto». Víctor había leído antes de sacar su "tarjeta comodín", que le permitía pasar ese reto al jugador opuesto, es decir, a Paula.

—¡Maldición! Esto está muy mal.

Carla tenía toda la razón. Acababa de frotar el culo contra su primo delante de su madre, la cual no se perdía ningún detalle.

Aunque hay que reconocer que Víctor es atractivo, fornido y fuerte, y se lo veía muy tonificado con su camiseta sin mangas. Por lo que, para Paula, mientras su hermana estaba sentada sobre él, la idea de estar en su lugar se le había pasado por la cabeza una o dos veces.

—Deja de lamentarte y hazlo.

Paula se puso entre las piernas de su hermana y la atrajo hasta entrelazar sus labios. No era la primera vez que se besaban. Cuando tenían menos edad, una vez tuvieron que hacerlo en una fiesta, insistiendo en que le "enseñara" cómo hacerlo. Pero esta vez era diferente, con su tía mirando, la cual parecía encantada de que el pene de su hijo palpitara contra el culo de Carla. Para ella parecía imposible tener un momento de paz. Además de su hermano, ahora se sumaba su primo. El minuto del reto pareció una eternidad. Mientras las tetas de Paula la frotaban, Víctor la embestía por el otro lado. Él es atlético y alto, no como su primo. Manuel es macizo y pesado, por lo que las embestidas en el culo de Carla siempre eran aterradoras.

Ella se aseguró de morder los labios de Paula con fuerza para que supiera que estaba enfadada por lo que había hecho con su ex novio.

Carla se sintió aliviada cuando su tía interrumpió para decir que el minuto ya había terminado. Empujó a Paula para que se apartara, se bajó del regazo de Víctor y se sentó contra la pared, bebiendo grandes sorbos de la botella que tuviera a su alcance. Se sentía algo perturbada, no como su hermana, que parecía lo contrario ante lo que estaba pasando.

De inmediato, a Carla le llamó la atención que Julia se arrimara tanto a su hijo, rodeándolo con un brazo para empezar a frotarle el pene con la otra mano por encima de los pantalones. Víctor parecía encantado con que su madre le hiciera eso. De hecho, se aseguró de que mantuviera su mano allí cuando ella tiró los dados, movió su contador y tomó su carta, mostrándose muy emocionada.

—¡Oh sí, esto podría terminar el juego!

Con los ojos desorbitados, Julia examinó el texto y las otras cartas que había sobre la mesa. Estaba claro que iba a dar un anuncio. Su idea de que así terminaría el juego parecía fascinarla.

Carla, por otra parte, solo quería irse y olvidar esa noche. Sin embargo, mientras Julia se aclaraba la garganta, su mano se deslizó dentro de los pantalones de su hijo y sostuvo su pene mientras sonreía.

—Bien, chicos, esto es todo: el juego lo termino yo siendo la ganadora y Víctor es el gran perdedor.

Víctor no podía creer que hubiera llegado tan lejos y que se iba a salir con la suya. La situación no podría ser mejor para él. Su madre lo estaba masturbando mientras les leía las instrucciones a sus primas, una de las cuales solo un momento atrás había terminado de frotar el culo contra su pene. Estaba tan excitado por lo que pasaría a continuación. El juego era tan retorcido y eso a él le encantaba.

Julia anunció a todos que ganaría si realizaba el reto más extremo de su tarjeta: provocarle a otro jugador un orgasmo. Sus sobrinas pusieron cara de asco al darse cuenta de que iba a hacer eyacular a su propio hijo.

Víctor tuvo que intervenir y explicarles la situación y de cómo habían llegado a esto. Su madre trató de disuadirlo, pero cuando él le señaló su mano puesta sobre su pene, fue ella quien se ofreció a contarles. Les dijo que a su hijo le gustaba el porno de incesto y que lo había sorprendido viendo uno de esos vídeos. Más adelante, ella sacó el tema cuando jugaron a este juego por primera vez y se ofreció a ayudarlo a cumplir esa fantasía. Así durmieron juntos todos los días siguientes. Incluso Julia pagó algunos vídeos a los que su hijo no podía acceder sin suscribirse a sitios de internet.

Víctor les comentó a Carla y a Paula que para él era un sueño que participaran en esto y que haría cualquier cosa por ellas si compartían su pene con su madre. Por desgracia para Víctor, rechazaron la propuesta, aunque accedieron a besarse, ya que lo habían hecho antes.

Mientras le acariciaba las tetas y el culo a su madre, su destreza oral lo tenía a punto de explotar en cualquier momento. Gritó y acabó en su boca. Les dio las gracias a todos por el recuerdo increíble que guardaría para siempre. Las dos hermanas se fueron directamente a dormir sin mirarlos.

Más tarde esa noche, mientras intentaba disimular su erección mientras sostenía encima a su madre, Víctor le comentó que lo anterior había estado increíble.

—Así es, Víctor. Aunque siento que fuimos demasiado lejos con tus primas. Pobre Carla. Seguro que le resultó muy incómodo.

Víctor insinuó que a algunas personas les costaba más aceptar lo excitante que podía resultar el incesto. Aunque también pensó que Paula podría haberse soltado un poco más si su hermana no hubiera estado allí. Al final, desvió la conversación fuera de los remordimientos y volvió a estimularse con su madre, hablando sobre sus primas, sus sobrinas, y sus increíbles cuerpos. Básicamente, tuvieron sexo durante lo que restaba de la noche.

Cuando Carla se levantó aquel sábado por la mañana, se sentía fatal. Despertó a su hermana y le insistió en que volvieran a casa en ese mismo momento. Ni Julia ni Víctor intentaron convencerlas de que se quedaran. De hecho, Víctor accedió a que se llevaran su coche. Después de todo lo que habían hecho por él y su madre, se lo habían ganado.

Ambas estuvieron de acuerdo en que nunca debían hablar de lo sucedido.

Carla se consoló pensando que por fin volvería a casa, donde todo era normal. Al menos a su madre nunca se le ocurriría provocarle un orgasmo a su hijo.

----------------------------------

En la cocina, Mariana escuchó a su hijo bajando las escaleras. Supuso que a esas alturas ya tendría una idea de cómo iba a controlarlo. Normalmente se daba cuenta cuando él se masturbaba en su habitación, pero esa mañana no fue así. Pensó que seguro tendría una erección matutina. Cuando entró, no pudo mirarlo a los ojos, no después de lo que había sucedido la noche anterior. Solo hubo una mirada furtiva e incómoda entre ambos, por lo que se dio la vuelta y empezó a lavar los platos en el fregadero. Al escuchar que su hijo se detuvo, tuvo el presentimiento de que la estaba mirando fijamente. Hizo una pausa y lentamente empujó el culo hacia él. En ese momento se le ocurrió que lo mejor sería "seducirlo" antes de decirle cómo iba a funcionar el acuerdo. Escuchó cómo sus pasos se acercaban. Y vaya sorpresa se llevó cuando sintió sus manos tomándola de la cintura, con una erección presionando contra su culo.

—Ahora te estás sobrepasando.

Manuel le pidió por favor que lo dejara seguir. En ese momento no pensaba discutir en absoluto. No después de que su madre se le insinuara de esa manera y, menos aún, por la peculiar calza que llevaba puesta.

—Manuel, ambos sabemos lo que pretendes.

Aunque le hablaba con firmeza, ella no daba indicios de reducir el contacto de su culo con el bulto de su hijo, el cual ya se encontraba palpitando.

Era la primera vez que Manuel estaba así por su madre y la última noche en el baño había encendido su deseo a un nivel completamente nuevo.

Empezó a molestarla un poco e insinuarle que había dejado la puerta del baño abierta a propósito. Ella lo negó, esbozando una sonrisa y moviendo el culo sobre su erección.

—Te he dicho que íbamos a hacer esto bajo mis términos. No más de eso, ¿de acuerdo, cariño?

Manuel presionó un poco más contra su culo. Continuó molestándola con lo de la noche anterior, insistiéndole que ella sabía que estaba allí y que quería que él la observase mientras se masturbaba.

—Como lo hago ahora.

Manuel volvió a empujar con más fuerza dentro de la raja del culo de su madre, sonriendo y gruñendo.

La paciencia de Mariana ante las embestidas le hizo considerar a su hijo que toda esta situación no solo se trataba de solucionar su "problema", sino que además le estaba gustando sentirse deseada.

Manuel le preguntó si podía bajarse el bóxer ya que le estaban resultando muy incómodo por la fricción constante de su pene. Mariana hizo una pausa y luego asintió, dejando así que su hijo disfrutara directamente del suave material de la calza.

—Mierda... mamá. Esto es lo mejor. Me encanta usar tu culo.


Manuel le propinó una nalgada.

—Pues úsalo como quieras, Manuel. Solo mi culo. El de nadie más.

Manuel colocó una mano sobre su hombro, la otra en su cintura y continuó friccionando su pene arriba y abajo repetidas veces, todo a lo largo de la raja del culo de su madre.

—¡Vamos, desahógate conmigo!

Manuel la inclinó sobre la mesada y aceleró las embestidas, esta vez frotando con más fuerza y velocidad hasta que en un último movimiento ascendente, salieron expulsados tres chorros de semen. Dos de ellos con tanta fuerza que cayeron sobre el cabello y la espalda de su madre. Un último, más rezagado, lo hizo sobre la banda elástica de la calza. Manuel tardó un momento en recuperar el aliento. Ella solo se reía por dentro.

—Eso fue increíble, ¡eres increíble!

Manuel le preguntó si podía hacerlo otra vez. Ella se rió y le contestó que, por supuesto, que esa era la idea, y que mientras estuvieran solos, él podía usarla y ver si así solucionaba su problema.

Aún con una sonrisa en el rostro, Mariana miró a su hijo de arriba abajo, luego pasó la mano por su espalda y sacudió la cabeza al notar la mancha de semen que yacía en su camiseta. Manuel se disculpó y ella lo despeinó con un movimiento de su mano.

—No te preocupes, cariño. La próxima vez lo haces en mi culo, ¿si?

Le pidió que le diera un beso y desayunaron juntos.

Ese día Manuel usó su culo tres veces más.

Luego de terminar una de las dos siguientes ocasiones, Mariana le hizo saber a su hijo que se había puesto esa calza esperando que lo ayudara a ponérsela dura. Y, cómo no, si estaba tan pegada a su figura que la tela se perdía entre medio de sus nalgas, como si fuera una segunda piel. Además, al contrastar con la tenue luz del sol que entraba por las ventanas, el brillo del material hacía que el color turquesa de la prenda resaltara aún más, junto con las contracciones de los músculos de sus muslos y piernas que se marcaban al realizar el mínimo esfuerzo.

.....

En la última y cuarta vez, los dos estaban en el sofá, acurrucados, viendo un documental en la tele, mientras él apretaba con una de sus manos el culo de su madre, como si se tratara de un trofeo. Aunque él sabía que, si se estaba aprovechando de alguna manera, ella se lo reprocharía.

—Mamá, una vez más, ¿si?

Mariana le advirtió que era la última vez, y que en las siguientes oportunidades no debía esperar que lo hicieran tantas veces al día. Suspiró y miró a su alrededor para ver dónde podía colocarse. Al final decidió hacerlo directamente en el suelo. Se tumbó boca abajo con el culo levantado mientras su hijo se acomodaba detrás, muy entusiasmado. A Mariana, el hecho de que le manosearan las nalgas mientras él se excitaba, le resultaba muy halagador. Le estaba gustando ser deseada después de tanto tiempo. Definitivamente, estaba disfrutando de la virilidad de su hijo. Se consideraba afortunada por su tamaño, aunque no era para exagerar.

Manuel le preguntó si podía tomar su cabello. Mariana hizo una pausa ante tal atrevimiento, pero al escucharlo decir que no le haría daño, acabó aceptando. Así lo hizo Manuel mientras se colocaba entre las nalgas de su madre. Ella giró la cabeza por encima del hombro para mirar su expresión de excitación. Luego bajó la vista hacia su pene mientras él lo empujaba contra su culo. Ella no pudo disimular sorprenderse. Al ver el gesto de admiración de su madre, Manuel sonrió con descaro y le dio una fuerte nalgada, y otra más. Mariana notó que su hijo se encontraba muy exaltado, por lo que tenía que evitar que se saliera de control. Se lo hizo saber con la mirada. Sin pensarlo, le hizo un gesto con los labios y los apuntó con el dedo. Manuel se inclinó y la besó profundamente. Ella soltó un gemido mientras él aceleraba las embestidas. Al final, se separó de su madre para tomar aire, lanzó un gemido y volvió para besarla.

—¡Voy a acabar!

Manuel gritó y ella le recordó que debía hacerlo sobre su culo para no manchar la alfombra. Presionó profundamente y se tumbó sobre ella mientras volvían a besarse. Ambos gimieron juntos mientras él acababa. Manuel continuó bombeando casi involuntariamente mientras seguía expulsando semen. Rompió el beso para mirar el culo de su madre, todo mojado y manchado con su leche. Cuando volvió en sí, ayudó a su madre a levantarse y le comentó lo increíble que se veía con esa calza y lo suave que la había sentido.

—Pues bien, tienes suerte de que esté a punto de lavarla.

Los dos se reían mientras ella sacudía las nalgas y se daba una palmada. Manuel dirigió la mano hacia su pene al tiempo que le miraba el culo, los muslos y piernas manchadas en partes aleatorias, algunas más que otras.

—¡No puede ser!

La habitación se quedó en silencio mientras Mariana y Manuel se giraban hacia la derecha y veían a sus hermanas mirándolos perplejas. Carla les gritaba a los dos diciéndoles que esa mañana había enviado un mensaje a su madre para avisarle de que iban a volver a casa ese mismo día.

—Obviamente no has leído el mensaje. Estabas demasiado ocupada dejando que tu hijo te folle por el culo. ¿Pero qué mierda le pasa a esta familia?

Carla se fue furiosa a su habitación y se echó a llorar; Paula, por su parte, no dijo nada, solo miró detenidamente a su madre, luego a su hermano, sacudió la cabeza y se fue cerrando la puerta.

—No te preocupes, Manuel. Hablaré con tus hermanas e intentaré que el acuerdo siga en pie.
Datos del Relato
  • Autor: DeRelatos
  • Código: 68760
  • Fecha: 22-01-2025
  • Categoría: Incestos
  • Media: 0
  • Votos: 0
  • Envios: 0
  • Lecturas: 8
  • Valoración:
  •  
Comentarios


Al añadir datos, entiendes y Aceptas las Condiciones de uso del Web y la Política de Privacidad para el uso del Web. Tu Ip es : 3.145.66.195

0 comentarios. Página 1 de 0
Tu cuenta
Boletin
Estadísticas
»Total Relatos: 38.600
»Autores Activos: 2.290
»Total Comentarios: 11.915
»Total Votos: 512.175
»Total Envios 21.937
»Total Lecturas 107.097.062