hace unos cinco años mi ex esposa y yo tuvimos unas minivacaciones en Mar del Plata, ciudad turística de Argentina. Arribamos al hotel y noté que el conserje miró a Cristina con ojos de deseo. Fuimos a cenar y le pregunté a mi ex qué le había parecido el conserje, a lo que ella me contestó que no estaba mal. Yo tracé un plan que puse en práctica en cuanto volvimos a la habitación. Ella decidió tomar una ducha y yo, sabiendo que José Luis (así se llamaba el conserje) estaba solo,inmediatamente llamé a conserjería diciendo que la luz de mi velador no funcionaba, en menos de dos minutos el llamó a la puerta y lo hice entrar. Yo había dejado la puerta del baño abierta y cuando él se acercó a revisar el velador observó a mi esposa totálmente desnuda bañándose, cosa que lo puso muy nervioso y me miró de reojo, yo le pregunté si le gustaba lo que veía y el me contestó que lo perdonara, que había mirado sin querer y que no volvería a pasar. Yo le dije que porqué no, que a mí no me molestaba y él abrío enormemente los ojos, sin llegar a comprender, entonces entré, ya desnudo, en la ducha y comencé a acariciar a Cristina, haciéndole señas a José Luis para que se acercara. Finalmente el comprendió y, desnudándose, tambien acarició el hermoso cuerpo de ella, que respondió primero con sorpresa y luego con placer a las cuatro manos que le inundaban su piel. Mirándome cómplice, mi ex se agachó y comenzó a chupar la pija de él con verdadero deleite, mirándome mientras lo hacía, observando mis reacciones, mientras el conserje no podía creer lo que le estaba pasando. Salimos de la ducha y empecé a chupar la concha de mi ex, mientras ella seguía entretenida con la verga de él. Al cabo de un rato ella se puso en cuatro y empujó a José Luis, instándolo a que la penetrara, cosa que él hizo con gusto, arrancando un alarido de placer de los labios de mi ex. Mientras tanto yo me puse delante de ella y coloqué mi pija en su boca. Luego ella se sentó encima de él y yo, sin más preámbulos se la puse hasta el fondo de su bello culo, consiguiendo hacerle una doble que la hizo estremecer. Así estuvimos más de tres horas, cambiando de posición varias veces, hasta que los dos le acabamos en sus tetas, para que ella luego nos chupara nuestros mienbros hasta dejarlos limpios y saciados. Los cuatro días restantes tuvimos sexo entre los tres, quedando el conserje y nosotros increíblemente satisfechos y agradeciéndome (ella y él) el regalo que les había dado.