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"Segunda parte del encuentro fantaseado entre Piru y Gonza, incluyendo el viaje de regreso y lo bien que la pasaron en el autobus."
DE REGRESO A CASA
Después de aquella magnífica noche juntos, ellos se despertaron abrazados y totalmente desnudos, sobre aquella cama que los había observado gozar a ambos con la más sublime pasión.
Mientras Piru se desperezaba, él aprovecho sabiendo que ya quedaba poco tiempo antes de partir, para saborear por última vez, esas preciosas tetas que tanto le fascinaban.
Las saboreaba como el más preciado de los trofeos y las succionaba lentamente, mientras alternaba mordisquitos en los ya erectos pezones, con sus manos recorría todo ese cuerpo, el cual unas horas antes, había sido completamente suyo.
Ahí, se empezó a gestar lo que sería su despedida, sin perder un instante, empezaron a comerse todo su cuerpo.
Gonza, acostado de espaldas, incorporó a Piru, para que ella se sentara sobre su ya expectante miembro, ella lo tomo con una mano desde la base y se fue ubicando suavemente sobre él.
Piru muy de a poco se fue enterrando centímetro a centímetro esa verga ansiosa de sexo, mientras él con sus manos apretaba y masajeaba sus preciosos pechos. Una vez que ella se tragó toda su verga, comenzaron a moverse disfrutando cada movimiento como si en ellos se le fuera la vida.
Gonza con sus dedos recorría todo el cuerpo de ella, jugaba con sus pechos, a los cuales de a ratos besaba, y mientras jugaba con su clítoris, humedeció sus dedos con sus jugos para lubricarlos y así poder introducirlos en ese culito que la noche anterior había habitado.
Poco a poco fue introduciendo sus deditos por la cola, mientras con la verga seguía penetrando hasta el fondo esa preciosa y caliente conchita.
Mientras tanto Piru, galopando arriba de él, acariciaba su clítoris.
Ambos gemían y jadeaban al unísono, lo que indicaba el comienzo de un nuevo e interminable orgasmo. Con sus cuerpos sudorosos, se besaron muy calientemente, sabían que la hora de regresar estaba cerca.
Después de bañarse juntos y hacer nuevamente el amor mientras se enjabonaban mutuamente, Piru comento que ella tenía que ir para Córdoba, pues allí se encontraría con unos familiares.
Gonza se lamentó de no haberlo sabido antes, pues hubiese sacado un boleto en el mismo micro, y así hubieran compartido más tiempo juntos.
Después de pensar un rato Gonza tomo la decisión e hizo un par de llamadas y pudo cambiar su viaje, ahora viajaría él hasta Rosario, en compañía de Piru, no podía darse el lujo de desperdiciar la oportunidad de viajar con ella.
Arribaron a la Estación, como si fueran extraños, cada uno por su lado, para no despertar sospechas de ningún tipo.
Al abordar el micro, este no estaba del todo lleno, por lo que ellos aprovecharon para sentarse juntos, en unos asientos ubicados lejos de la TV.
Al principio dialogaban de cosas sin sentido, pero con sus miradas se devoraban.
Cuando el micro iba por la ruta, aprovechando la oscuridad comenzaron a besarse de manera algo disimulada, comentaban de todo lo que habían compartido juntos, de todo lo que habían disfrutado, con el correr de la conversación ambos fueron elevando temperatura.
Ahora, mientras hablaban muy despacio, él acariciaba las piernas de ella, las acariciaba lentamente, hasta que pudo con sus dedos correr la bombachita y rozar esa caliente y ya húmeda conchita.
Piru le susurraba al oído que no fuera malo, que estaba muy caliente, que no quería quedarse así y que dadas las circunstancias y el lugar, se iba a quedar con las ganas, que no avanzara con sus caricias.
Gonza seguía jugando con la conchita, introducía sus dedos en esa deliciosa cuevita y con el dedo gordo masajeaba ese erecto clítoris, al tiempo que le susurraba al oído que moría por cogerla nuevamente.
Le relataba todo lo sucedido la noche anterior, le recordaba cuando la había penetrado con sus piernas bien abiertas sobre sus hombros y cuando lentamente le introdujo toda su verga por la colita, le susurraba que moría por besar nuevamente esos pechos, a los dos juntitos como lo había hecho horas antes.
Ella comenzó a seguir acompasadamente los movimientos de los dedos con su conchita, ya no había retorno, estaba subida a la ola de lo que sería un intenso y caliente orgasmo, mientras acababa mordiéndose los labios.
Para no despertar sospechas, él se inclinó y beso muy levemente esa conchita tan jugosa, alcanzó a pasarle la lengua al clítoris, lo que provocó inmediatamente otro estallido de lujuria.
Mientras ella se acomodaba la falda, con una sonrisa beatífica en su rostro y las mejillas rosadas, observó como mi verga, muy caliente, hacía fuerza por salir del pantalón y me dijo:
-Pobrecito, mirá como está, qué puedo hacer para aliviarlo?.
Con una sonrisa y una carita cómplice, bajo su mano hasta mi pija y la comenzó a masajear, como simulando una pajita, mientras me miraba a los ojos y mordiéndose los labios me decía: Papi, está por reventar.
Con su mano aflojó mi cinturón y desabrochó el botón de mi jeans, a lo que inmediatamente asomó la cabeza de mi verga, con unas gotitas de líquido preeyaculatorio.
Piru sacó parte de las gotitas con su dedo y se lo llevó a la boca, mientras lo saboreaba, me guiñó un ojo y me susurro al oído:
-"Me parece que ya está a punto", creo que es hora de darle su recompensa.
Apoyo su cabeza en mi pecho y bajó completamente mi cierre del pantalón, mi verga salió como un resorte, mientras me besaba el cuello, comenzó a hacerme una pajita muy lentamente, deslizaba sus dedos hacia abajo y rozaba mis huevos, era tanto el placer, que creí que acabaría ahí nomás, todo lo que sentía y lo que veía, me estaban volviendo loco de placer.
Estando con los ojos cerrados, siento la tibieza de sus labios apoyándose en la cabeza de mi verga, lentamente su lengua recorre todo mi tronco, su saliva resbala por el costado de mi tronco hasta mojar mis huevos.
Su mano aprieta firme y comienza a subir y bajar al compás de su boca, succiona todo lo que puede, realmente es una experta, una diosa en esta tarea.
Los movimientos se hacen cada vez más rápidos, nuestra respiración se entrecorta y mientras acaricio su nuca, le aviso que no aguanto más, que estoy por llegar.
Ella apura sus movimientos y hunde más mi pija hasta el fondo de su boca, mientras acabo toda mi lechita dentro de su boca. Piru corre un poquito la verga pero sin sacarla, para tomarse hasta la última gota de mi leche.
Cuando se incorpora, saca con sus dedos aquellas gotas que quedaron en la comisura de sus labios, las chupa y recorre con su lengua toda su boca, me sonríe y me pregunta: cómo estás?.
Ahí nos dimos un abrazo muy apasionado y nos prometimos que trataríamos de vernos nuevamente.
(cont)
GONZA
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