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Llegaba el viernes y tenía dos dilemas; el primero Martín no venía a clases hasta el lunes y quizás aprovechara el sábado para tener algo con una señorita de su edad, ¿y cómo me enteraría?; el otro con mi esposo los viernes siempre hacíamos algo distinto, saliamos a comer, o a bailar y luego lo que él llama "viernes de lujuría". Lujuría es una forma de decir es hacer algo más que el resto de la semana, pero de ahí a ser un vicio dista bastante. El tema era: q hacía con mi esposo después de semejante semana???
Decidí no pensar una cosa era a la mañana y la otra a la madrugada, ya vería.
Martín llego pùntual, hecho un niño muy correcto y recatado. Yo había decidido pegarle a su machismo y destrozar su tesis que los hombres deben hacer todo hasta en el sexo. Empecé preguntando q dudas tenía de loq que había leído para ese día, y para mi sorpresa sabía y mucho. Comprendí q mi clase de filosofía duraría poco menos que las anteriores. Era un placer explicar y que mi alumno fuera comentando y acotando, era casi un orgasmo intelectual.
Así que decidí no sentarme para ir mezclando la clase con la instrucción. Cuando pasaba por detrás de él le acariciaba los hombros, le frotaba la espalda y seguía explicando. Luego otra vez unos masajes o caricias y deleitarme viendo como su bragueta le iba comprimiendo su gran miembro. Seguí explicando mientras le lamia el lóbulo de la oreja, y metía las manos debajo de su remera. ël quería tocarme pero yo no lo deja, mi plan era claro, él no haría nada, o al menos poco.
Le saqué la remera , besé, acaricié y lamí su pecho. Martín cada vez que bajaba un poco más respiraba más agitado. Entonces volvía a subir por su torax. Luego bajé una mano y acaricié sus piernas, fui subiendo por arriba de su pantalón hasta comenzar a desabrocharlo. Martín insistía con que me parara y él besarme o tocarme, pero le ordené que me dejara a mí. Me paré, lo tomé de su pija que aún estaba presa dentro de su boxer y lo llevé al sillón, allí lo empujé para que se sentara y vi de manera muy tentadora las cortinas de la ventana que está detrás. Así que me paré y le até las muñecas. Martín pedía que no lo hiciera porque no podría tocarme. No le contesté, eso era lo que yo quería.
Cuando lo tuve atado le bajé el boxer me comí de una vez su pija. No podía evitarlo, meterla en mi boca y sacrala succionando me fascinaba. cuando lo tuve muy caliente y con la pija bien a punto, me paré y fui a buscar mi caja de costura, necesitaba el centímetro para saber cuanto medía. Pero tambien para hacerlo sentir muy bien halagando su tamaño. Al principio no le gustó mucho, se quejó que la cinta estaba fría pero al ver mi cara luego de la medición no dijo nada. Y yo tampoco. Recordé que una compañera de la secundaria se mandaba la parte porque se estaba comiendo un bombón de 25 años con una pija de 21 cm, y era insoportable escucharla. Yo por dentro le dediqué la medición: tenía un bombón de 20 años con una pija de 23 cm.
Sé que en la psicología masculina es importante dejar marcas en una mujer, no importa de que tipo, entonces comencé a elogiarle lo que tenía, que ya veía porque me gustaba tanto instruirlo, pero que tenía miedo que me destrozara, etc, etc. Para esas alturas ya su miembro tenía vida propia, se levantaba,, me daba como azotes en la boca. Volví al sexo oral, mientars desabrochaba mi blusa y quitaba mi corpiño. Me puse la piaj entre las tetas y mientras lo pajeaba así le lamía la punta o buscaba succionarla. Así llegó el primer orgasmo de Martín, en mi lengua. Nunca me gustó trabajar semen pero esa vez no se porque decidí limpiarle toda la cabecita y saborearlo. Él tenía los ojos enormes, como fuera de si.
Me pidió que lo desatara, pero lo dejé. Me saqué el pantalón, de espaldas a él, y empecé a rozar su pija entre flácida y parada. Pronto otra vez estaba parada. Martín insisíó en que lo soltara, pero le expliqué q aun falta, que todavía tenía que aprender. Con mi cola estimulaba su pene , subiendo y bajando, la hundía un poco entre mis nalgas mientras yo me tocaba el clitoris por arriba de mi diminuta tanga. Luego me paré y me saqué la tanga, para de a poco insertar su miembro en mi vagina. Estaba muy húmeda pero no muy abierta así que tuve que juguetear un poco antes de meterla hasta el fondo. Así subiendo y bajando, cabalgando salvajemente y estimulando mi clitoris con roces y golpecitos en mi clitoris acabé yo y por mis gemidos acabó Martín.
Lo desaté mientras le daba su gran lección, "vez que los hombres no tienen que hacer Todo en Todo". Lso dos nos reimos mucho, me contó que su padre siempre dice eso, y que él tambien lo pensaba, pero que sin embargo para terminar yo necesite su miembro. Me tocó mi feminismo y le dije "sabés lo que te falta ver aun". Martín no era lento así que me pidió que mostrara lo que tenía que ver, pero me negué. Ya estabamos casi vestidos, yo me quedé en blusa y tanga. Era la hora de que se fuera. Cuando lo estaba acompañando a la puerta me tomó por la espalda, me arrinconó contra la pared, y mientras me besaba el cuello y la oreja me preguntó: ¿qué vas a hacer el fin de semana sin mí?. Me salió decir " aprovechar". Me empujó con la pelvis contra la pared, mientras me apretaba y manoseaba las tetas y me dijo: "ahora vas a ver que despedida".
Me arrancó la tanga, me apretó contra la pared con la pelvis mientras se desabrotaba el pantalón. Eso me gustaba, tenía la fantasía de fingir una violación y más así sintendome presa de él. Yo actuaba: le pedía piedad, mientras sacaba la cola y la meneaba contra su pija que estaba enorme. Me pegó un chirlo en la cola, me movió la cadera hacía atras y me penetró de un envió en la vagina. Eso me calentó tanto, tanto. Martín me besaba, me mordía y yo le decía: "por favor señor, con ciudadoooo...". Martín me tocaba el clitoris, y para hacerse el malo me lo pelliscaba, esa mezcla de dolor y placer me encantaba. Él terminó, se levantó los pantalones, me besó diciendo "hasta el lunes profe", como burlándose de la autoridad que había perdido ante su instinto salvaje.
Él se fue, cerró la puerta y yo aun parada contra la pared comencé a tocarme el clitoris que aun estaba muy duro, en segundos acabé. Levanté del piso mi tanga riendome de la escena y la tiré a la basura.
Ahora venía el otro dilema que debía resolver mientras me bañaba: ¿Cómo tener con mi esposo una noche de lujuria, pero lujuria de verdad?.
Cuando terminé de dar clases fui a comprar un desodorante vaginal por las dudas. Comencé a enviarle mensajes de texto para calentar el ambiente, pero cuando estaba por llegar me explicó que tenía un trabajo que termianr en la PC. ASí que cenamos en casa como el resto de la semana, prendió la compu y se puso a trabajar. Yo destilaba bronca, ¿Porqué mi marido no era como mi alumno????. Limpié la cocina, y fui al dormitorio a ponerme el pijama, total con la hora que iba a terminar sería lo mismo de los lunes, martes, miercoles, jueves, bue siempre lo mismo. Ya que estaba ordené un estante del placard y encontré una cinta que había comprado hacia un tiempo. Era azul de unos 5cm de ancho y tenía el rollo de 10 metros entero. Entonces pensé en arruinarle el trabajo, calentarlo he irme a dormir. Me inventé un traje de baño con tiras: la pase dos veces de manera vertical desde la vagina hasta los hombros tapando cada pezon y la até detras del cuello. Me puse unos tacos muy altos, perfume y fuí hasta el escritorio.
Mi esposo estaba muy compenetrado en su escrito, como siempre su escritorio estaba muy metódicamente ordenado. Me puse detras de él, me dijo que tenía como para una hora que si quería que me acostara que él me despertaba así "lo tocaba un poco" y teníamos algo. Odio esa frase "me tocas" y "me la besas". él siempre quería empezar igual. Bajé un poco mi bronca y le dije que si no le molestaba me quedaba un poco haciendole unos masajes en la cabeza. Dijo que Sí, sin mirarme. Así que lo fui masajeando, le apoyé la cabeza enter mis tetas y ahí sintió algo distinto. Se dió vuelta y casi se muere al verme, automaticamente tenía la verga parada. Apretó guardar en la PC, y comenzó a comerme las tetas. Yo sutilmente me fui metiendo entre él y el escritorio, quería cumplir mi fantasía tener sexo sobre su escritorio, era dificil por lo maniático del orden que es, pero lo intentaría.
Él seguía con mis tetas y pasaba un dedo sobre las cintas de mi vagina. Me salió por primera vez ordenarle algo en lo sexual: "ahí quiero tu lengua". Me miró sorprendido, y como asustado, sabía que no le gustaba pero insistí, "solo tu lengua, ahí donde está durito". Me senté en el bordé de su escritorio, me incliné hacía atras, subí mis piernas a sus hombros y con la mano le llevé la cabeza. Era increíble, mi esposo lamiendome la concha. Lo solté le corrí las cinats para que quedara bien expuesta mi vagina y volví aa presionarle la cabeza, solo empezó a recorrerme de arriba a bajo y empezó a penetarme con la lengua. Yo gemía como una loca. Ahí se dió cuenta como estaba yo y me preguntó "te gustá", casí le contesto "obvio", pero es hombre, así que tenía que hacerle creer que él estaba iniciando uan nueva etapa en mi vida y que esa era la marca que me estaba dejando. Así que respondí "Vos me lo estas haciendo gustar mi amor, como todo lo que me hiciste decubrir estos años". Se sonrió, volvió a mi concha pero ahora penetrandome con la lengua sacando y metiendo mientras la movía como una serpiente. Estaba por acabar, así que le pedía que me penetrara, me dijo que quería hacerme terminar así. Volvío a mi vagina cuando estaba termianndo lo hundí contra mi. Sacó la cara lleno de jugos y lamiendose. Yo aun temblaba de placer. Me dijo "andá a nuestro cuarto, poneté lo que quieras que apago y te desvistó con los dientes".
Me fui feliz!!!! había conseguido 2 fantasías: que mi marido me hiciera sexo oral y que me cogiera sobre su escritorio. Ah! y estaba aun muy caliente, así que fui, me puse una tanga con cierre que había comprado junto a la que se ataba con cintas y nunca había usado, me unté con un poco de dulce de leche los pezones, y la vagina. Y lo esperé sentada muy sexy en nuestar cama. Esa noche fue una de las grandes noches que tuvimos de casados. Yo también aprendí algo: si quería cosas nuevas debía procurarlas yo, pero que él creyera que las hacía él.
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