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Yo pensé que para ser su segunda vez, estaba más que perdonada, y cerrando el agua la cogí y le di una toalla para que se secase, y se quitase las medias, y que cuando acabase viniese a la cama, que allí la esperaba.
Al cabo de cinco minutos apareció y…
Así termino el capitulo anterior, os recomiendo leer los dos anteriores.
Al cabo de cinco minutos apareció, totalmente envuelta en una toalla, yo estaba tumbado en la cama mirando hacia la puerta del baño, esperando que apareciera, lo que vi no me gusto, pero deje que se acercara, y cuando se puso a cuatro patas para tumbarse junto a mí, le di un bofetón que hasta a mi me dolió la mano.
Ella se quedo muy parada, mirándome, sabiendo que había cometido una falta, pero no sabía cual.
-Perra que sea la ultima vez que te acercas a mí con una toalla, conforme termines de secarte te pondrás tu uniforme de perra, es decir medias y zapatos de tacón, puta.
Rápidamente y con las lagrimas saltadas se bajo de la cama tiro la toalla y se fue al vestidor, volviendo a los tres minutos, con una medias de color blanco y unos zapatos del mismo color, y sin habérselo pedido, desde la puerta del vestidor hasta la cama se acerco andando a cuatro patas.
-Cristina.- Lo siento Señor, no volverá a ocurrir, perdone a esta perra.
-Me gusta perra, ahora acércate por el lateral y quédate en el suelo con la cabeza apoyada en la cama, me apetece descansar y me gusta acariciar a mi perra.
Y así estuve unos diez minutos que me vinieron muy bien para descansar y recuperarme un poco.
Pasados esos diez minutos, me levante y la vi tumbada tal y como le dije, pero se había quedado dormida, así que le di un pequeño azote y le dije que se levantara que íbamos al vestidor.
-Es que no has descansado perra?
-Cristina.- No Señor, la verdad es que no he dormido nada, el deseo ha podido más que el sueño.
Se levanto y pasando delante de mi, se dirigió al vestidor, abriendo las puertas de los armarios y corriendo las cortinas, me acerque al armario y empecé a hurgar entre la ropa colgada, cogí todos los pantalones y los tire al suelo, así como alguna falda tipo hippy, particularmente no me gustan, y más las que llegan a los tobillos, alguna que otra blusa anticuada, y seguidamente abrí los cajones de la ropa interior, y aunque ya lo había visto por encima, revolví todo lo que había y tire las bragas y sujetadores más viejas y las que no tenían compañero. En el tercer cajón tenia las medias y pantis, aunque pantis tenia muy pocos dos o tres a lo sumo, según me comento ella prefiere las medias pues los pantis se le marcan mucho en la cintura, los cogí y tire, dejándole solo las medias, también tire la retahíla de calcetín media que tenia, agggggg, luego me fije en las estanterías del armario y vi la ropa deportiva y me gusto, así que le alabe el gusto y no tire nada, y para terminar le pregunte por el zapatero, y dándose la vuelta abrió otra puerta donde estaban todos los zapatos muy bien ordenados y limpios, la mayoría tenían tacón más o menos, pero a mi me basta, solo tenia una par de bailarinas y una sandalias, esas también las cogí y las tire con todo el montón de ropa.
¬-Muy bien perra, me satisface la mayoría de tu vestuario, aunque ya lo sabía perra, porque las pocas veces que nos hemos visto siempre ibas muy elegante.
-Cristina.- Gracias Señor, siempre me ha gustado vestir bien.
-Ahora abre el armario del maricón y saca toda su ropa interior y échala con toda la que hemos tirado al suelo.
Rápidamente abrió dos o tres cajones y saco la ropa apuñados, apilándola junto a la suya.
-Bien perra, ahora mete todo en bolsas, y cuando estéis seguros de que queréis vivir así las tirareis.
-Cristina.- No me hace falta esperar Señor, esto va a la basura ahora mismo, no quiero guardar nada que me recuerde mi anterior vida.
En ese momento subió el maricón.
-Maricón.- Señor ya esta la comida, he puesto la mesa con un servicio nada más a la espera de que Ud., me indique donde comemos nosotros.
-Muy bien maricón, me gusta verte así, por cierto, me gusta las bragas que has escogido, ya iremos a comprarte algunas de tu talla, y tú perra ponte ropa interior, que vamos a comer.
Ella abriendo el cajón cogió unas bragas y un sujetador de seda blancos, a juego con las medias y los zapatos.
-Cristina.- Le gusta a mi Señor?, me hacia ilusión ponerme de blanco para Ud., para que Ud., sea el que me desvirgue como su puta y zorra.
Me gusto y acercándome a ella la bese y morree un rato, y cogiéndola de la cintura nos dirigimos hacia la planta de abajo para comer. Pero mientras empezábamos a bajar las escaleras, se volvió hacia atrás y dijo;
-Cristina.- Tú maricón coge esas bolsas y tíralas a la basura, no hace falta ni que mires lo que hay dentro.
Eso me encendió y me gusto, tenia muy claro que no quería volver atrás.
Llegamos a la mesa y yo me senté, mientras Cristina espero de pie, hasta que entro el maricón y se quito el abrigo que se había puesto para salir a tirar la basura.
-Pon otro plato para mi perra, ella comerá a mi lado mientras no cometa ninguna falta, tú nos servirás y mientras comemos estarás de rodillas esperando que solicitemos tus servicios.
-Maricón.- Si Señor como Ud., diga.
Al maricón le gustaba pues estaba empalmado como un burro, y no sabia como ponérsela, pues las bragas no se la aguantaban mucho.
Había preparado arroz, y la verdad es que el muy maricón cocinaba muy bien, pues estaba muy bueno, también me puso un ribera del que dimos cuenta Cristina y yo, mientras hablábamos de cosas sin importancia, por lo menos en ese momento.
Cuando terminamos de comer y de tomar yo un café, le dije a Cristina que se metiera bajo la mesa y me la chupara, que me apetecía, ella sin decir nada se metió bajo la mesa y sacándomela de los eslips, se puso a chupar como una posesa, la verdad es que yo estaba muy excitado con todo lo que estaba aconteciendo, pero no quería que se tragara mi corrida, tenia pensado otra cosa.
Cuando iba a correrme le di mi copa de vino que estaba vacía y le dije que vaciara allí mi leche. Salió debajo de la mesa con la copa en la mano y relamiéndose la leche que tenia en los labios, a la perra le gustaba.
Cogiendo yo la copa me acerque a donde estaba el arroz que había quedado y llamando al maricón para que viera lo que iba hacer, eche la leche en la comida y la removí, poniendo el cachorro en el suelo.
-Aquí tienes tú comida maricón, quiero el plato limpio.
-Maricón, gracias Señor.
Y poniéndose a cuatro patas y con gran trabajo empezó a comer como un perro. Yo me acerque a la otra parte del salón, donde estaba la tele y los sillones y me senté en el sofá, señalándole a Cristina que se sentara a mi lado.
-Y tú maricón cuando acabes de comer, y de limpiar todo perro, puedes tumbarte donde te apetezca a descansar.
Nos quedamos adormilados los dos viendo la tele, y así estuvimos casi dos horas, abrí los ojos y vi a Cristina totalmente dormida en mi regazo, y al Maricon tumbado junto al sofá viendo la tele, era el único que estaba despierto.
Sin moverme del sillón, le dije al maricón que fuera a mi coche y me trajera una bolsa que había en el asiento del conductor, que le iba a gustar. Este se levanto, y aunque le costó trabajo pues de tanto rato en la misma postura tenia el cuerpo entumecido, se puso el abrigo y salió fuera a por lo que yo le había pedido.
Mientras me acerque a Cristina y cogiéndola por los pezones la termine de espabilar, ella me miraba con dolor pero a la vez con cara de vicio, además no gritaba ni se quejaba, a la muy zorra le gustaba, y una vez de pie le metí mano en el coño, que ya lo tenia mojado y empecé a pellizcarle el clítoris con fuerza, pero aun así no se quejaba.
-Cristina.- Me puedo correr Señor
-No puta, ahora te vas a follar al maricón, quiero que lo desvirgues, quiero que se la metas todo lo profundo que puedas.
-Cristina.- Como Señor como me lo he de follar?
-Ahora lo veras perra, ahora veras como lo vas hacer.
En eso entro el maricón con la bolsa que yo le había indicado, me la acerco y se quito el abrigo, poniéndose en seguida a cuatro patas.
Yo saque una regla de cuero de unos veinte centímetros, y un dildo doble con correas.
-Acércate maricón, ponte de pie e inclínate sobre el sofá con el culo hacia fuera.
Rápidamente lo hizo y cogiendo la regla me acerque a él y le dije que iba a recibir 20 azotes por las pequeñas faltas que había cometido, aunque la verdad es que no había cometido errores, pero me apetecía azotarlo.
-Iras contándolos y me darás la gracias, y si me convences recibirás un premio maricón.
Empecé a azotarlo y el a contarlos y dar las gracias, y pude comprobar que le gustaba, pues el empalme era bestial, además de que iba aumentando el grado de fuerza que le imprimía a los azotes, cuando iba más o menos por el quince me fije en Cristina y vi que la muy puta estaba echada en uno de los sillones tocándose el coño y a punto de reventar, así que dejando de darle azotes al maricón me fui hacia Cristina y le solté un bofetón.
-Perra que sea la última vez que te tocas sin mi consentimiento, si no te ordeno nada tu posición será de rodillas con el culo apoyado en los talones puta.
-Cristina.- Si mi Señor (esto lo decía con las lágrimas saltadas), no volverá a pasar.
-Lo se puta sé que no volverá a pasar, ahora vete a buscar una crema para que le cures el culo a la maricona de tu marido perra.
Me dirigí hacia el maricón que no se había movido de la postura en que lo deje y termine de darle los azotes que le faltaban.
Cuando termine le dije que no se moviera que mi perra lo iba a cuidar y a hidratar.
Cristina llego en seguida con la crema y yo indicándole con el dedo que no hablara, le di el dildo para que se lo metiera y se lo asegurase con las correas, y acercándola al maricón, le dije que le diera crema por las nalgas y le lubricara el culo, esto ultimo se lo dije bajo, pero creo que no tanto porque vi que la caraba le cambiaba.
Esta se acercó a él y empezó a aplicarle la crema y cuando empezó a darle crema en el culo este se volvió y al ver lo que tenia su mujer puesto puso cara de miedo, pero no dijo nada.
-Cristina.- Señor si no me lo follo ya me voy a correr, con lo que tengo dentro no voy a poder aguantar mucho.
-Perra como te corras sin mi permiso vas a recibir unos cuantos azotes.
-Cristina.- Lo intentare
Hacia verdaderos esfuerzos para no correrse la muy perra.
Cuando vi que ya había lubricado bastante el interior del culo le dije que se lo follara, le pedí al maricón que pegara la cabeza al sofá a fin de que mi perra llegase, pero aun así no llegaba, por lo que le dije al maricon que se pusiera a cuatro patas, y fue perfecto aunque ella tenia que flexionar bastante.
Cristina se puso detrás y sin más miramientos se lo metió de golpe y era un dildo de cinco centímetros de diámetro por veintidós de largo, y el chillido que dio él, se tuvo que escuchar a mucha distancia, pero enseguida empezó a resoplar y a gemir el muy maricón.
-Cristina.- Te gusta maricón, te gusta perro, eres una mierda de hombre, uffff, que gusto follarte mierdecilla, gracias Señor, pero no aguanto más me puedo… agggggggggg, me corro, me corro, lo siento Señor, lo siento.
Le ordene que siguiera follándose al maricón y mientras lo hacia se corrió otras dos veces más, hasta que;
-Maricón.- Señor me puedo correr, no voy a aguantar más Señor.
Le di una jarra de porcelana o de barro que había en una estantería del mueble.
-Si te puedes correr, te lo has ganado, pero dentro de esta jarra
-Maricón.- Gracias uffffffffffffffffff, agggggggg, me corro
La verdad es que fue una bestialidad, jamás había yo tenido una corrida como esa.
Le ordene a Cristina que se saliese de culo de su marido, y que se quitara el arnés, y cogiéndola del pelo la lleve al sofá y la hice poner en la misma postura que antes había puesto a su marido, por lo que pensó que la iba a azotar, por eso cuando sintió que le metía mano en la cintura para sacarle más el culo y sobretodo cuando sintió mi polla entrar sin miramientos en el culo, pego un grito como de terror, pues se la metí sin lubricante y sin nada, y tras dos o tres embestidas me corrí, pues yo también estaba muy excitado.
Me salí de ella y tenía un poco de sangre, así que cogiéndola del pelo le escupí en la cara y le dije que me limpiara la polla.
Agacho la cabeza y se puso a limpiármela, tenía el pelo revuelto y la cara llena de lágrimas, pero se le veía feliz.
Cuando termino le indique al maricón que se acercase a por un plato a la cocina, que echase lo de la copa en el plato y que se lo pusiera a la perra de su mujer para que se lo bebiera como lo que es, una puta perra.
Este fue a la cocina y no tardo nada en traer el plato y hacer lo que yo le pedí, poniendo el plato con la leche delante de Cristina.
-Perra bébete la leche de tu marido, y deja el plato limpio, luego os quiero a los dos en posición, y delante de mí, os tengo que indicar unas cosas.
En tres minutos los tenía a ambos en la posición.
-Bien perros, como habéis visto esto es como vas a vivir a partir a ahora, con las condiciones que ya os dije, y que poco a poco iréis viendo, sabéis que no cedo, pero también sabéis porque es la causa de que estéis aquí, que poseo otro matrimonio, la relación con ellos ya no es tan continuada, pero si que nos seguimos viendo de vez en cuando, aunque siempre son míos, pues ellos así lo desean, por lo que en cualquier momento os voy a reunir a los cuatro y ya veremos que pasa, pero me apetece hacer este experimento.
Existe algún problema.
-Cristina.- No Señor, confiamos en su saber hacer y discreción, y si ellos son también sus perros, haremos lo que Ud. Nos pida.
-Maricón.- Señor yo soy su propiedad así que no opino solo acatare con alegría lo que Ud., me pida.
Cada vez me gustaba más el tipo este, nada que ver con el maricón de Luis.
-Esta Bien perros, ya hablaremos, ahora os diré lo que tenéis que comprar para tener siempre a mano, aquí en Granada existe pero la calidad de lo que venden aun deja que desear, o intentan clavarte, así que como tu maricón vas mucho a Málaga y hasta Madrid, allí te será más fácil.
Le di una lista con diverso material y di por terminado el día, así que me levante y le dije a la perra que me acompañara arriba que iba a ducharme y a irme, esta me siguió y abrió la ducha y me la puso a una temperatura muy agradable.
-Cristina.- Ya la tiene preparada Señor.
Me metí en ella y detrás de mí lo hizo cristina, solo con la medias puestas, había aprendido bien. Me enjabono y aseo con esmero, y cuando estaba terminando y como mearse en la ducha es de guarros, la puse de rodillas le pedí que abriese la boca y me mee dentro de ella.
Ahora voy a parar este relato, pues el siguiente encuentro fue un poco casual con Cristina y Raquel, y el siguiente fue con los cuatro, por lo que ahora voy a terminar de relatar la sumisión de Raquel (los subiré próximamente) con la dominación del cornudo de su marido Luis, que lo es más por miedo de quedarse sin nada que por serlo, pero también lo disfruta.
Soy Amo, y me encanta la dominación, sobretodo me gusta tener y someter a parejas, y a quien se quiera iniciar, o conocer este estilo de vida.
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