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De cuando fuí promiscua

~~Hola. Soy Mariana. Lo que voy a contar es absolutamente cierto. Nunca lo conté ya que me daba vergüenza. Estoy casada con Alejandro. Todo va bien con él pero desde hace un tiempo conocí a quien escribe estas páginas. Es un encanto y somos amantes. Solamente es sexo y compañía. Morbo. Aún estoy enamorada de mi esposo, aunque el placer verdadero lo consigo con mi amante. Tanto Alejandro como yo somos Argentinos, aunque hoy vivimos en España. El fue mi único novio. Todo el mundo cree (incluso él) que fue y es mi único hombre. Están equivocados. Alejandro y yo éramos compañeros de Instituto. Alejandro jugaba Rugby y era uno de los chicos mas codiciados. Yo componía el equipo femenino de Jockey sobre césped. Nuestro Instituto era de los más caros y prestigiosos de Buenos Aires. Nuestras familias tenían bastante dinero y nuestra vida era la típica de niños de clase alta. Como dicen en España. éramos niños pijos. Siempre fui atractiva y exuberante. Mido 1,80 y tengo medidas de infarto: 105 62 95. Soy muy rubia (de familia alemana) y de ojos verdes. Pero mi educación familiar y religiosa me limitaba, me coartaba a la hora de hacer determinadas cosas que creía estaban contra la moral y las buenas costumbres. Con quince años nos pusimos de novios. Alejandro estuvo cerca de un año para agarrarme de la mano. A partir de los dieciséis empezamos a besarnos de una manera más que apasionada. Nos metíamos mano pero nunca pasábamos de eso. Alejandro quería a todo gas tener relaciones sexuales conmigo. Yo quería casarme virgen.
 Cuando cumplí los dieciocho me enteré por una compañera que Alejandro había tenido relaciones con casi todas las chicas del curso. Paradójicamente conmigo que era su novia no había tenido relaciones. O sea, se calentaba conmigo y se desfogaba con las demás. El día que cumplí 18 años le dije que quería un regalo suyo. Me pregunto que era y le dije que quería que me follara. que quería cojer con él como decimos en Argentina. Alejandro alucinaba. Fuimos a un hotel alojamiento. Estaba nerviosa. No sabía lo que sucedería. Por una parte estaba indignada con Alejandro por haberse follado a todas mis compañeras pero por otro estaba agradecida ya que su experiencia me ayudaría a perder mi virginidad. Entramos en la habitación y todas las paredes estaban llenas de espejos, con luces de diferentes colores que creaban un efecto especial. Estaba muy nerviosa y muy excitada. Alejandro empezó a besarme apenas entramos a la habitación, a la vez que iba quitándose la ropa y quitándomela a mí. Muchas veces había tenido su polla en mi mano pero nunca se la había visto completa. Nos quedamos desnudos y él empezó a acariciarme, besándome por todo el cuerpo, comiéndome los pezones, el lóbulo de la oreja, el vientre. Empecé a relajarme y a sentirme cómoda. No quería hacer muchos aspavientos para que el no pensara que era una cualquiera como el resto de mis compañeras. pero me estaba volviendo loca de placer y no pude remediar tener un orgasmo solo con sus caricias. Siguió jugando conmigo un rato más de tiempo hasta que metió su cabeza entre mis piernas. Tuve que abrirme un poco. Me empezó a dar besos suaves sobre mis labios vaginales. Y luego comenzó a chuparme despacio el coño, pasándome la lengua muy delicadamente por los laterales, separando con los labios de su boca mis labios externos. En ese momento ya no tenía nervios ni nada por el estilo. solo quería tenerlo dentro de mí y dejarme hacer lo que quisiera. La experiencia de Alejandro lo llevo a saber esperarme. Estuvo un buen rato lamiéndome hasta que estuve lo suficientemente dilatada y húmeda como para recibir su tronco. Se incorporó sobre sus brazos y dándome un beso, con su boca llena de mis flujos, me apoyó la cabeza de su polla empujando muy despacio. Yo le ayudaba empujando también. Enseguida me entró toda su polla. Abrí los ojos y vi reflejado sobre el espejo del techo aquella espalda de macho joven que atravesaba mis carnes por primera vez. Aquel culo apretado y aquellas piernas poderosas. Tuve en ese momento un sinnúmero de orgasmos. Esperaba sentir los dolores típicos que dicen sentir todas las mujeres. No sentí en ningún momento dolor, escozor, picazón ni nada por el estilo. Solo sentí su maravillosa polla perforando por primera vez mi coño. Salimos del hotel y Alejandro se sorprendía que fuera la primera vez. Tuve que enojarme ya que no me creía. Me decía que si nunca me había acostado con ningún hombre como era que no había sangrado. Yo tampoco lo sabía. Para su tranquilidad lo pregunte a un profesor de Biológicas que teníamos con el que hacíamos debates de los temas más diversos. La respuesta del profesor, que además era medico, le tranquilizó. Había mujeres que tenían un himen muy frágil que podía romperse sin necesidad de recibir ningún falo. Podía perderse la virginidad haciendo deporte o bailando. Incluso había algunas mujeres que tenían relaciones durante un tiempo hasta que se rompía su himen. Esto era debido a que sus tejidos eran muy flexibles con lo que cualquiera de las dos alternativas podrían ser las mías.
 Seguimos haciendo el amor hasta que cumplí los veinte años. Con Alejandro aprendí todo lo que debía aprender. Follábamos a diario, incluso varias veces en el mismo día. Me enseñó a chuparle la polla, me hizo el culo muchas veces e hicimos el amor en los sitios mas extraños e inverosímiles. Nos pasábamos el día follando. Además decidimos estudiar los dos lo mismo. Con lo que también nos veíamos en la Facultad. Estábamos prácticamente todo el día juntos y no desaprovechábamos ninguna ocasión para darnos placer.
 El día de mi cumpleaños número 20 una antigua compañera de Instituto, Mari, me contó que sabía que Alejandro seguía follando con algunas de las chicas del Instituto, incluso dos años después de haber acabado los cursos.
 Fui directa. Todo podía ser mentira o habladurías. Decidí preguntárselo directamente: Alejandro ¿es cierto que seguís acostándote con las putas de nuestras compañeras de Instituto? ¡No! ¡¡Es mentira!! Bueno. te creo. Pero quiero que me lo digas delante de alguien Entonces entró Mari. La cara de Alejandro era un poema. Él no sabía que me había contado Mari. Entonces. sin forzar mucho la situación me enteré que ella también se había acostado con él. Me lo vino a decir ya que él no quería acostarse mas con ella y por despecho lo mando preso. Los eché a todos de mi fiesta de cumpleaños y que dé el resto del día llorando. Era el 12 de Diciembre. Ese día rompí con él. Lloré como una estúpida. Pensaba que nadie me querría. Era una imbécil. Estuve sin hablar con él hasta las fiestas. Me llamaba todos los días, me pedía perdón. La verdad que le quería. Le sigo queriendo aún. Pero me lastimó. Mi madre me decía que no aflojara. Que me divirtiera que era muy joven para tener novio oficial. Para las fiestas volvió a llamarme y yo seguía en mis trece. Le dije que me iría de vacaciones y que a la vuelta de acuerdo a como estuviera yo hablaríamos.
 Mis padres tenían una casa en la playa. En Pinamar. Allí todos nos conocíamos desde niños. No quería ir a ningún sitio conocido o que me conocieran. Quería estar sola. Me fui sola a Brasil. A Buzios. Mi familia estaba convencida que iba con una amiga. En aquella época Buzios recién comenzaba a ser un sitio turístico. Conservaba aún el sabor de un pueblo marinero. Sus playas inmensas estaban casi desiertas. Ese era el sitio que necesitaba. Apenas llegué me instalé en una hostería muy pequeña cerca de la playa. Iba a estar durante la primera quincena del mes de Enero. El primer día que llegué me compré unos tangas súper reducidos. Minúsculos. Me quedaban muy bien. La chica que me atendía me recomendaba una talla más pequeña. Decía que así volvería locos a todos los hombres de la playa. Tenía un problema. Eran tan pequeños que se notaba el vello púbico. La chica me dijo que no había problema. Me vendió una crema depilatoria. Esa noche me depilé dejando mi pubis como una recién nacida. Me miré al espejo quedé estupefacta al verme: una tira muy delgada se metía entre mis nalgas dejando solamente una cinta sobre mis caderas. Por delante un mínimo triangulo tapaba apenas la geografía de mi raja. Por arriba era otros dos triángulos minúsculos que con dificultad tapaban mis pezones, sostenidos por unas cintas delgadísimas que ante el primer viento corría el riesgo de quedar desnuda. De todos modos me excitaba vestirme así. Además nadie me conocía. Esa noche comenzó el tiempo en que fui promiscua.
 A la mañana siguiente fui a la playa vestida con mi tanga y con un vestido muy ajustado de algodón. Mis formas no pasaban desapercibidas para los pocos hombres que me crucé en el camino. Llegue a la playa y me quité el vestido. Tiré una toalla y me puse a tomar el sol. Al poco tiempo me embadurne con potingues de esos para proteger la piel, bronceadores, protectores, filtros. De todo un poco. Mientras lo hacía observaba como un muchacho sentado sobre una silla alta me miraba. Comencé a acentuar el extendido de la crema pasándome la mano despacio por todos lados mientras lo miraba. El chico no dejaba de mirarme. Estaba bien. Tenía una espalda y unos hombros muy fuertes. Llevaba puesto un slip pequeñito que dejaba a la vista un abultado paquete. Empecé a ponerme crema en las tetas masajeándomelas mientras no dejaba de mirar a mi fisgón particular. En eso el chico decidió bajar. Me miró y en perfecto castellano me dijo: Vos no sos brasilera Con una sonrisa y un mohín le dije No ¿y vos tampoco? Nos empezamos a reír. Era el guardavidas: el vigilante de la playa .Se ofreció a pasarme crema por la espalda y me insinuó que porque no hacía topless. Muchas chicas estaban en la play haciéndolo. ¿te parece? le dije. Me dijo que con el físico que tenía nadie se iba a fijar en que estaba haciendo topless. Iban a creer que era una estatua. una escultura. Le hice caso y me quité el sujetador. Él solo me dijo Que bonita eres ¿tienes novio? No le contesté. ¿Como te llamas? Mariana ¿y vos? Gustavo . Ese día me lo pasé en la playa tomando el sol. Cada poco Gustavo venía y me ponía crema. Primero en la espalda. Luego ya empezó a ponerme en todo el cuerpo incluso acariciándome las tetas con mucha suavidad. Yo me hacía la desentendida, como si estuviera acostumbrada a que me manosearan. Me divertía ver como crecía su paquete al tiempo que me acariciaba, ya que siendo tan pequeño el slip, el bulto que se le formaba era notable. Notoriamente notable. Al final de la tarde le miraba el paquete sin reparo haciendo incluso alguna broma al respecto. Antes de irme me preguntó donde vivía. Le dije que en la hostería. Me invitó a una fiesta en la playa. Luego cenaríamos algo y para finalizar la noche podríamos ir a bailar a un sitio que él conocía. Le dije que bien. ¿A que hora es la fiesta? Ahora. en cuanto baje un poco mas el sol hacemos una hoguera con el resto de los guardavidas. Le dije que quería ir a cambiarme. Me dijo ¿para que? Si así estas perfecta me quedé. Juntamos entre todos mucha madera, leña, papeles, hojas e hicimos una hoguera. Era ya la noche y solo nos iluminaba la cara el resplandor del fuego. Hicimos una carne a la brasa con unos tomates .Todo muy rudimentario e improvisado. En un momento nos miramos y nos acercamos. nuestras bocas quedaron tan cerca que el paso siguiente fue un beso, inevitable, de deseo. Le dije que no quería ir a bailar. Me dijo que él tampoco. Entonces me llevo ahí mismo a su cabaña. Estaba entre unos árboles junto al mar. No hizo falta presentarnos. Ni hablar de nada mas. Apenas entramos me quité el vestido y el tanga quedando totalmente desnuda delante de el que hasta unas horas antes era un desconocido para mi. El también se desnudó fundiéndonos en un abrazo que aplastó mis pechos sobre el suyo, arrimándome su polla erecta junto a mis labios vaginales perfectamente depilados. De pronto, me agarró de una mano y me dijo Sígueme Abrió la puerta y me llevo desnuda a la playa. Nos metimos en el agua. Nos besábamos cada poco. En el agua se sumergió desapareciendo por un instante de mi vista. De pronto sentí una mano que acariciaba mi entrepierna. Me abrí un poco y sentí su polla intentando penetrarme. A él no le veía con lo que mi excitación y morbo subían a niveles increíbles. De un solo envión me penetró y recién ahí vi su cara salir debajo del agua. La tenía toda adentro. El bamboleo del agua, la calida temperatura del enero Austral y el erotismo de la situación me produjo un primer orgasmo. Gustavo se dio cuenta y entonces cambio de posición. Me hizo hacer la plancha, me cogió de las piernas y empezó a moverme hacia adelante y hacia atrás con su polla metida en mi coño. Yo me acariciaba las tetas apretándome los pezones de modo que enseguida me vine de nuevo. Abrí mis ojos y vi la cara de felicidad de Gustavo. La tenia durísima y me parecía que era un poco mas grande que la de Alejandro. Le dije que quería chapársela. Fuimos donde las aguas eran un poco menos profundas. Me puse de rodillas delante de él y le hice una mamada que termino enseguida chorreándose sobre mis pechos con grandes cantidades de semen. Yo estaba salida. Me lave en el agua del mar y le dije que quería volver a la cabaña. En el camino observé que dos chicos mulatos nos estaban mirando. Entramos en la cabaña. Antes de llegar me di la vuelta sonriéndole a los dos mulatos. Entré y me tiré encima de una alfombra esperando que Gustavo me volviera a atravesar. Su polla no respondía. Le dije ¡¡quiero que me folles!! Esperame un rato. estoy cansado y. . ¡quiero follar ahora! Si vos no podés ¿porqué no les decía a los mulatos y nos montamos una buena orgía? ¡Al final sos mas puta de lo que pensaba!. ¿te cogerías a los negritos? ¿por que no? No me reconocía. era otra persona. Gustavo llamó a los negros. Tenían unos cuerpos estupendos. Solo estaban vestidos con el pantalón. Apenas Gustavo les dijo de venir a la cabaña no se hicieron rogar. Yo estaba desnuda en el medio de la cabaña. Ellos entraron y en cuanto se acercaron a mi empezaron a rodearme como dos salvajes con su presa. Me abrazaron al tiempo que dejaron caer sus pantalones. Gustavo se sentó a ver como me follaban los mulatos. Mientras me acariciaban con cada una de mis manos toque sus pollas. Estas si que eran grandes. Uno de ellos se llamaba Joao y el otro Júnior. Joao tenía una polla gorda, larga y muy venosa. Júnior la tenia larga pero más delgada. Me puse de rodillas y empecé a chupárselas a ambos. Luego de un rato y cuando estaban a punto me puse en cuatro patas chupándosela a Júnior mientras que Joao me penetraba por el coño desde atrás. Cada poco miraba a Gustavo. Joao se movía dentro de mí dándome todo el placer de su polla. Entraba hasta el fondo de sus huevos enterrándome ese trozo de carne oscura y volviéndome loca de placer. Empecé a tener un orgasmo tras otro. Estaba salida. Le dije a Joao que quería cambiar de posición. Quería sentir la polla de Júnior en mi culo. Senté a Joao en el suelo y me senté sobre el enterrándome toda su polla. Júnior me la metió por el culo. Estaba tan caliente que casi no sentí dolor. Lo que si sentía eran esas dos pollas entrar y salir con una cadencia de vértigo. Tenía un orgasmo tras otro. Estaba en la gloria, gimiendo y gritando, cuando sentí una polla en mis labios. Con los ojos cerrados abrí mi boca y comencé a mamarle la polla a Gustavo. Al cabo de poco se corrieron los tres en mis orificios. Joao me regó el coño que luego chorreo hasta las rodillas. Júnior dejo mi culo lubricado y Gustavo me dejo todo su semen en la boca. Nos quedamos los cuatro exhaustos. Tirados sobre la alfombra. Joao y Júnior salieron y al cabo de un instante volvieron bañados con el sabor del agua de mar sobre su piel. Ya estaba repuesta con lo que volví a follar con ambos dos veces mas. Finalmente se fueron y volví a follar con Gustavo. Ya amanecía. Pensé que me había pasado para follar como lo había hecho con tres desconocidos que 24 horas antes ni sabía que existían. Al día siguiente me desperté y volví a la playa. Había decidido irme. Me había expuesto demasiado follando con tres desconocidos. pero me había encantado. Lo llame a Gustavo y le dije: Mira. lo que pasó anoche nunca lo había vivido y no creo que lo vuelva a vivir. Solo e trato de una experiencia. De una manera de aprender cosas nuevas diferentes ¿lo entiendes? Yo no te pregunto nada. pero se me ocurre que podrías quedarte conmigo durante toda la temporada. Hasta Marzo. Podríamos tener experiencias nuevas. si querés. Dejá la hostería y vení a mi cabaña. Me quede mirándolo ¿por que no? ¿Que tenía que hacer en Buenos Aires? Además podría hacer lo que quisiera total no me conocía nadie. Le dije que lo pensaría pero que me iba a la hostería a cambiarme y a ducharme. Además quería dormir un poco. Fui a la hostería y me duche. Dormí un poco y preparé mi equipaje. Antes de dos horas estaba en la puerta de la hostería con la disyuntiva de irme o de quedarme en la cabaña y pasármelo bien durante todo el verano.
 Fui a la playa y le pedí a Gustavo la llave de la cabaña. ahí empieza otra historia.

Datos del Relato
  • Categoría: Varios
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