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Categoría: Incestos

De cachonda con mis primos

Cuando tenía 11 años yo era una niña muy precoz. En la computadora de mi papá yo había visto videos porno que el dejaba en el historial del explorador de internet y la verdad es que quedé cautivada con lo que hacían las parejas, sobre todo el sexo oral. El sexo se convirtió en una obsesión para mí, me masturbaba mientras veía los videos, e incluso quería ponerlos en práctica, pero era algo que no podía decirlo abiertamente. Por ese entonces me aficioné ver fotos de niños en traje de baño o ropa interior que recortaba de catálogos y revistas y también me masturbaba viendolos. 



Ese año, cuando llegaron las vacaciones de verano mis padres me mandaron al rancho de mis abuelos e iban a estar mis primos. Mi cochambrosa mente pensó que era una oportunidad única que no podía dejar pasar, pues mis dos primos eran de muy buen ver, aunque tenía algo más de un año que no los veía. Se llevan un año de diferencia, y los tres compartimos el secreto de que fui la primera chica con la que tuvieron el placer de coger. Para las vacaciones de verano yo ya había cumplido los 12 y no podía esperar para ver a mis primos. 



Cuando llegué al rancho, mis primos y mi abuelo fueron a esperarme en la terminal de autobuses, y cuando ví a los dos, no pude dejar de imaginarme todo el camino al rancho las cosas lujuriosas que iba a hacer con ellos. David, el grande, tiene mi edad, pero es un mes más chico que yo, era algo alto para su edad, de piel ligeramente bronceada, labios delgados, ojos verdes, cabello lacio de color castaño claro, delgado, ese día llevaba una camisa azul cielo a cuadros abierta de los botones de arriba que lo hacían parecer varonil y muy sexy. Santiago, el hermano menor de David, tenía 11 años entonces, pero también estaba guapísimo ese día: llevaba una sudadera de manga corta con capucha, era un poco más bajo que su hermano, de piel más blanca, ojos color avellana, labios un poco más gruesos que los de David, cabello lacio y del mismo color castaño claro de su hermano. Con esos dos ejemplares de machos, ¿qué más podía pedir? 



Llegué ese día temprano en la mañana, pues había viajado toda la noche desde la ciudad hasta el pueblo cercano al rancho. Cuando baje del autobús, estaba un poco cansada, pero en cuanto ví a mis primos, creo que se me quitó y lo único que quería era tener un momento a solas con alguno de los dos. Santiago siempre fue más travieso y atrevido que David, que era un poco más serio, así que decidí empezar a buscarlo a él con la intención de que pudiera arrinconarlo solo en algún lugar del rancho para poder dar rienda suelta a mis bajos instintos. Por fin, lo encontré solo en las caballerizas, donde lo abordé y le dije: "Oye Santy, ¿quieres jugar un juego muy divertido que descubrí mientras estaba navengando en internet?". Y él me dijo: "Claro, ¿de que se trata?". Lo arrinconé contra la pared empujando su hombro con mi mano y le dije al oído: "Tú solo ponte flojito y cooperando". Me agache, le baje el cierre de su pantalón, saqué su verga, que era blanquita, delgada y muy flacida y la comencé a chupar. Y nervioso me preguntó: "¿Qué estas haciendo?".  A lo que lo respondí: "Dandóte algo que se siente muy rico, tu solo dejate consentir". Seguí chupando su verga, que de repente ya estaba bien paradita, mientras Santiago intentaba retirar mi cabeza de su entrepierna, pero no lo hizó con sufiente fuerza y comenzó a gemir, con lo que me dio a entender que le gustaba. Como tenía 11 años, no sabía en que momento iba a llegar al orgasmo ya que no podía expulsar semen, hasta que empezó a decir entre jadeos "que rico, que rico, sigue prima, ayyyy, que ricoooo", y supe en ese momento que debía parar. 



"¿Por qué te detuviste? Estaba sintiendo muy rico, hazmelo otra vez". Y yo le respondí: "Te voy a hacer algo mejor, ven conmigo". Lo llevé a un cubículo que estaba desocupado, cerré la puerta y le dije: "Quítate la ropa, yo también me voy a quitar la mía". Como estaba muy caliente y deseoso de más, no tardo en quitarse playera, pantalón y solo se dejó los boxers, de color gris con pelotas de beisbol, fútbol soccer, basquetbol y fútbol americano. Yo me quite las bragas de color rosa que llevaba puestas, me recosté y le dije señalando mi vagina, que ya estaba muy húmeda: "Ves este hoyito, quiero que metas tu verga bien paradita dentro de él". No tardó más de dos segundos desde que le dije y se recostó encima de mí, y torpemente llevó su pene a mi panocha, le ayudé y finalmente entro sin dificultad. Estuvimos un buen rato en ese jale, y de la nada Santy empezó a bombear dentro de mí, y el placer fue aumentando hasta que llegó el momento del orgasmo. Nos vestimos y nos salímos, pero no podíamos olvidar lo que habíamos hecho. 



A partir de entonces, nos volvimos amantes, si es que así se le puede llamar, puesto que aprovechavamos cualquier momento que estabamos solos para coger, incluso llegamos a coger hasta 10 veces al día. Lo hacíamos en las caballerizas, en una camioneta chatarra que estaba en la propiedad, a la hora de acostarnos, etc. Sin embargo, todavía deseaba cogerme con David, pero no encontraba la oportunidad. Además, era muy extenuante, pero Santy era muy respetuoso de cuando no quería.



Sin embargo, una noche alguien entró en mi habitación, pensé que era Santy que quería más sexo, pero era David. Y dijo muy decidido: "Los estaba espiando hace rato a mí hermano y a tí cerca de la carcacha, y se que han estado haciendo el amor, Y si no quieres que le diga a los abuelos, más vale que me des a mí lo mismo". Y yo le contesté: "Muy bien, estaba esperando este momento, quitate la ropa y entra a la cama".  Acto seguido, se quitó todo, dejando únicamente sus boxers rojos a cuadros, yo me levanté y me quité la pijama y las bragas, me recosté en la cama y mi primo se montó encima de mí. 



Empezó a penetrar mi vagina que ya estaba húmeda con su pene, y le pregunté: "¿Es la primera vez?", a lo que me dijo que sí. Quizá por la edad, era mas vigoroso que Santiago, y el placer era aún mayor. Y cuando finalmente estaba llegando a mí orgasmo, fue cuando sentí que un líquido caliente entraba dentro de mí. Era evidente que como David ya estaba entrando en la pubertad, a diferencia de su hermano, ya podía llenar mi vagina con su delicioso semen. Y la verdad es que era mejor, puesto que era como tener dos orgasmo en uno. Esa noche David me metió cinco veces su pene. Y le dije, "He visto videos de dos hombres que hacen el amor con una mujer". "Entonces, vamos a hacerlo los tres juntos, mañana que mis abuelos no van a estar en la casa". Y ese verano también fue mi primera orgía, pero esa será otra historia. 


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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