~~Alejandra dejó un mensaje en el buzón electrónico. Cuando Humberto lo abrió experimentó una sensación muy morbosa. En el mail, ella le decía que el día de nochevieja lo había pasado con su marido en casa, que él la desnudó sobándola los pechos y la entrepierna, que comenzaron por un 69, y que cuando ella le propuso lo de siempre, le untó mantequilla en el culo para metérsela profundamente, lo cual, con su consentimiento, hizo de seguido, ella sintiendo la mantequilla derretirse en su culo por su calor y por aquella presión que desfloraba su esfínter por vez primera. ¡Qué gusto! decía Alejandra en la carta, qué gusto aquella primera experiencia, y luego, por la noche, a duermevela, masturbarse hasta tres veces pensando en Humberto. No le contó la fantasía, pero la dejó estar, prometiendo intercambiarla por una de Humberto. Humberto recuerda ahora la última vez que hizo el amor con Alejandra. La verdad, como son amigos electrónicos, no se conocen, pero sí se han hablado alguna vez por teléfono. Humberto había viajado aquel día a Madrid y estaba solo en el hotel. Ella vivía separada y estaba sola en casa, sola y probablemente necesitada de afecto. Decidió llamarla: Hola, soy Humberto. Hombre, qué haces? Estoy en Madrid, solo. Te he echado de menos. Yo también a ti .(La voz de Alejandra revelaba una mujer sugerente llena de imaginación, y era una voz cálida, pero también divertida). ¿ Qué haces?. Es tarde. Estaba leyendo en la habitación. ¿ Qué llevas puesto?. Un camisón amarillo, transparente. ¿ Debajo? Nada, mi coño negro, que se ve desde fuera. ¿ No tienes frío?. Ahora no. . ¿ Tú? Estoy con la camisa del pijama, nada debajo. Es un pijama de seda, muy fino. Tengo la luz apagada y la persiana abierta. Estoy en penumbra y te necesito. Hummmmm. . ¿Te apetece?. Estoy sentadita sobre el colchón y arrastro mi sexo hacia atrás y hacia adelante pensando que estás conmigo. ¿ Qué haces tú? Me acaricio los muslos, pensando que mi mano es la tuya y que me quieres tomar el pene. Me gusta. Me encantaaaa, estoy húmeda, voy a manchar el camisón. ¿ Quieres que me lo quite?. Espera un poco, quiero que vayas a la cocina y busques un plátano. ¿ Lo tienes?. No. ¿ Y un cepillo para el pelo? Sí, claro. ¡Cógelo!. Coge miel también. Espera un momento. Humberto espera, y durante la espera la penumbra se hace densa, su mano frota sus muslos y la nalga, se vuelve sobre el colchón y piensa que la desea, que quiere hacer el amor con esa mujer al otro lado del teléfono. Ya está. Ahora puedes quitarte el camisón, pero muy lentamente, que lo notes deslizarse por tu piel. Primero quítate los tirantes y déjalo caer hasta tu vientre, luego restriega tu coño sobre el colchón, levántante y déjalo caer a los pies. Alejandra sigue las instrucciones de Humberto. Se deleita sintiendo el camisón por su cuerpo, casi la electriza, y su coño sobre la colcha deja un rastro líquido muy agresivo. Está muy excitada porque le gusta la voz de su amigo y porque a pesar de que no le conoce, le siente cercano, sabe que se preocupa por ella. Estoy excitadísima. Me encanta hacer esto contigo. A mí también. Úntate un poco de miel en el coño e imagina que es mi saliva, frótate por todos los lados con dos dedos como si fueran mi lengua, y luego mete miel en la profundidad de tu coño como si yo mismo entrara con mi boca. Así lo hace, se unta con dos dedos, sentada sobre la cama, con la espalda estirada hacia atrás, dejando caer la cabeza y el pelo, con los ojos cerrados, mientras él se toca el pene, ya erecto, y se acaricia imaginando que su mano es la de ella, que lo recorre. Aaahh, jadea, y él la oye desde lo lejos. Aaaah, me encanta, Humberto, tengo miel por todos los lados. Ahora coge el cepillo e imagina que soy yo. Túmbate, te voy a follar. No aguanto más. Ella se aproxima el cepillo por el mango y él, vuelto de espaldas sobre la almohada, acerca su pene hacia la ranura entre el almohadón y la propia almohada, esperando que llegue el momento de penetrarla. ¿ Lo tienes?. Sí. Dime. Qué hago. No aguanto más. Estoy caliente. Mételo poco a poco. Lo hace, mientras él introduce su polla en la almohada, imaginando que los pliegues que nota son los pliegues de la vagina de Alejandra. Ella siente la punta del pene de Alejandro en forma de cepillo, y luego, por el ensanche progresivo del cepillo, nota un primer espasmo que la llena de gloria. Me lo quiero meter todo. Espera, yo estoy metiéndola en la almohada. Noto tu piel arrugada. Te estoy follando. ¿ Te gusta?. Me encanta. sigue, penétrame más. Antes sácatela y chupa la miel. lámeme. Lo hace y él la saca de la almohada. Luego le insinúa que se vuelva a penetrar, esta vez hasta el fondo, y ambos amantes se sienten a través del cepillo y de la piel de la almohada. Te la he metido hasta el fondo, pero ahora voy a entrar y salir lentamente. Yo me lo saco y me lo meto lentamente. Oooooh. Me encanta, Fóllame Humberto, así. , así. , así. , me gusta. Quiero que me folles, así. Ya lo hago cariño, ¿me sientes?. Sí, sí. Te quiero, en la distancia, pero te quiero, me gusta follarte. Sigue. Estoy que ardo. Ahora voy más rápido una y otra vez. Y yo. Más y más, adentro, fuera, adentro, fuera, me voy a correr. Más rápido, métetela más rápido: Me quemo con la almohada, me abraso. Adentroooo, aaagggg, adentrooo, oooohhhh Más, más, me voy a correr, me quiero correr contigo. Ven. échame todo dentro. estoy a punto, me corro, yaaaaaaaaaaaa, ooooooooh Humerto te quierooooooo, cómo te quieroooo, Me he corrido, ¿y tú? Ayyyy, Ayyyy, me voy preciosa, me voy, qué gusto, Amor. Cielo. Qué pena que no te tenga ahí. Ya lo estás. Mucho más de lo que piensas. Un beso, Adiós. Llámame. Descuida.