Busqueda Avanzada
Buscar en:
Título
Autor
Relato
Ordenar por:
Mas reciente
Menos reciente
Título
Categoría:
Relato
Categoría: Fantasías

Curandote en salud (Mientras tu dormias)

Se acercó titiritando con somnolente caminar. Al acercarse distinguí su rostro pálido de labios atrevidos, de donde surcaba un helado humo suave que, como la brisa, me inquietó cuando, al caer ella sobre mí, me rozó la mejilla.
Estaba helada; probablemente llevaba horas deambulando por aquella boscosa montaña donde, por azar (y por fortuna), yo disfrutaba de mi cabaña. La adentré en mi refugio y la recosté boca arriba junto a la chimenea. Me costó alejarme de su radiante belleza al ir a buscar cerillas, pero me recompensé al observar, de rodillas a sus pies, que su morena y suave piel permitía el reflejo de la tenue luz que desprendían las llamas de la fogata que bailaban un ritmo extraño junto a nosotros dos. Esos atrevidos colores que se dilataban y brillaban sobre ella...
Estaba dormida, pero debía intuir, en sueños, que la vigilaba. La repasé de cabeza a pies: su cabello moreno-claro y largo le recorria la cara y las orejas, cruzando su nariz y sus rojos y arqueados labios hasta retorcerse en su cuello, antes de reposar en sus voluptuosos y redondos senos. A causa de la humedad de la nieve del exterior, su camiseta estaba impregnada de gotas, permitiendome divisar, de entre el reposo de su larga cabellera, sus pezoncitos duros, que me recordaban un caramelo, probablemente no solo por la forma. Por debajo de ellos, su cuerpo se reducía dando paso a la cintura mientras su espalda tomaba forma de arco. A continuación sus censurantes pantalones tejanos daban paso a mi imaginación antes de acompañar la silueta de sus largas y delgadas piernas concluidas por dos esculturales pies.
Por instantes, parecía despertarse, aunque sus movimientos bruscos resultavan ser simples espasmos que mi deseo empezaba a confundir con jadeos de placer. Al recostarme sobre ella para humedecerle la frente con un paño de agua tibia, posiblemente de forma accidental, topé mi nariz con su mejilla. Palpé el calor de su tenue cuerpo y quise conocer más. Acerqué mi cabeza suavemente y levemente, pero no lo suficiente levemente como para que mis labios no fregaran con los sullos. Moví mis labios hacia un lado para recorrer los suyos de derecha a izquierda, y de nuevo en sentido contrario. Estaban humedos y eran dulces; no pude evitar asomar mi lengua para comprobarlo. A continuación aproximé mi boca a su oreja con la intención de hacer lo mismo, pero un movimiento suyo amenazó con despertarla, por lo que reprimí mi curiosidad, aunque no pude sofocar que una leve ráfaga de mi aliento huemedeciese el parte inferior de su oreja, a lo que ella se extremeció y dejó sonar un suspiro de placer. Observé que sus dientes superiores presionaban suave y provocadoramente su labio inferior aunque reconocí que permanecía dormida. Me cuestioné por un instante su debía abandonar mi exploración, pero sentí que un mensaje telepático proveniente de ella me negaba tal licencia. Así, arrastré mis labios por debajo de su oreja hasta su cuello, donde dejé que mi lengua se arqueara hacia afuera y lo recorriera. Me pareció que retrocedía la cabeza hacia el lado contrario, pero no estuve seguro hasta que mordí suavemente su piel sobre el hombro derecho y vi que, a la vez que despegaba los labios para liberar un sonido aguidizado, su cuello se refugiaba en el hombro izquierdo y su cabeza se giraba mirando al suelo. Rozé con la yema de mis dedos su cabello desde la raíz, bajando por su cara, donde dejé que mi dedo índice recorriera sus labios, hasta sus senos donde, casi sin quererlo, su apretada camiseta blanca se quebró bajo mi palma y cedió a su cuerpo desnudo. Permití que fuera el dedo corazón el que llevara la iniciativa y empecé a recorrer su seno. Empecé por arriba y, haciendo eses, bajé poco a poco hastas llegar a un circulo más oscuro que contenía la fruta caramelizada a la que deseaba llegar. Una vez ahí, comencé a hacer círculos con la yema de mis dedos alrededor del pezón, pero sin tocarlo, cada vez más cerca, cada vez más cerca, pero sin tocarlo. Descubrí que sus manos estaban cerradas en puño con tremenda fuerza y que respiraba profundaente y con frecuencia. Era obvio que estaba excitada, igual que yo, y no pretendía defraudar a ninguno de los dos. Acerqué mis labios a la base de su seno, a la parte inferior y, dando latigazos con mi lengua, fuí acercándome a la cima. De nuevo me demostraba su placer ya que a cada golpe de lengua, arqueaba su espalda hinchando sus senos a la vez que pronunciaba la primera vocal del abecedario cada vez más aguda, cada vez más alta, cada vez de forma más prolongada. Al intuir la proximidad inminente de mi boca con su pezón, acerque mis labios y exhalé, a lo que ella jadeó agudamente y giró la cara hacia el otro lado. A continuación arrastré mi labio inferior húmedo por encima de la cara superior de pezón y gocé de su dureza y dulzura. Deseé tenerlo entre las llemas de mis dedos índice y pulgar así que decidí imitar el gesto con la boca: acerrqué la punta de mi lengua hacia la parte inferior de su pezón y mi labio superior a la parte superior y lo pellizqué muy suavemente y seguidamente, únicamente con la punta de la lengua, lo presioné, notando que el duro y dulce caramelo que mi saliva probaba se doblaba hacia arriba. De pronto me dí cuenta de que había estado absolutamente absorto en mi concentración, no percatándome, así, de que ella estaba exhalando continuos jadeos agudos y bruscos movimientos de cadera. Intenté pensar por un momento si mi siguiente movimiento no la llevaría a despertarse, pero mi excitación me impedía meditar, así que acerqué mi palma izquierda hacia su costado derecho y bruscamente la presioné contra su enorme seno, palpando así, en el centro mismo de mi mano, el volumen de su duro centro de placer y a continuación, casi simultaniamente, acosté mis labios sobre su seno izquierdo y los presioné a la vez que latigaba mi lengua en su pezon. SU cabeza comenzó a tambalearse de lado a lado y sus ojos se abrieron con fuerza, casi con tanta como su boca, que ahullaba gritos de placer al son de sus espasmos corporales. Decidí que era el momento de llevar a cabo la acción que tanto deseaba ejecutar. Presioné su pezón derecho entre mis dedos índice y pulgar, que se movían fregandose hacía delante y hacía detras, y a la vez, mis labios se doblaron de forma oclusiva y succionaron su seno izquierdo. Su cuerpo se arqueó como el de alguien que desea ascender a los cielos. Un chillido agudo, dulce, y casi seco emergió de por encima de su lengua y se fué fundiendo hasta convertirse en un exhasperado hilo de aliento a la vez que sus manos, que sin yo darme cuenta me estaban apretando la cabeza desde atrás hacia su cuerpo, perdían fuerza.
A continuación, solo silencio. Un poco de exhalaciones agotadas de la dulce figura que ante mí habia jadeado. Su vientre aún se inflaba y desinflaba con suma velocidad, pero parecía aminorar en una carrera hacia el descanso. Sus bellos ojos verdes me miraban gratamente abiertos, y me hacían cuestionarme si quería más. Y probablemente fuera así, pero el fuego se había apagado y debía volver a encenderlo. No entendía porqué me preocpuaba de su salud, pudiendo paliar mi excitación en ese mismo instante. Sentí con temor que aquella bella figura que helada y enferma había encontrado, desde su sueño y su calor me había mostrado el camino hacia el amor.
Datos del Relato
  • Autor: Irika
  • Código: 4071
  • Fecha: 26-08-2003
  • Categoría: Fantasías
  • Media: 4.04
  • Votos: 27
  • Envios: 2
  • Lecturas: 2821
  • Valoración:
  •  
Comentarios


Al añadir datos, entiendes y Aceptas las Condiciones de uso del Web y la Política de Privacidad para el uso del Web. Tu Ip es : 3.15.229.217

0 comentarios. Página 1 de 0
Tu cuenta
Boletin
Estadísticas
»Total Relatos: 38.525
»Autores Activos: 2.283
»Total Comentarios: 11.907
»Total Votos: 512.105
»Total Envios 21.927
»Total Lecturas 106.079.833