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Cuidado en el Metro

~~Ocurrió
 el día en que se celebra a San Judas Tadeo, lo recuerdo porque
 mi tía angeles y mi prima nancy se dirigían hacia la
 iglesia de este santo que se encuentra afuera del metro Hidalgo, para
 hacerlo utilizaron ese mismo sistema de transporte. Ese día
 las encontré justo en la puerta de salida de la estación
 zócalo, yo venía del trabajo y me dirigía hacia
 mi casa; al verlas inmediatamente las saludé y pregunté
 hacia dónde se dirigían, me comentaron a qué
 lugar se dirigían y mi inmediata reacción fue decidir
 acompañarlas, no como espontánea amabilidad sino impulsado
 por la presencia de mi prima, y en consecuencia a la que en ese momento,
 dadas las circunstancias, se me antojaba una magnifica oportunidad
 de cachondear con mi prima y en presencia de mi propia tía.
 Aquí
 debo explicar que si bien mi prima es muy fea y de pechos minúsculos,
 en compensación posee unas bien torneadas piernas que sirven
 de soporte al magnifico par de razones que hace inmediatamente exclamar
 a todos los hombres que la miran pasar: ¡qué buen culo!,
 o ¡qué ricas nalgas!. Y la verdad que mi prima, aún
 bajo su ropa, evidencia unas rotundas y majestuosas nalgas; redondas,
 alzadas y bien duras, pecaminosamente desafiantes y en la plenitud
 de sus 18 años. Pues
 bien regresé al andén junto con ellas y esperamos que
 llegara el tren. Mientras esto ocurría, las personas que iban
 llegando empezaban a aglomerar la estación, pues era una de
 las llamadas horas pico.
 Durante este momento también me percaté de que varios
 hombres, que estaban atrás de mi prima, miraban con insistente
 procacidad sus enormes y deliciosas nalgas, mismas que yo, en esos
 momentos, estaba deseando disfrutar enormemente. Premeditando
 la llegada del tren le propuse a mi tía que, si le parecía
 bien, nancy la tomara por los hombros y yo igualmente lo haría
 con los de mi prima, con la finalidad de que no nos separáramos
 durante el momento de subir al vagón, ya que en el andén
 se empezaban a aglomerar los pasajeros. A mi tía le pareció
 una buena idea, y acordamos hacerlo de esa manera que, como anexo
 a mis intenciones resultaba perfecta. En el momento que llegó
 el tren, procedimos de la manera acordada; y yo previendo la sospecha
 de que, al subir varias manos intentarían acariciar de manera
 "accidental" las nalgas ya mencionadas, procedí,
 al instante de abordar, a sujetarla con ambas manos por la cintura,
 así situé, a mi gusto, tanto a mi prima frente a mí
 y fuera de manos "incógnitas" como a sus deliciosas
 nalgas justo junto a mi verga. Una
 vez arriba y ya situados junto al tubo pasa manos, le pregunte a mi
 tía si no estaba muy incomoda, ella me contestó que
 no y que no me preocupara por ella, de tal manera que procedí
 a sujetar a mi prima con más firmeza, sintiendo con mayor deleite
 la curvatura y dureza de sus nalgas así como la rápida
 erección que me empezaban a causar. Finalmente al terminar
 de subir todas las personas quedamos completamente rodeados, lo que
 me exigía seguir pegado a mi prima, experimentando la placida
 sensación de unas ricas y duras nalgas que de tan combadas
 las sentía como un par de almohadones que se ofrecían
 a ser utilizados allí mismo, al instante les acomodé
 mi verga, que para esos momentos ya estaba totalmente dura y parada,
 amenazando salírseme de la bragueta como si presintiera su
 inminente entrada en acción. Al
 iniciar el tren su marcha, mi prima volteó y me pidió
 que no la fuera a soltar, y yo qué remedio; no la solté
 y tan sólo deje que el acompasado vaivén de la marcha
 marcara el ritmo con que tallaba mi verga contra sus nalgas, sintiendo
 cómo ese rico trasero me transportaba poco a poco al cielo.
 Entre
 tanto y por su parte mi prima dialogaba con mi tía; acerca
 de qué harían al llegar a la iglesia de san judas tadeo.
 Al mismo tiempo que simulaba no darse por enterada también
 levantaba suavemente su trasero brindándole el más cálido
 recibimiento a mi verga bien parada y encendida. Al principio nos
 movíamos suavemente y al unísono, con premeditada discreción,
 en movimientos circulares que yo remataba con ligeras estocadas buscando
 en medio de sus nalgas el botón de su culito. Así
 viajamos por unos minutos hasta llegar a la siguiente estación.
 En la que bajaron y subieron más personas, momento que utilicé
 para deslizar una mano hacia sus ricas nalgas. Al reiniciar la marcha
 las sujeté suavemente con toda la palma de mi mano, primero
 una y después la otra, alternándolas a discreción,
 para finalmente apretarlas con mayor fuerza. Fui hundiendo uno a uno
 todos mis dedos hasta el centro mismo de su culito. La
 faena fue fácil por ser su vestido de una tela muy suave y
 por contar con su grata colaboración. Debido al desplazamiento
 de personas que se acercaban hacía la puerta de salida, ante
 la inminente llegada, tuve que suspender este tratamiento para simplemente
 abrírselas de par en par, acto que fue muy fácil pues
 al tenerlas tan grandes se separaban con gran comodidad, y acomodarle
 nuevamente mi erecta verga, misma que nuevamente fue recibida del
 mejor talante. Al
 llegar a la estación, ya no me separé de sus nalgas,
 aunque algunas personas ya se percataban de mi faena. Nuevamente subieron
 más personas y yo aún antes de que comenzara el movimiento
 del tren le daba profundos pases como si supiera que con ello llegaría
 a lo más cálido de su tremendo culo. Al reiniciar el
 viaje mi prima volteó para decirme que en la próxima
 estación bajaríamos así que me avisaba que me
 preparará a bajar en pocos minutos. Para
 mí esto fue un aviso triste pues me había ya encariñado
 con su culito, así que me apresuré a terminar el trabajo.
 La sujeté aún con más firmeza y comencé
 a frotarle con enérgico ímpetu mi verga entre sus nalgas;
 ella a su vez se inclinaba hacia la ventana, para cerciorarse qué
 tan cerca estabamos de la siguiente estación, aunque en realidad
 buscaba acomodarse para facilitarme los embates sobre su delicioso
 culo, que para esos momentos emanaba un ardoroso calor. Una
 y otra vez en circulares y ascendentes frotamientos le manifestaba
 mi gruesa y dura verga, aún en los momentos en que nos acercamos
 hacia la salida en medio de las personas circundantes no di ni un
 segundo de tregua a la batalla que libraban su levantado culo y mi
 verga erecta. Durante
 un par de segundos, antes de bajar, ella volteó hacía
 mí con discreción y acariciándome la verga dijo
 que el viaje en mi compañía le había resultado
 de lo más lindo. Ya abajo del tren y entre la multitud rápidamente
 acomodé mi verga en mi pantalón para disimular su enloquecida
 erección. Acto seguido, llegamos a la puerta de la iglesia
 sitio donde pretendí despedirme, mientras mi prima se acercaba
 hacia la pila para tomar agua bendita y persignarse. Pero
 para mi regocijo mi tía me pidió que esperara a que
 terminaran el rosario que tendrían que rezar, para que las
 acompañara de regreso a casa. Por mi parte y ante la vista
 de las fabulosas nalgas de mi prima no me quedó más
 que aceptar gustoso, pues esa petición presagiaba inminentemente
 un nuevo deleite con el gran culo de mi prima que regresaba secundando
 la petición, con el argumento de que muy pocas veces se había
 sentido tan protegida al viajar por el metro de la ciudad de México.
 Imvito
 a todas las mujeres que viajan en el metro que si quieren que alguien
 las cuide durante su viaje yo estare complacido en hacerlo y veran
 que no se arrepentiran busco mujeres de 14 a 50 años no importa
 fisico solo busco que tengas un bonito y complaciente viaje en el
 METRO de la ciudad de mexico..
 Autor: Hector

Datos del Relato
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