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~~A menudo
nos suceden cosas inesperadas, sorprendentes, las cuales cambian radicalmente
nuestra opinión o punto de vista sobre personas a las que creíamos
conocer muy bien, y sobre las cuales descubrimos nuevas facetas, no
necesariamente desagradables. La historia que voy a relatar a continuación,
sucedió hace un año exactamente, en abril de 2003, en
Barcelona, y me sucedió a mi, un joven estudiante de veinte
y pocos años: Durante una semana entera, tenia que cursar un
seminario de Ciencias Sociales en la Universidad de Barcelona, yo
soy de fuera de la ciudad condal, y a menudo hago algún curso
relacionado con mi carrera allí. La cuestión, esta vez,
era aprovechar la posibilidad de alojarme en el piso que allí
comparte mi prima Carla con dos amigas. Poder pasar unos días
en Barcelona, sin necesidad de procurarme un hotel, o un albergue,
la verdad es que era una suerte.
El domingo por la noche, pues, llegue al piso de mi prima Carla, después
de un viaje en tren de prácticamente dos horas, y de un trasbordo
en metro, de la línea roja a la verde. Una vez en el piso,
Carla me enseño donde me podía instalar, ella me había
habilitado una habitación donde habitualmente solían
estudiar. La habitación no era muy grande, pero me bastaría
con eso, y más teniendo en cuenta la amabilidad con la cual
mi prima me lo había brindado. Me dijo que me instalara y que
me pusiera cómodo, que ella también se iba a poner cómoda,
y que si me apetecía tomar una cerveza mientras charlábamos
un rato en el comedor, ya que hacia tiempo que no nos veíamos.
Yo estaba realmente cansado, y no tenia muchas ganas de charlar, pero
me pareció de muy mala educación decir le que no, además,
tarde o temprano tenían que llegar sus dos compañeras
de piso, Maria y Meritxell, y yo me moría de curiosidad por
conocerlas.
Vacié mi maleta, y me cambié de ropa, los vaqueros que
llevaba, me estaban matando de calor, cuando terminé de vestirme
de nuevo, fui un momento al baño y me refresqué un poco
la cara, me sentía mejor. Cuando me estaba secando con la toalla,
limpia y perfumada, eche un vistazo al baño, impecablemente
limpió, y lleno de crema, aceites, maquillajes, etc. Todo aquello
que las chicas necesitan para esta al 200 por cien en cualquier momento.
Me fui hacia el comedor donde mi prima me esperaba, sentada en el
sofá, con un par de cervezas sobre una pequeña mesita
de madera. Hacia tiempo que no veía a mi prima, y fue en ese
momento cuando me percaté de lo que havia cambiado en ella.
Empezamos a hablar, pero yo estaba concentrado en otros menesteres:
sutilmente, y evitando que ella se percatara, iba observando cada
uno de sus atributos femeninos, los cuales eran desconocidos para
mi. El pijama que llevaba puesto, era holgado, pero no muy grueso,
lo cual me permitía vislumbrar unos pechos pequeños,
pero muy apetecibles, por supuesto ella se havia puesto cómoda,
estaba en su piso, y aparentemente no llevaba ropa interior. Sus piernas,
cruzada, y sobre las cuales estaba sentada, a la manera de los indios,
sujetaban la botella de cerveza, cuando mi prima no estaba bebiendo
de ella. De esta forma, el ombligo, visible gracias al corto jersey
del pijama, parecía el punto de una i imaginaria, formada con
la botella de cerveza.
De repente, se abrió la puerta del piso, y entraron una chica
y un chico, desconocidos para mi. Carla se levantó y les dio
un par de besos a cada uno, yo también me levanté, y
mi prima me presento: ella era Meritxell, y el Eric, su novio, venían
del cine, y parecían haber tomado más de una copa. No
tardaron ni 2 minutos en irse hacia la habitación, entre risas
y arrumacos. Eric, francés, era bastante alto, no tanto como
mi 1’95, y muy rubio, estaba de Erasmus en Barcelona, estudiando
en la UPC. Meritxell, tenia un culito respingon, y unos pechos exuberantes,
que desbordaban en la blusa que llevaba. Cuando entraron el la habitación,
empezaron a desnudar se supongo, ya que al cabo de unos pocos minutos,
ya se oían gritos de placer. Mi prima, no le dio ninguna importancia,
y siguió explicándome que era de su vida.
Al cabo de un rato, Carla se percató de que se me estaban empezando
a cerrar los ojos, y me pregunto si quería irme ya a dormir,
yo le confesé la verdad, que estaba muy cansado, y ambos nos
fuimos a la cama. Me puse a dormir, y tardé muy poco en conciliar
el sueño, estaba exhausto, y quería descansar, pera
poder aprovechar al máximo el seminario de aquella semana.
A la mañana siguiente, me levanté a las ocho, las puertas
de las otras tres habitaciones estaban cerradas, supuse pues que todo
el mundo dormía, me fui al baño, me pegue una buena
ducha, desayune, y me dirigí en metro a la Universidad. Mi
prima me había dado una copia de las llaves del piso, de esta
manera podía salir y entrar cuando me apeteciera.
El seminario empezó con retraso, pero estaba cumpliendo mis
expectativas, y resulto ser muy interesante ya el primer día.
Conocía a algunos de los demás estudiantes que estaban
en el seminario, y durante los tres primeros días, lunes, martes,
y miércoles, comí y cene con ellos en un restaurante
cercano a la Universidad. Llegaba ya tarde al piso de mi prima, y
no tuve la oportunidad de charlar mucho más con ella, ni con
sus compañeras de piso, eso si, conocí a Maria: pelo
castaño, delgadita, pero con todo en su sitio, lo que más
me gusto de ella, a parte de su melena castaña, fueron sus
ojazos color miel, preciosos.
El jueves por la mañana, era la última sesión
del seminario, la clausura, después de tres días intensos.
Yo me había propuesto quedarme también el viernes, para
poder visitar un poco Barcelona, ya que no iba por allí muy
a menudo. Me levanté, pues, el jueves por la mañana,
y me dirigí a la ducha, con mi toalla y en calzoncillos, como
había hecho cada mañana. Cuando quise abrir la puerta
del baño, me percaté de que estaba cerrada, alguien
estaba dentro. Inmediatamente se abrió la puerta, y el vapor
de agua concentrado en el baño salió hacia el pasillo.
Era Meritxell que salía de la ducha, acicalada única
y exclusivamente con un escueto albornoz, que aún no se había
abrochado, con lo cual pude ver perfectamente los grandes pechos que
días atrás ya había intuido dentro de su blusa.
Pude ver más, y a ella no pareció importarle, al contrario,
se acerco a mi, me dio los buenos días y dos besos mientras
se abrochaba el albornoz. Yo le di los buenos días también,
y cuando ella ya había entrado en su habitación, yo
me metí en el baño. Cuando cerraba la puerta del baño,
ya notaba la erección que me había producido aquel encuentro
fortuito. Me metí rápidamente debajo del agua, abriendo
más de lo normal el grifo de la fría. Conseguí
hacer remitir la erección, aunque no con un poco de dificultad.
Salí de la ducha, y pasé la toalla por el espejo para
poder peinarme, de pronto me di cuenta de que al lado del jabón
de manos, había una pieza de lencería, la cogí:
era un tanga, azul marino eléctrico, pequeñísimo,
de aquellos que únicamente llevan las mujeres que se depilan
todo el bello púbico. Seguro que era de Meritxell, seguro que
se lo había olvidado al salir de la ducha y encontrar se conmigo
en la puerta. Volvía a notar una erección importante.
Deje el tanga donde lo había encontrado, me peiné, y
salí del baño envuelto en la toalla, con mis calzoncillos
en una mano, y intentando disimular la erección con la otra.
Cuando abrí la puerta, Meritxell estaba fuera esperando:
Me parece que he olvidado algo dentro. –dijo ella
A sí, no me he fijado. –contesté yo, aparentando
sorpresa, y intentando disimular mi erección
Tranquilo, ahora lo miro.
Me miro de arriba abajo, mientras yo pasaba junto a ella, en dirección
a mi habitación, luego yo me metí dentro, con una erección
inmensa, y con prisa, ya que tenia el tiempo justo para desayunar
algo, coger el metro y llegar a la Universidad a las nueve.
Durante el viaje en metro hasta la universidad, no pude sacar me de
la cabeza lo sucedido, aquel cuerpo mojado y esbelto que se abalanzaba
hacia a mi para darme los buenos días, pero cuando llegue al
seminario, todo se me olvidó. Me interesaba mucho aquella última
conferencia, relacionada con los años de la transición
española, uno de los temas que más me apasiona. Se termino
la jornada de clausura, y todo el mundo empezó a marchar se,
todo el mundo que yo conocía, ya había planeado coger
el tren aquella misma tarde del jueves, excepto un chico que se quedaba
en Barcelona, pero para ir con su novia al teatro. Me volví
al piso de mi prima a eso de las cinco, y me la encontré a
ella merendando. Me pregunto si me apetecía comer algo, y le
contesté que no, que prefería echarme un rato, estaba
un poco cansado. Antes de que me metiera en la habitación me
pregunto que si prefería salir aquella noche, o cenar en el
piso con ella, Maria y Meritxell, mi prima sabe que me chifla cocinar,
y que no dejaría perder esa oportunidad para hacer una buena
cena para los cuatro, y de paso agradecerles su hospitalidad. Quedamos
así pues, yo me echaría un rato, después saldría
a comprar lo necesario para preparar la cena, y Clara se encargaba
de la bebida, así les daríamos una sorpresa a Maria
y Meritxell. Además yo tenia un poco de Marihuana, nos la podríamos
fumar en la sobremesa charlando un poco. A Clara le pareció
muy buena idea, y salió a hacer unos recados, yo me eche un
rato.
Para cenar preparé una buena ensalada de entrante, y de plato
fuerte, unas berenjenas rellenas de carne y gratinadas al horno con
queso y una bechamel especialidad del menda. Me gusta comer bien,
y a menudo, la única manera de conseguirlo cuando estas fuera
de casa, es aprendiendo los trucos de las madres, tal vez las mejores
cocineras del mundo después de Ferran Adrià.
Carla puso la mesa, y cuando llegaron sus dos compañeras, ya
estaba todo preparado, con la primera botellita de vino abierta sobre
la mesa, de la cual ya habíamos empezado a beber nosotros dos.
Nos sentamos a cenar, y las tres cantaron alabanzas del chef, y de
lo bueno que estaba todo, yo se lo agradecí llenándoles
las copas de vino cada vez que estas se vaciaban. De postre comimos
helado, y hablamos de cantidad de cosas que no recuerdo, lo que si
recuerdo, es el efecto que a los cuatro nos estaba produciendo el
vino, teníamos calor, los mofletes rojos del vino, y nos habíamos
despojado todos de nuestros jerséis. Cuando Meritxell se quito
el suyo, y se asomaron sus pechos en el top que llevaba debajo, yo
recordé lo ocurrido por la mañana, la erección
matutina volvió a hacer acto de presencia. Se termino el vino
y el helado, mi prima saco vodka y otros licores, y empezamos a beber
chupitos, mientras yo preparaba el primer porro de la noche. Cuando
todavía no había terminado de liar el porro, Maria se
levanto, y fue a buscar unas cartas, las dejo delante de mi prima,
y las tres me miraron a la vez. Yo no sabia que cara poner. Mi prima
me dijo que si me apetecía jugar con ellas al strip póquer,
yo me quede a cuadros, sin saber que contestar. De pronto Maria dijo
que ella también quería ver, como mínimo lo que
había visto Meritxell por la mañana, y esta última
dijo que ella quería ver más de lo que había
visto por la mañana. Yo encendí el porro, evitando poner
cara de sorpresa e incredulidad, y con el rostro serio y reflexivo,
hice una calada, las miré a las tres, y les dije que se prepararan
para perder una tras otra, todas las piezas de ropa que llevaban encima.
Sacamos los platos de la mesa, y nos sentamos en almohadas alrededor
de la mesita que había junto al sofá, sólo cogimos
los licores, y un fino mantel para jugar al strip póquer. Por
supuesto, yo jugaba con desventaja, las tres irían a por mi,
por esa razón, me propuse concentrar me en el juego, para no
quedar me desnudo en un santiamén. Preparé un par de
porros más, bien cargaditos, con la intención de influir
a mi favor en el juego, y propuse un brindis antes de empezar, en
el cual prometimos jugar limpio. Empezó la partida, yo repartía
mientras ellas observaban atentamente todos mis movimientos, a la
vez que se pasaban el primer porro. El humo empezaba a nublar la habitación.
La primera mano fue nefasta para mi, gano mi prima, Carla, y yo me
quite los zapatos, la cosa empezaba fatal. A continuación la
cosa se enderezo, gane cuatro manos seguidas, y ninguno llevaba ya
zapatos, y Maritxell, la única que llevaba falda, también
se había quitado las medias, muy sensualmente, por cierto.
Mi erección bajo los vaqueros, era bastante evidente, y si
entraba en una racha mala quedaría a la vista de mis tres rivales.
Maria y mi prima ganaron las dos manos siguientes, y yo me quite los
calcetines, y el reloj. Me permitieron usar el reloj y una cadena
que llevaba habitualmente en el cuello como prendas, para compensar
un poco mi desventaja. Necesitaba un golpe de suerte, o me iba a quedar
con las ganas de verlas como su madre las trajo al mundo. Así
fue, ni yo me lo creía, gané seis manos seguidas: en
las dos primeras Maria y mi prima se quitaron los calcetines. Luego
me concentre en Meritxell, la cual se quito la falda en la tercera
mano que gané, y el top en la cuarta. Me dio un poco de vergüenza
seguir por ese camino, aunque me moría de ganas de volver a
ver aquellos pechos exuberantes y preciosos, así que en la
quinta y sexta mano Maria y mi prima se quitaron los vaqueros. Tenia
que ganar dos manos más, y decidir a cual de las tres le quería
ver los pechos primero. De momento, tenia ante mi tres bellezas, una
en ropa interior, con un tanga rosa, y las otras dos, en camiseta,
y con sendos tangas blancos. Aquí fue cuando la cosa se torció:
primero gano Meritxell dos manos seguidas, no había ganado
ni una hasta el momento, me quite primero la cadena del cuello, y
luego la camiseta. Cada vez que una de ellas ganaba una mano, se servían
un chupito y brindaban a mi salud. Luego gano mi prima una mano, y
les pedí que si me dejaban usar el cinturón como prenda.
Se miraron, sonrieron, y mi prima dijo que sí, que de todas
formas me lo iban a ir quitando todo. A continuación gane yo
una mano, y mi prima se quito la camiseta, sus pechos no parecían
tan pequeños con el sujetador que llevaba puesto. Las dos manos
siguientes las ganaron Maria y Meritxell, y a mi ya sólo me
quedaban los vaqueros y los calzoncillos, o sea que había perdido.
Primero, me saqué los vaqueros, lentamente, y las tres sonrieron,
e hicieron comentarios nada desagradables de la erección que
me oprimía los calzoncillos. Meritxell me miro a los ojos y
dijo:
Aún está más grande que esta mañana
chicas.
Y espérate a que lo veamos sin calzoncillos dijo mi prima
Ya mismo –comento Maria Estaba perdido, y cuando Meritxell
gano la siguiente mano, les pregunté si realmente querían
que me sacara los calzoncillos.
Por su puesto, lo estamos deseando –contestaron las tres al
unísono Como ya he dicho antes, soy bastante alto, y no tengo
un cuerpo diez, pero no me falta de nada, o sea que me tome un chupito,
le hice un par de caladas al porro que tenia en aquel momento en la
mano, se lo pase a Maria, y me dispuse a quitarme los calzoncillos.
Ellas apartaron la mesita de madera, sobre la cual estábamos
jugando con las cartas, y me pidieron que me quitara los calzoncillos
de espaldas a ellas, y que luego me girara. Así lo hice, las
tres aplaudieron al ver mi trasero, y la ovación y los comentarios
subieron de tono cuando me gire y pudieron contemplar mi erección
en todo su esplendor. Yo que hacia rato que notaba los efectos del
alcohol y de la Marihuana, me sentía bien, y orgulloso de mi
erección. De pronto, Meritxell les dijo algo a la oreja a Carla
y a Maria, y a continuación se dirigió a mi:
Has perdido, pero como eras uno contra tres, te vamos a compensar
la desventaja con un regalo.
Un regalo? Qué clase de regalo? –pregunte yo
Tu tranquilo y siéntate en el sofá –dijo mi
prima mientras Maria me daba un empujón que me hizo caer en
el sofá de golpe Estaban las tres enfrente de mi, las tres
en ropa interior, y Maria con la camiseta. Mi prima cambio el CD,
y las tres empezaron a moverse al ritmo de Bob Marley. No me lo podía
creer, yo estaba totalmente desnudo, y mi prima y sus dos compañeras
de piso, tres chicas nada despreciables, bailando enfrente de mi,
uf, que calor! Primero le quitaron la camiseta a Maria, y luego, de
espaldas a mi se quitaron los respectivos sujetadores. Cuando se giraron,
ya sin sujetadores, pude contemplar todo el esplendor de sus pechos,
de diferentes medidas, pero todos muy apetecibles. Sólo faltaban
los tangas, las tres se giraron de espaldas a mi otra vez, la última
en hacerlo fue mi prima, la cual contemplaba fija y descaradamente
mi erección, luego me miro a los ojos, sonrió y también
se giro. Lentamente, las tres a la vez, empezaron a bajar los tangas
por sus largas piernas, cuando ya los tenían en los pies, los
cogieron, y antes de girar se hacia mi, me los tiraron. Cuando se
giraron, yo estaba apunto de explotar: Meritxell, como ya supuse por
lo pequeño de su tanga, azul marino eléctrico, que encontré
en el baño por la mañana, iba totalmente rasurada, no
tenia ni un pelo. Maria y Carla, mi prima, tenían un poco de
bello, cortado de la misma manera, al estilo brasileño me dijeron
luego, con una fina franja de bello muy corto. Mi prima me miro a
los ojos y me pregunto:
Cual de la tres te gusta más primito?
Las tres, sin duda estáis las tres preciosas. respondí
yo Además era cierto, no sabría decir cual de las tres
estaba más apetecible en ese momento. Meritxell, se acerco
hacia mi:
Te apetece chapármelo un rato.
Por supuesto. –respondí yo contemplando sus exuberantes
pechos Se puso enfrente de mi, y empecé a acariciarla con
las manos, cuando le toque los pechos, sus pezones se pusieron muy
duros, erguidos entre mis dedos, ese era el momento de empezar a pasarle
la lengua por las ingles, cuidadosamente depiladas. Mientras yo disfrutaba
con el sabor perfumado del sexo de Meritxell, ella les dijo a mi prima
y a Maria, que no se aburriera, que aprovecharan el tiempo. Se empezaron
a besar, y se acomodaron justo a nuestro lado. Maria, mientras besaba
a mi prima, me agarro la polla, y empezó a masturbarme. Ni
en mis mejores sueños había soñado con una situación
parecida, no me lo podía creer. Meritxell me pidió que
me tendiera en el suelo, encima de las almohadas, y así lo
hice, ella se puso encima de mi, de manera que yo le pudiera chupar
el coño, mientras ella hacia lo propio con mi polla. En esta
posición, podía observar perfectamente, como en el sofá,
Maria le comía en coño a mi prima, mientras esta contemplaba
las evoluciones de Maritxell, y mías en el suelo. No lo dude
ni un instante, y cuando Meritxell ya se había corrido una
vez gracias a mis lametazos, empecé a lamerle el culo, su respuesta
fue en forma de gemidos de placer, le estaba encantando, tanto o más
que a mi. Yo seguía aguantando, aunque no por mucho tiempo.
De repente Meritxell se levanto, y se fue junto a mi prima, mientras
Maria venia hacia mi. Se puso también encima de mi, en la misma
posición, y yo le empecé a comer el coño. Estaba
disfrutando como el que más. Meritxell, también se había
montado un sesenta y nueve con mi prima, y toda la habitación
empezaba a oler a sexo, un olor muy agradable. Después de varios
cambios de posición, y de masturbarnos los unos a los otros,
yo ya no podía más, me iba a correr. Meritxell me pidió
que me sentara, y empezó a chapármela mientras mi prima
y Maria se lo montaban enfrente de mi, me corrí al instante,
y ella, se lo trago todo, fue una de las mejores corridas de mi vida.
Luego, una a una, me dieron dos besos, y las buenas noches, y se fueron
a la cama. Yo estaba exhausto, aunque aún tenia ganas de sexo,
pero ellas mandaban, así que recogí mi ropa, me hice
un último porro, y me fui a mi habitación a fumármelo.
Cuando ya me lo estaba terminando, y prácticamente me había
dormido, se abrió la puerta de mi habitación, era Carla,
mi prima, desnuda aún:
Te importa que entre, Meritxell y Maria están en mi habitación
montándoselo, pero yo prefiero pasar la noche contigo.
No sabia que contestar, pasar la noche con ella era una posibilidad
genial, pero era mi prima, Carla, la nieta preferida de nuestra abuela.
Y que más daba, éramos jóvenes, adultos, y con
ganas de sexo, ella era preciosa, y que mejor que complacernos mutuamente.
Cogió el porro, hizo la última calada, y lo apago, se
tendió junto a mi, y empezamos a besarnos, y a acariciarnos.
Fue una noche maravillosa, de aquellas que no se olvidan. Caricias,
sexo y más sexo. terminamos por la mañana duchándonos
juntos, y tomando un buen desayuno, mientras comentábamos lo
bien que lo habíamos pasado juntos aquella noche. Maria y Meritxell
no salieron de la habitación hasta pasado el mediodía,
desnudas aún, y con una sonrisa de felicidad de oreja a oreja.
Des de aquel día, hay mucha confianza entre los cuatro, y el
secreto que tenemos nos une, y he de confesar, que aunque he intentado
salir con alguna chica, los encuentros que aún tenemos de vez
en cuando, menos a menudo de lo que nos gustaría, me hacen
desistir de mantener ninguna otra relación. Creo que estoy
enamorado de las tres, y se lo he dicho alguna vez. A ellas les gusta
la idea de compartirme, aunque tengo que confesar que mi prima Carla,
es mi preferida, con ella. no se como describir lo. Ya os contaré
algún que otro encuentro más con estas tres bellezas.
Salud y Sexo!
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