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El destino tiene preparados caminos misteriosos, y el mio estaba derechamente ligado a los autos. Muchas de mis experiencias sexuales habian sucedido arriba de un vehiculo. Las habia tenido buenas y malas, pero hubo una que fue realmente inolvidable.
Acontecio un fin de semana nos pusimos de acuerdo con Beatriz, para ir a la playa. Ella desde hacia algun tiempo se habia transformado en mi mejor amiga y habíamos compartido todo tipo de aventuras. Así que ese fin de semana, sacamos los pasajes y nos fuimos a Algarrobo, a carretear un poco, el alojamiento no era problema pues mi familia tenia una casa alli. Después de llegar, nos pusimos nuestros trajes de baño y partimos a la playa. Duarnte la tarde tuvimos la oportunidad de conocer a unos argentinos, que estaban buenísimos, eran dos, uno muy rubio, de ojos verdes y muy tostado de sol, y el otro un poco más bajo, moreno, y con un cuerpo sensacional. Nos hicimos muy amigos, ellos eran entretenidisimos y muy galantes, pienso que el interés de ellos, no era solo por nuestra simpatía, porque modestia aparte tanto yo como Beatriz, somos bastante estupendas, y nunca nos habian faltado hombres a nuestro alrededor.
Nos pusimos de acuerdo en salir a bailar esa noche, nosotras nos arreglamos para vernos radiantes y por supuesto para conquistar a Mauricio y a José Luis, nuestros nuevos amigos. En la disco, hubo que decidirse, quien con quien, así que Beatriz eligió a José Luis, el moreno, y yo me quede con Mauricio, el más alto. Estuvimos en la típica sesión de enganche y de controlados toquecitos. Mientras avanzaba la hora, Mauricio se había entusiasmado mucho, y se le notaba en su pantalón, que cada vez se abultaba más, la verdad es que yo tampoco lo hacia mal, solo que el único que notaba mi entusiasmo, era mi calzón que se estaba mojándose cada vez más, José Luis y Beatriz, parecían menos apasionados, pero igual estaban pasándolo muy bien.
Después de bailar y agarrar, como hasta las dos de la mañana, salimos de la disco. El que manejaba era José Luis, así que yo tenia a Mauricio, solo ocupado de mi cuerpo en el asiento de atrás. Mientras nos metíamos mano con Mauricio, les propusimos a los otros que fuésemos a la playa de Mirasol, para compartir un poco más, esta playa es muy amplia y muy solitaria en la noche, así que era perfecta para terminar lo recién comenzado. Cuando llegamos, Mauricio me empezó a recorrer por todos lados con sus manos, me abrió la blusa y no solo me toco las tetas sino que comenzó a chupármelas. Su boca y su lengua parecían estar fundidas a mis senos, chupaba golosamente una y otra teta, al tiempo que me pedía que se la tocarais como rogándome, por supuesto sus caricias y solicitudes rápidamente me pusieron muy a punto, así que no me quede atrás y le saque su verga, del pantalón y comencé a tocársela y a apretársela, mientras lo hacia me dieron unas ganas locas de mamársela.
Por fin tenia su aparato a mi disposición, mucho más soberbio de lo que había imaginado, pletórico, erguido hacia arriba, de un tamaño y grosor que me provocaba escalofríos. Se me antojo que yo y mi adorable cuevita no podíamos dejar de recibir ese atractivo visitante.
Mi mano ascendía y descendía aferrada a su endurecido instrumento, que estaba duro como el acero. Al contacto con mi mano, Mauricio sentía que olas de lujuria incontenible le invadían. La expresión de su rostro se suavizo sus manos dejaron de temblar y me miraba expectante de deseo. Continúe echando suavemente hacia atrás y hacia adelante la piel de su instrumento de placer que tenia firmemente aferrado en mi mano, acerque mi cabeza abrí mis labios y me introduje toda aquella verga. Empece a mover la cabeza en ardoroso vaivén mientras mi lengua rozaba los puntos los puntos más sensibles de la virilidad de Mauricio. Estaba en completa posesión de ese mango musculoso, firme, elástico y cálido y lo repasaba ávidamente con mi lengua.
Mientras lo atendía decididamente, dándole una apariencia lustrosa con mi saliva, aspiraba el olor que se desprendía del sensual conjunto que tenia ante mi, cosa que aumentaba mi excitación.
Me despreocupe de los otros dos, hasta que sentimos unos forcejeo extraños y a Beatriz que se bajaba del auto, mandando a la cresta, a José Luis. El no se explicaba que había pasado. Mientras Beatriz se sentaba en la arena sola, yo muy atrevida y excitada le dije que no se preocupara, porque si Mauricio no tenia problema, él podía pasarse al asiento de atrás, porque yo perfectamente podía estar con los dos.
Mauricio no puso obstáculos y José Luis se paso para atrás juntándose con nosotros. Yo recomencé con la chupada que le estaba dando a Mauro, mientras José Luis tímidamente al principio, me tocaba las nalgas y mi vagina por entre la ropa. Sentir mis tetas tocadas por uno y mis nalgas por el otro me puso más caliente que nunca, y les dije que quería verlos desnudos. José Luis se quito rápidamente la ropa, y casi me desmayo cuando le vi su pene, era una cosa tremenda, debe haber tenido por lo menos 22 cm., y era muy gruesa.
No resistí la curiosidad e inmediatamente se la agarré y trate de metérmela en la boca, cosa que no fue fácil debido a su grosor. Agarré con fuerza el grueso y adorado tormento y presionándolo varias veces, lo fui introduciendo suavemente en mi boca. Fue casi como si estuviera perdiendo nuevamente mi virginidad ya que el tamaño del instrumento me obligaba a separar bastante los labios para recibirlo y sentir su ardiente extremo sobre mi lengua. Creí que no iba a poder abarcarlo, pero pronto lo acomodé sosteniéndolo firmemente con mis manos. El miembro solo había entrado hasta la mitad, aumente mi producción de saliva, y logre hacerlo resbalar un poco más adentro.
Mauricio termino de desvestirse y mientras yo se la chupaba a su amigo, él termino de bajarme los calzones, y se acomodo entre mis nalgas, chupándome desaforadamente todo lo que tenia a su alcance. Separe al máximo mis piernas y sentí su cabeza hundirse entre mis muslos, mientras con la lengua penetraba delicadamente mi vulva. Empece a mover mis caderas al compás de su lengua. El se concentro en lamerme el clítoris, dando suaves quejidos de placer baje mis manos y aparté lo que más pude los labios vaginales que protegían el botoncito goloso de mi vulva. El abrió la boca y me chupo ansiosamente desde el borde superior de mi conchita hasta donde casi se juntas las entradas de placer.
Acomodando su lengua, la hundió dentro de mi rosada y jugosa abertura, separando con sus labios mi espesa mata de pelos rizados y oscuros. Con los dedos me abrió bien la abertura, respirando la fragancia que emanaba de mi sexo. Con desesperada lujuria hundió más la cabeza en mi pozo de placer. Di incontrolables gemidos de deleite, cuando su boca toco las partes más sensitivas y recónditas de mi sexualidad.
Yo seguía alucinada con el pene de José Luis, trataba de metérmela lo que más podía en mi boca, pero por más empeño que hacia quedaba casi todo su tronco afuera. Al sentirlo así latiendo en el interior de mi boca, comencé a mover nuevamente mi cabeza, en un vaivén de arriba a abajo, sin dejar escapar ese bocado, infinitamente más sabroso de lo que había imaginado. Yo lo paladeaba y succionaba con fuerza, hasta que sentí que su carnoso glande esponjoso chocaba contra mi paladar. Totalmente lubricado con mi saliva y con sus propios jugos, el robusto aparato entraba y salía rítmicamente de mi boca, atragantándome maravillosamente con ese bocado sabroso y voluminoso.
Mauricio se acomodo detrás mío, y comenzó a penetrarme suavemente, pude sentir como se introducía suavemente, la cabeza de su pene se mojo rápidamente con mis jugos, y comenzó a introducirse, le dije suavemente que lo hiciera con cuidado porque yo era muy estrecha, cuando lo metió por completo comenzó a moverse atrás y adelante dándome profundas estocadas, en una culeada exquisita, mientras me la metía, con sus manos apretaba delicadamente mis pezones.
Saque el pene de la boca y comencé a pajearlo con fuerza y rapidez pues quería saber cuanto semen podía salir de esa tremenda cosa, claro que por otro lado también me interesaba saber si yo podía tragarme en mi vagina ese monstruo. Una frenética fiebre me invadió, me pidió que le acariciara aquella cosa dura y excitante con mis senos, los acerque a ese inmenso y delicioso miembro, y puse aquel monstruo entre mis pechos por maravillosos momentos, durante el cual José Luis me refregaba y presionaba mis pezones deliciosamente, mientras yo con mis manos apretaba mis tetas, él hacia resbalar toda la extensión de su miembro entre medio de ellas, la punta de su pene rozaba mi barbilla y yo alcanzaba sin problemas a pasarle la lengua por la enrojecida cabezota.
En tanto José Luis se pajeaba en mis tetas, yo apretaba mis caderas contra José Luis, que me estrujaba las nalgas con las manos, sentía como la excitación corría por mis venas a pasos acelerados en respuesta a las múltiples caricias de ellos. Me manoseaban los senos, las caderas, las nalgas, los muslos. José Luis se acomodo y beso mis pechos, empujando un pezón hacia dentro con la lengua y moviendo su boca en forma circular por alrededor de las rosadas puntas de mis deseosos senos.
Mauricio acelero sus movimientos y no tuve duda que pronto estallaría dentro mío, unos breves instantes después exploto en mi interior, empujando intensamente contra mis nalgas por cada chorro que me daba. Había llegado el momento de José Luis y quise salir de dudas si verdaderamente podía tragarme ese inmenso embolo.
Me monte encima de él, a fin de poder controlar la penetración, lo agarre con una mano y deje que me lo metiera centímetro por centímetro, hasta que sentí que ya no podía entrar ni un poco más, pero como estaba tan cerca de tocar sus pendejos, hice otro empeño y me la metí tan adentro que los vellos pubicos de nuestros sexos se confundieron en un solo bosque.
Creo que fue debido al semen que Mauricio me había echado antes, que me la pude tragar con tanta facilidad. El había expulsado tanto semen en mi interior, que se me escurría por los lados mientras me montaba el garrote de José Luis.
Yo me agitaba desesperadamente mientras brincaba violentamente sobre él, bombeando como si quisiera sacármela por la boca, cerrando los ojos me dejaba caer cuando sentía que él empujaba hacia arriba. José Luis adivino por mis gestos que me estaba dando como a mi me gustaba y tomándome por la cintura, me ayudaba a caer con más fuerza sobre su durísima erección. Mi lujuria alcanzo un grado increíble, gritaba, gemía y jadeaba desesperadamente, mientras que mordiéndome los labios me contraía espasmódicamente en tanto todos mis sentidos se concentraban en mi vagina.
Le pedí a José Luis, que me avisara cuando fuera a terminar, porque quería mirar su eyaculación, después de una tremenda cabalgata encima de ese monstruo, José Luis me dijo que iba a acabar. Me lo saque de la vagina y lo empece a pajear para ayudarlo. Con los ojos abiertos como hipnotizado él empezó a derramarse, cuando exploto salió tal cantidad de semen que parecía una manguera lanzando semen contra mi estomago, me mojo desde el ombligo hasta mis pendejos dejando totalmente regado mi cuerpo de semen.
En esa misma posición me metí los dedos en mi clítoris y obtuve una acabada maravillosa, fue tan abundante que ambos quedamos con los muslos empapados de nuestros fluidos, mientras su amigo miraba extasiado y tocaba sin cesar el resto de mi cuerpo.
Por supuesto ellos querían continuar "la joda", pero pensando en la hora y en Beatriz decidí que nos fuéramos. Fui a buscar a Beatriz, después de habernos vestido, y ellos nos fueron a dejar. Al otro día, me apareció la vergüenza y le pedí a Beatriz que fuésemos a otra playa pues no me atrevía a verlos nuevamente, después de la puteria que me había mandado. Beatriz me confidenció, que le había dicho a José Luis que estaba con la regla, así que solo podía chupársela, y que él le había contestado que si ella lo dejaba podía metérsela por el culo. Me imagino que ante la propuesta de meterse ese inmenso monstruo sexual por atrás, yo también lo habría mandado a la cresta ¿ o quizás no ?.
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