¡¡¡Cornudo por segunda ocasión!!!
¿Te acuerdas del señor que me invito a tomar un café en la plaza de las artesanías? Fue quien me pidió ayuda para comprar unos presentes a su familia, me dijo mi esposa. Sucede que me invita a un café el día de mañana por la tarde y me gustaría asistir a esta cita.
Después de deliberaciones, que no vienen al caso citar aquí, acordamos que la llevaría al punto de reunión y que estaría atento a cualquier imprevisto que pudiera suceder. Iba nerviosa. Era su primera salida posterior a su debut con otro hombre (leer el relato “Al fin cornudo”). Su atuendo era normal, como la de cualquier señora madura recatada; Pataleta y brasier de media copa ambos de color negro, vestido floreado de color verde con vivos blanco arriba de las rodillas y zapatillas que resaltaban sus magníficos chamorros y permitían un leve bamboleo de sus glúteos al caminar. Bajó en la puerta del snack-bar y me dirigí a estacionar el vehículo haciendo un tiempo prudente para mi ingreso. Estaban sentados casi al fondo del local. Busque una mesa atrás de ella pero retirado para no importunarla con mi presencia. Ordene mi bebida y saque mi libro de bolsillo para despistar. Los dos estaban sentados de frente, con la mesa de por medio, enfrascados en amena platica. El, un tipo maduro, no mal parecido, vestimenta casual, sencilla pero limpia, atento con mi consorte y aparentemente buen conversador porque tenía capturada su atención.
Después de un buen rato de charla entre ellos vi que mi esposa recogió su negra cabellera con una peineta blanca, señal convenida entre nosotros para indicarme la probabilidad de mayor acción con su nuevo galán, y después se incorporó y se dirigió a los sanitarios. Pagué mi cuenta y me fui a mi vehículo. Ahí recibí un mensaje de texto en el que me decía que ella le había solicitado conocer su unidad de transporte (es conductor de tráiler) que se encontraba en la estación de servicio que se ubica a la salida de nuestra ciudad, rumbo a la capital de país.
Llegué a la estación de servicio y vi tres tráileres grandes estacionados en batería al fondo y lejos de las bombas de combustible, Ellos llegaron en un taxi después de 15 minutos y se dirigieron a la tienda de conveniencia del lugar. A través de sus enormes ventanales pude ver al galán de cuerpo entero, estatura aproximada de 1,75 metros, figura medio atlética, no descuidada. Entendí porque mi media naranja estaba interesada en la cita. Salieron en forma normal, platicando y se dirigieron a la unidad de transporte que ocupaba el lado derecho.
Muy atento, tomo el bolso de mi cónyuge, abrió la puerta del copiloto y se introdujo a la unidad. Después de un momento salió y bajo, tomo a mi esposa de las manos y procedió a besarla. Ella correspondió a esa caricia fundiéndose en un abrazo por largo rato. Verla colgada de su cuello y sentir la erección de mi miembro fue excitante pues era una confirmación visual que enviaba de que estaba dispuesta a ser poseída por otro hombre. Él le ayudo a subir los altos escalones tomándola de la cintura primero y después, sin recato, la empujo hacia arriba poniendo sus dos manos en sus anchos glúteos.
Una vez que desaparecieron en la cabina del tráiler procedí a estacionarme cerca del restaurant de la estación y, aunque estaba más lejos, así no llamaba la atención de los guardias de ese lugar. Desde mi posición, en la penumbra, me imaginaba la forma en que se estaban cogiendo a mi mujer, las cosas que le hacían, lo que ella correspondía. Con el pene erecto quise masturbarme, pero me contuve, esta abstinencia momentanea fue recompensada después y con creces.
Los vi salir después de hora y media. El primero y ella después. Se dirigieron a las bombas de combustible y vi que el contrataba el servicio de un taxi. Se despidieron con un beso en la mejilla. Recibí un mensaje de texto que me decía “ te veo en casa, voy en taxi, pasa antes por una botella de vino que hay mucho que celebrar”.
Cuando llegue a casa me recibió muy contenta y me dijo “solo porque me dejaste ir y tener esta aventura te voy contar todo, con detalles, también repetiré contigo lo que hice con él y como ya conozco que te calientas y disfrutas repasando tu lengua por las partes donde me besaron prepárate porque creo que te llevara buen tiempo hacer todo lo que a ti te gusta”. Me dijo que la besara para probar el gusto agrio del semen de su nuevo macho, me comento que en su lengua traía el sabor de los huevos de su amante y que quizás en su saliva aun vibraba uno que otro espermatozoide del semental que se la había cogido momentos antes. Besándonos con pasión quite su vestido solo para descubrir que no tenía nada por debajo. Pregunte por su ropa interior y me mostró el brasier que lo ocupaba como amarre de su cabello y me dijo que sus calzones los había obsequiado, como trofeo y recuerdo de una buena cogida, a su galán. Le pregunte si se había vaciado en su boca, me dijo muy coqueta “no precisamente, ahorita te cuento todo”. Me mostró su cuerpo cubierto de chupetes y chupetones, unos de color rojizo y otros, especialmente en las nalgas, de color purpura. Me dijo que tendría mucho trabajo en recorrer cada parte que fue besada y mordisqueada por su amante y al verme con el pene completamente erecto dijo “confirmo ahora que te gusta saborear el semen y la saliva que dejaron sobre tu puta esposa”.
Se sentó en el sofá conmigo y entre beso y beso y sorbos a la bebida comenzó a narrarme lo que había hecho. Me comento que él ya estaba en la cafetería, que agradeció su presencia pues creía que ella no iba a aceptar la invitación. Le confeso que, cuando la conoció, la había visto en la calle y la había seguido por al menos medio kilómetro, observándola, mientras ella veía aparadores. Que estaba a punto de desistir cuando entro a la tienda de artesanías y ahí se le ocurrió pedirle ayuda. Me dijo mi esposa que por ese solo detalle de sinceridad decidió, desde ese momento, tener sexo con él.
Le dijo que era conductor de tráiler, que debido a que su unidad es muy grande pocas veces viene a nuestra ciudad porque económicamente no le conviene mucho, le comento que era casado y que suponía que ella también lo estaba, le pregunto por mí y que ella respondió que estaba de viaje.
Le dijo que le atraía mucho como mujer y que esperaba que su ímpetu no la incomodara ya que sus visitas a esta ciudad no eran muy frecuentes, que le pidió una sola oportunidad al menos de demostrar su pasión por ella. Ella dice que en ese momento se rio mucho porque nunca le habían lanzado los perros tan abiertamente y en forma tan elegante y porque ya había decidido coger con el pero no encontraba la forma de insinuarse para no verse tan golfa. Se hizo de rogar unos momentos, contestando despues que en caso de que diera el si las condiciones serian que nada de besos y abrazos en público, discreción absoluta y respetara su decisión si a la mera hora decía que no. Me dijo que el galán le pregunto ¿y ahora que hacemos? Respondiendo ella “siempre he tenido la curiosidad de conocer un tráiler por dentro” se sonrió y que dijo “será un placer si te guio en ese pequeño viaje”.
Me dijo que al llegar a la estación de combustible el compro preservativos, pues no estaba preparado, y una bebida refrescante debido a que por su trabajo de conductor no ingiere alcohol en horario de trabajo.
El relato y actuación que hizo conmigo mi mujer sobre su aventura sexual fue la siguiente “Ya dentro de la unidad él se sentó en el lugar del copiloto y me atrajo y sentó en sus piernas. Nos acariciamos por encima de la ropa y a besarnos, con besos húmedos, de intercambio de saliva y lucha de lenguas. Desabotono mi vestido y bajo la parte superior de este para dejar al descubierto el sostén mientras me besaba el cuello y me repetía que olía muy rico, que le gustaba mi aroma a hembra caliente. Sus palabras me excitaban demasiado, quito con destreza mi sostén el cual utilice para recoger y atar mi pelo para que el me besara el cuello, las orejas y la nuca.
Saco el vestido por arriba de mis hombros y lo puso encima del tablero de su unidad, continúo succionando con avidez mis senos y mordisqueando mis pezones. Hizo que me incorporara y me pusiera de espaldas, para en la penumbra de la cabina admirar y acariciar mis nalgas. Ahí se transformó completamente, Comenzó a decirme que tengo un culo bien sabroso, que desde que lo había visto en la calle había prometido que me metería la verga por el chiquito; cuando bajo y quito mis pantaletas bufaba de emoción y me decía que tengo una hermosa cola, que mi trasero lo excitaba demasiado mientras me besaba los hombros, la espalda y lo glúteos. Su lenguaje procaz en lugar de molestarme me calentaba más. Me mantuvo de espaldas besándome la espalda y los hombros mientras con una mano acariciaba mi cola y con la otra palpaba mi vagina, me dijo que estaba muy mojada y que eso demostraba que era una hembra bien caliente.
Me di la vuelta y me monte sobre sus piernas, lo desnude del torso dándole unas mordiditas a sus pezones, le succionaba la lengua a cada beso y le ofrecía mis senos para que los siguiera lengüeteando. Me arrodillé en el piso de la cabina y procedí a desatar sus pantalones. El, intuyendo lo que pretendía hacer, retrajo el asiento al máximo posible y puso una almohadilla bajo mis rodillas.
Su pene tenía ya liquido pre seminal y comencé a saborearlo, pasando mi lengua por todo el glande y en la abertura de la uretra, luego introduje su glande en mi boca y pasaba mi lengua alrededor de su cabecita, bese y mordisquee sus testículos, pase mi lengua sobre el tronco. El solo gruñía de lo caliente que estaba y me decía que era una experta en el sexo oral, En sus palabras me decía que lo mamaba bien rico, que mi boquita lo apretaba bien rico y me dijo que mi esposo era afortunado al tener a una ordeñadora así en casa.
Engullí su miembro hasta llenar toda mi boca mientras mis uñas acariciaban la base de sus huevos y los huevos mismos. Se retorcía de placer y temblaba, pero me decía sigue, sigue eres muy buena mamando verga. Sus manos que acariciaban mi cabeza me atrajeron bruscamente hasta llegar su glande a mi garganta. Sentí ahogarme y lo retiré bruscamente y comencé a toser por la sensación de ahogo que tenía. Las lágrimas salieron de mis ojos. Él se disculpó por la acción violenta, me abrazo, me beso y limpio mis lágrimas. Me dijo que se había excitado mucho y por ello su comportamiento. Le dije que si eso lo ponía apasionado lo volvería a intentar, pero sin que me forzara para hacerlo. Comencé a besar su pene que ahora estaba flácido, pero pronto recupero su erección y su dureza, intenté meter todo lo largo de su pene en mi boca, pero las sensaciones de arcadas y lagrimeo no me permitían avanzar, volví a lengüetear y acariciar sus testículos, mordí su escroto y esos lo puso más caliente. Reinicie los intentos de introducción total hasta que en un momento mis labios chocaron con su pelvis, En ese momento el detuvo mi cabeza con sus manos. Yo sentía su glande en mi garganta peo ya no tenía incomodidad alguna.
A partir de ese momento solo me dedique a un proceso de meter y sacar su pene hasta llegar a mi garganta. El resoplaba de placer y me decía que era una hembra muy caliente, que era muy afortunado al conocerme, que tenía sangre de puta. ¿Qué crees? Que en lugar de molestarme me encendí más cuando me llamaron puta.
El me incorporo y se puso un preservativo me dio vuelta y por la espalda introdujo su pene en mi vagina y me sentó en sus piernas y comenzó un ritmo de meter y sacar mientras me decía lo bien que olía mi perfume, lo rico de mi cola y de que me lo iba a meter por el chiquito. Ya más desinhibida y caliente le pregunte ¿de veras te excita mi culo? Su reacción fue espectacular me dijo ¡mucho! ¡Soy adicto a las mujeres de culo gordo y parado, como el tuyo!! Le dije que me permitiera voltearme y me monte sobre su pene, pero ahora los dos frente a frente. Puse mis rodillas en los bordes del amplio asiento y le pedí que se sentara más hacia adelante. En esa postura pude cabalgarlo a placer mientras el besaba y mordía mis senos y acariciaba mis nalgas. Su voz era más ronca cuando me decía que estaba muy buenota, que era muy fogosa. Yo lo provocaba diciéndole ¿te parece? ¿Tú crees? Me calenté tanto que inicio mi orgasmo. Con lo escandalosa que soy comencé a suspirar y a gemir. El. dándose cuenta de mi éxtasis me dijo que quería que yo fuera su puta, dime que serás mi puta. ¡¡Yo le dije si!! ¿Si qué? me pregunto yo le dije esoooo!!! Dímelo, dímelo insistía quiero que seas mi putita. En el clímax del orgasmo grite ¡¡ Si, si voy a ser tu putaaaaa!!
Él se puso rígido, dejo que tuviera mi orgasmo en forma plena, aguantando su pene erguido hasta que deje de temblar. Me baje de mi montura y el me acomodo entre sus piernas sin dejar de abrazarme, quise besarlo, pero me indico a que espera hasta que su pene se pusiera flácido. Encendió la radio de su unidad y me dio algunos sorbos de la bebida refrescante. Pasada la agitación y más relajada la pregunté a que me había comprometido al aceptar ser eso que dije. Él se rio y me dijo ¿a ser mi putita? Si le dije ¿Qué es exactamente lo que quieres? Me dijo que no tuviera miedo, que no me iba a pedir nada de lo que yo no estuviera dispuesta en hacer. Me dijo que yo era una mujer sensual y fogosa natural y que solo debía intentar cosas nuevas. Le pedí que fuera más específico y me dijo que debería estar disponible cada vez que el viniera a esta ciudad. Le conteste que sin problema siempre y cuando fuera de noche. Me pregunto si no tenía problemas para salir estando casada, pensando en que me vas a dar permiso le dije que a ver que invento pero salgo. Me dijo que le gustaría que yo me pusiera una falda muy corta para presumir con sus amigos el culo que me “ando comiendo” le conteste que eso estaría difícil ya que era muy conocida en esta localidad y no deseaba quemarme como buscona. Pregunto que, si en otra localidad si lo haría y le dije que sí, siempre que fuera lejecitos de aquí y que con gusto me pondría la ropa que él me comprara. Me pregunto sobre otras experiencias con otros hombres y me hice la enojada, me dijo que me tranquilizara, pero creía que debía tener en lo futuro otras experiencias sexuales más atrevidas. Le pregunte ¿cómo cuáles? me contesto con otras preguntas como si alguna vez había pensado en estar con una mujer, hacer un trio o ir a bailar a un congal (prostíbulo). Como a todas dije que no él me dijo que era muy temprano para decidir que lo pensara y después le dijera. Le volví a preguntar si estaba dispuesto a llevarme a un putero para prostituirme. Me dijo que así no, que su fantasía es vestirme como puta, llevarme a un putero de traileros que está en la ruta sureste y presumir con sus amigos a la mujer que se estaba cogiendo pues, a decir de él era toda una hembra guapa y con un cuerpo bonito y una dama elegante. Que si ya estando en el putero quería coger con otros eso era cosa mía y que el no se molestaría.
Pasando un rato me comenzó a besar y entendí que estaba ganoso, le dije que me dejara practicar como su putita y lo comencé a besar desde las orejas, el cuello el pecho, el abdomen, ahora lo besaba y mordía con más fuerza sus labios, me baje a engullir otra vez su pene haciéndolo llegar hasta el fondo de mi garganta. Me pidió que pasáramos al camarote; para evitar la obscuridad completa encendió un televisor pequeño y puso levemente el aire acondicionado. Me dijo “Ahora me toca a mí” y se acomodó entre mis piernas a besar mi cuello, senos, vientre, piernas hasta llegar cerca de mi vagina. Me pregunto si podía dejarme un chupete, le dije déjame los que quieras solo que no sean visibles al público, quiero ser tuya, hazme tu puta. No lo pensó y me dejo todos los chupetes que traigo en las piernas, senos, vientre y nalgas. Cuando llego a mi vagina comenzó con los labios interiores y al saborear mis jugos me dijo que no solo mi aroma era agradable que también mis jugos sabían muy bien. Sus labios se posesionaron de mi clítoris y comenzó un proceso de succión maravilloso, solo me revolcaba en la colchoneta de tanto placer. Subió otra vez hacia mi boca sin dejar de besar cada centímetro de mi piel. Quise corresponder a su mamada, pero lo estrecho del camarote me lo impedía.
Me mordió los lóbulos de las orejas y me decía que soy muy bonita, que era muy puta y caliente y que por eso regresaría en cuanto pudiera. Se puso otro preservativo, doblo mis piernas poniendo mis rodillas en su pecho y me lo introdujo de una embestida. Metió su pene hasta el fondo y comenzó a bombearme con fuerza, en cada metida sus huevos pegaban en mis nalgas haciendo un ruido como de aplausos rítmicos. Me decía que disfrutara mi sexualidad que la naturaleza me había dotado para hacer felices a los hombres, que era una puta caliente y natural.
Me preguntaba ¿tu marido te coge así? Le conteste que era diferente; me dijo si estaba disfrutando de su verga, le dije que me encantaba; me pregunto si estaba dispuesta a ser su putita le dije que sí, que desde ese momento podía disponer de mi como quisiera. Quite mis rodillas de su pecho y lo aprisione con mis piernas y comencé a mover mis glúteos. Eso le fascino demasiado y comenzó a bufar como si estuviera a punto de venirse. Se contuvo, saco su verga y se inclinó a besarme otra vez la vagina. Pero ahora atrapo con sus labios mi garbancito de placer mientras que la punta de sus lengua lo rozaba una y otra vez. Me revolcaba en la colchoneta del camarote y tenía la sensación de que me iba a orinar.
Me interrogo sobre la posición que más me gusta para tener sexo, le dije que en cuatro. Me dijo date la vuelta y lo hice. Hincada, en cuatro puntos, me mordió y marco cada una de mis nalgas, hizo que inclinara la cabeza hasta tocar con mi mejilla y mis senos la colchoneta, Me dijo otra vez “ese culito tiene que ser mío” le dije que por ahí no. Me contesto que no traía lubricante, que me lo metería ahi en otra ocasión. Introdujo su falo en mi vagina y comenzó a bombear, para mayor penetración me tomo de la cintura y a cada embestida me jalaba hacia el para que se introdujera hasta el fondo. Lo que más me excitaba eran sus palabrotas, me decía que lindo culo tienes, asi paradito como esta lo disfruto mucho, dime que eres mi perrita y yo contestaba ¡¡si soy tu puta!! ¡¡cógeme como perra!! ¡¡hazme tuya!!. El me preguntaba ¿me vas a dar este culito bonito? Le dije que sí, pero que en otra ocasión. Me dijo me lo prometes conteste que sí que ya era su puta y podía disponer de mí. Llegue a mi segundo orgasmo y él lo noto y me dijo prométeme que me vas a entregar la virginidad de tu culito le dije ¡¡te lo prometo!!. Me pregunto ¿estas segura? le dije que si porque desde ese momento era su putaaaaaa.
Después de mi orgasmo el acelero sus embestidas, en un ritmo frenético comenzó a resoplar y a quejarse, se vino gimiendo y diciendo que rico, que rico, yo sentía sus pulsaciones en la venida y trate de exprimirlo con contracciones de mi vagina. Quedo encima de mí por un momento, luego dio vuelta quedando a mi lado, muy pegados uno con otros por lo estrecho del camarote. Se quitó el condón y me dijo: limpia con tu boca el semen de mi miembro. Le dije que eso no, que me daba asquito el olor del semen. Me dijo: quedamos en que ibas a experimentar otras cosas conmigo así que mámalo y déjame bien limpio. Lo hice con un poco de reticencia y después de probar su sabor salado y astringente le di una buena mamada, succionando bien su pene para sacar los restos de semen de su uretra.
Me puso el vestido, él se cambió a un overol de trabajo. Me dijo que me agradecía haber acudido a la cita pero más el grato momento que paso conmigo. Le dije que yo también había disfrutado mucho. Me volvió a decir que soy una mujer fogosa y que solo necesito guía para disfrutar a fondo de mi sexualidad. Me recordó mi promesa de entregarle la virginidad de mi “chiquito”. Bajamos y me acompaño a tomar un taxi, me pregunto si se me ofrecía algo antes de partir. Le pregunte: Ya que soy tu puta ¿que a las putas no se les paga? Se rio y me entrego este billete. Es de baja denominación, pero es el primero que gano con el sudor de mis nalgas.
A medida que mi mujer me contaba todo lo anterior me hizo pasar mi lengua por todas las partes donde la habían chupeteado, me pidió que ampliara los chupetones (que eran muchos) que le dejo su macho, se tragó mi pene hasta el fondo de su garganta y por primera vez recibió mi semen en su boca. Estuvimos repase y repase cada acción hasta la madrugada.
Mi esposa dice que a mí me gusta saber y ver como se la cogen que a ella le gusta conocer y probar otros penes y amantes. Al final, casi al amanecer me hizo una pregunta y me pidió le contestara con sinceridad ¿NO ESTARE MUY MADURA PARA ANDAR DE PUTA?
Por mi parte hago estas preguntas a quienes lean este relato ¿hay otros que también disfruten como yo, el sabor del semen del macho en boca de tu esposa? ¿hay cornudos como yo que se calienten al saber que otro macho hizo gozar a su esposa?