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Categoría: Infidelidad

Convirtiendo a mi esposa en puta

Mi nombre es Alberto y soy de la ciudad de Veracruz. Movido por todos los relatos que he leído en este espacio decidí subir el mío esperando que mi redacción sea los más real posible haciéndola una buena lectura como muchas que he leído en este espacio. Mi relato es 100% real. Mi esposa y yo formamos un matrimonio de lo más normal; tenemos dos hijos, uno de seis y uno de un año. El pequeño es nuestra adoración. El grande nuestro orgullo. Tenemos problemas como todos los matrimonios, de comunicación, de espacio, de celos, inclusive tuvimos una crisis hace como dos o tres años en donde estuvimos muy mal sentimentalmente, sin embargo gracias a que nuestro amor es más fuerte que todo logramos superarlo y al día de hoy nos sentimos muy estables.

Quizá por eso es que me siento lo suficientemente seguro para poder dar este gran paso, el hecho de compartir a mi mujer con otro hombre. Realmente es algo que me pone a cien. Ella es físicamente una mujer de 1.70 de estatura, esbelta, actualmente tiene un poquito de pancita debido a la falta de ejercicio y a que nuestros hijos la absorben todo el día, sin embargo estoy seguro que si ingresa nuevamente al gimnasio, como antes acostumbraba, vuelve a adoptar el cuerpo que muchos hombres desearan tener en la cama, de cara preciosa, de trasero inmenso (como ella es alta se le ve prominente su trasero, piernas torneadas, de pelo largo y oscuro, ojos verdes, tez blanca, y un detalle que a ella no le gusta y creo que a ninguna mujer pero que a nosotros los hombres nos llama bastante la atención, las chaparreras; no sé si el público las conoce con ese nombre pero hago referencia a la acumulación de grasa que se les forma a las mujeres a los costados de sus piernas, casi a la altura de las caderas ensanchando esa parte, una combinación de sus chaparreras con un minishort hace que cualquiera que la vea se mate mínimo dos pajas. Esa es una atracción que ella tiene más aparte sus piernas son muy voluminosas, a pesar de tener algo de celulitis. A ella no le gusta tener celulitis en sus piernas pero cualquier hombre me dará la razón, una combinación de piernas bien torneadas, trasero grande, cuerpo con figura y un poco de celulitis hace que cualquier mujer se vea deseable. Usted lector tendrá su opinión. Finalmente una boquita que ya se empieza a notar de lo más mamadora.

Durante el tiempo que anduvimos de novios, seis años aproximadamente, disfrutamos de nuestro despertar sexual. Ella nunca había sido tocada por nadie, o eso me hizo creer ja ja, ya saben cómo se las gastan las mujeres, y la verdad yo no tenía mucha experiencia en ese tema, lo poco que sabía era basado en las películas para adultos, éramos jóvenes de 18 años sin experiencia alguna.

La primera vez que la toque fue una descarga de adrenalina pura, fue en casa de sus padres. Ella me confesó posteriormente que estaba súper excitada, realmente fue mágico el momento que vivimos; esa noche dormí con la mejor de mis sonrisas. A partir de ese momento el sexo fue un ingrediente importante en nuestra relación, nos gustaba pasar las tardes en casa de sus papas mientras yo la masturbaba a escondidas, o que ella se metiera a su cuarto mientras yo la espiaba, fue hermoso explorar su sexo. Cuando llegaba a visitarla y la veía en falda o en short era señal que tendría oportunidad de tocar su sexo. Ella empezaba a despertar la mujer reprimida y le encantaba calentarme todo el día, provocarme, hacerme sufrir para después en alguna oportunidad que sus papas no nos vieran y yo ya bien caliente la tocaba y escuchaba gemir con voz ahogada y después de un rato hacerla venir en silencio para que sus papas no nos descubrieran. Fue una época muy linda. Sin embargo a ella le daba miedo tocarme, era muy difícil hacer que ella me masturbara o siquiera que viera mi pene.

No fue hasta que una tarde en que sus papas veían tele en su cuarto cuando aproveche la ocasión y empecé a tocarla en una parte de la sala y al sentir que ya estaba caliente, me fui bajando el cierre del pantalón y sin pensarlo saque mi pene a su vista, fue uno de los momentos más excitantes en mi vida, ella lo veía y me demostraba que le agradaba pues empezó a acelerar el ritmo y en un arrebato de locura tome su mano y la dirigí hacia mi sexo haciéndola rodearla con sus dedos para finalmente apretarla; pude sentir su piel caliente, tersa, húmeda debido a que a ella le sudan las manos cuando está en una situación de nervios, en este caso, excitada. Casi eyaculo en ese momento. Ella se vino con gemidos ahogados y cuando terminó yo guarde mi herramienta de nuevo en su guarida. Sabía que tenía que tener paciencia para que ella se soltara, no podía presionarla para hacer algo que no estuviera preparada. Nos despedimos con un beso y nuevamente dormí con la misma sonrisa en mi cama. Realmente era amor lo que sentía por ella.

Sin embargo, fue entonces que me di cuenta que a ella le costaba trabajo mostrar sus deseos oscuros en el plano sexual, desde que la conocí ella jamás aceptó la idea de involucrar a una tercera persona, la sola idea la alertaba a ella de perder el amor que habíamos formado, así mismo el sexo anal ni por la mente le pasaba, era un tema el cual se negaba a tratar pues su mente le dictaba que no era algo normal.

Para colmo de males estos dos temas, el de compartirla y el de tener sexo anal, siempre fueron una obsesión desde joven y mi idea era que cuando estuviera casado con mi esposa ella me complacería en todo, y ella no precisamente contemplaba "todo" en su repertorio, aun así, yo la amaba mucho y decidí esperar. Sabía que tenía una mujer muy caliente y a la larga la podría emputecer, solo era cuestión de tiempo.

Posteriormente nos casamos, días inolvidables, toda la familia presente, en fin, una gran fiesta. Esa noche de bodas la tome por la cintura y se la fui metiendo despacio, ella me recibía de manera gustosa, empinaba más su culo hacia mi hasta llegar ambos a un dulce orgasmo en donde, como siempre, no la eyacule pues no deseábamos hijos por el momento. Pasó el tiempo y nuestra cesión de sexo se iba acrecentando, no dejaba de contarle historias, jugar a que yo era otra persona que la poseía, que se la dejaba ir completa por su culo. Notaba que a ella le encantaba, tenía orgasmos bien calientes y eso que solo era la imaginación la que usábamos para desatar nuestras fantasías. Cuando terminábamos yo le comentaba que algún día debíamos probar el sexo anal y ella respondía que no. Fue en base a paciencia y dedicación que le di esa seguridad a mi esposa y un día fue ella la que decidió probar pues estábamos viendo película y yo comencé a tocar el tema al grado de calentarnos, ella me pidió que le embadurnara mantequilla y le metiese un dedo en el ano. Los bellos se me erizaron, la piel se me puso de gallina de solo tener la posibilidad de invadir su trasero con mis dedos, llegué a la cocina de dos saltos y busqué la mantequilla, fría, dura, pero sabía que no iba a durar mucho tiempo así. Cuando regresé mi esposa estaba boca abajo recostada en la cama regalándome un panorama indescriptible. Dejo a la imaginación de los lectores su postura. Me regalaba el culo, lo empinaba lo más que podía, de por si tenía la reata parada, ver esa imagen hizo que mi pene se entiesara al grado de dolerme, camine hacia ella y empecé a frotar sus nalgas, a besarlas, a olerlas, me subí encima de ella y frote mi pene con sus nalgas masturbándome con solo el apriete que sus nalgas me provocaban.

Me recosté al lado de ella y tomé la mantequilla con mi mano derecha mientras pasaba mi mano izquierda por debajo de su abdomen comenzando a masturbar su clítoris, con mis dedos de mi mano derecha comencé a acariciar su ano, ella dio un saltito, casi de inmediato la mantequilla perdió dureza y mis dedos quedaron embadurnados, la mantequilla se combinó con sus flujos haciendo · una mezcla totalmente resbalosa. Cuando la vi a punto levanté mi dedo medio y empecé frotarlo por encima de su orto. Que delicioso fue sentir su textura, sentir lo caliente y cuando me di cuenta ahí estaba yo, cumpliendo una de mis fantasías, tener en mis manos el culo de mi mujer, entregado a mi disposición. Embadurne completamente las nalgas de mi mujer con la mantequilla, volví a tocar su clítoris, empecé a masturbarla, ella parecía dormida pero estoy seguro que estaba excitada y aterrada al mismo tiempo, gemía pero no me volteaba a ver, ella lo deseaba pero comprendía que tenía miedo, sabía que no podía fallar en mi primer intento, a pesar de sentir la calentura en todo mi cuerpo debía controlarme y no lastimarla, de lo contrario nunca me dejaría intentarlo nuevamente, por lo que ya decidido procedí a ingresar mi dedo medio de mi mano derecha mientras que con la izquierda, por debajo de ella acostada, la masturbaba muy despacio. Comencé a sentir cierto impedimento al querer avanzar por lo que tome más mantequilla volví a intentarlo, observe que ella estaba a punto de correrse por lo que disminuí la fuerza de la masturbación. Ya para ese entonces sabía muy bien controlar su clítoris con mis dedos, esperé a que se le pasaran las ganas de correrse sin dejar de frotar mis dedos en su clítoris, y cuando finalmente perdió la posibilidad de eyacular, volví al ataque haciendo más constantes las presiones sobre su vagina. Nuevamente avance con mi dedo hacia el interior de su culo y note como poco a poco empezó a ceder. Su resistencia para dar paso a la desaparición de mi dedo medio. Sentía lo cavernoso de su culo, caliente, húmeda, despacio, despacio, pensaba yo, hasta que la base de mi dedo topo con su orto, guuaaauuu, lo tenía todo adentro, empecé a mover mi dedo medio dentro de ella, estaba tocando su recto, presione un poco para hundirlo lo más que podía y comencé a masturbarla más, y máas, y máaass, y máaaass rápido. Ella por reacción comenzó a mover su trasero hacia arriba y hacia abajo, entendí de qué se trataba, y paso lo que no tenía que pasar, me ganó la calentura, despacio saque mi dedo, ella solo atinaba a gemir. Sabía que su terror a ser penetrada por su ojito había desaparecido y que ahora daba paso al placer, por lo que no aguanté las ganas y haciendo uso de dos dedos entrelazados procedí a invadir de nuevo su hoyuelo haciendo que el diámetro de la penetración aumentara, procedí a hacerlo de manera lenta hasta que su culo cedió y nuevamente mis dedos comenzaron a entrar, solo podía ver como su orto se comía mis dedos y como al ir avanzando mi esposa comenzó a emitir ayes de dolor los cuales eran producto del proceso de desvirgo de su culo, detuve mis dedos sin dejar de frotar su conchita hasta que fue ella la que empezó nuevamente a moverse, primero lo hacía despacio y luego más rápido por lo que aumente las frotadas de su clítoris intensificando más el gozo que el dolor, cosa que me salió de maravilla pues no tardó en correrse por un buen rato. Sentía mi mano izquierda bañada en sus flujos y mis dedos moviéndose en el interior de su ano. No lo podía creer, acababa de desflorarle el chiquito a mi esposa, y le encantó, no me lo dijo en ese momento pues la notaba como con pena, pero yo sentí que su orgasmo había sido glorioso. La besé y la abracé cuidando que mis dedos de la derecha no tocaran su cuerpo en lo más mínimo. Quería que sintiera lo agradecido que estaba con ella por permitirme romperle por el chiquito por el momento con mis dedos y que sintiera que la cuidaba y que nunca la lastimaría. Terminamos felices.

Ese fue el principio de nuestro morbo anal, ahí fue donde me di cuenta que ella era una putita en potencia, pero nunca me imaginé que me saliera tan puta. Como en el trabajo que tengo siempre me han dado vehículo como una prestación, aprovechaba a salir a pasear con mi esposa en el mismo, le contaba historias de sexo y la calentaba para que llegáramos a la casa y cogiéramos como conejos. Hubo uno en especialmente donde paseábamos de noche y en una carretera vecinal poco poblada la hice que me empezara a tocarme por encima del pantalón, ella gustosa comenzó a sobarme y a 500 metros de entroncarnos a la carretera principal le propuse que me diera una mamada y que disponía solo de un corto tiempo para hacerlo, ella se puso nerviosa, no sabía qué hacer, le daba corte que alguien nos viera debido a que iba medio despacio, sin embargo era de noche y yo sabía que por muy despacio que uno fuere no logras alcanzar a ver qué pasa en otro carro y mucho menos en esa carretera, se lo explique a ella y aun así lo dudaba, le dije que ahora tenía 400 metros y que se lo iba a perder, pudo más su excitación y lo hizo, aunque fue solo por unos segundos nos sentimos súper excitados. Sentir su boca en mi pene en un lugar público fue muy emocionante. Al llegar a la casa cogimos como nunca, yo dándole cachetadas en sus nalgas y ella empinándolas más para que mi pene pudiera entrar lo más al fondo posible.

Empecé a comprar consoladores, se los dejaba a propósito en la casa de manera que cuando yo me fuera a trabajar ella tuviera la posibilidad de penetrarse ella misma y sentir una buena verga. No es que la mía no sirva, pero hay que ser realistas, mis 12 cm alcanzan por ahora, pero sé que llegará un momento en que no le basten y tengo que estar preparado para ese entonces. Creo que un consolador es un buen sustituto de amante. A diferencia de otros hombres yo planifico. Seguíamos jugando a realizar miles de historias mientras teníamos sexo, nos empezamos a acostumbrar más al sexo salvaje que al romántico. De hecho, ese es un gusto que ambos tenemos, preferimos más los jalones de cabello y arañazos en la espalda que los besos apasionados, claro está sin descuidar el amor. Preferimos utilizar el lenguaje soez, ella con escuchar de mis labios la palabra "puta" se excita de sobremanera. Es un gusto que ambos tenemos. Le empecé a comprar ropa de sex shop, ella se maquillaba y jugábamos a que ella era una colegiala, una ama de casa y yo el fontanero, a que le daba aventones a una desconocida y terminaba llevándola al motel, no antes sin mamármela en la carretera cosa que le quedo la maña je je pues ya no le daba corte, así descubrí que una vez que lo probaba le costaba menos trabajo resistirse a volverlo a hacer. Sabía que quería hacer locuras, pero a la vez sentirse segura, protegida. Poco a poco fui cubriendo su necesidad y a la vez ir avanzando en el plano sexual. En ese tiempo nació nuestro primer varón, ambos estábamos felices, fue una etapa de descanso en lo sexual y muy tierno en lo familiar. Ya lo hacíamos de vez en cuando y no con la misma intensidad pues el cansancio se empezaba a apoderar de nosotros, pero cuando se daba la oportunidad el fuego del deseo se avivaba y la volvía a poseer como antes, diciéndole lo puta que era y ella gritando rico.

Poco a poco nuestra relación nos llevó a ser atrevidos, a diferencia de cuando éramos novios, ahora me gusta que la vean otros hombres, que le admiren su trasero, sin embargo, por estar la mayor parte del tiempo con el niño, son pocas las veces que salimos solos y que damos rienda a nuestras fantasías.

En una ocasión, dentro de un motel me di cuenta que la ventana daba a la parte trasera de otro cuarto del mismo motel, por lo que la lleve a un mueble cerca de la ventana y le pedí que no abriera los ojos, abrí la cortina y me dedique a masturbarla; cuando ella abrió los ojos se quedó estupefacta al ver la ventana totalmente abierta, se quería soltar pero no la deje, la tenía bien sujeta acelere los roces en su clítoris y se vino de lo más rico con la idea de que alguien nos podría estar observando del otro lado. Fue tanta su excitación que luego de terminar accedió a masturbarme ahora a mí en frente de la ventana, ese día la fuerza de mi eyaculación alcanzó los dos metros sin exagerar de lo excitado que estaba. Fue uno de los días más ricos que hemos tenido. Al salir del motel me confesó que le gustó de sobremanera el sentir la posibilidad de ser observada. Finalmente yo sé que no nos observaron ese día, pero ya la idea del voyeur me empezó a rondar en la cabeza. Había alcanzado un objetivo más, el que ella perdiera el miedo a mostrar su cuerpo, sin embargo, en un medio controlado como es un cuarto de motel era algo hasta cierto punto muy fácil. El siguiente paso fue hacerlo realidad, pero en un lugar menos controlado, como en un espacio público o similar, tenía que asegurarme de que fuese completamente seguro, en donde ella pudiera sentirse segura y dejarse llevar por las circunstancias. Sabía que era muy prematuro proponerle una reata diferente a la mía o que nos observara alguien sin correr el riesgo de que pasara algo que se saliera de control; debía haber en el proceso un paso más excitante que aún no hayamos experimentado y que fuese más seguro. Mi mente trabajo intensamente hasta que me llegó la luz, la idea, la iluminación, un suceso que no habíamos realizado y que, en base a mi experiencia en carretera pues estuve manejando por mucho tiempo y recorrí varios lugares, sabía que alguno de ellos podía ser seguro. Me dedique pues a buscar algún sitio desolado, paraje solitario, carretera vacía, etc. Algún escenario en donde pudiera cogerme a mi mujer sin necesidad de prisas o elemento sorpresa, algún lugar cerca de casas, o de donde pudiéramos pedir ayuda si algo salía mal, pero a la vez lejos de manera que le diera una buena cogida a mi mujer y no nos molestara nadie, solo requería de 5 a 10 minutos en un ambiente controlado. Finalmente encontré más de dos lugares, uno cerca de la casa en donde vivimos, y otro más lejos como a 50 km. Me decidí por el primero. La oportunidad se dio una noche de esas en las que sabes que tus suegros te van a cuidar a tu hijo y yo y mi esposa nos dispondremos a disfrutar de una noche de sexo. Les dijimos que íbamos al cine a función de 11:00 de la noche, que no nos esperaran despiertos.

Esa noche regresamos de casa de mis suegros directo a la casa a cambiarnos, yo ya tenía mi plan elaborado por lo que me dispuse a engañar a mi esposa para conseguir mi objetivo, sabía que solo así iba a acceder y que luego o se enojaría o me la mamaría. Le propuse a mi esposa a jugar a que yo contactaba a una pareja la cual estaba interesada en intercambiar con nosotros, o sea hacer un swinger, yo me arregle con “el tipo” y quede de ver a su esposa en un motel de la ciudad, mientras “él” iba a pasar por mi esposa a nuestra casa y se iban a ir a otro motel. Se suponía que nos íbamos a dar las direcciones de los moteles para estar seguros de donde estábamos cada persona. Que finalmente me mandó fotos de “él” y “ella” y a su vez hicimos lo mismo, y que finalmente yo acepté que mi esposa cogería con esta persona y que le daba la sorpresa, claro está que era yo mismo y el juego se centraba en mi esposa y “el desconocido”.}

Ella se vistió lo más sexy posible, falda corta, blusa negra, zapatillas altas y un maquillaje en su rostro de esos que vez en la calle y sabes que va a comer verga. Saque el carro del garaje como a eso de las 12:30 de la madrugada, hora perfecta para hacer puterias y me dirigí a dar vueltas en la colonia, le marque por teléfono y me hice pasar por la persona que los había contactado.

Alejandro: Si, bueno...

Ariana: Diga...

Alejandro: ¿Hablo con la Sra. Ariana?

Ariana: Si ella habla...

Alejandro: Estoy cerca de su casa, me imagino que sabe quién habla, deseo saber si esta lista para

Que pase a recogerla, ejem, a buscarla.

Ariana: Mmmmm, claro que si, puede pasar por mí...

La voz de mi esposa cuando la hace de puta me encanta. Colgué, ya para esto tenía la reata tan parada que me dolía por debajo de mi pantalón, no lleve ropa interior debido a que sabía que me iba a molestar. Yo me arregle de pantalón de vestir y camisa presentable, zapatos y buen porte. Detuve el carro en la puerta, espere que no hubiese nadie en la calle y le hice una seña a Ariana para que se apresurara a subir al carro. Yo por mi parte me baje a cerrar el portón que había quedado abierto. Al regresar al carro bajé el zíper de mi pantalón y puse marcha el plan, Mi grandioso plan.

Siendo las 12:30 am de la madrugada, con música de reggaetón en el carro me dispuse a llevar a mi esposa a la carretera para meterle la verga.

Alejandro: Muy buenas noches Susi, me llamo Alex.

Ariana: Bunas noches Sr. Alejandro.

Alejandro: Pero no me digas Sr. Alejandro, dime Alex a secas, ¿Cómo te puedo llamar?

Ariana: Ariana, solo Ariana...

Alejandro: Bien Ariana, si me lo permites déjame decirte que eres una mujer muy guapa, por no decir, que estas bien buena...

Ariana: Gracias, también tu eres muy guapo...

Alejandro: Favor que tú me haces, sabes, tu marido me hizo énfasis en que tienes un excelente trasero, delicioso, ¿es verdad o se equivocó?

Ariana: Bueno eso no lo sé, lo que si te puedo decir es que mi esposo está muy complacido con lo que le toco, y no nada más el...

Alejandro: Ha bueno, o sea que somos muchos ¿o qué?

Ariana: Bueno no tantos, pero si me han salido pretendientes y no es por presumir.

(Yo sabía que al lugar al que iríamos estaba cerca de la casa por lo que tenía que moverme rápido, tenía que excitarla lo más rápido para provechar el momento)

Alejandro: Y dime una cosa, ¿es la primera vez que tu marido te ofrece a un desconocido?

Ariana; La verdad, si...

Alejandro: ¿Y eso?, que te dio por acceder a estar con otra persona, ¿no te da miedo?

Ariana: ¿debería?

Alejandro: No, no, para nada, el que tiene miedo soy yo, se me hace que de esta no salgo vivo...

Ariana: ja ja, a poco tan peligrosa me veo.

Alejandro: Te ves criminal, Yo creo que una vez que me agarres no me vas a soltar...

Ariana: No tengo tanta fuerza en mis manos...

Alejandro: No me refería a tus manos, me refería a tu trasero...

Ariana: ja ja (risa nerviosa), que cosas dices...

Alejandro: Pero si has estado con otros hombres, no te creo que sea tu primera vez con alguien que no sea tu marido...

Ariana: Un par de ocasiones.

Alejandro: Con consentimiento de tu marido, me supongo.

Ariana: Claro.

Alejandro: Bueno Ari, pues qué te parece si dejas de ser formal y me muestras tus pechos, ¿eh?

Ariana: Que directo. Mejor no, hasta que lleguemos al motel.

Alejandro: No seas así ¡Oh no!, ¡Se me pasó por completo...!

Ariana: ¿Qué pasa?

Alejandro: Tengo un encargo de un amigo y es por aquí cerca, la verdad deseo ya salir de este compromiso, ¿me puedo desviar?

Ariana: mmmm, ¿No será una treta tuya?

Alejandro: No, no para nada, de verdad quede en pasar antes de verte a ti, pero con lo excitado que ando que se me olvidó y ahorita me acorde, te aseguro que no tardo. Y si me haces ese favor te prometo que te hago algo que jamás olvidarás.

Ariana: Hay pues no estaría mal pero mi marido sabe que vamos a un motel y si va y no me encuentra se me arma (ella estaba metida en el juego).

Alejandro: Y ahí nos va a encontrar, te prometo no tardar, ándale (y le empiezo a rozar las piernas), te prometo que de aquí te llevo, y te doy duro nena, ¿Qué te parece?

(Yo sé que a mi mujer le encanta que le hable de forma vulgar, sé que se calienta con eso y aprovecho esa ventaja, siento que da un cierto respingo cuando escucha la palabra chorizo y de reojo observo como entrecierra los ojos y se relame los labios)

Ariana: Pero no tardes, ¿eh?

Alejandro: No, no, vamos en seguida...

(Y me desvío hacia una carretera aledaña a la principal, he de decir que el camino a las 12:45 am, se ve sumamente solitario, es un camino rural, terracería, guardaganados de lado y lado, monte, se nota que hay sereno en el ambiente, cercas de madera con alambre de púas como limitantes, en verdad se te sube el lívido a mil. Observo a "Ari'' y realmente está nerviosa)

Ariana: ¿y por aquí vive tu amigo?

Alejandro: Si, por eso vamos lento en el vehículo, pero olvidémonos de él… por cierto, sabes que tienes un culo precioso, hasta me dan ganas de masturbarme pensando en el...

Ariana: Hay que cosas dices...

Alejandro: Ya me imagino a tu esposo cogiéndose a mi mujer, dándole por la concha bien duro, sin imaginar que a su esposita le espera una revolcada de reatas, de muchas reatas.

Ariana: ¿Cómo?

Alejandro: Ahí vive mi amigo, (Señalando hacia la derecha)

(Ari voltea y en ese instante de descuido le bajo su blusa la cual como es a los hombros cae sin ninguna dificultad mostrando sus pechos que a pesar de no ser grandes son atractivos a la vista y al tacto.

Ariana: haaayy, malo (Responde Ari alzándose la blusa, tapándose con sus dos brazos)

Alejandro: Hay Ari, pero que ricos senos tienes (Vuelvo a acariciar sus senos y llevo mi mano derecha hacia mi pantalón y sin más me saco la reata la cual la tenía bien dura y con el zíper abajo me costó poco)

Observo que Ariana se la queda viendo, como hipnotizada, sabe que estamos en un camino solitario, con un desconocido, con la reata de fuera, o al menos así es el juego.

Ariana: …

Alejandro: ¿Te gusta nena?

Ariana: …

Alejandro: Tócamela...

En ese momento estamos pasando por unas casitas las cuales están a orillas de la carretera de terracería, en ellas se ven las luces de los focos prendidos que dan hacia la calle pero no se ve gente en lo absoluto, me doy cuenta que ella no se decide y tomo la iniciativa, tomo su mano y la llevo a mi verga.

Alejandro: ¿Está dura?

Ariana; sí...

Alejandro: Te gusta putita, porque eso es lo que eres, una putita, ¿o no?

Ariana: …

Me observa con esa mirada de calenturienta

Alejandro: A ver, que voy a pensar de una mujer que sabe que su marido está cogiendo con otra mientras a ella la están rellenando de chorizo por la concha, ¿si te gusta que te hable así verdad?, porque eres una puta...

Ariana: Mmmmm.

Alejandro: Mámamelo puta, ¡ahora! O de lo contrario te llevo a tu casa sin darte verga, Vas a entender que aquí yo mando, mi verga ordena y tu obedeces, ¿Entendido?

Ariana: …

Solo se agacho y me la empezó a mamar, mmmmm, ya la tenía controlada, aproveche a cerciorarme si ya estábamos cerca, me faltaban como 2 minutos para llegar al lugar indicado, en el centro de la nada, como 100 metros de terracería sin casas cerca, el lugar perfecto.

Alejandro: Así puta, así, lámeme la cabeza, trágatelo, Mmmmm.

Aproveche la posición, levante su falta y le empecé a acariciar el culo, terso, duro, prominente, estaba listo para recibir verga, pero sabía que hacía falta dar el toque final...

Alejandro: Levántate puta, Abre tus piernas que te quiero tocar tu cosita.

Se levanta y obedece, se abre y me muestra su chocho y con esa mirada de puta me dice:

Ariana: ¿Así papi?

Alejandro: Así putita, que obediente sabes, así como te tengo te voy decir la verdad.

Ariana: ¿¿¿???

Con mi mano derecha la empiezo a masturbar, como se lo que a ella le gusta, empiezo a moverme de manera que la voy controlando, cada vez más despacio, cada vez más rápido, y listo, ya cayó.

Alejandro: La verdad es que no estoy casado, la esposa que tengo es falsa...

Ariana: mmmm, ¿Cómo? Mmmmm, ¿entonces…?

Como buen dominador me centro en mi papel de ojete y le voy diciendo:

Alejandro: Pues resulta que tu marido es un pendejo pues le di la dirección del hotel pero va a esperar a alguien que nunca va a llegar, Porque lo engañe ja ja. Y por mientras, yo me cojo la puta de su esposa, que resultó ser muuuuy puta.

Ariana: haaayy, noooo, mmmmm, déjame, déjame…

Alejandro: En verdad quieres que te deje, Mírame, No quieres que te meta la verga, no quieres que abuse de ti y te rompa la conchita con mi reata, Dime...

Ariana: …

Solo me observa con su rostro cubierto con la mitad de su cabellera y con los ojos entrecerrados de la masturbada que le estoy dando, se muerde los labios, no sabe qué hacer.

Alejandro: Te lo voy a decir una vez más, Tienes dos opciones, Me dices que te regrese a tu casa y te quedas picada, o te llevo con mis amigos, haa porque tú no sabes, están más adelante sobre esta misma carreterita, donde la atracción principal es tu culo, No quieres que te lo chinguemos…

Ariana: (Acelera sus movimientos) haaaay paapi, mmmmm, Que cabrón eres, mmmmm, Que ricoooo, no pares, Hay que delicioso, mmmm...

Alejandro: Ya decide puta, quieres leche de varios hombres por tu culo... O mejor… ¿QUIERES QUE TE ROMPA EL CULO?

Y ahí detonó

Ariana: haaaayy, Siiiii, hazme lo que quieras, quiero vergas que me penetren, quiero hombre.

Fue el momento que esperaba, detuve el carro, apague los focos dejando el carro encendido, sin pensarlo en un movimiento fugaz me baje del carro, alcance a escuchar que Ariana dijo:

Ariana: No amor, No te bajes, No te pares.

Y sin hacerle caso rodee el carro y me dirigí hacia la puerta del pasajero dando la vuelta a todo el auto, en ese inter destape un condón y me lo puse, la tenía súper parada por lo que no me costó el mínimo trabajo ponérmelo, llegue a la puerta y la abrí de un solo golpe, la vi a ella semidesnuda, con sus ojos llenos de miedo y excitación, no sabía que hacer, Pero yo sí. La tomé de los hombros y, sin lastimarla, la alce hacia afuera del carro, la puse en contra del carro dándome las nalgas, me acerque a sus nalgas por detrás y con mi mano izquierda la masturbaba mientras que con la derecha me agarre la base de mi verga y apunte a su concha la cual estaba literalmente babeante, comencé a picarla hasta que llego la estocada certera… ella dio un saltito, “¡Haaayy!”, y entonces comencé a bombearla.

Alejandro: Cómetela prostituta, tu tan mujer, tan esposa refinada, y mírate aquí, con el culo abierto y comiéndote una reata en el campo, mmmm que delicia…

Ariana: haayyy paappiiiii, quueee, riicccoo. ...daameee., daameee maaass, chingameeeee, chingame papi (plaff, plaff, plaff, se escuchaba en esa noche fría, había sereno, poca luz, miraba el horizonte y se veía monte por ambas ceras, volteaba a la derecha y a la izquierda y solo penumbras se veían, a lo lejos las casas de personas que dormían, que no sabían que me estaban pisando a mi esposa la puta).

Alejandro: Así mamita, así, toma, tomaa, tomaa.

Ariana: dame pendejo, dame más, mas maassss, hayyyyyy

Alejandro: ¿y el pendejo de tu marido? ¿Ya no te acuerdas de el?

Ariana: haayyy rompemeee, rómpeme la concha, haaaayyyy.

Así estuvimos por aproximadamente 2 minutos, realmente no quería tardar pues no sabía que iba a suceder, a pesar de no haber nadie mi instinto de supervivencia lo tenía a mil y no me confiaba de la oscuridad, volteaba para todos lados, y cuando me disponía a disfrutar observé que solo la luna era testigo del encuentro sexual que teníamos mi esposa y yo, eso le dio un toque de romanticismo. Finalmente había dado el siguiente paso, Cogérmela en la calle.

Alejandro: Me vengoo, meee veennngoooo, haaaa, haaaa Haaaa.

Ariana: haayyy haaaayyy haaaayyyyy.

Nos venimos al mismo tiempo. El condón se llenó con mucha leche, tenía ganas de ensalivar su orto y ahí mismo y desvirgarla por el culo, pero no era el momento, terminamos yo agarrado de sus caderas mientras ella se sostenía del coche, sudorosos, cansados, y muy, muuyyy satisfechos.

Ella se metió al carro y yo antes de subirme me saque el condón y arroje mi leche al monte, para que cuando los perros pasaran por ahí olfatearan y se dieran cuenta que se habían cogido a una perrita en ese lugar. Se lo platiqué a mi esposa cuando íbamos de regreso y no pudo ocultar su cara de satisfacción de solo recordar que ahí se la cogieron. Me reclamó el hecho de que no le hubiese avisado de mis intenciones y que la hubiese obligado a salir del carro, pero me justifique diciendo que si no era así ella nunca lo hubiese aceptado por lo que no me quedo más remedio que engañarla. No quedó del todo convencida pero finalmente aceptó que estuvo bien que la hubiese forzado.

Finalmente le pregunto: ¿A poco no te gustó? A lo que ella me respondió: muchísimo. Logré que diéramos el siguiente paso. Yo sabía que posterior a este acontecimiento se abrirían nuevas posibilidades, y la idea me encantaba… no dudo que los mantendré informados de cómo transforme a mi mujercita. Un saludo a todos.

Datos del Relato
  • Categoría: Infidelidad
  • Media: 9
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