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Categoría: Incestos

Convenciendo a mi suegra (Capítulo I)

En aquellos días, mi esposa Juanita estaba embarazada de nuestro primer hijo, y no teníamos sexo regular, por lo mismo, los achaques propios del estado gestacional.



Pero resulta que en la oficina donde recién me habían comisionado, me encontré de pronto con una hermosa jovencita de algunos 19 años, Ariana; con quien tuve un tórrido romance.



Yo tenía 25 años y un temperamento muy cachondo, se suponía que ahora que me había casado con Juanita, saciaría mis deseos sexuales, pero nada la cosa se puso difícil, y tuve la necesidad de ponerle los cuernos un poco.



Por motivos de la feria regional de mi municipio, se realizaba un baile, y junto con otros amigos de parranda nos fuimos a bailar, ya entrados en copas.



Y ahí encontré a Ariana, una chica con un cuerpo impresionante, pelo largo castaño, ojos expresivos, y boca sensual, un culito paradito y largas piernas torneadas, y unas tetas lindas, con pezones en pico, una delicia de mujer.



Y la saque a bailar esa noche al embrujo de su belleza y al calor de las copas, y ella con todo gusto acepto, y bailamos y bailamos casi toda la noche, de cachetito, o sea muy pegaditos, mis manos en si cinturita y los de ellas en mi cuello, felices los dos.



Solo que no contaba con que en ese mismo evento ahí andaban también mis cuñadas y otros familiares de mi esposa, pero a nosotros no nos importaba tal cosa.



Luego fui a dejarla a su casa caminando por la calle principal del pueblo, y de cuando en cuando nos deteníamos para darnos un buen faje, yo magreaba sus nalgas sobre el vestido, y la besaba sin ningún pudor, ella correspondía plenamente, pero se tenía que ir a su casa, no hubo más esa noche, pero después nos desquitaríamos.



A la mañana siguiente mi suegra me preparaba el desayuno, y mientras lo hacía me reclamo muy airadamente;



-Anoche te vieron en el baile con una muchacha, muy acaramelados, ¿qué tienes que decirme?, estas engañando a mi hija?



Yo no supe que decirle al momento, me tomo por sorpresa, y es que sin ningún tiento me la dejo caer así nomas, yo trague saliva y me puse nervioso y recordé parte del baile.



-No sé a qué se refiere suegra, balbucee torpemente.



-No te hagas el tonto, todos te vieron, esa muchacha trabaja ahí en la empresa donde trabajas tú.



-La verdad suegra, no me lo va a creer pero es que andaba borracho y no me acuerdo.



-Pues me tienes muy decepcionada, te creía una mejor persona, no le diré nada a Juanita pero que no se vuelva a repetir.



-no se repetirá suegrita discúlpeme, pero es que usted debe saber que los hombres tenemos necesidades, y Juanita no puede ahorita cumplirme.



-se me quedo mirando fijamente y me dijo, -¿estás diciendo que te hace falta sexo? –yo, sí.



-Pues ni modo chiquito te aguantas, eso hubieras pensado antes de embarazar a Juanita, además ¿porque no te masturbas en lugar de andar buscando otras?



-No me gusta, yo prefiero en vivo suegra.



En ese momento note que ella alargaba mucho el asunto del sexo, para ser una regañada ya se había prolongado.



Y en ese momento empezó mi mente a elucubrar algo, mi suegra. No estaba tan mal, tendría algunos 45 años, con su cuerpo engrosado por la edad, nalgas amplias, y cintura un poco ancha también, tetas grandes, en sus tiempos debió tener un cuerpazo, quedaban vestigios de ello.



Mi suegra era viuda hacía más de 10 años, y usaba faldas y vestidos holgados, de esos que marcan el cuerpo cuando te agachas o caminas, dejando ver sus nalgas firmes todavía.



Yo pensé entre mí, ¿y si le echo los perros?, que pasaría… y se me volvió obsesiva la idea, empezó a tomar fuerza en mi mente, y empecé a trabajarla.



De repente toda mi atención se centraba en ella, y ella como que le intrigaba que traía yo, porque también me ponía más atención.



-que paso con esa muchacha, espero ya no sigas con ella, me advirtió en tono amenazador.



-ya no la he visto suegra, ahora estoy lavando a mano, que más me queda, dije, esperando alguna respuesta positiva para avanzar.



-pues ni cómo ayudarte yernito, no se puede.



-¿no se puede qué cosa suegra?



-ayudarte con eso, ni modo que yo…



-¿si usted pudiera si me ayudaría?



-jajaja que cosas dices, no cabe duda que la calentura te trae loco.



Y así avanzaban las cosas, yo por las noches me ponía a pensar como seria echarle un palo a la suegra, tanto tiempo sin nada ella, estaría deseosa de coger o ya se le olvidaría.



-¿me llevas al súper yernito? –con todo gusto suegritaaa, ya sabe que lo que usted guste, sus deseos son ordenes, usted nomas diga.



Al ir manejando la verga se me puso tiesa, porque ella llevaba su vestido algo subido, dejando ver sus piernas blancas y duras, y yo la veía de reojo que por poco me impacto con un taxi.



-¡cuidado!, vas a chocar, ¿porque vas distraído o qué?



Y ella noto que su falda iba algo arriba y se cubrió las piernas, y me miro como enojada, pero se sonrojo, lo pude notar, que le daba algo de calorcito, porque se hecho aire con las manos.



-¡es que usted me pone nervioso!



-¿achis y yo porque?, me dijo mirándome fijamente, como intentando intimidarme.



-Pues con sus piernas suegra.



-¿que tienen mis piernas, nunca has visto unas o qué?



-No si muchas pero las suyas están muy lindas.



Y así nos fuimos platicando un buen rato, a mí se me había parado la verga tremendamente, que se notaba por encima del pantalón, y ella lo noto, porque se acomodó en el asiento nerviosamente, algo estaba por suceder.



Detuve el coche en el estacionamiento de Wal-Mart, y seguimos platicando, entonces yo instintivamente me sobe la verga, porque ya hasta me calaba.



-creo que ya me excite suegra, le dije, y en un acto de osadía le mostré mi abultado paquete, donde se notaba la verga bien dura, que hacia una carpa en mi pantalón.



-ella abrió los ojos tremendamente y me reprocho airadamente.



-¡cómo te atreves a mostrarme eso!, ¿quién crees que soy? ¿Una puta?



-no se moleste suegrita, solo le mostraba lo que usted causa en mí.



-¡pues nada que no vuelva a pasar, me tienes muy molesta!



No sé qué diablos tengo yo, que se me ponen difíciles las mujeres al principio, luego no hayo como quitármelas de encima, y esta madurita rica se me estaba poniendo difícil.



Y así quedamos ese día, fuimos y compramos todo muy cordialmente, yo detrás de ella, mirándoles su frondosa cola, y ella moviendo su culo delante de mí.



El juego había empezado, el reto era difícil, mas no imposible, el volcán estaba ahí, nada más había que despertarlo.



Al subir al coche, ella tuvo mucho cuidado de que no se le subiera la falda, y me dijo;



-para que no te vayas a distraer y choques con alguien, mejor me subo en la parte de atrás, conduce con cuidado.



Cuando ella se bajó para cambiarse de lugar, yo acomode el espejo retrovisor para que apuntara al filo del asiento trasero, done iría sentada ella.



Y al sentarse abrió un poco las piernas, yo mirando por el retrovisor, y pude observar aquel par de piernas que nacían entre unos pantis color blanco, dejando ver una tremenda pucha, abultada y palpitante.



La verdad no sé si lo hacía intencionalmente o era un descuido e su parte, pero yo lo disfrutaba mucho haciendo hervir mis huevos, porque estimulaba mi parte voyerista.



Yo despistadamente me saque la verga porque de tan dura que estaba ya hasta me sentía incómodo, supongo que ella me miraba desde su ángulo donde estaba sentada, pero hacia como que hojeaba una revista, yo dándole una jaladas a la verga que por poco exploto ahí mismo.



Yo seguía mirando constantemente por el retrovisor ella con las piernas abiertas en el sitio trasero, dejaba ver su cueva ardiente y palpitante, yo creo que me estaba provocando pero despistadamente.



Llegamos a casa y se acabó el encanto, no hubo sexo pero algo habíamos avanzado para romper el hielo del parentesco, y nos vimos ambos algo, yo las piernas y ella mi verga gruesa.



Sucedió que una vez me pidió que fuéramos a dejar a otra ciudad a mi cuñadita Paty, porque ahí trabajaba ella, y le tendríamos que llevar algunos muebles en mi pick up.



Y así lo hicimos pero de regreso mi suegrita se durmió, echándose mi chamarra encima para calentarse porque hacia algo de frio, cuando la escuche roncar pensé, aquí mero, y como iba casi recargada en mí, la abrace. Con una mano manejaba y con otra la llevaba abrazada.



Y poco a poco le fui metiendo mano a sus tetas, hasta llegar a sus pezones, grandes y duros, palpando en toda su extensión sus ubres.



Me saque la verga que estaba a reventar ya, y le tome con tientos una mano, y la puse alrededor de mi verga, sus manos largas y grandes al sentir algo entre ellas, apretó.



Pero no hacía nada más, yo tuve que tomarle la mano para que me la puñeteara un poco, ella solo apretaba, y roncaba, yo con la otra mano entre sus tetas.



La posición estaba un poco incómoda para meter bien la mano, pero me las arreglaba, y pensé ¿si me detengo con cualquier pretexto y le meto mano bajo su falda?



Dicho y hecho, me detuve a la orilla de la carretera y ella como si nada, seguía dormida, tenía fama de dormir profundamente y que nada la despertaba y bueno eso me convenía.



Le subí la falda poco a poco, y quedaron sus muslos blancos y suculentos al descubierto, llevaba puesto unos pantis de color negro, tipo bikini, quien la viera, yo pienso que lo hizo a propósito, y que caí en sus redes.



Le acaricie ávidamente sus piernas, llegando hasta su pucha caliente y abultada, y metí mi mano hasta el fondo, buscando su raja sobre el calzón, y encontré su clítoris grande y excitado, pero tenía que tocarlo en persona.



Y metí la mano bajo su pantis y le busque su rajada, y la encontré tremendamente grande, y excitante, mi verga quería acción, porque babeaba de manera impresionante.



No me la podía coger ahí, pero me masturbaría con su mano, y así lo hice con una mano en su raja, y la otra puñeteando mi verga, ella se hacía como que dormía, porque de repente se estremecía y soltaba suspiros de placer, yo en chinga duro y duro hasta que por fin exploto mi cipote y la leche salió disparada mojando toda su mano, mientras que soltó un gemido de placer, y sentí como sus jugos vaginales fluían abundantemente.



Le limpie todo lo mejor que pude, y le acomode sus ropas y la cobije con mi chamarra, y volví a encender el motor de mi camioneta y nos fuimos, ya era de noche.



Cuando llegamos a casa ella se despertó como si supiera que habíamos llegado, y con un beso me dio las gracias por el favor, y me dijo al oído –espero que lo hayas disfrutado.



Wow, era cierto ella estaba despierta y me había dado chanza de desahogarme un poco, ahora lo mejor estaba por venir, habría que buscar la oportunidad.



Este arroz ya se coció, pensé, mientras que mi verga ansiaba probar esas frondosas y suculentas carnes.



Esta historia continuara…


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
  • Media: 5
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