Al dia siguiente pase casi toda la tarde fuera de la casa. Todavía me sentía apenada por lo que sucedió. Cuando regresé a casa a las seis en punto, vi el carro de mi tia frente a la casa: me fui directo al cuarto. Cuando llegué a la puerta me sorprendió ver sobre la cama un paquete envuelto en papel de regalo brillante. Pegado al paquete había una nota que decía: "Como te gustó tanto el mio, pensé que te gustaría tener otro para ti, nena. Con cariño, tu tía". Abrí el paquete y encontré un bello consolador de diez pulgadas.

Rapidamente bajé al primer piso y allí encontré, en la sala, a mi tía María. Estaba parada allí con las piernas abiertas y las manos en las caderas. Tenía puesta una bata de algodón morada muy corta que apenas le cubría el culo y sus senos con sus medidas de 28 pulgadas. Tenía esa mirada pícara y esa sonrisa seductora en la cara. Corrí hacia ella y nos abrazamos: ya yo sabía que esta iba a ser una maravillosa noche, algo que nunca podría olvidar.

A la media hora ya estaba sentada en el sofá frente a mi tia. Me estaba haciendo un show erótico mientra comía almejas. De vez en cuando las chupaba y luego probaba el vino, luego bajaba la mano y se metía el dedo en la cuchara y después, lentamente, se chupaba el jugo que le quedaba en los dedos. Siguió asi hasta que me dijo:

- Ya es hora de que aprendas algo mas.

Me tomó de la mano para conducirme hacia el sótano muy lujoso. Las luces eran muy opacas menos las que estaban en el techo, que bañaban la piscina con un brillo rosado muy hermoso. Mi tía María tenía una docena de dildos y consoladores puestos en fila sobre la mesa cerca del borde de esta de para poder agarrarlos fácilmente. Me hizo acostar en una silla reclinable de cuero la cual había sido colocada en un lugar desde donde podía ver todo. Luego colocó un cassete de música rock con un ritmo lento de baterías. Luego encedió incienso y dijo:

- Tú querías saber lo que hago como teibolera. Bueno ahora me vas a ver.

Traducido por Marcos Urbina
CONTINUARÁ.