Continuación de EL DESCONOCIDO.
Me senté y comencé a moverme lentamente hacia su palpitante miembro mientras sonreía. Lo toqué con la punta de la lengua y probé la suavidad que esperaba de su pene. Oía cuando se quejaba: “así, así me gusta”, cuando mi lengua se movió alrededor de la cabeza del huevo. Muy suavemente le bajé los boxers hasta que se vio el bulto grande: sonreí cuando salió de repente como deseoso de que me lo metiera todo en la boca. Era demasiado grande y al comienzo tuve dificultades para metérmelo. Pero lentamente me lo introduje todo, mas y mas adentro, hasta la base del palo. Con la otra mano apreté las bolas, muy frías y pesadas. Las apreté contra la base del huevo mientras mi boca se desplazaba hacia adentro y hacia fuera chapándole el palo. Sentí que se le paraba mas y mas; mas y mas rígido, cuando me di cuenta que quería acabar. Lo chupé sin parar hasta que su suave cabeza se sentía pegando en la parte de atrás de mi garganta. Luego me relajé y dejé que lo metiera mas. Ya bien adentro de la garganta comencé a gemir suavemente haciendo vibrar el enorme miembro. Se lo mamaba y me lo metía y sacaba dejando que entrara mas adentro cada vez. Pude entonces sentir el golpe del empuje en el momento en que disparó el tibio semen dentro de mi boca. Se notaba en mis ojos una pasión cuando levanté la cabeza. Sonrió para luego soltar una risa:
“Dios mío. Nunca nadie me había hecho acabar así. Esto si estuvo bueno”. Yo también sonreí, hasta lamer lo último del semen que me quedó en los labios. Extendiendiendo su mano agarró suavemente la mía suavemente para cargarme en sus fuertes brazos. Ahora me toca a mi, dijo con ojos maliciosos. Me llevó a la habitación para colocar mi cabeza suavemente sobre una almohada de tercopelo. Con una mano me desabotonó la falda, para bajarme las pantaletas mojadas, y con gran destreza lanzarlas sobre una silla al otro extremo del cuarto. Me producía una gran agonía y desespero el sólo pensar sentir su tibia boca en mi clítoris, pero se tardaba, porque así lo tenía planeado. Me besó los dedos con suavidad y también los pies masajeándolos y acariciándolos con la lengua, hasta que subió y subió y llegar hasta mi cuca palpitante. Levanté la cadera para llegar mas rápido a su boca, pero no era eso lo que quería porque me besaba los muslos y alrededor de estos mientras mis labios vaginales estaban ya goteando por el deseo, esperando, muy mojados. “Por favor, mámamela, quiero sentir tu lengua”. En ese momento su boca cubrió todos mis labios, mayores y menores, y hasta mi clítoris. La chupó fuertemente, probando mis jugos y gimiendo de placer. La lengua rápidamente encontró mi punto más sensible haciéndome saltar de placer. Suavemente acarició alrededor, en círculos para no hacerme acabar tan rápido. ¡Este hombre si sabía complacer a una mujer!
Luego metió sus manos debajo de mi culo para agarrarme las nalgas jalándomelas hasta encontrarme con su boca deseosa de tocarme. Pude sentir la lengua cuando entraba y como lamía más y mas adentro. La metía con fuerza haciéndome sentir cada golpe cuando entraba para sentir su cálido aliento y toda su boca, mamándome la cuca y llevándome a placeres donde nunca había llegado antes en mi vida.
Traducido por Marcos Urbina
Continuará.