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Recuerdo que un sábado por ahí de la 1:00 de la tarde me sentía aburrido así que me fui a mi habitación a ver videos porno en mi celular. Empecé viendo videos hetero, tríos y terminé viendo porno gay. Esto último me puso cachondo, el simple hecho de imaginarme desnudo con otro chico me empezó a dar vueltas en la cabeza, así que decidí darme una vuelta por páginas de clasificados de hombres buscando hombres.
Mandé algunos mensajes sin éxito a chicos de mi zona hasta que un chico me contestó, su nombre era Rogelio. Él tenía unos 34 años y yo 36, ambos de complexión media, pero él unos 10 cm más alto que yo, los dos con un tipo de cuerpo normal. Sin muchas pretensiones de ninguna de las partes decidimos vernos y ver qué pasaba, si no había la suficiente química pues nos tomaríamos una cerveza y listo.
Quedamos en vernos como a unos 10 minutos de mi casa, yo llegué a pie y aproveché en pasar a comprar condones y lubricante por si acaso ya que mi nuevo amigo quedó en comprar las cervezas. Rogelio llegó en su auto unos pocos minutos después de mi, y sin bajarse de su auto solo bajó la ventanilla para que con la mirada ambos hiciéramos contacto y nos reconociéramos. Yo me sentía un poco nervioso, pero nada fuera del cosquilleo que uno siente cuando sabe que tendrá compañía sexual.
Al subir nos saludamos como dos buenos amigos y haciéndome una seña al asiento de atrás me hace saber que ya pasó a comprar las cervezas y yo por mi parte le enseñé que había cumplido con mi parte de comprar condones y lubricante. Ambos nos sentimos cómodos sabiendo que ninguno de los dos quería pasarse de listo o abusar de la buena voluntad del otro.
Rogelio me dijo que si no me importaba ir a un departamento "vacío" que tenía en la zona... Y pues le dije que por mi estaba bien, que no había problema. En el camino me comentó que era un departamento de su madre y que no sabían si venderlo o rentarlo, que por eso estaba casi vacío. Llegamos a su departamento y solo había un televisor, un estéreo, un sillón y un refrigerador.
Pusimos las cervezas y los condones en la mesa de la TV y nos sentamos a conversar en el sillón, Rogelio puso un poco de música por aquello de que las "paredes oyen" y asegurar nuestra privacidad. Durante la plática tomé su mano a lo que él me sonrió y nos dimos un beso. Abrimos las primeras cervezas y entre los tragos, las risas y la conversación nos hacíamos cariñitos, besos, y algunos frotamientos en la entrepierna.
Casi se había terminado la primer ronda de cerveza cuando ya nos habíamos sacado las playeras y nos habíamos quitado los zapatos... Me acerqué a Rogelio para que nuestros torsos se frotaran y el aprovechó en tomarme de la cadera para sobar deliciosamente mis nalgas. Después de algunos besos más me puse de pie frente a Rogelio invitándolo a desabrocharme el pantalón, él entendió la indirecta y procedió a aflojar el cinturón y desabotonar mis jeans. Cuando estaba terminando de bajar el cierre se dio cuenta que yo no llevaba ropa interior, lo cual le sorprendió gratamente ya que no pudo evitar decirme "que rico, no traes calzones, ya vienes listo".
Cuando me sacó el pantalón y quede completamente desnudo frente a él, fue mi turno de quitarle su pantalón y el bóxer... Nos sentíamos como dos niños haciendo una travesura... Nos sentamos en el sillón y nos terminamos la cerveza. Nos besamos, nos tendimos en el sillón, por momentos el arriba de mi y otros momentos yo arriba de él. Sentir sus manos en mi espalda bajando hasta mis nalgas era sublime.
Rogelio tomó un condón y se lo puso, y con caricias en mi cabello entendí que era hora de comerme su caramelo que sin ser muy grande era proporcional a su estatura. Me metí su tronco en mi boca lo más que pude de un solo movimiento y comencé a succionarlo para después alternar con sus testículos, seguí con esa tarea hasta que se vino dentro del condón.
Después de unos minutos en lo que se repuso de sus espasmos. Rogelio me dio un condón para que me lo pusiera y ahora devolverme el favor, con la diferencia de que mientras él se recostó para recibir el oral, yo lo hice de pie.
Nos bebimos otra cerveza y volvimos a meternos mano mutuamente, Rogelio de paró atrás de mi y con un poco de fuerza y torpeza dejó car su cuerpo contra el mío para doblarme y quedar empinado, a lo cual no puse mucha resistencia y aproveché el descansabrazo del sillón para quedar con la cadera levantada. Rogelio besaba mi cuello, mi espalda, mis nalgas... Hasta que llegó el momento que no sentí su peso, lo cual me hizo voltear y ver que se estaba poniendo un condón para cogerme. Con delicadeza me lubrico la entrada de mi ano y después dejo caer un buen chorro en mis nalgas mojando toda la zona, primero no entendí esa acción pero después sentí como restregaba su tronco por toda la zona y el lubricante ayudaba a deslizarse de una manera deliciosa.
En eso sonó su teléfono... Era su familia que le avisaba que iban al departamento para mostrarlo a unas personas interesadas en verlo. No tuvimos más que mirarnos a la cara con decepción, pero sin reproches ya que esas cosas pasan cuando uno hace travesuras a escondidas, nos vestimos, nos dimos unos últimos besos y me llevó en su auto al mismo lugar donde nos encontramos.
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