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Mi seguidor virtual hacía tiempo que me venía insistiendo en conocernos. Después de bastante tiempo intercambiando mensajes, por primera vez había considerado la posibilidad.
El problema era el temor a una cita a ciegas. No solo por el miedo a que no me gustara la persona, sino por el peligro de encontrarme con alguien a quien solo conocía virtualmente. Pero luego de mucha insistencia, la curiosidad me jugo una mala pasada, y acepte la invitación. Solo conocía el seudónimo, Franco, y tenía una descripción física que mucho no ayudaba en la identificación. Y ni hablar de que tranquilamente podría ser toda una mentira. Pero me embarque en la aventura.
Hacía varios días que habíamos arreglado con las chicas para salir. Si bien cada tanto nos juntábamos, últimamente lo habíamos estado haciendo en la casa de alguna y en esta oportunidad la idea era ir a comer afuera y las que luego tuviesen ganas podrían ir a seguir la noche en algún bar o boliche.
Llego el viernes en cuestión. Después de un largo día de oficina llegue a casa bastante exhausta.
Aproveche que había salido relativamente temprano para pasar un rato con mi hijo, hacer un par de cosas de la casa, y mientras esperaba a que mi marido llegase comencé a cambiarme.
Pero mi cabeza rondaba a los mails que había intercambiado por la tarde con mi amigo virtual. Le había dicho donde iría a tomar algo con mis amigas, y como ayuda para que me reconociera, había aceptado vestirme como él había sugerido.
El juego venia de larga data. Un histeriqueo virtual desenfrenado, donde yo no tenía ningún tipo de inhibición y me abría a confesar cada una de mis historias o aventuras.
El juego me había llevado a dudar de un encuentro, y luego de mucha insistencia aproveche la salida con amigas para darle un par de pistas de donde iba a estar y como podría reconocerme. Si bien nunca la dije expresamente donde iba a estar, ya que tampoco lo sabía con certeza, si le di un par de pautas y acordamos en que me vestiría lo más cercano posible a lo que él me había pedido. De esa forma, las chances de que nos cruzáramos y me reconociera eran bastante altas. Ahora había que confiar en el destino.
Tal como habíamos acordado me puse un jean ajustado con una tanga muy chiquitita violeta, unas botas, y arriba una musculosa bastante escotada y sin corpiño, que al ser relativamente suelta, le daba una sensación de libertad a mis gomas. Esa era la señal. Ahora él tendría que encontrarme, reconocerme, y acercarse a saludarme.
La verdad es que vestirme de esa manera, siguiendo lo pedido por un casi extraño, me excito bastante. Por mi cabeza rondaba la idea de que pasaría en caso de que nos cruzáramos. Que le diría a mis amigas. De donde lo conocía!!, si me llegaban a preguntar?. Todo esto me excito un más. Siempre tuve debilidad por lo prohibido y el morbo que me genera es uno de los motores de mis fantasías.
Mientras terminaba de maquillarme llego Julian a casa, charlamos un rato, y como el nene se había dormido aprovechamos para franelearnos un poco. Total yo tenía un poco de tiempo antes de irme.
Después de los piropos del rigor, comenzamos a besarnos y rápidamente mi musculosa había desaparecido. Yo había tenido una semana y sobre todo un viernes terrible, así que los mimos fueron bienvenidos. Pero Juli no quería mimos solamente, quería algo más, y así me lo hizo saber.
Me desabrocho el pantalón, me lo bajo, y dándome vuelta y apoyándome sobre la mesa, comenzó a tratar de penetrarme. La realidad era que con el jean y sin poder separar las piernas se complicaba, pero la situación me excito tanto que la lubricación era perfecta. Después de insistir un poco logro penetrarme y yo explote del placer. El sentir a Julian dentro mío, de forma tan estrecha por la posición, me hizo acabar en pocos minutos. Sabía que él me iba a seguir enseguida, pero no quería que acabara dentro mío ni en ningún otro lado. Ya estaba cambiada y no quería ensuciarme, así que como pude me corrí, me puse en cuclillas apoyándome en una silla, y comencé a chupársela. La boca pintada, mi cara de puta mirándolo a los ojos, y las ganas con que se la succionaba, lo hicieron acabar en unos segundos. Quiso salir de mi boca, pero agarrándolo de la cola no se lo permití. Pude sentir como empezaba a descargar su leche en mi boca. Hice mi mejor esfuerzo para tragar todo sin dejar nada. Cuando sentí que no salía nada más empecé a chupársela como para limpiarla. Un ratito después me encontraba lavándome los dientes en el baño, arreglándome un poco la ropa, y subiéndome al auto.
Una vez en el auto llame a Jime por teléfono para avisarle que en 15´ estaría en su casa. Como vive en un departamento siempre la llamo, así cuando llego ya está en la puerta y no tengo que esperarla. Obviamente esto casi nunca funciona, y termino esperándola como si jamás la hubiese llamado. En esta oportunidad aproveche para retocarme el maquillaje, atarme mejor el pelo, y comerme un chicle para tratar de disimular el gusto que aún tenía en la boca.
Media hora después estábamos estacionando para encontrarnos con las chicas.
El resto estaba bastante lindo. Simple, donde la especialidad es la cocina de mar. Nos ubicamos en una mesa de las de la vereda, así las fumadoras podríamos fumar, y además hablar a los gritos sin molestar a nadie. Éramos 8 y la verdad es que comimos y nos divertimos mucho. Pero el lugar no daba para más que cenar, así que después de una larga sobre mesa, donde un par de botellas de vino ya habían quedado vacías, algunas comenzaron a planificar donde seguiría la noche.
Obviamente estos debates son eternos, y de las 8, tres ya habían avisado que no vendrían a donde fuésemos. Yo por un lado quería decir a donde ir, pero tenía miedo de que al encontrarme con mi amigo virtual, se diesen cuenta de que tenía todo armado. Así que no emití opinión y deje que ellas decidieran.
Terminamos yendo a un boliche que había a unas cuadras, donde una de las chicas tenía un contacto a través de gente del laburo.
Mientras caminábamos al boliche sentí como los nervios comenzaron a recorrer mi cuerpo. Las chicas habían elegido el mismo que hubiese elegido yo, y las posibilidades de que me encontraran iban en aumento.
La noche estaba fresca, por lo que en ningún momento me había quitado el abrigo, lo que disimulaba mis tetas casi libres, pero podía sentir como al caminar se me bajaba la musculosa, lo que me obligaba a cada tanto acomodármela.
Llegamos al boliche, y los contactos de Belen nos hicieron entrar enseguida. Nos consiguieron una mesita en un rincón, sobre unos puff, pero que por suerte estaba un poco alejada de la pista y nos iba a dar cierta privacidad. Obviamente al entrar mire para todos lados tratando de reconocer a alguien. Era imposible. Yo no tenía casi datos como para reconocerlo y tampoco sabía si el estaría ahí.
Luego de acomodarnos, y dejar los abrigos, nos dirigimos a la barra a buscar algo para tomar. Mientras caminaba tenía que acomodarme la musculosa porque realmente se me bajaba. Me sentía sexy y podía ver o notar como me miraban, pero estaba al límite de quedarme en bolas. Jime y Adri se dieron cuenta, y me hicieron un par de bromas al respecto. Siempre bromeaban con mis tetas. Es que desde que me las había operado estaba mucho más desinhibida, lo que era causal de comentarios y bromas. En la barra decidí invitar a mis amigas con el trago que quisieran. Ellas agradecieron. Pague y nos fuimos a la mesa nuevamente. De a poco el lugar se comenzaba a llenar y el caminar era un poco más difícil. Además de que había gente, también están los que se te paran delante como rogándote un beso. Llegamos a la mesa, y al bajar un poco los tragos decidimos ir a bailar.
Ni bien pisamos la pista, un grupo de buitres se nos abalanzó. Nosotras como siempre ni nos inmutamos. Un poco porque nos encanta el histeriqueo, otro tanto porque no nos estaban molestando realmente. Mientras bailaba se me bajaba la musculosa, y si yo no me daba cuenta alguna de las chicas me lo hacía notar. En un momento, no sé si producto de la bebida o que, se me había bajado demasiado, quedando al límite de lo permitido. Uno de los chicos del grupo se me acerco y me lo dijo. Fue directo. “Si se baja un poco mas no me voy a poder controlar”, me dijo. Obviamente me acomode, le sonreí y seguí bailando con las chicas. Pero volvió a insistir con una batería de preguntas a las que yo respondía con monosílabos. Al rato Jime me pidió que la acompañara al baño, y a la vuelta volvimos a comprarnos un trago cada una. Yo como siempre un gin tonic, y ella un fernet. Mientras estaba en la barra siento que alguien se me para atrás, sin apoyarme pero muy cerca. No sé porque, pero estaba convencida de que era mi amigo virtual. Me quede helada de los nervios, y lentamente me di vuelta con mi vaso en la mano. Cruzamos la mirada y me quede ahí esperando que me dijera algo. Nada, no me dijo nada. Así que siguiéndola a Jime volví donde estaban las chicas. Falsa alarma pensé.
Seguimos bailando, y los buitres se iban rotando para atacarnos. Sin suerte por el momento.
En un momento decido ir sola al baño, y mientras pedía permiso siento que alguien se para detrás mío y me agarra de la cintura como un trencito para aprovechar el camino que se me iba abriendo entre la gente. No le preste atención hasta que siento que se me acerca un poco más y me dicen al oído, “nati sos vos?”. Me quede helada y tímidamente, lo que nunca en mí, me di vuelta. Ahí estaba Franco. Tendría 28 años, castaño, pelo corto. Un poco más alto que yo. Flaco. Era el, casi como se había descripto. Mi amigo virtual. Tenía una sonrisa en su cara y un gesto totalmente descontracturado, lo que me descontracturo a mí. No sé porque, pero me sentía relajada ahora que lo conocía. Nos dimos un beso y nos apartamos un poco para poder charlar, ya que la música estaba muy fuerte. Le pedí que me disculpara, que quería ir al baño. Así que me espero cerca de la barra. Cuando volví ya me había pedido un gin tonic, en señal de que sabía mis gustos.
Nos pusimos a charlar como grandes amigos hasta que Jime vino a interrumpirme. Los presente, y a Franco lo presente como un ex compañero de facultad. Jime me miro con cara cómplice, como no creyendo lo que le decía, pero no quiso indagar y me dijo que se estaban por ir. En ese momento no supe que hacer. Era el momento ideal para irme, total ya había cumplido. Pero si me quedaba le estaba dando a entender a mi amigo que probablemente terminara pasando algo entre nosotros. Dude un poco, pero decidí quedarme. Los ojos de Franco brillaron, y Jime me sonrió con una mirada cómplice. Solo le faltó guiñarme el ojo. Me aparte un poco y trate de explicarle algo a Jime, pero ella no me dejo y me interrumpió diciéndome que le iba a decir a las chicas que me quedaba sin muchas vueltas. Y que me quedara ahí así no me preguntaban nada a mí. Ella se iba a encargar de traerme la cartera y el abrigo sin dar muchas explicaciones.
Cuando me di vuelta, Franco me estaba sonriendo. Entre bromas me dijo, “hoy se me da?”. Y sin afirmarlo o negarlo le sonreí y le di un sorbo más a mi gin-tonic.
Conversamos un rato, pero en breve la conversación subió de tono y derivo en todo tipo de comentarios de índole sexual. Podía notar como cada tanto me miraba las gomas, y yo no hacía nada para taparme. Sabía que estaba al límite y jugaba con él. Total ya me había visto en fotos. Mientras charlábamos bailábamos un poco. Los roces no tardaron. Me agarraba por la cintura, o por la espalda, acercándome un poco y jugando a rozar mis tetas o pelvis. Mientras hablábamos nos acercábamos más y en varias oportunidades pude sentir como me apoyaba. Tenía un pantalón suelto, lo que ayudaba aún más. Al terminar mi trago quise invitarlo uno, pero no me dejo. Fuimos a la barra y hábilmente se paró detrás mío con la excusa de que había muchísima gente. Mientras esperábamos a que nos atendieran, podía sentir como me apoyaba ya sin ningún tipo de disimulo. Yo lejos de apartarme, sacaba un poco más mi cola para ayudarlo. Uno de sus brazos cruzo por debajo de mi estómago, y aprovechando que la musculosa era suelta, empezó a tocar mi panza suavemente. Al principio por la zona del ombligo, como explorando el área. No puse resistencia, y el al notar esto comenzó a subir hasta que empezó a rozar la base de mis tetas. Justo donde tienen la caída natural. No sé qué espero, pero yo estaba decidida a que me las agarrase de una. Pero no fue así. Justo nos atendieron y el rápidamente saco la mano. Me dejo totalmente caliente, pero me la tuve que aguantar. Nos apartamos un poco volviendo al mismo lugar de antes. Ya no había disimulo. Estábamos histeriqueando los dos. Yo le hablaba cerca, el hacía lo mismo. Jugaba con la pajita del trago, lo miraba a los ojos. Dejaba que mis tetas estuviesen casi al aire, lo dejaba que me rozara, etc. El juego me encantaba. Me sentía totalmente excitada.
En eso trata de darme un beso, pero yo hábilmente esquivo la situación. Sonriéndole le digo que no es el lugar. Que entienda que soy una mujer casada y que pongo muchísimo en juego exponiéndome de esa manera. Franco lo entiende y acepta el juego. Pero lejos de resignarse me termina invitando a su casa.
Al principio dudo. No sé si quiero llevar esto a un nivel más alto. El juego está bien. El histeriqueo también. Pero no estoy segura de si me quiero acostar con él. Me disculpo y miro la hora. Son las 03:30hs. Ya es tarde. Sé que si voy a su departamento no voy a volver a casa hasta las 06:00hs y no quiero llegar tan tarde.
Le digo que no se, que no estoy segura, pero él insiste. El alcohol me desinhibe un poco y la situación me calienta. Dudando acepto salir del boliche en busca de un poco de aire y donde poder conversar más tranquilos. En la puerta nos prendemos un cigarrillo mientras caminamos para la esquina. Me vuelve a insistir.
La verdad es que tengo ganas. No quiero dejarlo así ni dejarme a mi así. Pero no estoy segura.
Franco me dice que vive cerca, a unos 10´. Cerca de ahí. Nos quedamos en la esquina, el insistiéndome y yo rechazándolo. Y paso……, no me pregunten porque pero termine aceptando. Me dice de tomarnos un taxi, a lo que le respondo que estoy con el auto.
Mientas caminamos para el estacionamiento siento como uno de sus brazos paso por encima de mis hombros. Estoy excitada, entregada.
Al subirme al auto me saco el abrigo para manejar. Lo hago a propósito ya que sé que el cinturón de seguridad me aprisiona las tetas y con esa musculosa aún más.
Franco lo nota, y me hace saber lo caliente que esta. Después de un juego de palabras, en donde yo le insinuaba que dudaba de lo que me decía, mi mano termina apoyada sobre su entrepierna. Enseguida puedo notar la excitación y con mi mano derecha, mientras manejo, comienzo a masajearlo por arriba del pantalón. Su erección es intensa, y con su ayuda mi mano termina dentro de su pantalón. Puedo sentir su pene. Esta caliente, transpirado, y con mi dedo siento su líquido seminal lubricándolo un poco. Cada tanto el atina a tocarme un poco las tetas, la que está sobre el cinturón parece querer salirse con cada pozo o cuneta que agarro.
El trayecto desde el estacionamiento a su casa era tal como él me había indicado. No más de 10´. Por lo que mientras buscaba lugar para estacionar el juego se termina. El rápidamente se acomoda el pantalón y bajamos del auto.
Tuve suerte y pude estacionar enfrente de su casa. Un lindo edificio. Moderno. En la puerta había un grupito de chicos y chicas, vecinos, que nos saludaron al ingresar. Me cruce de brazos tratando de taparme un poco ya que el abrigo había quedado en el auto. A mi esa exposición me dio un poco de temor, por lo que entre rápidamente mirando al piso.
El departamento era chiquito. Un dos ambientes muy bien decorado y bastante ordenado para ser el de un hombre que vive solo.
Ni bien entramos comenzamos a besarnos. Sus manos enseguida entraron por debajo de mi musculosa y comenzaron a masajear mis tetas intensamente. Mis pezones estaban duros. Tan duros que casi dolían. Estaban muy sensibles por el roce constante de la musculosa, y ahora más por la excitación y el manoseo. No tardo en sacarme la musculosa, dejando mis tetas al aire. Agachándose un poco me las comenzó a chupar y con otra mano manoseaba mi cola.
Tuve que interrumpirlo. Era ahora el momento porque después iba a ser peor. Necesitaba pasar por el baño. El me indico la puerta, y yo sin ningún pudor camine hacia el baño. Mis tetas de bambolearon al ritmo de mis pasos. Me sentí totalmente observada, y me excito aún más.
Al salir del baño la rutina fue la misma. Franco me estaba esperando con una cerveza en la barra desayunadora y así en tetas como estaba, sin intentar taparme, me acerque a él y me senté en una banqueta. Tome un sorbo del porrón mientras lo miraba a los ojos, con mi mejor cara de gata. Casi no tuve oportunidad de acomodarme que ya estábamos besándonos nuevamente.
La posición era bastante incomoda, por lo que nos dirigimos para la habitación. Me senté en el borde de la cama y comencé a desabrocharle el pantalón. Quería chupársela, por lo que hice todo lo más rápido posible. En unos segundos su pene brillante quedo a escasos centímetros de mi cara. Primero comencé a masturbarlo, para luego metérmelo en la boca. Lo chupe con ganas mientras masajeaba sus huevos. El cómo pudo término de bajarse los pantalones y yo mi mano, agarrándolo de la cola, lo atraía hacia mí. Franco desde esa posición podía masajearme las tetas. No sé cuánto tiempo estuve chupándosela, pero ahora quería que me la metiera. Me acomode como pude en la cama y nos ayudamos a terminar de sacarnos la ropa. Me puse de espaldas, casi en cuatro patas, para mostrarle mi tanga y mi cola. Los halagos no tardaron. Me ayudo y me saco la tanga, dejando mi cola y mi vagina, húmeda por la excitación, al descubierto. Yo arqueaba mi cadera para que tuviese un mejor plano. Su cabeza se hundió y comenzó a darme una sesión de sexo oral como hacía tiempo no me daban. Cada tanto introducía uno o dos dedos y el ruido que generaban mis fluidos, mas su saliva se escuchaba claramente. Yo me retorcía y gemía del placer, y no tarde en tener mi primer orgasmo.
Ni bien termine de acabar le pido que por favor me penetre. Obedientemente, y de una sola envestida, me penetra hasta que logro sentir su pelvis apoyada en mi cola en señal de que estaba totalmente dentro de mí. Comienza a moverse rítmicamente y yo acompaño ese movimiento. No fue mucho tiempo hasta que me di cuenta de que no nos estábamos cuidando. Corriéndome se lo hago notar y le pido que por favor se ponga un preservativo.
Franco se para, y dando la vuelta a la cama se dirige hasta una cajonera y saca una caja de preservativos. Enseguida se coloca uno y vuelve hacia la cama. Esta vez quiero estar boca arriba, por lo que me doy vuelta dejándole mis tetas y concha totalmente depilada a la vista. Se acerca y arrodillándose en la cama, me acerca con uno de sus brazos y trata de penetrarme. Yo con mi mano derecha lo ayudo y vuelvo a sentir ese pene dentro de mí. Sé que voy a acabar nuevamente. Solo es cuestión de mantener el ritmo. Mis gritos son intensos, por lo que en varios momentos me tapa la boca tratando de callarme. Comienza a decirme guarangadas a las que yo respondo también. “que ganas de cogerte que tenía”, “como me calientan las casadas”, “sos una puta divina”, son algunas de las que recuerdo. “cógeme pendejo”, la que le decía yo.
Con sus manos sigue jugando con mis tetas, y cada tanto me las chupa mordiéndome los pezones.
Se pone tenso y apura el ritmo. Esta por acabar. Con mis piernas lo abrazo empujándolo aún más dentro mío. Explota de placer y yo lo acompaño. Dos orgasmos en poco tiempo. Intensidad y excitación a pleno.
Se tira al lado mío. Puedo ver su pene aun rígido y el preservativo lleno de semen. Miro el reloj de la mesa de luz que marca las 04:50hs. Es hora de irme. Con suerte en 30´ estoy en casa.
Me levanto y comienzo a vestirme. El desaprueba mi actitud e intenta convencerme a quedarme un rato más. Le explico que no puedo y que aunque insista me voy a ir.
Y mientras me termino de vestir le explico que siempre que le soy infiel a mi marido, o que hago algo como esto, el secreto es hacerlo bien y no irme de mambo. Me podría quedar si quisiera hasta las 12hs. Pero no puedo llegar a esa hora a mi casa. Llegar a las 05:30hs, después de una salida con amigas, es un horario bastante razonable.
Acepto mi explicación y cambiándose me pidió que lo esperaba así me acompañaba al auto. El grupo de chicos seguía estando en la puerta, por lo que al vernos pasar pude sentirme totalmente observada. Era evidente que había sucedido en el 4 B en esa hora que había pasado desde que llegamos hasta que me estaba yendo. Hasta creí haber escuchado algún comentario al respecto. De todos modos volví a salir mirando al piso y me dirigí rápidamente al auto. El me acompaño, y mientras me subía se agacho para volver a darme un beso. Esta vez el ultimo. Insistió en pedirme mi número de celular, a lo que me negué. Insistió en que arregláramos en vernos nuevamente, a lo cual también me negué. Finalmente insistió en seguir el contacto vía mail, a lo cual acepte.
Llegue rápidamente a casa. No había nadie en la calle por lo que el trayecto lo hice rápido.
Al llegar todos parecían dormir. Rápidamente me dirigí al baño para higienizarme y acostarme.
Cuando me estaba metiendo en la cama Julian se despertó, y como tantas otras veces me busco para tener sexo. Realmente no tenía ganas, pero una buena esposa nunca deja de atender a su marido. De todos modos esa es otra historia.
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