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Conocí a Magali, la hija de mis vecinos. Joven universitaria hermosa q

Conocí a Magali, la hija de mis vecinos. Joven universitaria hermosa que sabe cómo volver loco a un maduro

 

 

Era verano, un día de esos calurosos en pleno puente de agosto cuando las calles están vacías, tan vacías como si una epidemia hubiese arrasado a la mayor parte de la población. Yo solo pensaba en preparar algo para cenar y tirarme a la bartola enchufado a Netfilx, pero el destino me deparaba otra cosa.

Debido a la carga de trabajo, a alguna estrechez económica y las pocas ganas de salir llevaba unos meses sin vida social más allá que la del trabajo por lo que mi vida sexual estaba bajo mínimos. Como os dije, mi edifico es el típico de clase media, sobretodo matrimonios cuarentones con hijos veinteañeros más pendientes de sus móviles que de saludar al vecindario, a mí me da daba igual que saludaran o no incluso a veces prefiero que no lo hagan para no tener que empezar una conversación de ascensor. Aquel día precisamente era uno de esos que no me apetecía cruzarme con nadie, pero la suerte había decidido otra cosa y me encontré al hijo de un vecino esperando el ascensor, decelere el paso a ver si subía, el ascensor no daba llegado y me situé detrás de él.

Hola

Hola, ¿Qué tal? – le conteste, típica pregunta de encuentro entre vecinos

Bien

Y siguió mirando su móvil como si nada, en el espejo de la pared puede ver que estaba whatsapeando, no distinguía la conversación pero si pude distinguir que era un grupo de whatshap y lo que me llamo la atención fue su nombre “nenas”, pensé que se trataba del típico grupo de adolescentes para enviarse porno y me salió sin querer una sonrisa, el parece que se dio cuenta pero disimulo. La conversación del grupo parecía animada, por la cantidad de mensajes que estaban llegando, mi vista no era capaz de leer los mensajes pero, de repente, una serie de fotos aparecieron en la pantalla del móvil, los textos no pero las fotos las pude ver con claridad, eran una falda y una blusa sobre una cama, y otra un conjunto de lencería de encaje blanco, levante la vista con sentimiento de culpabilidad por espiar y me di cuenta que por el espejo de la pared lateral me estaba observando, me pareció que sonreía pero me corte. En ese llego el ascensor y me cedió el paso, yo pase fondo y el se puso delante de mí pulsando los botones de nuestros respectivos pisos, me sorprendió que supiese el mío.

¿Octavo, no? – me pregunto

Yo, si

Y volvió a su móvil, la curiosidad fue más fuerte y no pude dejar de ver lo que estaba escribiendo, lo tenía delante de mí, casi pegado, y parecía que no le importaba que pudiese leer la conversación

– Me llego hoy, estoy deseando llegar a casa para probarme mi ropa nueva.

– Es preciosa, te quedará genial

– Hazme una cam cuando te vistas, por fi!!!

– Ya veremos, puede que tanga otro plan. ( seguido de una serie de caritas sonrientes)

Se dio la vuelta, y en enseñándome las mismas fotos que antes había visto, me pregunto:

– ¿te gusta?

No sé como pero sin pensarlo dos veces le dije:

– Con el tipo que tienes seguro que te sentará genial

– ¿crees que tengo buen tipo?

En ese justo momento llegamos a mi planta.

– Si claro que lo tienes, le dije sonriendo. Ya llegamos

Espera, me das tu whatsapp?

– Si claro, toma nota

Memorizo mi número y nos despedimos. Llegue a casa cachondísimo, soy hetero aunque había tenido alguna experiencia con travestís, nunca con una cross o chicos que se visten de chica. Estaba algo confuso, el hijo de mis vecinos me había puesto a mil. Siempre me había parecido algo afeminado, era delgado, rubio aparentaba unos 24 años. Me había fijado en su madre y mama de cuarenta y pico muy atractiva mi trato con ella no pasaba de los saludos formales de cualquier vecino. No me lo podía creer, me había puesto a mil la nenita, y no podía evitar en pensar verla vestida con aquella falda y esa ropa interior. Pero preferí darme una ducha y evitar malos pensamientos además no me apetecía pajearme en ese momento, los vicios “solitarios” prefiero practicarlos más entrada la noche. Así que me duche, cena algo y empecé mi sesión de series, pero sin poder quitarme de la cabeza lo sucedido ni cada vez que saltaba algún mensaje me entrara una especie de escalofrío entre excitación y miedo.

Había perdido casi son totalidad el hilo argumental de la serie cuando me llego un mensaje de un número desconocido con un:

– Hola, y una sonrisa

– ¿Quién eres?

– Magalí (caritas sonriendo)

– Creo que te confundes, no conozco ninguna Magalí

– Caritas tristes

Mire su avatar, el típico selfie de veinteañera aunque no se distinguía su cara parecía que la niña estaba muy bien.

– Es una pena ya que pareces muy guapa – le conteste-

Una serie de caritas sonrientes y labios aparecieron en mi pantalla, y un mensaje que hice que mi corazón se acelerara.

– Sí que me conoces, tonto

– ¿Si, de qué?

– Esta tarde nos conocimos en el ascensor (carita sonrojada)

Me quede petrificado, no pensé que fuese mi vecino, ¿o debería decir vecina?

– Vaya, perdona. Que sorpresa

-Perdona si te molesto

– No, al contrario estoy aburrido aquí en casa viendo la tele

Empezamos a hablar de series que nos gustaban, y tonterías varias. Hasta que me pregunto si quería ver cómo le quedaba la ropa que había visto, me quede pensando, no sabía que decirle tontear era una cosa pero si seguía avanzando no sabría cómo podía terminar. Ella parecía que lo tenía claro ya que unas piernas, en un sofá, con una faldita hecha para ocultar lo menos posible aparecieron en mi pantalla. Tenía unas piernas perfectas, con unas medias blancas hasta los muslos, que dejaban traslucir una piel suave y depilada.

– ¿Te gustan?

– Me encantan, ves ya te dije que te iba a sentar bien la ropa

Otra foto, apoya en la pared con la cintura arqueada en plan choni de discoteca, apareció en mí pantalla. .

-Siento la calidad, me las estoy sacando ahora y es un rollo encuadrar bien, ¿Qué te parece? ¿Estoy guapa?

-Mucho, pero no salgas así a la calle volverías loco a más de uno

– ¿tu crees?

– Lo afirmo, yo lo estoy ahora

-jijiji

-Me estás poniendo a mil

Mi mente me decía que parase, pero estaba tan caliente, que no pensaba en lo que estaba haciendo, mi polla hacía tiempo que se había salido del calzoncillo y cuando la acariciaba instintivamente, un escalofrío recorría mis huevos ya hinchados.

Otra foto, esta de espaldas con el culito levantado dejaba ver la ropa interior que había visto por la tarde, un cullote que resaltaba sus nalgas de chica. Acompañado de un mensaje que decía

– Sube, 9 C

– ¿y tus padres?

– Están de viaje y mi hermana con su novio también fuera de la ciudad. Estoy sola

– Dame 15 minutos

– Vale, mándame un mensaje antes de salir

Me vestí con rapidez, no quería parar a pensar lo que estaba haciendo, cogí una botella de vino blanco, le envié el mensaje a Magalí, y fui directo al ascensor, suplicando que no apareciese ningún vecino, cuando llegue a la planta vi que su puerta entreabierta para que no tuviese que timbrar, entre, ella estaba detrás de la puerta que cero con sumo cuidado para no hacer ruido. La mire de arriba abajo, estaba preciosa con su minifalda a cuadros rosas y negros, una blusa blanca que dejaba traslucir un sujetador blanco de encaje, unas medias blancas con unos zapatos con algo de tacón que estilizaban su figura femenina.

– Hola, estás preciosa.

– Gracias, ven vamos a sentarnos traeré unas copas para ese vino

La espere en el salón, hasta que apareció con unas copas, portándose y moviéndose como una chica que invita por primera vez a un chico a su casa. Cuando sirvió el vino, se puso de espalda y al reclinarse para servir el vino, me mostro su culito, ya que la falda poco tapaba. Pude ver como sus braguitas daban forma a su culito y se metían entre sus muslos. No pude evitar pasar mi mano por uno de sus muslos hasta llegar donde empezaban las braguitas, notar su piel entre ellas me acelero todavía más, ella se dio cuenta, sonrió, acabo de servir el vino y se sentó a mi lado. Llevaba una peluca rubia, y el maquillaje resaltaba sus rasgos femeninos. Nos empezamos a besar, mientras mi mano recorría aquel cuerpo femenino, sensual y dispuesto al placer.

-¿Has estado con alguna chica como yo?

-No, con travestis sí, pero como tu nuca

-¿Y con chicas?

– Con chicas con muchas, me considero hetero

– Mejor, no me gustan los gays, yo me considero chica, Magali

Y volvió a meterme la lengua en la boca, sin esperar a que contestase. A la vez, empezó a acariciarme la polla por encima del pantalón, apretándola a veces con sus dedos mientras me mordía la lengua.

¿Me vas a hacer tu nena?, me preguntaba mientras ponía carita de vicio, vivimos en el mismo edificio, puedo escaparme de vez en cuando y ser Magalí para ti.

– No, prefieres algún chico más joven. Yo ya soy mayor

Prefiero los maduros, nunca he estado con uno pero siempre he sentido debilidad por ellos. Me dijo mientras me quitaba los pantalones, no sé como había aparecido entre mis piernas, y empezó moldear mi polla con la tela de los calzoncillos. Le dije que parara y se levantara, se levantó, le acaricie las piernas hasta llegar al borde de la falda, metí mi mano por debajo y empecé a acariciarla por encima de sus braguitas, pude ver como su cara era el reflejo del vicio cuando mi mano acariciaba su polla sobre la tela, como iba creciendo y el capullo peleaba por salir de ellas. Tenía su polla entre mis manos, caliente, blanca, no era muy grande pero estaba dura como un palo.

– Entonces, ¿quieres ser mi putita?

– Si, me encantaría tener un hombre fijo que me trate como una nena de verdad que me mime y que me folle.

Su polla empezaba a palpitar en mi mano, la solté, me quede mirando con salía de las braguitas, esa imagen me excito muchísimo, aquellas braguitas parecían pensadas para aquella polla que ya salía por uno de sus laterales. La punta la polla de Magali estaba brillante, unas gotitas de líquido empezaba a salir. Pase mis dedos por él, Magalí gimió cuando los noto recorrer la superficie de su capullo. Jugué un rato con ella así, pero pare ya que no quería que se corriese aun.

– Eres malo, ya es la segunda vez que casi me corro y paras.

– Si quieres ser mi putita, te correrás cuando yo lo diga. ¿Has mamado muchas pollas?

– A un par de chicos, y a una amiga como yo. Los chicos mal, se corrieron enseguida además estábamos muy puestos. ¿Quieres que te la mame?

Mi polla, estaba a medio tono aún, mejor, ya que a mí me gusta que me la empiecen a mamar cuando aún no esta dura del todo, me gusta sentirla crecer dentro de una boca. Magalí la cogió con una mano y se la metió en la boca, sus labios rojos empezaron a recorrer la punta de mi capullo, mientras con la otra mano se recogía el pelo para que no molestase. La mamaba increíblemente bien, despacio, ensalivando con dulzura, disfrutando de cada lamida, estaba en la gloria, yo sentado y ella a cuatro patas con su culito a disposición de una de mis manos. Mientras mamaba, pase mis manos por su polla que seguía echando líquido, lo recogí con mis dedos y empecé a lubricar su culito, eso la puso más cerda aún y acelero el ritmo de la mamada, yo ya tenía dos dedos en su agujero, y le pregunte si era virgen, me dijo que si pero que ya se había metido un consolador varias veces, y que ya era hora de tener una polla de verdad y sentirse follada.

Le dije que parase, me levante y la puse a cuatro patas con la cabeza en el sofá, acaricie su precioso culito, después acaricie su polla con mis manos y susurrando le pregunte si quería que la follase. Un si salió de su boca, me puse detrás, lubrique por última vez su agujerito con su propio semen y la empecé a penetrar lentamente. Magalí, gemía cada vez que penetraba más adentro, al principio eran de dolor pero cada vez se fueron convirtiendo en gemidos de placer. Cambiamos de postura varias veces, y terminamos con ella sentada encima de mi corriéndose encima de su falda.

– Has machando tu falda nueva zorrita

– Si, jijiji

– Y ahora, estarás así toda la noche?

– No, no te preocupes. Me pondré una ropita de mi madre, muy sexy

Se levantó, y se fue, volvió 20 minutos más tarde pero eso ya lo contaré en otra ocasión, si os ha gustado. Espero vuestros comentarios.

Datos del Relato
  • Categoría: Fantasías
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