Llovía torrencialmente y ella tenía que ir a la casa de su hermana que la había llamado porque se sintió mal.
Dudó por un momento qué hacer con el nene. Finalmente optó por dejarlo en la casa, ya que supuso que volvería rápidamente. Le explicó a su hijo de 8 años, quien aceptó quedarse solo por unos minutos.
Llamó a su vecino para que la ayudara y éste sin dudar la llevó hasta la casa de su hermana que vivía en un barrio cercano al de ellos.
Minutos después de que se retirara su madre, en la casa del niño sonó el teléfono. Una vez, dos veces, tres veces... 5 veces. No supo qué hacer y no atendió porque era muy tarde, de madrugada, y tuvo miedo.
El padre desde el trabajo, al ver que nadie le contestaba en su casa, llamó a su vecino de quien sospechaba desde hacía tiempo. Nadie respondió.
Presuroso llegó a su casa, encontró al niño solo y asustado. Le preguntó por su mamá. Y éste le dijo que se había ido con el vecino, en su auto.