Mi preciosa mujercita, no sé qué tipo de brujería has hecho en mí que ahora, cuando veo tus fotos, automáticamente se me produce una excitación de casi 180 grados, mirando de perfil.... Estás bellísima. Pero ahora, después de tus ardorosos escritos, todavía aprecio más tu sugerente feminidad.
Excitado, como vuelvo a estarlo ahora, he imaginado que estábamos en la casa, procedentes del trabajo y tú ibas vestida igual que en las fotos, muy elegante. Al entrar en la casa, mientras tú ponias la llave para abrir, te iba acariciando tu redondo culito, por las nalgas y por en medio, buscando tu coñito húmedo... Te costaba encontrar la cerradura... Una vez dentro de la casa, te rodeé con mis brazos por detrás, por la cintura, tú querias dejar el bolso en cualquier parte, yo te apretaba suavemente hacia mi, y desde detrás te acariciaba tus pechos, te masajeaba tus maravillosas tetas con mis manos temblorosas de tanto placer y tanto amor hacia ti; mientras, a la vez, te iba besando por el cuello, por tus maravillosas orejitas, al tiempo que te susurraba: te quiero, mi mujercita, te quiero mucho, mi amor! Gozaba con tu felicidad, sintiendo cómo todo tu cuerpo y tu espíritu se me entregaba, cómo compartíamos nuestro amor, nuestra vida.
Mi preciosa, mi bomboncito, solamente con decir esto ya has conseguido que esté casi jadeando; tus muestras de amor (que además las sabes expresar como una doctora en amatória) me llegan hasta lo más hondo de “tu caramelo”, yo mismo estoy casi extrañado de las erecciones tan fuertes que tus caricias provocan en mí... A veces, hasta me hace un poco de daño abajo, los c..., por no poder hacer el estallido físico que me pide el cuerpo.
Estando así en tu casa, me gustaria ir desvistiéndote suavemente, pero con la impaciencia de poseerte: te quitaría tus pantalones y te admiraria tus muslos y qué buena línea luces en slip. Sería una delicia (se me han incrementado muchísimo las pulsaciones) poder observarte así, y te acariciaría tus muslos y tu culito, mientas te besaria una y otra vez. En esta situación, mi mano inquieta y revoltosa, iria en búsqueda de tu coñito, pasando por esa deliciosa mata de pelo erótico que protege tu secreto. Cómo me gustaria ahora poderlo acariciar mientras notaba tu piel erizada de tanto placer amoroso. Mis golfos dedos encontrarian tu rajita, húmeda caliente y palpitante, mientras tú, en un movimiento imperceptible, les dejarías la entrada libre, para sentirlos con mayor intensidad, para mostrarte más receptiva, para entregarme tu coño totalmente. Mi amor, esto es maravilloso, creo que voy a estallar mientras te escribo esto...uf!