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Categoría: Infidelidad

CON UN PEÓN

"Salí de a caminar para distraerme en la Hacienda donde me había mudado sin imaginar que ese paseo cambiaría mi vida"

 

Por razones económicas mi marido, mi hija y yo nos mudamos de la ciudad a nuestra hacienda, a unos 200 km de casa. Después de 2 semanas establecidos allí, me aburría mucho en las tardes. A pesar que corría, montaba bicicleta, hacía pesas, y nadaba para mantenerme ocupada y con mi excelente y casi perfecta figura a los 38 años.

Una tarde a las 4 pm salí a caminar, pero lo hice por los talleres que quedaban unos 200 m atrás de la casa. Oí un ruido de agua y pensé que era una llave abierta y fuí a cerrarla. Al llegar quedé fascinada, allí encontré a un hombre negro musculoso, su pene era enorme y grueso, y no se por que razón me sentí muy atraida por él, el abrió los ojos y me miró. Sentí como palpaba mi cuerpo con su mirada, y su pene empezó a pararse. No pude quitar mi mirada de aquel magnífico sexo, y el se acercó a mi y sin más me beso en la boca con deseo. No me opuse y sus besos fueron deliciosos. Temblaba de deseo y no me opuse a nada. Yo llevaba puesto un short diminuto, una blusa amarrada, y unas sandalias que el empezó a quitarme mientras me besaba. Quedé desnuda y el empezó a besar mi cuello, senos, vientre, y colocando sus brazos debajo de mis piernas, me levantó sin ningún esfuerzo, colocó mis muslos en sus hombros y empezó a lamer mis genitales, aquello fue delicioso y tuve un orgasmo casi de inmediato, pero el no se detuvo, sino que continuó acariciando mi clítorix y vagina con sus labios y lengua, muy pronto tuve un segundo, y luego un tercer orgasmo. Estaba hipersensible y le rogaba que se detuviera, pero el no me escuchaba. Al aproximarme al cuarto orgasmo, me bajo y sin más introdujo su enorme sexo en mi vagina. Estaba súper mojada, súper lubricada, y aquel inmenso sexo me llenó completamente. Nunca en mi vida me sentí tan llena, tan completa, tan poseida, y aquella sensación me llevó al cuarto orgasmo casi de inmediato. Mikel, así se llama, empezó a bombear con lujuria, yo había perdido la cabeza desde hacía rato y gemía de placer como una puta, nunca había sentido nada así. Antes de eyacular, Mikel me dió otros dos orgasmos y al acabar él quedamos agotados. El continuó besandome y pronto me montó por segunda vez, volviendome a dar dos deliciosos orgasmos. Mikel fue muy tierno conmigo y al separarnos nos duchamos juntos, y nos despedimos.

Al llegar a casa estaba muy avergonzada y preocupada por lo que había ocurrido. Nunca antes le había sido infiel a mi esposo, pero ese día había sentido algo totalmente nuevo para mi. Al día siguiente volví y allí volví a encontrarlo, y volvimos a copular con lujuria. Mikel se convirtió en mi amante y el último hombre en desflorar algo en mi cuerpo, pues me poseyó analmente, algo que nunca antes había permitido a ningún hombre.

Un mes después de convertirme en la hembra de Mikel descubrí a mi hija Sarah de 16 años, teniendo relaciones con un chico negro de unos 25 años, al confrontarla más tarde y amenazarla con contarselo a su padre, Sarah me dijo: "Quién eres tu para decirme que debo hacer y con quien debo disfrutar el sexo, ese negró bello me hace ir al cielo, tanto como Mikel te lleva a ti al infinito cada tarde en la ducha del taller".

Desde ese día ambas compartimos un secreto, somos dos bellas mujeres rubías esclavas del placer sexual que les dan dos magníficos machos negros al montarlas como hembras cada tarde.

Datos del Relato
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