Pasaron dos días desde mi apasionado encuentro con Alexandra en el baño. Durante ese tiempo no hacíamos más que lanzarnos miradas cómplices acompañadas de una pícara sonrisa. La verdad yo deseaba que se volviera a repetir, tal como ella me había dicho que sucedería pero no quería hablarle al respecto.
En la tarde mis deseos serían cumplidos; entré en mi cuarto y encima de la cama encontré un sobre, lo abrí y había una nota que decía “esta noche te espero a las 11 en mi cuarto”. Yo, feliz al recibir tal invitación, no veía cuando llegaban las 11 así que tuve que armarme de un poco de paciencia mientras se llegaba el momento.
Mientras las horas pasaban, no hacía más que pensar en todo lo que iba a hacer para disfrutar del instante que pronto llegaría y que al fin llegó.
A esa hora salí muy sigilosamente de mi cuarto y de puntillas entré en el cuarto de Alexandra. La luz estaba apagada y era mejor no encenderla. Cerré la puerta con llave y allí mismo me desvestí. A todo esto Alexandra parecía no haberse dado cuenta que yo había llegado o lo simulaba.
Yo me subí lentamente en su cama y me metí debajo de su sábana, a todo esto ella no reaccionaba y aunque casi no podía verla por la oscuridad, podía sentir su suave piel que mis manos empezaron a acariciar. Empecé por sus piernas y lentamente fui subiendo por sus muslos hasta llegar a su entrepierna.
Estando en ese punto la desarropé del todo y ella estaba en aparente calma; la verdad me excitaba muchísimo tenerla así en la oscuridad y que fueran mis manos las que “vieran” su cuerpo.
Seguí subiendo y mis dedo sintieron la entrada de su vagina a través de su ropa interior, la que lentamente fui bajando hasta quitársela y dejarla totalmente descubierta. Le abrí un poco las piernas para poderme yo acomodar pero no deseaba penetrarla en ese momento porque primero quería disfrutar de su cuerpo.
Me acomodé y mi pene se ponía más duro a medida que rozaba su cuerpo, la besé en los labios con cierta fuerza y metí mi lengua en su boca; fue en ese momento en que ella reaccionó.
- Qué haces? , me dijo.
- Nada, solo reviviendo lo que hicimos hace dos días.
- Pero… susurró ella y no le dejé decir más.
Mis besos silenciaron su boca mientras mis manos buscaban sus senos y se deleitaban con lo tiernos que se sentían aunque tenía una sensación algo extraña pero no sabía que era. Ella solo daba pequeños gemidos, silenciados por mis besos, luego dejé sus labios descansar y me bajé hasta sus senos y empecé a besarlos y chuparlos con delicadeza a la vez que le daba pequeños mordiscos. Mis labios no se podían contener así que los llevé por su vientre besando cada espacio que sentía vacío, mi lengua se movía como una serpiente por su cuerpo, mis manos abrieron un poco más sus piernas y dejé que mi lengua se deslizara por la abertura de su vagina muy lentamente. Abrí la entrada de esa húmeda cueva con los dedos y la besaba y lamía como desesperado a lo que ella respondía casi retorciéndose del placer que mi lengua y mis labios le brindaban.
Ya deseoso yo, me incorporé y mi miembro ya bastante templado y crecido me pedía que le dejara disfrutar del placer de entrar en esa maravillosa cueva. Me incorporé y volvía a besarla en los labios mientras dejara que mi pene recorriera de arriba abajo su entrada, algo así como un reconocimiento, antes de entrar en ella. Alexandra abrió más sus piernas dándome a entender lo que quería que hiciera y sin titubear, lo hice.
Fue algo extraño en el momento, la penetré pero sentí que su himen se reventaba. La vez anterior sentí cuando eso pasaba y por ello me resultaba extraño, pero no le di mayor importancia y seguí. Mientras la besaba, la penetraba despacio y suave para no lastimarla, me puso los brazos por la cintura y me halaba hacia ella. En ese momento hubiera querido luz para poder mirarla pero no era prudente; así que de pronto nos dimos la vuelta y ella quedó acostada encima de mí y con su cabeza sobre mi pecho empezó a moverse; no lo hacía de la mejor manera por su falta de experiencia pero no me importaba yo lo disfrutaba.
Duramos así durante un rato y luego volvimos a la posición anterior, ella prácticamente estaba muda excepto por los leves gemidos que emitía. Yo sentía que ya casi me venía y me disponía a sacar mi pene de ella cuando me volvió a tomar por la cintura y no quise decirle, la besé en los labios y metí mi lengua y me descargué todo dentro de ella mientras que empujaba con más fuerza para llegar lo más adentro posible.
Nos quedamos así un rato y hablando entre susurros le dije:
- Te gusto?
- Sí!
Satisfecho por su respuesta me levanté y me fui para mi cuarto llevándome mi ropa en la mano pero antes de salir me dijo - ¡gracias!
Yo solo sonreí y solo me limité a ver su oscura silueta, aunque no podía ver su cara de felicidad ye la vería a la mañana siguiente.
Dormí plácidamente y en la mañana lo primero que hice fue dirigirme al cuarto de Alexandra. Al entrar no la ví, su cama estaba aún desarreglada así que yo mismo la arreglé y me senté a esperarla.
Al poco rato entró Aura, su hermana menor; cerró la puerta y me dijo:
- Vaya, volviste!
- Cómo? Yo solo estoy esperando a Alexandra – le respondí.
Ella me miró con una pícara sonrisa y me dijo:
- Este es mi cuarto, aquí duermo yo
Esto es todo, no digo más. Solo imaginen la cara que puse al darme cuenta que me había follado a la hermanita de Alexandra (de 12 años). El resto queda a vuestra imaginación.