De excitada, recontracaliente, me olvidé de contales algo muy lindo que pasó esa noche con mi hermana.
Estábamos en el tremendo 69 que les conté y largué, dudando como reaccioaría Lorena, un pequeño chorrito de pis. Sentí que apretaba más su boca en mi concha y me abrazaba más fuerte.
Eso fue como una autorización. Fui largando de a poco todo lo que tenía en la vejiga y mi hermana, la muy calentona, se lo fue bebiendo con gusto y pasión.
Mi calentura llegó a límites que no creía que existieran. Mi lengua se enloqueció e hizo de su culito un infierno de calentura.
Predón por mi olvido, pero tenían que saberlo.
Un beso.