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Con mi vecinita nueva II

Había pasado una semana desde mi encuentro con Carla en la casa del árbol y la verdad es que no podía dejar de pensar en lo ocurrido. Cuando estaba solo lo único que hacía era masturbarme, pero no era lo mismo que estar con ella. Descubrí de pronto que ver porno ya no me satisfacía como antes pues lo único que quería hacer era repetir la experiencia. Despúes de estar con una chica, las cosas no vuelven a ser como antes. 



A la semana, como iba diciendo, recibí un mensaje de Carla que decía más o menos así: "Te espero en mí casa mañana a las 5 de la tarde. Mis papás no van a estar y regresan hasta mañana en la tarde. Mí hermana se va de parranda con sus amigos toda la noche, así que no va a estar. Por cierto, disfrute mucho lo del otro día." Y como no, puesto que fue hasta ese momento el mejor diá de mi vida puesto que había sentido un placer que nunca en la vida me imaginé que existía. 



Al día siguiente me desperte temprano puesto que no podía aguantar las ganas de estar con Carla de nuevo. Por la tarde me bañe y me puse loción de mí padre. Me puse una camisa a botones de color blanco y de manga corta, un short de gabardina color beige y un cinturon cafe. Como sabía lo que iba a ocurrir, me puse unos boxers de color azul marino que tenía y deje que el elástico sobresaliera por encima del cinturon. 



A las 5 de la tarde en punto estaba en la puerta de su casa y toque el timbre. Entonces recibí un mensaje en mi celular: "Entra, está abierto. Te espero en la recamara de mis papás. Segundo piso, puerta del fondo hacía la izquierda". 



Entre a la casa y fui a la habitación que ella me había indicado. La puerta estaba cerrada y lo único que hice fue abrirla lentamente. Cuando finalmente entré, Carla estaba acostada la cama. Lo único que llevaba encima era  unas bragas y un brassier muy pequeño de color blanco. Eso me prendió sin duda, pero por alguna razón me quede paralizado al ver esa escena. Tenía 11 años, así que no estaba acostumbrado a que me esperaran de esa manera. Al ver que lo único que hacía era quedarme quieto, Carla se puso de pie y se dirigió hacía mí. 



-No te pongas nervioso, Luis, esto es algo que ya hemos hecho una vez -me dijo y me besó en la mejilla. 



-Es díficil no ponerse nervioso con una chica tan bonita como tú -le respondí-



Dicho esto, comenzamos a abrazarnos y besarnos y comenzamos a retroceder a la cama y finalmente empezaba a salir de mi interior la bestia salvaje. Mientras la besaba, empezó a desabotonar mi camisa y cuando me di cuenta sus manos ya acariciaban mi pecho. Me empujó y me recosto en la cama mientras ella se ponía encima de mí. Comenzó a besarme el pecho algo que yo disfrutaba intensamente mientras me retorcía de placer. Tomó con los labios el elástico de mis boxers, lo jaló y lo soltó. Me incorporé para quitarme la camisa mientras ella llebaba sus manos a la hebilla del cinturon y comenzó a desabrocharla. Desabotonó el short y con los dientes bajo el cierre. 



De los boxers sacó mi pene que estaba ya muy erecto y me hizo un sexo oral que me hizo sentir en el cielo y el placer me hacía gemir. Cuando llegué al orgasmo solte un grito de placer y me vine dentro de su boca. Era una sensación maravillosa y la verdad es que estaba esperando para disfrutarla de nuevo. 



Luego de eso, ella se quitó el brassier y acerco sus pezones a mi boca para que los chupara. Era evidente que mi boca y mi lengua estaban avidos de ellos porque los lamí y chupe como si fuera un recién nacido bebiendo leche. Ella gemía mientras lo hacía pues era evidente que lo disfrutaba intensamente. 



Ella me quitó el short y los boxers y luego ella se quitó las bragas y se pusó encima de mí. Metí mi pene erecto dentro de su vagina y empezó a bombear. El placer fue aumentando mientras empezaba con el saca-mete dentro de su vagina. En cuanto llegúe al orgasmo solgé un grito tan fuerte que bien se pudo oír en todo el barrio y cuando finalmente ella llegó al suyo soltó un grito de placer aun más fuerte que el mio. 



Se quedó recostada sobre mi pecho mientras hablabamos. Entonces volvimos a excitarnos y de nuevo a la carga. Esta vez yo me puse sobre ella y comencé a bombear. Ella me miraba con ojos de lujuria mientras lo hacía y finalmente llegué nuevamente al orgasmo luego de un rato en aquello mientras el placer aumentaba cada vez más. Soltó nuevamente un grito fuerte, aunque creo que nadie nos escuchó. 



Así estuvimos un largo rato, en varias posiciones, hasta el orgasmo. Cuando terminamos ya había anochecido. Mire el reloj de mi celular y eran cerca de las 9 de la noche. Inmediatamente me vestí, me despedí de Carla y salí a mi casa. Cuando llegúe no había nadie. 



Había terminado muy adolorido, pero felix. No tenía la cuenta de cuantas veces le había metido el pene a Carla, pero evidentemente fueron muchas veces. 



Y la verdad es que tuvimos varios momentos de pasión adicionales. 



 



 



 


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