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Esta es una historia que me ocurrió hace algunos años, con una media sobrina; en realidad ella es hija de una prima hermana mía, pero desde siempre me llamó tío, ya que para ella y su hermano, soy más tío que los hermanos de sus padres. Siempre estábamos en su casa, ya que somos muy compinches con su madre y padre. Su hermano estaba más encariñado con la por entonces mi novia y hoy mi esposa, pero ella se desvivía por estar conmigo. Desde pequeña siempre que llegábamos a su casa se me arrojaba en brazos a besuquearme y jugar conmigo. Cuando yo estaba sentado, su sitio habitual era sobre mis rodillas.
Claro está que los niños crecen y después de un par de años de estar ausentes de mi ciudad natal, volví de visita y cuando llegué a casa de mi prima, me encontré con que los chicos ya no eran tan chicos, sino que, en especial la niña, a quién llamare P, se había convertido en una hermosa mujercita, que con solo 15 añitos, lucía un cuerpazo estupendo. De cara siempre fue bellísima, rubia de cabello largo y lacio, ojazos verdes sumamente expresivos, labios ahora muy sensuales, carnosos y húmedos. En su crecimiento y explosión hormonal había desarrollado un par de senos verdaderamente deseables, de una talla más o menos del 95, firmes y bien levantados, como su madre (que todavía estaba de muy buen ver). Seguía manteniendo su esbeltez, con una cinturita muy fina, caderas bien marcadas y fuertes, un trasero hermosamente redondeado ( que antes casi no tenía, pero merced a muchas horas de gimnasio, había desarrollado para alegría de mis ojos) y respingón; cualidad esta última que se había realzado con el tiempo. Remataba con unas piernas larguísimas que lucían por debajo de su falda, siempre mini, muy bien delineadas y que dejaban adivinar unos muslos redondeados, musculosos, y fuertes que ponían el broche de oro a ese cuerpo fenomenal. Total que ni bien me senté buscó su sitio en mis rodillas. Claro que ya no era aquella chiquilla sino una hembra que rebosaba hormonas por todos los poros, y yo sentía el calor de sus nalgas redondeadas sobre mis muslos y cuando me rodeó el cuello con su brazo casi me estampa una teta sobre la cara. de más está decir que se me puso la verga como un potro desbocado pidiendo salir de su encierro.
Me pareció que ella lo notó, porque abrió sus ojos desmesuradamente, luego esbozó una tímida sonrisa y se acomodó con su raja posterior justo sobre mi erección, disimuladamente para que su madre no lo notara.
Esta le dijo, P, ya estás grandecita para que el tío aguante tu peso, me parece, no? Déjala dije yo, si no pasa nada, no pesa tanto. Ay, mami, que pesada eres, dijo P. Pero se levantó a buscar unas bebidas, y se alejó contoneando sus caderas; y yo aprovechando la distracción de mi prima, me acomodé para que no se notara la erección brutal que tenía. La cuestión es que estuvimos charlando un rato con mi prima y luego, cuando P volvió al salón me miró con ojitos, que me parecieron libidinosos pero se sentó frente a mí en otro sillón y cruzó sus piernas, mostrando gran parte de sus muslos. Era un espectáculo único. Por suerte mi prima que es bastante despistada no se percató de mis miradas. Yo aprovechando que mi erección había bajado, me levanté y saludando a las dos, me despedí hasta otro día, quedando en comunicarnos por teléfono para salir a cenar o volver de visita.
Un par de días después me llamó P diciéndome que tenía un pequeño problema y que deseaba hablar conmigo de ello, ya que no se animaba a hacerlo con su madre. Me pidió que fuera esa tarde ya que sus padres estarían en una reunión y su hermano mayor en un viaje con el instituto.
Sin imaginarme ninguna cosa rara, me aparecí esa tarde en su casa, dispuesto a solucionar en lo posible el problemilla que pudiera tener la chiquilla. Hasta ese entonces, por más que me había excitado la otra tarde, no pensaba en ella como una mujer, sino que habiá tomado todo aquello como un accidente circunstancial. Pero cuando llegué casi me caigo de espaldas ya que la "niña" me recibió solo envuelta en un toallón de baño. Hola tío, acabo de ducharme, disculpa mis pintas. Pero yo más que disculpar me puse a cien y no sabía donde mirar. Parecía una tigresa salida de una revista de modelos. Llevaba el cabello mojado y revolucionado, cayendo sobre sus hombros desnudos y dejando deslizar sobre estos algunas gotas de agua. Olía de maravillas, una de esas coloniaa femeninas de lo más excitantes, que supuse era de su madre.
Sus senos pugnaban por zafarse del encierro en ese toallón, que como estaba húmedo remarcaba sus pezones que apuntaban desafientes al frente.
lo mismo que su trasero, como pude observar cuando se giró para dejar algo sobre la mesa, y en este mismo movimiento, se entreabrió la parte baja del toallón mostrándome sus muslos bronceados. Estaba para comérsela. Te molesta que no me vista, me dijo, hace calor y en un rato debo vestirme para salir con mis amigos y no quiero que se me arrugue la ropa. Tranquila, me da igual. En realidad prefería que no se cambiara. Fue a preparar café y yo me quedé con mi cerebro trabajando a mil revoluciones. Sería una actitud inocente, estaría tramando algo?; fue en este momento en que empecé a pensar en ella como mujer de lo más deseable y seductora. Pero si es una chiquilla, pensé, y la conozco desde que nació. Es hija de mi prima, y todas esas cosas en las que uno piensa en estas mismas circunstancias, aunque siempre, desgraciadamente (o por suerte?!) priman los instintos ( y si a alguno no le ha pasado que me lo cuente).
Yo la miraba afanarse en la cocina, buscando las tazas de café, poniendo la cafetera, etc. Pero cuando se puso en puntillas de pie para coger la azucarera que por lo visto estaba en un armario elevado, el toallón se levantó y pude ver el comienzo de sus glúteos, sintiendo inmediatamente una feroz erección, que me apresuré en disimular sentándome en el sofá, de espaldas a la cocina, cavilando sobre lo que estaba por ocurrir, en la realidad o en mi calenturienta imaginación. En esas cavilaciones andaba cuando ella me abraza desde atrás, (no la escuché llegar porque andaba descalza, con esos piececitos de barbie que tiene) apoyandome las tetas en los hombros y besándome en la mejilla. No sabes como te extrañé estos dos años, tiíto. Y yo a tí preciosa. De verdad me ves bonita. Pues claro, tienes dudas de ello?. No sé, es que mis amigos pasan de mí. Las chicas de la panda tienen novio casi todas pero yo no. Y a veces me pregunto si no les gustaré a los hombres. No seas tontita, si te ves hermosa. Lo que pasa es que a esta edad las chicas os volvéis un poco maniáticas con vuestro cuerpo, sois inseguras respecto a las relaciones amistosas y todo ello. Por otra parte, me dijo, yo no me fijo tampoco en ellos porque tengo un solo hombre que me quita el aliento, desde hace mucho tiempo. A sí, y quien es si puede saberse el personaje de tus desvelos. A todo esto, ella seguía abrazada a mís espaldas y me susurraba al oído, lo que me ponía más cachondo, y ya no sabía como disimular mi excitación. No lo sabes? Pues no, dije yo.
Ay que tontos sois los hombres. Quién va a ser? TÚ, dijo ella. Sus palabras me sonaron a música celestial, no me lo podía creer. Pero que dices P. Estás loca!. Sí me dijo, loquita de amor, coladita por mi tío preferido. Pues eso, soy tu tío, o casi, dejate de tonterías y ve a vestirte antes de que vengan tus padres. Tranquilo, me dijo que antes de las 22hs no llegarán. Además mami siempre me llama antes de salir para acá para que prepare la mesa y así poder cenar en cuanto llegan.
Dio la vuelta al sofá y se sentó en mis rodillas, dejando deslizar el toallón hacia un costado, descubriendo sus muslos casi por completo. Incluso me pareció que comenzaban a exponerse los pelillos de su pubis.
No me vas a decir que no lo sabías, no?. El otro día me pareció que te excitaste un poquito conmigo. Y tanto pero es que es muy difícil no excitarse con el contacto de unas nalgas tan calientes sobre mis muslos. Sí, ya, si lo hice con toda intención. Pero bueno, que estás diciendo. Pues eso que quiero ser tu hembra, quiero que me conviertas en mujer, estoy enamorada de tí, con locura, aunque a tí te suene mal y tu no me quieras. Pero sí que te quiero, preciosa pero esto me parece muy mal, y eso sin tener en cuenta la diferencia de edad entre nosotros.
Te llevo 20 años. Ya, y yo solo tengo 15, pero eso no quita que sea tda una mujer como podrás observar, y diciendo esto, desanudó el toallón y lo dejó caer al suelo. Dios P, que haces?. Estaba buenísima, con esos pechos que ahora veía en toda su magnificencia, con unas areolas rosadas e hinchadas (pienso que por su excitación) y los pezones perfectos y virginales, Duros y erectos, pero sin señales de haber sido nunca saboreados por macho alguno. Se levantó y dando un giro, me dijo, que, no te parece que soy una toda mujer, no te tienta mi cuerpo. Yo estaba boquiabierto, jadeante como un viejo baboso pese a mis escasos 35 años de entonces. Es que ese cuerpo era de infarto. Si vestida me había impresionado, desnuda era la apoteosis de la lujuria. Sus pechos se mantenían erguidos sin necesidad alguna de sostén. Semitapados, igual que su s hombros por su cabello largo que caía despreocupadamente sobre ellos.
Esa cintura y esas caderas portentosas. Ese trasero!!!!, con unos glúteos tan parados que el surco interglúteo parecía una autopista del placer. Se paró de espaldas a mí con las piernas separadasy pude apreciar desde mi posición en el sofá, como se veían entre las piernas los vellos de su vulva y sus labios gruesos entre ellos. Como destelleaban con el reflejo de la luz sobre las gotitas que pendían de ellos. Eran gotas de agua del reciente baño o su flujo producto de su creciente excitación??! Me puse de pie y me acerqué a ella. La abracé por detrás y besé sus hombros y cuello, y ella apretujó sus nalgas contra mi pelvis, notando mi increíble erección, y yo el calor de esas nalgas a través de mi ropa. Pero bueno, me dijo, dándole tantas vueltas al asunto y mira como estabas. Se safó de mi abrazo de oso y girando juntó su boca a la miá mientras me abrazaba e inundaba con su perfume, y sus emanaciones de hembra en celo me terminaron de desequilibrar. Respondí a su abrazo y abriendo mi boca busqué con ansias esa lengua adolescente, que con su humedad y calor me elevó al paraíso terrenal. Con mis manos acaricié su espalda sintiendo la tersura de su piel, y el calor de ese cuerpo juvenil, mientras buscaba en mi descenso por su columna, la dureza de sus nalgas ardientes.
Continuamos con un apasionado beso. Cuando nos separamon para tomar aire, le dije: esto está mal cielo, no debemos continuar. Tío, mi amor, creo que ya es tarde para eso. Volvió a besarme y me empujó hasta el sillón. Se giró y me quitó mi polo, luego se sentó y cogiendo la hebilla del pantalón me la desprendió y bajó mi cremallera, dejando que el mismo cayera al suelo. Pasó su mano suavemente por mi paquete que hacía una buena carpa en el slip y sin animarse a más, se levantó y me volvió a abrazar, sintiendo esta vez en directo la delicia de sus pechos sobre el mío y el calor de su bajo abdomen sobre mi polla a travé de la delgada tela de mi slip. Ella acariciaba mi espalda y mis nalgas apretándome contra sí, mientras me susurraba al oído: te deseo tanto!, por favor hazme tuya. Se separó de mi y cogiendo mi mano, me llevó hasta su dormitorio. Tiene una cama de plaza y media y está decorado con muy buen gusto. Puso música muy suave en su cadena musical y me empujó sobre la cama. Yo caí sentado en el borde y la atraje hacia mí, ya totalmente entregado a ese placer pecaminoso, casi incestual.
Besé su abdomen, acaricié su fabuloso trasero internándome en la raja posterior hasta tocar su agujerito, obviamente virgen, muy caliente y apretadito. La senté sobre mí, apoyando su vulva húmedísima y caliente sobre mi polla. Me dediqué a lamer y saborear cada uno de sus pechos y sobretodo mordisqueando sus pezones, arrancándole los primeros gemidos de placer. OH, tío, mi amor, mi tan deseado macho. Que rico te siento, sigue, por favor no te detengas, decía mientras apretaba mi cabeza contra su pecho y acariciándome el cabello y los hombros. Si mamita, ahora no voy a parar. Seguro que no puede venir nadie. No tranquilo que tenemos toda la tarde para nosotros. Me acosté sobre la cama con mis pies sobre el suelo y ella arriba mío. Con mis pies separé sus piernas y muslos, y la estraché sobre mí uniendo apasionadamente nuestras lenguas como si quisiéramos unirnos para siempre en ese beso amoroso.
Me retrepé en la cama, siempre con ella sobre mí y me giré quedando yo sobre su cuerpo ansioso de sexo. Besé nuevamente sus tetas, lamí sus pezones y bajé por el abdomen, lamiendo cada cm de su tersa y sabrosa piel, llenándome de su aroma, hasta llegar a su ombligo. Aquí le arranqué su primer orgasmo, mientras lamía su ombligo y acariciaba sus pechos. Fue un orgasmo suave, tembloroso, casi inconsciente, seguido de una serie de suspiros que me animaron a seguir descendiendo en esa ruta
de placer que me llevaría hasta el paraíso de su sexo. Llegué a su pubis, y enterré mi rostro en esos vellitos húmedos, ahora sí que estaba seguro, de su flujo, porque olían y sabían a hembra en celo.
Recorrí con mi lengua el caminito hacia su cueva, y separando suavemente los labios virginales con ella, busqué su clítoris al que tomé con mis labios frotándolo con la lengua, y provocándole un nuevo orgasmo, esta vez más violento, como lo demostró el arqueo de su cuerpo y la riada de flujo que empapó mi perilla. Intoduje más profundamente la lengua buscando el interior de ese volcán ardiente, provocándole nuevos suspiros y gritos de placer. levantando sus piernas por sobre mis hombros, me dediqué a lamer el trayacto desde su vagina hasta el ano. Que ahora veía perfectamente, rosado, apretadito, virgen de todo manoseo, sin un solo vello.
El más sublime manjar que pueda conocerse. Estuve un rato saboreando ese manjar, hasta que la volteé y comencé mi faena por detrás, lamiendo sus glúteos, mordíendolos de a ratos, descendí por sus muslos, dorados, tersos, sabrosos, hasta llegar a sus pies perfectos. Lamí cada dedito que incluso me introduje en la boca. Esto le provocó nuevos gemidos y estremecimientos, volví sobre mis pasos y me acosté sobre ella, dejando mi polla ubicada entre sus nalgas besando su nuca y hombros mientras con mis manos acariciaba sus hermosas tetas. Era una cosa increíble. P jadeaba, suspiraba, gemía, pidiendo más, maáááás, mi amor, mááááássssss, sííííííííííííííííííí.
Alcé su cadera e introduje la punta de mi capullo entre sus lanios todavía (aunque no por mucho tiempo más) virginales. Lo dejé allí frotando su clítoris hasta llevarla al paroxismo. Me rogaba que la penetrara de una vez. pero yo quería que gozara mucho y al mismo tiempo prolongar mi goce en esa vulva virgen. Ella empujaba hacia atrás buscando la penetración, pero yo me alejaba y empezaba de nuevo. En realidad quería ver sus ojitos cuando la penetrara, así que la volví a voltear y poniendo sus piernas alrededor de mi cintura apoyé mi verga en su puertita decidido ahora sí a conocer el interior de ese volcán. La miré y con una caída de sus párpados me dio a entender que estaba dispuesta. Seguro que quieres continuar? Porfa, no puedo más, hazme tuya ya. Comencé a presionar con mi enorme verga sobre ese minúsculo agujerito, que por más que estaba super lubricado se negaba a aceptar la intrusión. Me duele, tío, ve despacio, no me hagas daño. Tranquila mamita, quiero que goces mucho, mucho. Me retiré y volví a empezar. Cada vez profundizaba un poco más, sentía la ardiente humedad de su coño a punto de ser explorado e invadido por vez primera. Sentía como me aprisionaban sus paredes. Sus labios abrazaban el tronco de mi polla como una segunda piel, como sí no quisieran que saliera nunca más. Estábamos fusionados el uno con el otro. Sus ojos brillaban, su mirada buscaba ansiosamente la mía, con miedo, con ansiedad, con deseo. Entonces noté la presencia de su tela virginal presionada por mi glande.
Ela también lo notó, tragó saliva y cerró los ojos. Me pareció que se apagaba la luz al no poder observarlos, le susurré al oído, respira hondo mi cielo y juntando mi boca a la suya dí un profundo empellón, penetrando finalmente la inexplorada profundidad de su delicioso volcán, noté como se desgarraba su himen y su sangre caliente bañaba mi glande y escurría por mi tronco hasta mis cojones. Su grito de dolor fue ahogado por mis labios, pero sus suspiros se hicieron notar. Sin darle tregua comencé con un rírmico vaiven, al que ella sumo su meneo de caderas. Instintivamente se acoplaba a la perfección a mis movimientos. Incluso con sus talones me empujaba del culo cuando arremetía contra ella, facilitando una penetración total. Mis huevos golpeaban con sus glúteos, se escuchaba el chapoteo de la piel de sus nalgas contra la de mis huevos en medio de sus flujos, y sangre de su desvirgue. Estaba fuera de sí me arañaba la espalda, contuve mi orgasmo hasta estar seguro del de ella, y finalmente nos corrimos los dos en un orgasmo simultáneo y maravilloso que nos transportó hasta otra galaxia. Arqueó su cuerpo y me apretó aun más contra el suyo, hasta que cayó como inerte, con los ojos muy abiertos y relamiéndose los labios. Tomó mi cabeza y me estampó un profundo beso explorando cada cm de nuestras bocas y fundiendo las lenguas en una sola, como el resto de nuestra ajetreada anatomía.
Me salí de ella, no sin provocar una mirada de reproche y desilusión, seguida de una candorosa sonrisa. Quedé junto a ella, abrazándola y estrechándola contra mí, esperando que se tranquilizaran nuestros corazones y respiración.
Al cabo de un rato nos levantamos y duchamos por separado, yo primero. Mientras ella se duchaba me preparé un gin tonic, y una coca cola para ella, y la esperé en la cama. Cuando volvió, su aspecto me maravilló. Estaba deslumbrante, sonrojadas sus mejillas, brillantes sus ojitos, húmedos sus labios, y su cabello desmelenado que seguía cayendo sobre los hombros. Su cuerpo era una maravilla, con ese contoneo tan delicioso al caminar hacia mí. Realmente era la figura de toda una mujer que acababa de descubrir el sexo. Por primera vez vi la mujer en que se había convertido en solo un instante de gozo.
Apoyó sus rodillas entre mis pies y con movimientos felinos, gateó hacia mí, hasta llegar con su cabeza a mi pelvis. Cogió mi polla con sus delicadas manitos y comenzó a sobármela. Ahora me toca a mí, no? Y mientras lo decía acariciaba mis huevos con la otra mano, y mis muslos, logrando enseguida una nueva erección. Acercó sus labios y me dio un beso húmedo en todo el glande. Le pasó la lengua desde la punta hasta los huevos que incluso se metió dentro de la boca, y dessanduvo el camino hasta llegar nuevamente a la punta. Yo no me lo podía creer, estaba a punto de hacerme una felación, Ella, hasta hace un ratito una niña virgen y pura. Finalmente abriendo bien sus labios introdujo mi polla en su boquita hasta la mitad. La sacó y suspirando volvió a metérsela adentro hasta la garganta. No le entraba toda pero me daba igual. Sus labios otrora virginales me masturbaban con deleite. Me sentía transportado. Ver su carita de ensueño, violada por mi polla, y el deleite de sus ojos concentrados en su tarea de hacerme feliz y al mismo tiempo gozar con el sabor de mi verga y el placer del fruto prohibido, ya merecía el riesgo que estaba corriendo esa tarde de lujuria y sexo, con la criatura más adorable que existe sobre la tierra, y que a la postre era mi media sobrina........
2ª PARTE
.........P siguió chupando y saboreando mi polla con fruición. De pronto la sacaba de su boca y se acariciaba las mejillas con ella, me daba un par de lametones en los huevos y volvía a engullirla. Con su otra mano ora me acariciaba los huevos, ora la llevaba hasta mi culo que pellizcaba con delicadeza o me acariciaba el ano e incluso en algún momento introdujo la punta en él, cosa me me agradó bastante arrancándome un suspiro placentero. Ahora aceleró el ritmo, pero antes de venirme, le hice dar la vuelta y quedar en un perfecto 69, para poder aprovecharme yo del sabor de su coño y la visión de su culo en pompa arriba de mi cara. Veía palpitar su agujero y llevé mi lengua varias veces desde su coño hasta su ano, y cada vez notaba como en ese momento ella apretaba más mi polla con los labios e incluso me la mordia suavemente. Entusiasmado con su respuesta mojé mi dedo medio en sus jugos y lo introduje en un solo movimiento en su culo. Ella pegó un respingo pero no hizo nada por sacarlo. Entonces procedí a masajearle el esfínter, con movimientos circulares y metiendo y sacando el dedo, y luego introduje un segundo dedo. Obviamente supo cual era mi intención. Pese a su edad y candidez, no era tonta la niña. Empezó un movimiento de cadera para sentir mejor la exploración y masaje de mis dedos. En eso estaba cuando aceleró, excitada el ritmo de su mamada y volvimos a corrernos juntos. Yo llenando su boquita de mi semen, que noté como tragaba después de saborearlo y ella bañando mi cara y barba con su miel caliente y perfumada que yo sorbía y saboreaba.
SE quedó tendida sobre mí, con su pubis sobre mi cara y mi polla dentro de su boca. Luego de un rato de adormecimiento se giró y se acostó sobre mí dandome un suave beso en los labios y diciendo: gracias tiíto, me estás haciendo feliz. Es la culminación de mis sueños adolescentes, el fin de mis noches en vela pensando en tí y soñando despìerta en como me poseías. Seguimos hablando de todo esto, de las consecuencias y finalmente llegamos a la conclusión ( sugerida por mí y comprendida por esta damita inocente pero madura) de que no debía ni podía repetirse, por el bien de nuestra familia y el nuestro propio. Y fundamentalmente porque no quería que ella sufriera. Enjugó algunas lásgrimas y luego sonriente me dijo: entonces debes folarme hasta dejarme agotada, y así poder atesorar para siempre el recuerdo de esta tarde deliciosa en brazos de mi amado tío postizo.
Mientras hablábamos de esto ella había apoyado su muslo sobre mi pubis y aprisionado con este gesto mi polla que debido a ese masaje sufrió una nueva erección. Que ella notó, obviamente, y aprovechó para acariciar nuevamente entusiasmada con su dureza y calor. Volvió a ponerse en 69n y chuparla un rato. mientras yo reanudaba los masajes de su culito todavía virgen. Hasta que consideré que ya estaba suficientemente dilatado y lubricado. Me salí de abajo de ella y y no la dejé cambiar de posición. Solo empiné más su culo y separando las nalgas con mis manos, metí la polla en su vagina para lubricarla un poco más y luego la retiré y apoyé en su ano. Giró su carita de ángel y con ojitos de carnero degollado me suplicó que fuera con cuidado. Que tenía muchísimo miedo, que había escuchado historias de tremendos desgarros, y hasta de que su mami estuvo casi un mes sin hablarle al padre de P, el día que la forzó por el culo, cosa que ella se enteró por casualidad escuchando accidentalmente una conversación telefónica de mi prima con mi entonces novia. Yo la tranquilicé diciéndole que con suavidad, con la relajación necesaria que ya le había provocado de su esfínter y si ella no se ponía tensa, sería maravilloso para los dos.
Pareció que esto la tranquilizó, y soltando un suspiro se relajó y me dejó hacer. Apoyó su cabeza en la almohada y esperó ansiosamente.
Yo comencé a apretar mi capullo contra su ano palpitante, y ella solo se quejaba dulcemente de ligero dolor. Yo aflojaba y comenzaba de nuevo, hasta que en un impulso logré introducir el glande copmpleto a través de su esfínter. Que palpitaba y me apretaba mientras ella se quejaba ahora sí de dolor intenso. Basta, por favor, sácala, me duele mucho, tiíto de mi alma. Yo la saqué y ella suspiró. Volvió a relajarse y me dijo, pruba de nuevo, pero despacito. Esta vez en un suave empujoncito, entró más facilmente. Ahhhhh, duele pero menos. Sigue pero despacito, por favor, quiero sentirte dentro mío, que me llenes con tu verga y me bañes por dentro con tu semen calentito.
Comencé a meter y sacar suavemente, profundizando cada vez algo asó como un cm más, hasta que en un momento, excitado por toda la situación y en que ella llevó sus manos hacia sus nalgas y las separó como para facilitar las cosas, se la metí hasta sentir mis huevos contra la piel de sus labios, empapados de flujo caliente y untuoso.
OHHHH, siiiiiiii, así, tiíto, párteme el culito, hazme feliz, bombea, bombea, quiero sentirte muy adentro, asiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, más adentro. siiiiiiiiii. Y se acompasó a mis movimientos para logra una penetración total. Yo separé sus manos de sus nalguitas para sentir el calor de estas apretarme el tronco de mi verga lanzada a destrozar ese culo (en el buen sentido, ja). Era una locura, un placer indescriptible sentir esas poderosas nalgas perforadas por mi lanza, apretandome al mango, el calor de sus entrañas bañar mi polla, su flujo que caía a raudales sobre mis huevos y chorreaba por mis muslos y los suyos, el vaiven de nuestros cuerpos fundidos en una sola masa caliente a un ritmo enloquecedor, estábamos fuera de nuestros cabales, solo existía el gozo mutuo, el mundo se había detenido, hasta que llegamos juntos a un increíble y enloquecedor orgasmo compartido, gritando como desquiciados, llenándole el recto de mi magma hirviente y sintiendo la poderosa oleada de sus flujos bajar por nuestros muslos. Seguimos el ritmo y nos corrimos dos o tres veces más, hasta quedar exahustos abrazados sin despegar nuestros cuerpos ( su espalda de mi pecho, y mi verga de su culo acogedor como pocos). No sabíamos donde terminaba la piel de uno y comenzaba la del otro. Fur maravilloso. Para mí, conbastante experiencia sexual, imaginen para ella, que era su primera vez. Cuando por fin nos despegamos, nos fuimos a la ducha, esta vez juntos,y con muchísimo placer enjabonamos cada uno el cuerpo del otro, recorriendo una y otra vez esa fuente de nuestros placeres. Entregándonos a una relajación total. Nos envolvimos en sendos toallones y nos fuimos al salón a sentarnos en el sofá abrazados y rememorando mentalmente cada segundo vivido esa tarde, sin decir nada pero asintiendo con las miradas que sabíamos lo que pasaba por la mente del otro. Finalmente decidimos vestirnos, una vez recuperados de nuestra particular batalla sexual. Ella se fue a vestir a su cuarto y yo lo hice en el salón. Cuando volvió traía en sus manos un sobre. Me lo entregó y me pidió que no lo abriera hasta estar fuera de su casa. Que habría deseado enviármelo por correo,porque le daba vergüenza que lo leyera en su presencia, pero tuvo miedo de que cayera en manos inapropiadas, por lo que a último momento decidió dármelo en mano pero con la promesa por mi parte de que solo lo leería cuando ya no estuviera con ella. SOnreí intrigado y lo guardé en mi bolsillo para luego leerlo sentado en algún bar, con un vaso de vino tinto delante, para ahogar las penas si las hubiera. Nos dimos un profundo beso y nos despedimos ambos con lágrimas en los ojos ya que sabíamos que aquello no se repetiría, y además deberíamos sufrir el estar juntos nuevamente con la familia delante en cada oportunidad, aguantando los deseos de vover a amarnos como esa tarde que tocaba a su fin.
3ª PARTE Y FINAL
...........La dejé sollozando y me fui de lo más compungido. Me alejé de allí para no faltar a mi promesa y me senté en un bar. Pedí un vaso de vino tinto y saqué de mi bolsillo su carta.
Era papel de seda con su perfume. El sol olerlo me retrotrajo a una hora atrás, rememorando aquella gloriosa sesión de sexo desenfrenado con esa criatura celestial, a la que había desvirgado sincontemplación por todos sus orificios.
Desplegué la carta y comencé a leer. "querido y amado tío, hoy me has hecho la mujer más feliz de la tierra. Jamás en mi calenturienta imaginación sospeché que se pudiera gozar tanto con el sexo. Aunque creo que no hubiera sido lo mismo con cualquier otro, ya que el hecho de ser poseída por primera vez por el hombre más adorado por mí, suma al placer sexual la felicidad de ver cumplido mi sueño más anhelado.
En fin solo quiero transmitirte todas mis vivencias de esta maravillosa y lamenteblemente irrepetible experiencia. Cuando juntaste por primera vez tus labios con los míos y probé por vez primera el sabor de tu boca y al mismo tiempo la dureza de tu excitación contra mi vientre, creí morir de felicidad. Finalmente había logrado tenerte para mí. Sé que te sonará a encerrona, y debo disculparme porque ha sido así. Desde que llegaste de visita esta vez, estuve pensando en la mejor forma de lograrlo, reprochando mi actitud, pero enfebrecida y ciega de deseo por tí, y ahora no me arrepiento de nada porque he comprendido que ese deseo era mutuo. Sentir tus manos acariciar mi espalda y bajar hasta mis nalgas fue mayor mis fuerzas, y allí terminé de entregarme y saber que finalmente sería tuya por toda la eternidad. Mientras tus manos recorrían cm a cm mi piel sentía desfallecer, no podía creer que finalmente estuviera ocurriendo.
Cuando besaste mis senos me sentí transportada en el tiempo y el espacio. Luego al buscar con tu boca mi tesoro pubiano, creí morir de placer, y sin embargo todavía sería mayor mi dicha cuando no dejaste un solo trozo de mi vagina sin estimular con tu lengua y labios. Esos primeros orgasmos que me arrancaste cuando aun no me habías follado me supieron a gloria bendita. Sentir el calor de tu lengua internarse en mi cuevita y fundirse con las paredes de mi vagina, o la dulzura de tus labios sorbiendo mi botoncito eran el mayor placer a que podía aspirar en mis sueños juveniles más cachondos. Sin embargo todo no terminaría allí. Aun vendría mucho más placer. Cuando por fin te decidiste a penetrarme, tuve mucho miedo, pero ansiaba tenerte dentro, ser finalmente tuya. Por fin me metiste tu inmensa y deliciosa vergan en mi interior, No podía creer lo que estaba sintiendo, Era una mezcla de dolor y felicidad. Ese tremendo y maravilloso trozo de carne, con vida propia, esa parte de tí, tan deseada, se estaba abriendo camino en mi interior y me transmitía todo tu calor, todo tu amor. La sentía palpitar en mi interior, sentía que se fundía apretada contra mis paredess vaginales, me quemaba, pera era delicioso.
Luego llegó hasta mi virginidad. Tragué saliva y cerré mis ojos para concentrarme en sentir cada cm de esa maravillosa lanza en mi interior, quería ser conciente de mi desgarro, quería tener plena conciencia del momento en que me hicieras finalmente tuya. Y el momento llegó, no sin dolor pero a la vez con una maravillosa sensación de sentirme invadida por ese maravilloso pedazo de tí, grueso, caliente, palpitante. Sus latidos llegaban hasta mi pecho. Te estaba recibiendo en el seno de mi cuerpo, comencé a moverme a la par tuya para no dejar en ningún momento de sentirte dentro, te quería más y más adentro mío, hasta que finalmente descargaste tu simiente en mi interior. Que maravilla sentirte explotar adentro mío, sentir como ese ardiente producto de tu amor se fundía con mis jugos, apreté voluntariamente mis musculos para vaciar totalmente ese maravilloso semen en mi interior.
No te preocupes, desde que supe que vendrías de visita comencé a tomar anticonceptivos orales, tenía la esperanza de que esto pasara.
Luego vino mi parte, deseaba devoverte algo de lo que me habías brindado. No sabía muy bien como hacerlo, espero no haberte fallado en este sentido. Pero creo que el instinto jugó un papel importante y cuando tuve tu polla delante de mí no dudé y me lancé a saborearla y darte placer. Aunque creo que fue mayor el mío de saber que la tenía dentro de mi boca y su delicioso sabor me llenaba los sentidos. La chupé hasta el cansancio, la saboreé, y cuando al final diste la vuelta y al mismo tiempo me comías el coño creí tocar el cielo con las manos.
Sentí tus dedos hurgar suavemente en mi culo, eso me dio miedo porque supuse lo que vendría luego, y después te confesé porqué. Sin embargo eso ni me impidió saborear el momento en que te derramaste en mi boca. No pensaba que eso fuera tan delicioso. No paraba de saborear tu semen y tenía que tragarlo porque me ahogaba de tanta cantidad. Sin embargo pude saborearlo y sobre todo al final en que me pareció que salía algo más espeso y que degusté con mi paladar. Que maravilla, que delicia, cuanto placer me estabas proporcionando. No sabía si estaba a tu altura en cuanto a proporcionarte placer, pero supe que sí en la forma en que te corriste en mi boca y tus suspiros. Di gracias al cielo por eso, y fue tanto el placer que me volví a correr.
Luego le llegó el turno a mi culito también virgen. Eso me daba muchícimo miedo como te lo expliqué en su momento, sin embargo era tan duchosa y confiaba tanto en tí que te dejé hacer, y luego me felicité por hacerlo. Cuando me penetraste por allí, sentí cosas indescriptibles, era el sumum del placer, notar cada cm de tu polla penetrando mi hasta entonces virgen culito, el calor que transmitía a mi interior era increíble. No podía dejar de moverme a tu compás, ni de suspirar. Me estaba corriendo en una sucesión interminable de orgasmos. No me podía creer estar sintiendo tanto de algo que hasta un momento antes me producía terror de solo pensarlo. En fin fue más que gozo, debería inventar un término que pudiera reflejar todo el placer que me estabas proporcionando con tu polla en mi interior, el placer de sentir como mi esfínter se conmtraía y apretaba tu polla. Quería ordeñarla y al final lo logré. Te viniste en una catarata impresionante de lava hirviente que quemaba mis entrañas. Pero que placentero dolor estaba sintiendo. Fue maravilloso.
Desde que entraste en mi casa hasta que me diste el último beso. Lo único que no quiero recordar nunca más es el momento en que saliste por esa puerta......Te quiero , te querré siempre. El recuerdo de esta tarde me acompañará siempre y será mi sostén en mis días de amargura y depresión. Sé que al final encontraré el camino y formaré mi propia familia. pero sé también que jamás volveré a gozar del sexo como esta tarde. Te hago aquí una importante promesa, jamás nadie profanará mi culito. Estará reservado por siempre para tí, por si alguna vez faltamos a nuestra promesa y volvemos a yacer juntos. Por favor no me prives de esta eperanza, aunque sé en mi interior que no ocurrirá.................... Te amo
Firmado: P
Terminé de leer y unos lagrimones acudieron a mis ojos, que enjugué rapidamente. Me tomé el vaso de vino sin siquiera saborearlo, y salí a deambular por las calles sin mirar a la gente, sin mirar nada, solo miraba en mi interior y me encontraba vacío.................
Yo también la amaba.!!
invitado-Jose 04-04-2016 05:48:48
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invitado-nekita 25-11-2015 19:35:18
me encanto, muy lindo y muy romantico , ademas de sensual!!! |
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Excelente un romance de juventud con un maduro muy excitante y tiene mucho morbo.