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Retomo el relato que dejé en "Con las dos madrinas". Continúo en la cama junto a Meca y Tona, madre y suegra respectivamente de mi amigo Quique.
Les refresco la memoria: Meca tiene 71 años pero nadie le da más de 55. Delgada, 1,75 de estatura, piernas esmeradamente cuidadas, trasero robusto, cara aniñada surcada por muy pocas arrugas, cabello cortado a la garzón teñido de color castaño, voz suave y sensual y un busto deliciosamente imperceptible aunque recatadamente sexy.
Tona tiene 55 o 56 años, es más bien baja, 1,65 como mucho, robustona de cuerpo, pechos exuberantes, pezones con forma de sombrerito chino, piernas algo delgadas, caderas resistentes y aparentemente duras sosteniendo un culo prometedor. Madre de Clarita, esposa de Quique, casada con Federico, que la trata bien en todos los aspectos de la vida menos en el sexual. La zona más sensible de su cuerpo es la que está entre el comienzo del brazo y la base de los pechos, nunca tuvo sexo anal, la vuelve loca el sexo oral, tanto hacerlo y como se lo hagan, se moría por garchar con un tipo que no fuese el marido pero es vergonzosa y no se animaba a intentarlo sola, le encanta que le digan obscenidades al oído, cuanto más puercas mejor.
Demás está decir que luego del casamiento de sus hijos Clarita y Quique, estas dos hembras se habían convertido en fogosas amantes. A Meca la obsesionaban las enemas y por lo tanto le practicó varias a su flamante conquista.
Como podrán recordar, los tres, abrazados en cucharita y con Tona en el medio, pusimos fin a la escabrosa y bestial noche sexual del viernes quedándonos profundamente dormidos. La lid pudo llevarse a cabo en la casa de Meca porque Federico estaba cazando perdices a 300 km de distancia.
El sábado a las 8 de la mañana en punto abrí los ojos tomando conciencia de que me encontraba junto a dos mujeres maduras que descansaban después de haberme sometido a una ardorosa y conciente puja sexual. Me sentía todo pegoteado con los restos del semen que había fluido de mi pene e invadido por un fuerte olor a los orines que ellas derramaron sobre mi zona púbica la noche anterior. Sin despertarlas, me dirigí al baño y tomé una reconfróntate ducha. Sequé mi cuerpo con un toallón que extraje del placard y me dispuse a preparar el desayuno. Al llegar a la cocina me percaté de que afuera llovía a cántaros, algo que no había advertido hasta el momento. No le presté mayor atención.
Tostadas, manteca, dulce de cerezas, café y un vaso de leche de soja con sabor a naranja. Puse todo en una bandeja para cama y me dirigí a la habitación. Deslumbrante espectáculo el que daban estas dos mujeres, desnudas y abrazadas. Me acerqué, deposité la bandeja en el piso y luego comencé a lamerle la pancita a Tona que se despertó ni bien sitió el calor y la humedad de mi lengua.
Tona: ¿Qué hora es?
Bubi: Las nueve de la mañana y está lloviendo a cántaros.
Tona: ¡No lo puedo creer! A ver si mi marido vuelve del campo.
Meca: Llamalo al celular y sacate la duda - respondió dando evidentes signos de somnolencia.
La noticia de la lluvia impidió que se dieran cuenta de que les estaba sirviendo el desayuno en la cama. Tona tomó su celular, marcó el número de su marido y aguardó unos instantes. Habló en voz muy baja pero advertimos que se tranquilizaba por la expresión de su cara..
Tona: ¡Menos mal! En el campo hay un sol radiante, vuelven mañana bien tarde.
Bubi: Estás confundida, el lunes también es feriado. Confírmalo.
Tona: mañana vuelvo a llamarlo pero creo que tenés razón.
Meca: ¡Hola, hola, hola! Mirá lo que nos ha traído este caballero.
Tona: ¡Qué lindo detalle! Me encanta desayunar en la cama, sobre todo después de la noche movidita que tuve.
Meca: Me di cuenta porque me despertaste en lo mejor del sueño con un " ¡Meca, me quieren garchar de nuevo!" Daban ganas de estrangularte ahí mismo.
Tona. Si sabés que no estoy acostumbrada a que en medio de la noche me sorprendan poniéndome una cosota calentita y larga entre las piernas y que después me la metan hasta el fondo.
Meca: ¿Lo disfrutaste?
Tona: ¿Qué si lo disfruté? ¡Maravilloso!
Meca: ¿Y vos que decís?
Bubi: Estuvo impecable.
Mientras se desarrollaba la conversación, devoraron ansiosamente todo lo que les había traído en la bandeja. Literalmente, arrasaron con todo.
Meca: Ya que está lloviendo vamos a tener que planear qué vamos a hacer durante el día y...la noche. ¿Si?
Bubi: Habría que ir al super para aprovisionar un poco la heladera. Hagan la lista así voy con el coche mientras Uds. se toman un descansito.
Tona: Podríamos ver algunas pelis. ¿No?
Meca: La idea no es mala pero propongo que sean XXX.
Bubi: ¿Querés ver porno?
Meca: Algo bien hard.
Tona: Nunca vi películas porno.
Meca y Bubi: ¿NUNCA?
Tona: ¿Qué quieren que les diga si nunca las pude ver? A Fede no le atraen demasiado. Sólo veo las de sexo explícito que dan por el cable.
Meca: Pero esas son para bebés. Superficiales y alejadas de la realidad. Bubi, tenemos que conseguir dos o tres bien pero bien puercotas.
Bubi: De esas en Blockbuster ni soñarlo.
Meca: ¿No conocés ningún otro lugar?
Bubi: Mientras voy camino al super pienso qué puedo hacer.
Meca: Vestite rápido y andá, que mientras tanto nosotras dos preparamos algo para el almuerzo. Tengo unas latitas con pulpo gallego que, agregándole un poco de arroz, nos van a proporcionar un festín. No te olvides de traer unas botellas de vino tinto y dos cartones de leche de soja natural. ¿Si? Cuando vuelvas nos vas a encontrar con el almuerzo listo, bañaditas, perfumadas y...¡en pelotas! ¿Te gusta la idea?
Con ése aliciente en mente, partí con mi coche. ¿Adónde carajo podía conseguir dos o tres películas porno un sábado a la mañana? Cuando dejé el super cargado de bolsas recordé que mi amigo Walter, el mecánico, solía estar bastante bien aprovisionado de películas XXX caseras. ¿Dónde las conseguía? ¡Vaya uno a saberlo! Con ése propósito, me dirigí hacia su taller que estaba a menos de cinco cuadras. ¿Qué excusa le ponía para pedírselas prestadas? Algo se me iba a ocurrir en el momento. Mucho tiempo no tenía para pensar porque ya me encontraba frente a la entrada del taller.
Bubi: ¡Cómo te va Walter! Hace meses que no te veo.
Walter: ¿Problemas con el coche? Mirá que estoy hasta la coronilla de laburo y no tomo nada nuevo hasta el martes que viene.
Bubi: Creo que tiene flojas las pastillas de freno pero, en vista de lo que dijiste, las puedo hacer aguantar hasta la semana que viene. Andaré despacio.
Walter: Perdoname, sos un amigo pero tengo que terminar dos coches, el Peugeot verde oliva y el Fiat blanco. Pagan contado efectivo si entrego antes de las 6 de la tarde.
Bubi: Ya que no me podés ajustar las pastillas te voy a pedir un favor para consolarme.
Walter: Mientras no sea guita. Pedí, pedí nomás.
Bubi: ¿Todavía tenés esas peliculitas picantonas que solíamos ver?
Walter: ¿Las porno caseritas? ¡Cómo no las voy a tener!
Bubi: ¿Me prestarías alguna que te sobre?
Walter: Como sobrar, no me sobra ninguna. Pero algo puedo hacer por vos. Vení para el fondo que te las muestro.
No preguntó demasiado y me prestó cuatro que seleccionó diciéndome que eran de las mejores de su colección. En medio de un furioso chaparrón, partí con mi cargamento mientras sonaban en mis oídos las mil recomendaciones de Walter sobre el cuidado que debía tener durante la proyección. Llegué, estacioné el coche y haciendo equilibrio para que no se me cayeran las bolsas y paquetes me las ingenié para tocar el timbre. Meca entreabrió la puerta y me dejó entrar. Ahí, frente a mi, estaban las dos, totalmente en pelotas.
Meca: ¿Conseguiste algo?
Bubi: Cuatro que me aseguraron que eran de lo mejor.
Sin dejarme apoyar las bolsas en el piso, las dos se me colgaron del cuello para y empezar a besuquearme.
Meca: ¡Sos un divino!
Tona: ¡Te merecés un premio por la dedicación!
Bubi: El premio lo elijo yo. A pagar de contado y ahora mismo. Un chuponcito en la boca, uno en cada pezón, sigue otro en la cachu y termino con un negro en el ojete de cada una. ¿Si?
Meca y Tona: ¡Si, si, si!
Hice efectivo el premio por partida doble, me desnudé y nos sentamos para almorzar pensando cómo y dónde disfrutaríamos de la función de cine.
Meca: En el living no me parece que vayamos a estar cómodos.
Tona: ¿No será mejor en el dormitorio?
Bubi: Traslado la tele y listo el pollo.
Meca y Tona: ¡Arreglado, arreglado!
A pesar de su edad, parecían dos chiquilinas y eso me gustaba de sobremanera. Terminamos de almorzar el pulpo con arroz regado con dos botellas de tinto, lavamos los platos, ordenamos todo y me dispuse a trasladar el televisor hasta el dormitorio. Mientras cumplía con mi misión me volvieron loco manoseándome el miembro y los testículos. Me lo dejaron duro y parado como una estaca.
Tona: Propongo que Bubi se acueste en el medio.
Meca: Para mi está bien pero tiramos la moneda para ver quién se acuesta a la derecha y quién a la izquierda.
Tona: Correcto.
Como invitado de piedra, observé como sorteaban sus lugares y se ubicaban inmediatamente después de conocido el resultado. Meca a la derecha, Tona a la izquierda. Antes extendieron unos toallones cubriendo toda la extensión de la cama, trajeron varios almohadones para apoyar la cabeza y aguardaron a que trajese las pelis.
Meca: ¿Cuál vemos primero?
Bubi: Hay una de lesbianas, una de pibas de 20 con machos de 50, una de maduras y maduros y la última no sé de qué se trata porque se le cayó la etiqueta. Ustedes deciden.
Tona: Mientras no decidimos, trae los cigarrillos, el cenicero, tres vasos y un cartón de leche de soja. Besito y volvé rapidito que te extrañamos.
Demoré muy poco pero al regresar ya habían decidido qué veríamos en primer lugar.
Tona: Si no te parece mal, primero la de las tortilleras.
Meca: Tona, te advierto que puede ser un poquito fuerte para alguien que nunca vio una porno.
Tona: No soy ninguna mojigata.
Meca: Lo digo porque algunas cositas te podrán parecer como diferentes a la realidad. Tené en cuenta que es sólo una película, la acción no tiene forzosamente que corresponderse con la realidad. Si ves un macho con la poronga parada por más de dos horas, pensá que no es Superman sino que hacen cortes, repeticiones, etc. etc. En fin, son fantasías visuales.
Tona: ¡Tan boluda no soy como para no comprenderlo!
Puse en funcionamiento la videograbadora y comenzamos a ver la peli recostados en la cama, Meca a la derecha y Tona a la izquierda. Se notaba a la legua que era casera, sin títulos ni presentación alguna. Directamente al grano. Dos mujeres relativamente jóvenes tomando sol en un jardín, miradas insinuantes, aproximación de cuerpos rápida, manoseos variados y pronta carrera hacia el interior de una habitación. Lo que seguía era previsible, abrazos fogosos, besos ardientes con jugueteos linguales hasta que ambas mujeres estuvieron semidesnudas mostrando de manera ostensible culos y conchas. Tona miraba con los ojos salidos de las orbitas mientras Meca se entretenía manoseándome el miembro con su mano izquierda logrando que se me fuese endureciendo lentamente..
Tona: ¡Qué peludas que tienen las partes!
Meca: Es casera, no son profesionales así que no pierden el tiempo depilándose.
Parecía que todavía no estaba del todo convencida de que los profesionales del porno hasta se maquillan para que todo parezca perfecto. Resumiendo: vimos cinco parejas femeninas teniendo sexo con los dedos, la boca y variados artefactos fabricados al efecto. Penes largos y cortos, dilatadores anales, bolitas chinas y vibradores. Lo que logro llamar la atención de Meca fue una escena de 69 en la que una de las mujeres cogía a la otra con una de sus tetas.
Meca: ¡Tona, eso que hacen tenemos que probarlo nosotras! ¡Mirá como le está metiendo el pezón adentro de la concha!
Tona: Me gusta la idea, vamos a probarlo después.
Meca: Bubi, ¿vas a mirar cuando lo hagamos? Mirá que te lo vamos a dedicar.
Bubi: Si, voy a mirar y, además, las voy a ayudar.
Dos horas de fantasiosas prácticas lesbianas de lo más variadas fruto de imaginación de un director decididamente amateur que tampoco nos privó de tres eyaculaciones femeninas que, a mi sano entender, parecían meadas provocadas. En fin, como chanchada era bastante buena. Así y todo, lo más importante fue que a las dos les gustó y las inspiró.
Tona: ¿Esos chorros de líquido eran meadas?
Meca: No Nena, quisieron simular una eyaculación femenina.
Tona: Nunca tuve una como esas. ¿Vos?
Meca: A veces.
Bubi: Si quieren ver otra díganme cual prefieren.
Tona: ¿La de maduros y maduras?
Meca: Ok.
Ignoraba cual era el contenido de la peli que me estaban pidiendo así que decidí mirarla con atención. Casi todas escenas breves mostrando parejas de maduros dándose como en la guerra. La mejor de todas fue la que mostraba a un hombre bastante mayor que culeando a una mujer que berreaba como carnero al que estaban degollando. Se veía bien clarito el momento en el que se producía la penetración anal. Tona observaba con los ojos abiertos como ventanas en pleno verano.
Tona: ¿Eso duele mucho? Jamás lo intenté.
Meca: Un poquito al principio pero después te acostumbrás y lo pedís siempre. Es como las enemas que te puse el otro día pero con una cánula más gruesa, larga y calentita.
Tona: Entonces debe ser lindo. ¿No?
Hablando de enemas, la siguiente toma mostraba a un hombre haciéndole una a la mujer de turno. Ella tenía vello desde la mitad de la barriga hasta el mismo culo, desordenado y de color negro. Lo que me resultó un poco desagradable fue la evacuación. El maduro se acostó boca arriba sobre el piso y ella se colocó en cuclillas sobre su pecho para despedir un fuerte chorro de líquido color oscuro. Meca y Tona dieron grititos de sorpresa. El resto, nada excepcional.
Meca: Papito, la tenés durita y te chorrea.
Bubi: Es que no soy de corcho.
Meca: Paremos un poquito así le muestro a Tona cómo te ordeño.
Tona y Bubi: ¿Ordeñar?
Meca: Lo que oyeron. Arrodillate sobre ese silloncito pero de espaldas a mi.
Le hice caso, acerqué el silloncito de marras, me arrodille esperé pacientemente el próximo paso. Meca se puso en cuclillas a mis espaldas, acarició mis glúteos con las palmas de sus manos, los separó, buscó mi ojete con la lengua y empezó un fogoso entra y sale. Le hizo una seña a Tona para que sirviera leche de soja en uno de los vasos, volcó un poco en las manos y procedió a mojarme primero los testículos para luego continuar con el pene. Me arrancó verdaderos gemidos de placer con cada pasada de mano por lugares tan sensibles. Desde atrás, empuñó firmemente, para subir y bajar varias veces la piel de la pija.
Meca: Mojate las manos con leche de soja y hacele lo mismo que hice yo. Suavecito y despacio. ¡No le provoques el lechazo que todavía falta mucho!
Tona: ¡Es delicioso! ¡Una belleza!
El paso siguiente ni me lo imaginaba. Mientras Tona hacía maravillosamente la tarea que le habían encargado, Meca acarició circularmente mi ojete con el pulgar, luego se untó el dedo índice de la mano derecha con lubricante y me lo fue introduciendo con cariñosa lentitud. Adentro, afuera, adentro, afuera con minuciosa habilidad.
Meca: Bubi, ¡Te estoy garchando el culo!
Bubi: Despacito, despacito - supliqué
Meca: Decime que te gusta.
Bubi: Me gusta, mamita, me gusta mucho.
Meca: Ahora viene lo mejor, el ordeñe final. Haceme lugar que quiero empezar, poné la cabeza debajo de la pija que ya viene la lechita.
Tona se colocó en posición después de hacerse a un lado para permitir que Meca se apoderara de la pija, que estaba dura como el mármol. Desde atrás, volvió a empuñarla firmemente para hacer rápidos y violentos movimientos de abajo hacia arriba. ¡Me estaban haciendo la mejor paja de mi vida!
Meca: ¡Abrí la bien la boca que se viene el chorro de leche!
Cuatro movimientos más de abajo hacia arriba me provocaron un formidable lechazo acompañado por el orgasmo más espectacular del que tengo memoria. Tona recibió su merienda con la boca bien abierta mientras Meca continuaba la paja hasta que salió la última gota.
Meca: ¡Tragala toda! Después te tomás un poco de soja y listo.
Tona: Ya no me queda nada en la boca, la tragué como me dijiste.
Meca: ¿Rica?
Tona: ¡Muy rica! Mejor que la de soja.
Bubi: ¡Me mataron chicas, me mataron!
Abandoné la posición de arrodillado y me tiré sobre la cama. Tona se empeño en limpiarme dándome lengüetazos desde los testículos hasta el glande. Meca se acercó a mi cara y me besó en la boca.
Meca: ¿Te gustó papito? Sos un ángel que aguanta todo lo que le hacen.
Bubi: Me sorprendiste con lo del dedo
Meca: Lo que pasa es que tenés un ojete divino y tentador. No pude resistirme y se me ocurrió trabajarte con el dedito. ¿Te lastimé?
Bubi: Estoy bien, un poco dolorido pero bien.
Tona: ¡Pusiste una carita que daba lástima!
Nos recostamos en la cama para fumar y beber un poco de leche de soja. Supongo que habremos estado así cerca de una hora.
Tona: ¿Cuándo le vamos a dar el espectáculo?
Meca: ¿Te animás a hacerlo ahora mismo?
Tona: ¿Por qué te crees que pregunté?
Meca: ¿Empezamos haciendo tijerita?
Tona: ¿Cómo se hace?
Meca: Nos ponemos acostadas frente a frentes, abrimos de piernas y frotamos concha con concha. Si querés te metés los deditos.
Comenzaron haciendo la tijerita con suaves movimientos mutuos de frotación que fueron acelerándose cuando aumentó el nivel de la calentura. Súbitamente, pasaron a posición 69, Tona ubicada arriba. Meca imitó a la mina de la pelí, le introdujo el pezón derecho dentro de la concha para comenzar a moverlo de arriba hacia abajo. Mientras tanto, le trabajaba el ojete con el pulgar de la mano izquierda hasta que también se lo introdujo. Barrunté que estaba preparando la dilatación para que después fuese yo el que la metiera. Cambiaron de posición nuevamente, ahora Tona era la que trabajaba con las tetas dentro de la concha de la consuegra. Meca seguía dilatándole el ojete con dedicación inusitada. En medio del frenesí. Meca abandonó su lugar para ubicarse con la espalda apoyada sobre mis piernas abiertas.
Meca: ¡Chupame la concha Tona! ¡Bubi alcanzame el consolador grandote, por favor!
Tona se acostó boca abajo frente a la concha empapada por los jugos vaginales y yo alcancé prontamente lo que me habían pedido. Meca se balanceaba de arriba hacia abajo frotando la espalda contra el pene, tomó el consolador con ambas manos, apartó la cara de su amiga y se lo introdujo con rapidez. Bombeó frenéticamente hasta lanzar un chorro de líquido incoloro que se estrelló contra la cara de Tona, que lo recibió con sorpresa.
Meca: ¡Uauu! Acaban de presenciar un eyaculación femenina.
Tona: ¡Me mojaste toda la cara!
Meca: Pero te saqué la curiosidad.
Todo esto se conjugó para que el miembro llegase a un perfecto estado de erección. Me moví hacia un costado permitiendo que Meca descansara un poco, acosté a Tona a su lado, le abrí las piernas, la obligué a doblarlas hasta que las rodillas le tocaron las tetas, lubriqué abundantemente a mi fiel amigo e intenté una introducción anal. Adivinando astutamente mi pensamiento, Meca se colocó a nuestro lado y con ambas manos separó los glúteos de Tona para facilitar el paso de mi falo erecto.
Tona: ¡Por favor, no me lastimes!
Meca: ¡Sólo duele la entrada de la cabeza, aguantá!
Bubi: ¡Ya está entrando, ya está entrando!
Confieso que me estaba apretando ferozmente la pija pero, gracias a la generosa lubricación y a la oportuna ayuda de Meca, la cabeza penetró con facilidad. Lentamente fui penetrándola hasta que sentí que los testículos rozaban sus glúteos. Retiré un poco y volví a penetrar con extrema suavidad y delicadeza. Se oía claramente el llanto de Tona así que interrumpí momentáneamente mis movimientos sin retirar el pene de su lugar. Lo moví lentamente hacia fuera sintiendo que me estaba corriendo en ése mismo momento. ¡Maravilloso instante de placer!
Meca: ¡Dejásela adentro! ¡Vos aguantá un poquito más!
Tona: ¡Me duele, me duele mucho! -. Balbuceó suplicante.
Ignorando la sugerencia de Meca, la retiré lentamente hasta que la tuve totalmente afuera. La abracé tiernamente, la besé en ls mejillas mientras Meca se encargaba de lamérmela hasta que se achicó.
Bubi: ¡Te dolió mucho!
Tona: ¡Muchísimo pero me gustó! ¿Estuve bien?
Meca: Por ser la primera vez, te portaste.
De más está decir que realizamos un larguísimo recreo que se prolongó hasta la hora de la cena. Después de hacerlo, volvimos a la cama y ,vimos las restantes películas, que no fueron nada mejor que lo que habíamos protagonizado personalmente entre los tres.
Cuando nos estábamos disponiendo para dormir y mientras Tona estaba en el baño, Meca sugirió que nos colocáramos como la vez anterior. Así lo hicimos, un calco perfecto de la anterior.
Desnudos, en cucharita doble, nos abrazamos para dormir. Pasé mi brazo derecho sobre Tona, puse la mano sobre la pancita y pegué mis testículos a su culo. Nuevamente, a las tres de la mañana tuve una erección. Lentamente fui deslizando mi pene erecto por la entrepierna de Tona hasta alcanzar la entrada de la vagina. Esta vez no dijo nada, se limitó a levantar un poco la pierna para que pudiese penetrarla mejor. Terminé y ambos, empapados por el semen y los líquidos vaginales, pusimos fin a otro agitado día.
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