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Compartiendo a mi mujer

~~Lo que os voy a contar ocurrió a nuestra vuelta de vacaciones, todavía en agosto. Mi marido y yo comentamos lo fabuloso y excitantes que habían sido los 15 días que nos tomamos de vacaciones. Así que coincidimos en no abandonar del todo el clima de voluptuosidad y libertad que practicamos en Galicia. Siempre de mutuo acuerdo.

 Así que un par de días después de volver, nos fuimos a disfrutar de la noche. Yo ya tenía en mente lo que quería aquella noche. Y no era más que cumplir con una de mis fantasías sexuales, como le dije a Xavi, quería disfrutar por primera vez de un semental negro. Con ello no quiero decir que lo que busco con ello es amantes con una herramienta espectacular, solo que sentía cierto morbo por llevarme a la cama a un chico negro y experimentar una especie de lado salvaje. Bueno sí, y también comprobar si el dicho acerca del tamaño era cierto, pero a modo de curiosidad. Supongo que algunas mujeres entenderán lo que digo.

 Bueno, pues salimos y fuimos a un local en que sonaban ritmos brasileños. Entramos en el local y nos dimos unos meneos bailando y viendo que tal estaba el ambiente y el personal. La verdad es que había un par que cumplían las expectativas que me había planteado esa noche, así que tras hablarlo con Xavi, nos decidimos a intentarlo.

 Bueno, el momento de decidirte, de acercarte a la persona en concreto es bastante excitante. No sabes como va a salir, sientes los nervios y la excitación de estar haciendo una locura, con el corazón que parece que vaya a salirme por la boca.

 Así me acerqué a la zona en donde estaban los dos (no iban en el mismo grupo pero estaban cerca). Uno de ellos tenía pareja (me excitan casados, pero no delante de ella claro), así que me lo jugué a una sola carta. Me puse a bailar cerca de mi objetivo. Tenía el pelo cortado al cero, metro noventa de estatura y bastante musculoso, llevaba una camisa negra trasparente totalmente apretada contra sus musculos y un pantalón de tela también negro.

 Yo llevaba un top sin tirantes y sin mangas, de color beige y apretadito a mis senos, con el ombligo y la cintura al aire y unos pantalones rojos, bien ceñidos a mi cuerpo. Me puse a bailar cerca de él, sola e inmediatamente sentí su interés. Nuestras miradas se cruzaron un par de veces, una sonrisa prometedora y ya lo tenía a mi lado poniéndose a bailar conmigo.

 Empezamos a bailar, él bailaba de maravilla, estaba para comérselo allí mismo. Y poco a poco nos fuimos animando, para hablar teníamos que acercarnos mucho, por lo que el contacto de nuestros cuerpos era tan excitante como natural. Poco a poco nos fuimos animando. Me movía de manera sensual, llevaba mis manos a mi cabeza, cruzaba una mirada de deseo con él. Le permitía sus manos en mi cintura, en mi espalda... y poco a poco el roce de nuestros cuerpos fue siendo más y más lascivo. Cada vez que entrábamos en contacto, bien fuese por delante o por detrás, notaba su turbación bajo los pantalones y no tenía problemas en que apoyase contra mi vientre o mis nalgas su entrepierna. Estábamos muy calientes para ese entonces.

 Ya estaba dispuesta. Era mi hombre. Así que en un cambio de canción, me dirigí a mi marido, que lo miraba todo desde cerca y le dije, con una sonrisa pícara, que estaba hecho. Traté de ser disimulada, pero cuando volví a por mi semental, este, abrazándome me preguntó extrañado que quien era ese. Bueno, la cara que puso cuando le dije que era mi marido fue de antología. Me acercó aun más a él, algo molesto y colocando una de sus manos en mi trasero, apretándome contra su erección me recriminó con estas palabras más o menos:

- O sea, ¿que te he estado calentando para que ahora te disfrute tu maridito y a mí me dejas aquí tirado con esto (apretando su entrepierna contra mi vientre) preparado?

 Era buen chico, aun molesto, estaba a punto de dejarme ir para que me desfogase con mi marido. Eso me encantó, no me gustan los que son tremendamente posesivos. Le dije, entre carantoñas que mi marido era bastante comprensivo y nada celoso. Le dije que él nos llevaría a mi casa y allí podríamos pasarlo mejor. Seguíamos apretados, con sus manos en mis nalgas. Aun tuve que asegurarle, y luego más tarde mi marido, que no era tema bisexual ni nada por el estilo. Pero estaba totalmente excitado (lo notaba apoyado en mi vientre) y al final no puso reparos. Le conté sin reparos que a él le gustaba verme con otros y no puso más inconvenientes.

 De allí nos fuimos en nuestro coche, Xavi iba delante conduciendo y yo me metí atrás con mi acompañante, que por cierto su nombre es Bruno y es brasileño. Al principio había un poco de conversación entre los tres, para romper el hielo, pero a medida que nos íbamos comiendo a besos, Xavi se limitó a conducir y observar a través del espejo.

 Las manos de Bruno me recorrían entera, por los muslos, las caderas, la cintura, los pechos. Nos besábamos apasionadamente y mientras él iba bajándome el top yo le desabrochaba los pantalones. Sentía curiosidad. Y la verdad es que incluso me parece que solté un gritito de sorpresa. En siguientes ocasiones en que lo he hecho, el miembro, si bien grande, podía considerarse normal, pero aquello...

 Ni pude ni quise evitarlo, agaché mi cabeza y empecé a besársela, a pasar mi lengua por la punta y recorrer toda aquella extensión. Notaba la respiración de Bruno. Notaba sus manos recorrer mi cuerpo. Y empecé a saborear lo que se me ofrecía. Me recree en mi felación durante todo el viaje, y si no llega a ser porque mi marido nos avisó que ya habíamos llegado al parking, lo hubiese arrastrado hasta el orgasmo con mis labios y mi lengua.

 Salimos del coche, nos arreglamos un poquito (no era cuestión que algún vecino nos viese tal y como íbamos) y nos montamos en el ascensor de camino al hogar. ¡Menudo morbo ir en el ascensor, besándome y sobándome con aquel chico y con mi marido al lado!

 Entramos al piso como desesperados. Nos devorábamos mutuamente. Lo guié directamente a la habitación y allí seguimos nuestros juegos mientras nos desnudábamos.

 Me tumbó sobre la cama e introduciendo su rostro entre mis piernas empezó a besar y lamer mis piernas, subiendo poco a poco, empapándome la piel con su saliva, erizándome el vello de todo el cuerpo. Su lengua jugaba a mi alrededor, rozaba mi sexo, lo acariciaba en un tiempo que pareció una eternidad. Hasta que finalmente su lengua se hundió en mí, saboreándome. Maravilloso. Yo miraba entre mis muslos y lo veía jugando con mi sexo y más atrás, tomándose una copa a mi marido, sonriente. Estaba en la gloria.

 Lo dejé hacer, lo dejé arrastrarme hasta el orgasmo un par de veces con su lengua juguetona y entonces sí, entonces noté como se iba incorporando sobre mí. Noto su punta acariciando mi sexo mientras sus labios se recreaban en mis pechos... noté su mano guiando a su sexo, note como entraba poco a poco, como se abría paso entre mis labios.

 Nos besábamos apasionadamente mientras sus caderas empezaron a moverse poco a poco, rítmicamente. Mis manos habían ido hasta sus glúteos, apretándolo contra mí. Me gustaba sentirlo tan cerca, tan apretado a mí. Y tan dentro de mí.

 Notaba sus caderas moverse cada vez con más fuerza, con más frenesí... hasta que los gemidos empezaron a brotar de mi boca. Apretaba mi vagina contra él, disfrutando de las intensas sensaciones que me estaban embargando y cuando él notó que me había corrido aumentó su ritmo, volviéndome casi loca hasta correrse, soltando en mi oído un gemido profundo y suave.

 Mmm, se quedó tumbado a mi lado. Volví a mirar a mi marido. Seguía de pie, pero había abandonado la copa y ahora su mano estaba aferrando su pene, masturbándose. Hice el esfuerzo de zafarme del abrazo de Bruno y me dirigí a Xavi. Nos besamos apasionadamente y mi mano sustituyó a la suya... la noche era joven ;)

 Espero que os haya gustado.

Datos del Relato
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