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Categoría: Confesiones

Cómo me volví una zorra PARTE 2

Si no han leído la primera parte lean lo siguiente, si leyeron la primera parte no hay necesidad.



Cuando mi vida sexual inició, empecé a jugar con los chicos y aprovechaba que mis atributos femeninos daban de que hablar. En una fiesta a la que un chico mayor me invitó hice mi primera mamada. Aquí continúa esa historia.



Luego de que Santiago se viniera me di cuenta de lo excitada que estaba, sentía mil cosas dentro y fuera. Mi entrepierna estaba húmeda.



Santiago me volvió a cargar en brazos, pero esta vez yo alcanzaba a sentir su pene contra mi piel, rozándome y haciendo que lanzara gemidos involuntarios. Se acostó en la cama llevándome con él, haciendo que quedara acostada encima de él con las piernas a su alrededor. Con cuidado me fue bajando las delgadas tiras del vestido y al darse cuenta de que no llevaba sostén me sonrió con malicia.



-Atrevida.-dijo.



-Adivina que otra cosa no traje.-le murmuré al oído y le mordí el cuello. Soltó un gruñido y me metió lentamente la mano por la falda. En el momento en que lo sentí contra mi más sensible piel gemí.



-Creo que es hora de devolverte el favor.-me tomó de la cadera y me puso debajo de sí mismo, y lentamente fue bajando y bajando hasta que su rostro estaba a la altura de mi pelvis. Tenía una idea no muy clara de lo que se proponía hacer. Y me alegré inmensamente de ser adicta a la higiene personal, desde que tenía 12 años había empezado a depilarme cada dos o tres días y estando en clases de natación tenía que evitar situaciones incómodas.



Me levantó el vestido poco a poco y cuando tuvo la vista que quería hundió su rostro en mi entrepierna. Como reflejo empecé a apretar las piernas, pero me las sostuvo en el ángulo que quería. Su lengua se movía de un lado a otro entre los pliegues, chupando y absorbiendo todo, me tuve que apoyar en los codos, y al notarlo me bajó una tira del vestido para tocarme los pezones hinchados.



Para no ser tan rutinaria les contaré que luego de esa noche, él y yo seguimos encontrándonos. Yo le decía a mamá que iba a ir a su casa para que me diera tutorías de matemáticas. Y qué tutorías tan buenas.



Luego de dos meses me dijo que le gustaría que fuéramos novios, al fin y al cabo nos veíamos todos los días y más de tres veces a la semana teníamos encuentros fortuitos. Le dije que sí y es como todos los demás chicos empezaron a hablarme. No que antes fuera una niña invisible, sino que los hombres se interesaban mucho más en mí al ser novia de Santiago.



David, mi vecino se hizo amigo de Santiago y también él empezó a tener más y más mujeres detrás. Eso hizo viera mis locuras con mi novio como un impulso social, mucha gente merecía conocer a una persona tan buena como David.



Cuando terminamos después de tres meses me hizo algo que aún no he podido definir como mal o favor: le informó a sus amigos todo lo que hacíamos al encontrarnos. No tuve problemas con nadie ni mucho menos me metí en peleas, pero si tuve muchísimas visitas inesperadas en casa de las que una chica debería tener. Todos del curso de Santiago iban a mi casa para que les ‘ayudara’ un poco con la tarea de biología. Lo dudé muchísimo, claro, pero al final accedí y les di mamadas a la gran mayoría. En los recreos del colegio al ir a la tienda ellos me buscaban casi siempre para ir a los baños o la habitación de limpieza. No lo hacía gratis por supuesto, me tenían que quedar debiendo un favor, y con esas pequeñas ayuditas me fui salvando algunas veces las materias. Y otras me daban placer al pedir que me acariciaran un poco allá abajo.



Olvidé mencionar antes que un mes después, en junio, sería mi fiesta de cumpleaños, así que entre tantas chupadas tenía que elegir vestidos, colores, flores y más locuras que le pasaban a mamá por la cabeza. Cuando llegó el día de la fiesta mis hermanos mayores llegaron de sorpresa a la fiesta y me rodearon y observaron todo el tiempo así que no hubo gran cosa.



Ese día invité a todos los hombres y mujeres de mi clase y a varios de los siguientes cursos con los que hablaba. Cuando me tuve que cambiar de vestido para quedar en una falda mucho más corta noté cómo cambiaron las miradas de los chicos. Todos la pasamos muy bien pero no pasó nada fuera de lo común con mis hermanos cerca.



Dos días después Sergio, uno de mis amigos me llamó para decirme que querían hacer una fiesta común para celebrar mi cumpleaños sin hermanos sobreprotectores y trajes caros por todos lados, les dije que si y le dije a mamá que me iría a quedar en casa de una amiga. Me fui de casa vestida normal, con un jean y una camiseta de tiras. En la maleta llevaba un vestido blanco hasta el muslo que me encantaba, unos tacones negros y todo mi kit de maquillaje, me encontré con una de mis mejores amigas, Mila, en un centro comercial y allí ambas nos arreglamos para salir a la casa de la fiesta. Nos arreglamos el cabello en la primera peluquería que encontramos abierta y pedimos un taxi. El hombre no se molestó en disimular su excitación al vernos, arregló el espejo retrovisor para tener una buena vista.



Para que no se aburran lo contaré rápido: me emborracharon y me invitaron a jugar verdad o reto. Imaginen cuántas veces me encerré en un cuarto para chupársela a algún chico. En algún momento de la fiesta vi a Santiago y le sonreí, me devolvió el gesto y siguió caminando.



-Verdad-dije. El chico que estaba del otro lado me miró con una sonrisa. Tenía buena pinta, se veía muy bien y alguna vez lo había visto jugando en el equipo de básquet del colegio.



-¿Te atreves a darme una mamada aquí mismo?-preguntó sorprendiéndome. Estuve mirándolo unos segundos para saber si lo decía en serio, y no apartó la mirada de mí. Lo decía en serio, completamente.



Nunca me había considerado una chica cobarde, pero tampoco era la persona más abierta del mundo. En ese momento pensé que todas esas personas podrían hacer dos cosas: pensar que era muy valiente por aceptar, o pensar que era la más perra de las perras del colegio. Y sinceramente, me importó cinco huevos lo que fueran a pensar de mi. Solo quería demostrarle a ese idiota lo mucho que una simple boca podía hacer.



-Está bien.-sonreí. Todos soltaron gritos y empezaron a aplaudir. Me levanté del piso y fui a donde estaba él, le tomé de la mano y lo ayudé a levantarse para sentarlo en una silla ancha que había cerca. Pedí que pusieran música y empecé a bailar enfrente de él. Me moví lo más que pude y le restregué el culo en la entrepierna. Muchos chicos se estaban tocando por encima del pantalón. Cuando creí que era ora me arrodillé y le solté el cinturón y le bajé la cremallera del pantalón. Me levanté para poder alcanzar su boca y le besé, mordí su labio. Sentí en mi mano cómo crecía su miembro y sonreí. Mantuve los ojos en los suyos mientras que bajaba poco a poco hasta su regazo y le bajé los calzoncillos. Su pene apareció y lo acaricié un poco, arriba abajo. En algún momento decidí meterlo en mi boca y ahí fue cuando se armó. Alcancé A ver que algunas parejitas se iban saliendo de la casa y otras simplemente empezaron a  besarse y tocarse unos a otros. Yo me quedé allí jodiendole la verga al chico. Me sujetó el cabello y me obligó a metérmela toda hasta la garganta.



Finalmente se vino y yo quedé llena de sus fluidos, mi busto y mi cuello estaban húmedos y él demasiado satisfecho. 



Perdonan la demora pero mi internet ha fallado mucho ultimamente.



Muchas gracias por todos los comentarios.


Datos del Relato
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