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Categoría: Confesiones

Como me calienta mi vecina de 70 años

Mi vecina

Soy hombre casado, metido en la cincuentena, un hombre normal al que nunca le ocurren cosas demasiado anormales, pero en la ocasión que paso a relatar si se salió ampliamente de lo normal, es por ello que paso contarla tal como sucedió…

Vivimos en un bloque de pisos de esos que tienen ya muchos años, como la mayoría de españolitos de a pie; justo en la puerta de enfrente residía un matrimonio mayor que rondaban los 70 años y a los que conocemos más de media vida, con una relación cordial, lo habitual entre vecinos, un poco de sal, como está el tiempo y poco más…

Hace un par de años falleció el marido de la pareja quedando ella viuda, un poco de pesadumbre los primeros meses y poco más, la relación siguió igual que siempre…

Los hechos sucedieron este verano pasado y que paso a relataros sin más dilación…

Llaman a la puerta, miro por la mirilla y era Amparo mi vecina mayor, abro y…

– Hola Amparo, ¿en que puedo ayudarte?

– Hola Carlos, te importaría mirar mi televisión, no sé qué he tocado pero no se ve nada y yo no me aclaro para ponerla en marcha…

– Un momento-, le digo

Vuelvo sobre mis pasos y aviso a mi mujer que pasaba a casa de la vecina a mirarle la tele que no le funcionaba…

No me puse más ropa que la que llevaba en casa, o sea un pantalón corto de deporte y las zapatillas de andar por casa…

Ella me esperaba en su salón, sentada en el sofá y con el mando de la tv y el libro de instrucciones en la mano ofreciéndomelos…

Lo primero fue mirar que las conexiones estuvieran bien y parecía todas correctas…

– Amparo, todo está bien conectado, así que las conexiones no son

– Yo creo que es el mando, míralo a ver- dijo ofreciéndomelo

Me giro en dirección al sofá donde estaba sentada ella y entonces me fijé, era verano y hacía calor, ella llevaba tan solo una fina bata blanca que sentada dejaba la mitad de las piernas al descubierto…, un rápido vistazo fue suficiente para observar que no lleva nada debajo y eso me llamó la atención…, no sé porque pero lo hizo, llamarme la atención que una mujer de 70 años no llevara nada bajo de la bata…

Me senté a su lado y cogí el mando de la tv, no podía evitar mirarla de reojo, mientras ella pasaba las páginas del libro de instrucciones…

Mientras buscaba en los menús me fije en sus pechos, no se notaban, ¿Cómo se iban a notar con 70 años? Pero lo que si se advertían claramente eran sus pezones a través de la bata, se le marcaban mucho y no solo eso, sino que se clareaban oscuros junto a su areola…

Me removía en el sofá, incomodo, pero a la vez extrañado, me gustaban los pezones de la vieja…, ¿Quién lo hubiera pensado?

A duras penas conseguía centrarme en el jodido mando de la tv y a trancas y barrancas fui ordenando los canales de alguna manera…

– Amparo-, decía, haciendo un esfuerzo para mirarle a los ojos y no a ese par de pezones oscuros que tanto reclamaban mi atención…

– Amparo, ¿Cómo quieres que ordene los canales?

Ella me iba indicando y yo los iba sintonizando y memorizando con el mando, al final creo que las miradas a sus tetas eran cada vez más descaradas, vaya, menos de reojo y más de frente…

– Carlos, si quieres ir al aseo puedes ir ya sabes dónde está-, me dijo

– ¿al aseo, por qué?- Dije perplejo, mirándola mientras ella sonreía…

Por intuición seguí su mirada hacia mi pantalón corto y ya me di cuenta del motivo y de su sonrisa, llevaba una erección considerable…

– Ve si te estás haciendo pis, anda

– No Amparo, no son ganas de orinar

– Así no puedes volver a casa o tu mujer pensará que hemos estado viendo pornografía-, me dijo sin dejar de sonreír

– Tranquila Amparo, se me pasara enseguida, ya me queda poco para terminar de sintonizar los canales…

Se veía venir, quizá por ello no me sobresalté cuando sentí su manotazo en la pierna…

– Hay Carlos, ¿cómo es que una vieja como yo te ha puesto así?

Y me lancé, de perdidos al rio pensé…

– No eres tan vieja Amparo, pero además la bata esa que llevas te queda de maravilla y una cosa lleva a la otra- le dije mientras no apartaba la vista de sus pezones marcados…

– ¿esto es lo que te gusta? -, apartó su mano de mi pierna y comenzó a desabrocharse la bata justo hasta donde se supone terminaban sus tetas, separando las solapas y dejando sus tetas a mi vista…

Me quedé paralizado por unos segundos, sin saber que decir, yo era todo ojos para mirar…, sus tetas eran pequeñas y caídas, muy caídas como era de esperar en una mujer de su edad, y en medio como si fuera la yema de un huevo frito un par de pezones grandes y oscuros, de un tamaño desproporcionado para esas tetitas tan pequeñas…

No pude evitarlo y llevé una mano a sus tetas, fue un impulso que en ningún momento traté refrenar, sus tetas eran suaves, tan suaves como las de una mujer joven, levanté la vista y me miraba sonriendo con dulzura y aquella sonrisa y aquella mirada tan me terminaron de poner a mil…

Ya eran mis dos manos acariciando sus tetas, sus pezones, y pude ver como sus ojos se cerraron y su sonrisa era una mueca de placer…

Seguí acariciándolas con mucho deseo, cada vez me arrimaba más a ella, estaba casi encima de ella y en otro irrefrenable impulso, acerqué mis labios a los suyos y le dejé caer un beso en los labios, ella los entreabrió un poco dejando paso a mi lengua, sí, la besé y le di un morreo como creo que no se lo haya dado nunca a nadie, y fui correspondido con su lengua, suave y mojada de la saliva de ambos…, mi mano rodeaba su cuello pero la otra llevaba su propio ritmo y había desabrochado completamente la bata y se aventuraba más allá de su cintura y de su vientre, notando el tacto de su braga, metí los dedos buscando desesperadamente su coño…

A estas alturas ya me sentía más dueño de la situación, así que pude estar más pendiente de los detalles…, ella continuaba con los ojos cerrados y la boca entreabierta pidiendo mi boca, su respiración estaba agitada y se le notaba muy excitada…

Mi mano fue abriéndose paso atravesando su monte de venus, pude sentir algo de vello bajo entre mis dedos, ella fue separando las piernas lo suficiente para que mi mano y mis dedos taparan toda su vulva, sentí que apretaba fuerte las piernas sobre mi mano para no dejarla escapar de allí…

Volví a besarla y que así aflojara la presión de sus piernas sobre mi mano y así poder acariciarla mejor su viejo coñito…, comencé un masaje suave sobre toda su sexo y no tardé en notar su mano que buscaba mi polla por encima del pantalón…

La encontró, pero pareció no gustarle, así que metió la mano por el interior de la cintura, en un tris me cogió fuerte la polla, no hacía nada, solo la apretaba…, yo la tenía a reventar de la excitación…

Mis dedos separaron un poco los labios de su coñito, buscando la entrada

-mmm la encontré, le dije susurrando al oído

Esperaba encontrarla seca y como el papel de lija, pero no, estaba suave y suficientemente húmeda para que mis dedos entraran sin dificultad, nada que ver con el flujo de una mujer joven, pero el suficiente como para disfrutar los dos…

En aquel momento pensé…, ahora si es mía del todo…, ya no la besaba, la miraba mientras la acariciaba. Acomodamos nuestras posiciones, Amparo era una mujer pequeñita y muy delgada, fácil de mover y manejar, así que la coloqué de forma que todo su coño fuera de mi mano y con la otra pudiera acariciar bien la cara, los labios, el cuello las tetas y observar como gemía con mis dedos dentro de ella…

No me hizo falta buscar su clítoris con mis dedos, no tardó en aparecer entre ellos, humedecí todo lo que pude mis dedos en su poquito pero suficiente flujo y comencé a masturbarla despacio, sintiendo sus contracciones de placer y escuchando sus gemiditos parecidos a los de un gatito, me pareció tan discreta…, sus tetas se movían a un lado y al otro sin apenas sustento muscular, como me gustaban…

No tardo en correrse en mi mano, aceleré la presión de mi dedo masturbatorio conforme sus jadeos se incrementaban y sus gemidos se hacían más audibles, una contracción involuntaria de sus rodillas y unos ojos como platos me advirtieron de su inminente corrida, rápidamente y entre convulsiones orgásmicas apoyó su mano en la mía terminado de guiar la presión a su gusto…

Yo estaba pendiente de todo y puedo asegurar que no noté diferencias entre su corrida y la de una mujer más joven…, resultó encantadora…

La presión de sus muslos impedía que mi mano pudiera salir cómodamente de entre sus piernas y por otro lado tampoco tenía ninguna prisa por salir de ese triángulo de placer…

Un par de minutos transcurrieron o me parecieron hasta que la presión fue aflojando, dándome a entender que podía retirar mi mano…, ella poco a poco se fue incorporando con algo de mi ayuda, hasta que la volví a tener de frente…

Seguía sonriéndome con esa sonrisa dulce que tanto me había excitado, volvió a mirar mi pantalón y yo volví a seguir su mirada…

– A esto habrá que darle una solución, no puedes volver a casa así…

Yo negaba con la cabeza y una sonrisa…

– Ponte de pie

Seguí sus instrucciones y me levanté, ella se acercó hasta ponerse justo sentada enfrente de mi…

Me bajó los pantalones y apareció como un resorte mi verga, dura a mas no poder…, pude ver como abría la boca y se la introducía en ella, estaba caliente, su boca ardía o era mi polla, no lo sé, pero el placer era indescriptible…

Cogió mis huevos por la parte de abajo, estirándolos y a la vez guiando mi rabo con destreza en su boca, como si se estuviera follando ella misma la boca con mi polla, yo bajaba la mirada y la veia atareada con mi verga, sus tetas se movían al compás de sus movimientos…

-Diosss que mujer- pensé

No tardé en correrme, la avisé para que ella hiciera lo que quisiera, apartarse o dejarme venir…

-Amparo, me corres

-Amparo, me corres ya

-Amparo me estoy corriendoooo

Ella seguía con mi rabo dentro de la boca, la mano y la boca quietas, solo notaba alguna lamida suave de su lengua y una pequeña absorción en el último espasmo de mi corrida…, noté como tragaba mi leche y eso me satisfizo muchísimo…

Tardé unos segundos en poder reaccionar, ella no hizo nada hasta que me vio relajado, se la sacó de la boca con cuidado y me subió el pantalón cubriéndome la polla que acaba de chupar…

– Así si que puedes volver a cada- me dijo

No sabía que decir la verdad…, me quedé sin palabras…

Ella vio mi apuro y vino rápidamente en mi ayuda…

– Gracias por todo Carlos, si te vuelto a necesitar te volveré a llamar

– Hasta pronto Amparo

Vi como se abrochaba la bata, y como me acompañaba a la puerta de la calle…

– Como has tardado- me dijo mi mujer al entrar

– Complicada la televisión de la vecina

– No tenía puesto el aire acondicionado, porque llevas una buena sudada…

– ¿Aire acondicionado?, no, no lo tenía puesto…

Continuará

Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
  • Media: 10
  • Votos: 1
  • Envios: 0
  • Lecturas: 3506
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