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Hay un mito muy común entre las mujeres, cuando llega la regla (periodo, menstruación o como se quiere llamar) no se tiene relaciones sexuales, pues como parte de la ruptura de este mito, realicé este relato el cual advierto podría parecer incómodo para algunos que aún tienen en sus mentes ideas enraizadas en costumbre antiguas, recomiendo a aquellos, abstenerse de leerlo.
Por mi vida sexual ha pasado un significativo número de amantes (no tantos como quisiera, pero si mas de los que piensan mis padres) la mayoría muy buenos y unos muy contados casos de rotundos fracasos que están el pódium de lo peorcito, por tal razón considero que tengo el criterio para decir que ha habido uno en especial, lo recuerdo por su habilidad para seducirme, por su capacidad para con una caricia, un toque en el lugar indicado permitirle acceder a mi cuerpo sin reparo alguno, de esta manera logró sin que lo supiéramos, hacerme tener mi primer squirting, el sabe y se le he dicho siempre, que es un maestro.
Una tarde de desocupe, decidí ir a su apartamento a visitarlo como normalmente lo hacía, afortunadamente su horario de trabajo es muy flexible y tiene tiempo para mi, era rico caerle a cualquier hora para echar carreta, además es un buen escucha y conoce bien mi historia y mis secretos (que ya no lo son). Esa tarde como normalmente en esa ciudad, hacía mucho calor, por tanto, al llegar, el estaba sin camisa, se acababa de bañar, me invitó a seguir a su habitación, encendió el ventilador, comenzamos a contarnos los últimos sucesos, nos recostamos sobre la cama, los besos empezaron a aparecer, luego su mano en mi hombro deslizándose suavemente en mi espalda, los besos se hicieron más intensos y apasionados, yo me acosté sobre él. Vestía una blusa de tiritas y una minifalda en jean, lo cual facilitó el proceso de ser acariciada; su boca rozaba mis hombros y mi cuello, mientras sus manos se entretenían en mis piernas, recorriéndolas en toda su extensión, logrando hacerme sentir cada vez mas excitada, poco a poco fue deslizando las tiras de la blusa para permitir que mi busto saliera a flote y acceder a él, sus labios se posaron sobre mis senos, pasando su lengua tangencialmente sobres mi pezón ya erecto por el deseo, continuando con sus manos inquietas debajo de mi falda, donde con fuerza medida apretaba mis nalgas y las abría tratando de meter su dedo bajo los panties, pero en ese instante, lo detuve. – “¡No! Hoy no se puede. Estoy con el período”- le dije. Él continuo besándome el cuello como si no hubiera escuchado nada y sus manos continuaban acariciándome las nalgas, rítmicamente. –“¡Para!, no me calientes más que hoy no se puede, así no me gusta, nos untamos todos, la cama y hasta la ropa”- insistí. –“tranquila, yo no le veo problema, además, existen alternativas, no te preocupes, déjame seguir que yo me encargo que no haya problema”.- Me respondió.
Los besos continuaron y las caricias también, sus manos en mi espalda son como corrientazos que hacen vibrar todo mi cuerpo, sus besos en mis senos son como la clave para que mi cosita se vuelva una piscina y bajo las circunstancias no sabía qué bajaba, si líquido o sangre, pero se sentía empapada mi entrepierna. Sus manos subieron mi falda hasta la cintura continuaban apretando y abriendo mis nalgas, comenzaron a bajar el panty para agarrarlas mejor, dirigió suavemente sus dedos dentro de mi raya con el mismo movimiento de masaje, apretando suavemente, abriendo, acercándose cada vez más a mi hoyo, sin parar sus besos en mi cuello, mis senos, mi boca, mis hombros, de pronto su dedo en mi boca,- “humedéceme bien los dedos, llénalos de saliva”- me dijo. Así lo hice, los deje chorreando saliva, posó su mano sobre el hueco de mi culo y puso allí toda mi saliva, luego su dedo empezó a entrar delicadamente y continuaba abriéndome las nalgas, ¡qué sensación tan rica! No pude evitar gemir de gusto, siguió masajeándome el hoyo haciendo movimientos circulares y variando con entraditas intempestivas de su dedo, luego sentí que un dedo de cada mano estaba dentro de mí, mientras él muy arrecho emitía sonidos de excitación, -“tienes ese culo, rico, apretadito, te lo voy a romper”- Decía. Yo muy arrecha no podía negarme, se sentía muy rico.
Pasé mi mano por su paquete cargado por la arrechera en la que estaba, con esa verga durísima, que se salía del pantalón, lo desapunté y metí la mano, tenía esa polla lavada, sus líquidos estaban fluyendo por la punta, con fuerza bajé sus bóxer y pantalón de una sola, para poder pajiarlo. Delicioso, el me comía el culo con los dedos y yo con mi mano le pelaba la verga. ¡Qué arrechera tan rica!
Nos paramos para quitarnos todo el estorbo de la ropa y frente a mi, no pude evitar la tentación de meterme esa jugosa verga en mi boca para mamársela, eso lo puso más arrecho por sentir la suavidad con la que lo hago, la forma como le consiento su falo, le chupo los huevos, pero no dejaba de acariciarme las tetas y tratar de meterme nuevamente los dedos dentro del culo. –“ hoy te voy a hacer como la carne asada: “cuando comienza a soltar sangre, se voltea”. Te quiero comer por el culo. Si quieres vamos al baño para que estés más tranquila”- me dijo con una cara de arrechera inmensa. Me saque la verga de la boca para responder: - “si, vamos al baño, es mejor”.-
Despojados de todo límite entre nuestros cuerpos, entramos al baño nos besamos apasionadamente, abrazándonos y esparciendo el sudor en la desnudez; posó su mano sobre mi cosita y encontró mi clítoris el cual estimuló sabiamente (como siempre la ha sabido hacer), luego me dijo: ”te la quiero meter” -“permíteme te la mamo otra vez que me encanta”- le dije, me acuclillé para introducirla en mi boca, mientras veía como chorreaba líquido de mi vagina. – “¡ya déjame te la meto!”- me dijo. Me levantó, y me giró. Puso mi pecho contra la pared, se colocó rápidamente el condón y me la fue ensartando en el coño. Ahhhhhjjjjjjjjjjjjjj, que delicia. Puso sus manos sobre mi pubis y con una mano abría mis labios y con la otra rozaba mi clítoris y con su verga me clavaba. Perdí la noción del tiempo, y siento que me vine enseguida. Continuó con su mano pelaba bien el tallo de mi clítoris para dejarlo todo expuesto y con la otra lo tocaba tan suavemente que la sensación se ponía más intensa en combinación con esa deliciosa penetración, haciéndome repetir orgasmos uno tras de otros, luego escupió sobre mi culo y pasó una mano atrás, para meterme el dedo gordo y comenzar a preparar nuevamente mi culo para ser comido. Sacó la verga de mi coño, lavada de líquidos y puso su cabeza en mi ojo del culo empezando a empujar despacio a medida que yo le indicaba, continuaba estimulando mi clítoris y sus entrada era delicada, hasta el punto de no darme cuenta cuando estaba toda adentro, era una mezcla de dolorcito y gusto. Sus movimientos suaves, muy suaves permitieron que mi culo se fuera adaptando poco a poco, ayudado por la sensación de placer por seguir estimulando mi clítoris.
Su ritmo se pudo hacer mas ágil y logré sentir todo el placer de la penetración anal, al punto de no saber si me estaban comiendo por el culo o por el coño, porque se siente lo mismo. De pronto me vine otra vez, ¡que delicia de orgasmo!, tenía las piernas correadas de mi líquido y mi amigo lavado de sudor por la buena faena que nos estábamos dando. Yo no podía quedarme quieta y comencé a mover mi cadera, cada vez más rápido de pronto me palmoteo las nalgas y sentí como la verga de mi amante se expandía y se recogía en su intenso orgasmo y eyaculación. Me abrazó fuertemente contra él, me beso, nos quedamos quietos chorreando sudor entre nuestros cuerpos, la sacó me volteé, lo abracé, luego hubo quietud y sudor nuevamente recostados sobre la pared del baño para no caer, porque las piernas nos temblaba de placer.
Un fuerte y consentidor duchazo fue el que cerró la faena al estilo carne asada y quedó el recuerdo grabado en nuestra historia, aquella tarde decalor.
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