Me llamo Sonia y os voy a contar como descubrí el sexo.

Yo debía tener unos once o doce años, ni siquiera recuerdo que tuviera vello alguno en mi sexo, aunque sí comencé a tener pechos pronto, incluso era necesario que llevara ya sujetador, y todo ocurrío un día en el que mis padres y yo fuimos de visita a casa de mis tios.

Mis tios tenían un chalet en un pueblecito cerca de Toledo y después de comer mi tio dijo que tenía que ir al chalet a limpiar el jardín porque hacía varias semanas que no iba. También tenían un perro, llamado King, que yo quería mucho y que hacía tiempo que no veía, por lo que mis padres me preguntaron que si quería acompañar a mi tio al chalet. Por supuesto, a mí me hizo mucha ilusión el poder ir así que nos fuimos. Ya durante el trayecto mi tio procuró acariciarme las piernas apoyando su mano sobre mis muslos cuando el coche tenía que detenerse, pero claro, yo en esos momentos no era consciente de ello. Además, siempre hemos tenído mucha confianza en la familia y no extrañaba que lo hiciera. Yo llevaba una faldita azul marino de vuelo, corta, por encima de las rodillas y sentada en el asiento del acompañante realmente se me debía de que dar bastante subidita, por lo que cuando mi tio posaba su mano sobre mis muslos casi lo hacía a la altura de la entrepierna.

Una hora más tarde llegamos al chalet. Hacia calor ya aunque apenas habia comenzado el verano. Debía de ser primeros de Junio. Cuando llegamos, King salió a recibirnos. Era una especie de perro lobo, nunca supe bien su raza, más pequeño que los típicos pastores alemanes. Me hizo mucha ilusión verlo. Poco después, mi tio me dijo que si quería bañarme en la pisina a lo que le contesté que no podía, que no tenía bañador. Mi tio me comentó que seguro que encontraba algún bañador de alguna de mis primas así que accedí a que buscara uno. Mientras que lo buscaba yo me fui desnudando de manera que cuando regresó al cuarto con el bañador yo me encontraba a punto de bajarme las braguitas. De primeras creo que se sintío algo incómodo, quizás temía asustarme, pero como ya he dicho me habían educado teniendo mucha confianza, continué desnudándome delante de él. Creo que eso fue la puntilla para que él comenzase a tramar como disfrutar de mi cuerpo.

Sólo había encontrado la parte de abajo un bikini, seguramente olvidado en algún tendedero, por lo que me fui a bañar con mis pequeñas tetitas al descubierto. Mientras que yo me bañaba mi tio estuvo limpiando el jardín de yerbajos y de vez en cuando se acercaba a verme. Cuando él terminó entro en la casa a ducharse. Como yo no sabía a dónde había ido, poco después salí de la piscina y entré en la casa. Él se estaba duchando y, supongo que porqué aun no habían comenzado su temporada de verano en el chalet, la ducha no tenía cortinas. Además, como mi tio pensaba que estaría en la piscina se estuvo duchando con la pueta abierta. Yo le observé durante unos instantes y me llamó la atención su pene largo aunque flacido.

Como temía que me viese, decidí volver a la piscina hasta que terminara. Poco después salío mi tio y me preguntó que si quería algo de merendar. La verdad es que tenía hambre así que salí de la piscina y entré en la casa. Mi tio me dijo que me podía duchar si quería mientras él preparaba algo y me pareció bien así que me fui a duchar. Cuando terminé de ducharme me di cuenta de que no tenía toalla así que tuve que llamar a mi tio para que me trajera una.

Mi tio entró en el cuarto de baño con la toalla. Yo me encontraba desnuda y mojada dentro de la ducha y observé como su pene se comenzaba aponer erecto dentro del pantalón corto que llevaba puesto. Me rodeó con la toalla y me comenzó a secar. Después me redeó el cuerpo con la toalla y nos fuimos al salón a merendar. Estábamos sentados alrededor de una mesa de esas no muy grandes redondas (de las de sala de estar) uno frente al otro y creo que una de las veces en las que me incorporé para alcanzar uno de los bollos que había sobre la mesa la toalla se escurrío por mi espalda y me quedé desnuda. Mi tio se encontraba mirando una revista de coches porque por entonces quería cambiar el suyo y me preguntó entonces si quería ver uno que le gustaba. Yo me acerqué a él y me senté sobre sus piernas. No tardé en empezar a notar su pene erecto apretándome mis nalgas. Él mantenía sus manos sobre mis piernas mientras yo miraba la revista mientras notaba que poco a poco apretaba mi cuerpo sobre su miembro. Estaba totalmente decidido a aprovecharme mientras que yo me dejara así que no tardó en posar su mano derecha sobre mi sexo. De la impresión recuerdo que di un respingo y me indorporé levemente. Él me pregunto que si me había molestado a lo que le contesté que no, que solo había sentido algo extraño que me había recorrido mi estómago pero que me daba la impresión de que me había gutado. Así pues, me volví a sentar sobre sus piernas mientras que ojeaba la revista él suavemente volvió a posar sus manos sobre mis piernas y a buscar mi rajita con su mano derecha. Me constó aguantar la impresión; me entraban ganas de levantarme porque la sensación era muy intensa pero quería quedarme allí y que mi tio me siguiera tocando. Comencé a apretar mi culito contra su miembro y a moverme. Él se fue excitando cada vez más y acariciaba y apretaba mi entonces diminuto clítoris. La verdad es que en ningún momento tuve la intención de parar, ni siquiera pensé en la situación ni en el que mi tio me estuviera haciendo aquello. Solo sabía que estaba disfrutando y no tenía conciencía de que aquello estuviera mal o bien. Solo pasó. Entonces le dije que me lo estaba pasando muy bien y que si yo podía hacerle algo para que el sintiera lo que yo, le pregunté que si podía tocarle yo también, así que se incorporó levemente para bajarse los pantalones y después de volverse a sentar cogió una de mis manos e hizo que le apretara el miembro. Yo comencé a pretarle y a acariciarle su pene mientras gemía de placer. Yo tambien gemía. De repente y sin saber porque tuve el impulso de morderle su pene erecto por lo que le pregunté que si se la chupaba disfrutaría más. Él, por supuesto, accedío así que me arrodillé y le comencé a chupar su polla y a mordérsela. Le hice algo de daño pero no quería que parase así que yo continué frotándole su pene con mis manos mientras se la chupaba.

Y llegó un momento en el que no pudo aguantar más. Se levantó y me tumbó sobre la mesa abriéndome de piernas. Para entonces estaba dispuesta a que me utilizara a su antojo. Me abrió de piernas, se inclinó sobre mí y me penetró violentamente. No pude reprimir un grito de dolor al ser envestida de aquella forma y ser desvirgada de aquella manera pero no quería que parase. Eché mano a sus caderas incitándole a que me continuára penetrando con fuerza una y otra vez. Instantes después me cogió en brazos y me llevó a la cama donde continuó follándome. Estaba exhausta, yacía abierta de piernas mientras el continuaba hundiendo su pene en mi vientre pero quería que continuase hasta que quisiera. Aún sin fuerzas, yo continuaba disfrutando. Instantes después noté comoun rio caliente y desbocado inindaba mi vagina; mi tio se había corrido dentro de mi... me había follado, y yo había disfrutado enormemente. Aunque al principio no alcanzaba a entenderlo, durante aquella hora mágica fuí entendiendo que estaba sucediendo pero no quise parar nunca. Me lo estaba pasando tan bien que no veía la razón para haber intentado detener aquello por lo que fui yo quien le dijo a mi tio: "...me lo he pasado muy bien. Nunca le diré nada a nadie... pero prométeme que me lo harás más veces." (Continuará...)