Mi nombre es Patricia y para ese entonces tenía 28 años y me había casado hacía 2 meses. Había ido a la casa de mis padres, quienes se encontraban afuera de vacaciones, a buscar algunas ropas y cosas mías que todavía estaban ahi.
Era verano y como hacía demasiado calor dentro del departamento y no había nadie, me quité la remera y los jeans. Después de aproximadamente media hora de buscar y ordenar cosas, me dirigí a la cocina para tomar algo fresco.
En eso escuche la puerta del living abrirse y alguien que entraba.
Yo sabía que, como era habitual, mi madre le dejaba las llaves de casa a nuestra vecina para que regara las plantas.
Por lo tanto, pregunté antes de salir:¿Sos vos María?
Y una voz contestó: “Sí, soy yo.”.
Si bien no era la forma màs apropiada de recibirla, y como de todos modos para ir la dormitorio más cercano a buscar mi ropa tenía que salir al pasillo donde ella estaba,
fui hacia su encuentro para llevarme la sorpresa de mi vida ya que…
.junto com María estaba su hijo de 13 años quien la había acompañado.
Para que se den una idea lo único que yo tenía puesto era un diminuto y muy sexy conjunto de lencería de encaje negro. Todo sucedió tan rápido que nadie tuvo tiempo de reaccionar. No sé si estaban más sorprendidos ellos o yo.
Lo único que atiné a decir, fue: ¡No sabía que estabas con tu hijo!
Como María y mi madre son muy amigas y, para evitar algún comentario acerca de mi escasa vestimenta, le comencé a contar que es lo estaba haciendo ahí.Creo que no salí corriendo inmediatamente del lugar porque tampoco quería que María pensase que yo estaba con alguien más en el departamento (y que ocultaba algo)
Al mismo tiempo que hablaba con ella, yo trataba sin éxito de no atraer la atención sobre mi ajustado corpiño (que resaltaba mis redondeces) y una pequeña y sugerente bombacha.
Después de dos o tres minutos (que para mí fueron dos o tres horas), vi la cara del niño. Estaba completamente extasiado, observándome como si estuviera viendo su programa preferido de televisión.
Era evidente que era la primera vez que que estaba enfrente de una mujer casi desnuda.
Yo lo conocía desde hacía mucho tiempo ya que, el año anterior, había venido muchas veces para que mi hermano le diera clases de matemáticas. Por otro lado nuestras familias habían, pasado por lo menos, dos vacaciones juntas en la playa por lo que él tenía idea lo bien que yo lucía en bikini (olvidé comentarles que por ese entonces, yo entrenaba casi todos los día ya que era una tenista casi-profesional).
Pero no es lo mismo estar en traje de baño en la playa a la vista de todos que estar tan expuesta, siendo sorprendida en solamente un sensual conjunto de lencería en un lugar donde se suponía que no habría nadie!
La actitud del niño, que no se perdía ningún detalle, me hizo sentir bastante incomoda y ponerme colorada de vergüenza. Fue entonces cuando les dije: “Será mejor que me vaya a vestir”. Me di vuelta y mientras caminaba por el pasillo hacia los dormitorios lo único que pensaba era que el niño se estaría deleitando con mi vista trasera.
Comentando el caso con mis amigas ellas me dijeron que recibir alguien en lencería fue algo tonto, sorprendentemente descuidado o extremadamente inocente.
En mi propia defensa puedo decir que no salí voluntariamente a recibir a María en ropa interior. No tenía forma de ir al dormitorio sin pasar por el pasillo y tampoco tenía nada para cubrirme.
Creo que fue María quien tuvo que hacer algo. Cuando alguien está cuidando una casa ajena, mientras ellos están afuera, es una buena práctica tocar el timbre, golpear la puerta, un "hola" antes de ingresar. Uno nunca sabe si el dueño podría haber vuelto por la razón que sea.
Aún cuando fuera la casa de mis padres, María debería haber tomado el control sobre su hijo cuando él estuviera haciendo algo que no es correcto (como mirar una mujer en ropa interior) y enviarlo a otra habitación. Estando casi desnuda , no era algo para ser ignorado.
Por otro lado es verdad que en una situación de shock, a menudo, se olvidan las cosas más obvias. También es verdad que diferentes personas piensan distinto sobre lo que es "decente" y es muy posible que pensara que por recibirla con tan escasas ropas, a mí no me importaba y no sería muy amable de su parte hacer un escándalo por esto. Un mes después me crucé con él en un ascensor y podía imaginar los motivos de su pícara sonrisa. Nunca supe si María le había contado a mi madre lo que había sucedido, pero pienso que sí ya que mi madre nunca me hizo ningún comentario cuando me ofrecí a regarle las plantas durante el siguente verano.