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~Yo sé que eso no es nada del otro mundo, como para que lo esté relatando aquí. Pero no hace muchos días, justo antes de salir a pasear con los perros como de costumbre, me encontré a mi novio, y justo antes de salir del edificio, en el ascensor nos comenzamos a besar intensamente, nos encontrábamos tan excitados que cuando él introdujo sus dedos dentro de mi pantalón corto, y rápidamente comenzó acariciar mi clítoris, sin demora alguna pisé el botón del sótano, y apenas se abrió la puerta del ascensor, nos escabullimos a la covacha de limpieza. Donde sin pérdida de tiempo, yo misma me bajé los pantalones cortos, apoyé mis manos contra una de las paredes de la covacha y permití que Eduardo colocándose tras de mí, me penetrase divinamente por el coño, con su caliente y duro miembro.
Por un buen rato disfruté de las caricias, besos, apretones, y de un sin número de penetraciones que mi novio me dio. Mientras que yo, disfrutaba como una loca de todo lo que él me estaba haciendo. Justo cuando terminé de disfrutar de un tremendo orgasmo que me produjo mi novio, él sacó su caliente verga y agarrándome por la nuca dirigió mi boca hasta su verga, la que de inmediato, sin demora alguna me dediqué a mamar, hasta que él se vino completamente dentro de mi boca, haciendo que me tragase gran parte de su semen.
Pero como ambos teníamos mucha prisa, decidí lavar el coño como yo hubiera querido hacerlo, después de eso desde luego que salimos de la covacha, al fin y al cabo Eduardo no se había venido dentro de mi coño sino que dentro de mi boca, pensé que apenas tuviera la oportunidad de orinar en el consultorio del veterinario donde busco los perros, aprovecharía y me lavaría mi coño con toda mi calma. Yo recojo la mayoría de los perros en la oficina del veterinario, y otros en las respectivas casas de sus dueños.
Pero ese día el baño se encontraba dañado, por lo que no pude usarlo, así que no pude entrar a orinar ni lavar mi sudado coño, y desde que recogí el primer can, me di cuenta de que algo raro sucedía. En todo momento ese y los demás perros que me tocaba recoger, se la pasaron tratando de olisquearme entre las piernas.
Lo que aparte de ser algo bochornoso para mí, también resultó en parte ser algo incomodo, y desagradable, pero al mismo tiempo algo muy morboso. El ver como esos perros se alteraban a medida que seguíamos caminando, me hizo preguntarme a mi misma como sería eso de hacerlo con uno de ellos.
Esa tarde entregué a todos los perros lo más temprano que pude, y al llegar a casa, después de darme un buen baño y lavar bien mi coño, me puse a buscar información con respecto a esa curiosidad que me dio.
Después de que leí, hasta narraciones sobre chicas que habían mantenido relaciones sexuales con perros, lejos de tratar de olvidar ese asunto, como que me entraron unas ganas locas por probar como sería eso. Por lo que al siguiente día que me tocó sacar a pasear a los peros, esperé a mi novio, he hicimos un rapidito. Pasé por la misma situación, todos los perros no dejaban de tratar de oler mi coño, a medida que los llevaba a caminar.
Pero con la diferencia de que voluntariamente no me había lavado mi coño, al terminar de pasearlos, entregué a todos los perros, menos a uno, un pastor alemán llamado Rocco. Tras pensarlo un poco, lo conduje a la misma covacha en la que había tenido sexo rápido con mi novio.
Apenas entré con el perro a la covacha, cerré la puerta y de inmediato ante la curiosa mirada de Rocco, me quité el pantalón corto que estaba usando sin más nada abajo, y lo mismo que la camiseta. Ya completamente desnuda, me senté en el piso, y con mis propios dedos comencé acariciar mi clítoris, cuando mi vulva comenzó a humedecerse nuevamente, saqué los dedos de mi coño, y los puse a una muy corta distancia del hocico de Rocco, en cosa de segundos él comenzó a olerlos y lamerlos, al tiempo que yo los iba acercando mis dedos nuevamente a mi coño.
Rocco no tardó nada en comenzar a olfatear mi coño, y casi inmediatamente comenzó a lamerlo. Mientras que yo me colocaba de rodillas dándole la espalda, y pegando mis pechos al piso. Era como si lo hubiéramos hecho en infinidad de ocasiones, Rocco se trepó sobre mí, y en cosa de segundos ya tenía su rosada y puntiaguda verga introducida dentro de mi caliente y húmeda vulva.
Yo no pensé nunca que eso fuera tan excitante, quizás por lo morbosa de la situación en que me encontraba, yo con más furor restregaba mi cuerpo contra el de Rocco, hasta que comencé a sentir como su verga como que se esponjaba dentro de mi coño. Si había leído algo sobre eso, pero en esos momentos no le presté mucha atención, pero cuando me sucedió, el placer que sentí se volvió algo infinito. Aunque luego tuve que esperar casi cuarenta minutos para poder separarnos. Pero apenas lo hicimos Rocco volvió a lamer divinamente todo mi coño, dejándome sin una sola gota de su leche dentro de mí.
Luego de subir a mi apartamento y lavarme, llevé a Rocco con su dueño, quien me gratificó con una buena propina, ignorando lo que su perro y yo habíamos estado disfrutando juntos esa mañana. Por lo que desde esa fecha no perdía la oportunidad de llevar a pasear a Rocco pero a solas.
Hasta que una mañana, justo cuando me encontraba bien clavada por Rocco, dentro de la pequeña covacha, entró el encargado de la limpieza. Quien al verme completamente desnuda y siendo montada como si fuera una perra, se me quedó mirando, en sus ojos se reflejaba claramente la excitación que él sentía al verme así desnuda y disfrutando lo que el perro y yo estábamos haciendo dentro de la covacha.
Quizás otra chica se hubiera muerto de la vergüenza, pero en ese instante yo estaba súper caliente y excitada, no tan solo por lo que Rocco divinamente me estaba haciendo, sino por el hecho de haber sido descubierta, como dicen los abogados in fraganti, por él en esos momentos. Manuel que es como se llama el encargado de la limpieza en el edificio donde vivo, me conoce desde hace años, y siempre me trató y me miró con respeto, pero en ese instante se encontraba de pie frente a mí, mientras que Rocco no dejaba de meter y sacar su sabrosa verga de mi coño.
Como ya dije en sus ojos se reflejaba la excitación que lo que estaba observando le provocaba, así que no se me ocurrió otra cosa que levantar mi mano derecha hasta la cremallera de su pantalón y comenzar a bajársela, mientras que la verga de Rocco comenzaba a hincharse nuevamente dentro de mi caliente coño.
No hizo falta que yo terminase de bajar su cremallera, el mismo Manuel lo terminó de hacer y extrajo su verga del encierro dentro de su pantalón. Yo únicamente acerqué mi rostro a sus entrepiernas, y con mis labios y lengua comencé a lamer y rozar mis labios contra su colorado glande. El olor de su miembro lejos de incomodarme, como que me excitó más aun, y sin pérdida de tiempo me dediqué a mamárselo. Así que mientras Rocco me tenía bien clavada por el coño, yo le estuve mamando la verga a el señor Manuel. Hasta que finalmente, pero en distintos momentos ambos acabaron.
Manuel, una vez que terminé de chuparle, hasta la última gota de su semen, agarró su verga la medio lavó en el grifo que hay en la covacha, y guardando su verga y sonriendo alegremente, se despidió de mi diciéndome que en otro momento quería hablar conmigo. Mientras que yo tirada en el piso esperaba que Rocco pudiera sacar su inflamado miembro de mi coño.
Hoy en día todavía saco a pasear a Rocco, al igual que a uno que otro perro que me provoca hacerlo, con mi novio ocasionalmente lo hacemos en la misma covacha, pero con Manuel es algo completamente diferente, ya que él se las arregló para llevarme a la sala de maquinas del ascensor, en el último piso del edificio. Ahí ambos por lo menos dos o tres veces al mes, nos encontramos, y en muchas ocasiones aparte de dejar que me penetre por el coño o mamar su verga, hasta le he llegado a dar el culito, cosa que a mi novio, ni a ninguno de los perros a un no les he permitido.
invitado-ru 16-05-2016 23:12:47
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muy bueno...!! hay mas relatos tuyos...?