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En aquella tarde de otoño mi madre me estaba esperando al llegar de la escuela. Me pide que le acompañe al aeropuerto pues el tío Jorge viene de visita. Realmente nunca supe de ningún tío Jorge, nunca le he conocido, y su visita pues para mí no causaba el más inmediato entusiasmo. Vamos por el tío al aeropuerto y veo que viene acompañado, parece que debe ser alguna de sus hijas.
De esta manera es que conocí a mi prima Roxana. A primera vista parecía ser una chica tímida, cohibida: también consideré que algo engreída. La comunicación en los primeros tres días fue bastante distante.
En aquella ocasión había dos habitaciones disponibles en nuestra casa, pues mi hermana ya se había casado y ambos tenían la privacidad de una habitación. Aquella casa contaba con 4 habitaciones y creo que, por cuestiones de logística, yo siempre ocupe la habitación matrimonial, que era bastante amplia pero el baño era pequeño comparado al baño que estaba en el pasillo cerca de los otros tres cuartos. Así que mi habitación era la más distante y contaba también con la conveniencia de tener acceso al guarda coche y unas puertas corredizas que conectaban al patio de un lado de la casa.
Roxana en esa época estimo medía algún metro cincuenta y cinco y yo era un poco más grande que ella. Ya tenía sus pechos bien desarrollados, unas nalgas redonditas que ya incitaban a la lujuria y su carita era bonita con unos ojos achinados, que de hecho el tío Jorge no le llamaba por su nombre, le llamaba “china”. Al principio no me llamó mucho la atención, pues por aquellos días yo estaba desahogando las pasiones de esa edad, con una chica mayor de 19 años de nombre Tamara y quien en sus juegos sexuales exclusivamente orales me enseñaba a no ser un eyaculador precoz. Ya había tenido relaciones sexuales con cuatro diferentes chicas y estaba activo en aquel momento, así que mi prima pasaba desapercibida.
Todo cambió el día que mi madre me sugirió llevar a Roxana al parque donde yo entrenaba fútbol. Aquella tarde siendo un mes de otoño, oscurece más pronto, pero el parque solamente me quedaba a diez minutos caminando y la vecindad es un área muy sana. Regresábamos del parque y realmente no sé cómo paso, pero según las veces que hemos recordado este día con Roxana, ella dice que yo me le fui encima a besarla, pero yo recuerdo que fue ella quien se me lanzó y me besó. El punto que esa tarde ya bastante oscura, nos hemos dados de besos entre los arbustos de las casas y hemos llegado a tercera base y si no metimos el “home run”, fue porque Roxana dijo: “Aquí no”. Nos hemos levantado y bien calientes hemos regresado a casa. Roxana no se sentía confortable en aquel lugar y tampoco teníamos protección para evitar un embarazo. Pero desde ese día quedamos con esas ganas y de vez en cuando repetimos aquella escena y una vez por poco el tío Jorge nos encuentra en aquellas travesuras.
Roxana tenía unos pechos bien duros, creo que son los pechos más duros que he mamado y era tan caliente que sus jugos vaginales le empapaban hasta esa zona de la entrepierna. Solamente porque la habitación estaba cerca de la habitación de mi madre, y mi madre tiene un sueño muy ligero, no gateé hasta allí. Tuvimos que esperar hasta que mi madre regresó por un par de días al trabajo, pues por atender a mi tío había tenido algunos días libres, y yo pues me iba para la escuela. Nos pusimos de acuerdo con Roxana y yo iba a pretender ir a la escuela y me cercioré que mi tío me viese saliendo con mis libros, pero solamente salí de la casa para volver a ella a través de la puerta que me daba acceso al guarda coche. Roxana iba a pretender ir a caminar por la vecindad, actividad que el tío Jorge regularmente evita por su dolor de rodillas debido a su artritis.
He esperado aproximadamente una hora para que Roxana haga su maniobra, pero finalmente me ha tocado levemente la puerta corrediza, pues ella debido a una mejor seguridad para nuestro encuentro, yo había cerrado la puerta del guarda coches.
La veo y entra, quizá los dos en un estado de nerviosismo por lo que sabemos está a punto de suceder y con esa emoción que a solo 70 pies esta la habitación donde según me dice Roxana, dormita el viejo. Ella me asegura que tiene un sueño pesado y así lo he confirmado, pues dormita inclusive cuando vemos televisión a todo volumen.
Nos damos a la faena de comernos a besos, los dos estamos excitados inclusive antes de tocarnos pues mi ropa interior esta mojada de mi líquido seminal y a Roxana le he ayudado en removerle sus calzones y veo ese líquido espeso que se desprende como un grueso hilo. Ni Roxana, ni yo le he visto sus partes privadas antes, nos hemos tocado y sentido, pero no hemos estado completamente desnudos. Aquel día llegamos a esa emoción esperada y Roxana solamente me dice: ¡La tenes grande!
Yo asumo que la tiene peludita, pues yo ya he tocado esa parte y veo por primera vez sus vellos púbicos ocultándome en algo su rayita, es la única vez que me cogí una conchita no rasurada. Roxana de alguna manera tiene pena, pues veo que intenta ocultarse entre mis sabanas y todo ese preámbulo de calentamiento ocurre envuelto en las sabanas. Ya me he gozado de las deliciosas tetas que tiene, las cuales estimé en un C34, así que me concentro en darle su primera experiencia oral, pues así me lo ha hecho saber. Me entretuve masajeando su clítoris con mi lengua por cuatro minutos cuando sentí que alcanzó su primer orgasmo. Gimió levemente y seguía con sus callados gemidos mientras yo continuaba metiéndole la lengua lo más profundo que podía.
Me pide si puede hacer lo mismo y obvio, le respondo afirmativamente. Igual, se mete entre mis piernas siempre con las sabanas por sobre nosotros y bueno eso no me permite ver como mi primita me mama la verga y me conformo con solo sentir. Le digo que me quiero poner el condón, pero ella continua aquella faena de mamarme la verga y puedo sentir como sus pezones me golpetean la entre pierna y me manda a ver esas luces espectaculares con una tremenda eyaculación. Intenta de todas maneras mantener su delicioso masaje oral y parece que se le dificulta con su boca llena de esperma. Como no lo pensamos, ha tomado la misma sabana para limpiarse y me ha dicho que mi esperma tenía sabor a frutas. Ya Tamara me había hecho tal comentario, pero realmente no se lo había creído.
Tuvimos un pequeño receso, pero a esa edad y con las tremendas ganas de meterle la verga a esa conchita, uno se recupera de una manera increíble y minutos después ya estaba tomando posición del misionero mientras me ponía el primer condón. Comencé en esa posición como haciendo penitencia, hasta que vi el ultimo centímetro desaparecer adentro de su conchita peludita, veo que Roxana hace algunos gestos de dolor, pero los asimila muy bien. Ahora ya no está cubierta, pues la sabana la ha ocupado para limpiarse el semen de la boca. El ritmo es lento de mi parte y Roxana no responde, pues creo que ella está pendiente a los movimientos de su padre que parece que ha encendido la televisión. Se compenetra en la faena y comienza a moverse en ese vaivén de un delicioso ritmo, mientras yo le estoy succionando esos ricos pezones. Sé que quisiera gemir libremente, pero se abstiene y solamente observo que sus ojos están cerrados y frunce los labios como si arrojara un beso. Por estar pendiente a los movimientos del tío, no la taladro como yo quisiese, pues la cama aun con mi ritmo lento produce un leve rechino. El ritmo es lento pero la penetración es profunda y Roxana esta tan mojada que puedo sentir sus jugos cuando mis huevos golpetean la entrada de su ano. Sé que está llegando a ese umbral delicioso que no tiene retorno, pues siento ese palpitar que pareciese que en su vulva tiene el corazón. Lanza un largo suspiro y siento como esos deliciosos espasmos recorren su cuerpo que han dejado erizada su piel. Me pide que le suelte los pezones, que ahora se ha convertido en una sensación que no puede soportar. Lo suelto he intento llevarla a la posición de perrito, pero creo que ella tiene pena, no se siente libre de estar en esa posición, pues sabe que expone su íntimo pequeño agujero ante mis ojos. Somos jóvenes y creo que a pesar de nuestras curiosidades siempre hay algo de pudor en nosotros. Acuerda que va sobre mí, y ella misma se ha llevado mi verga al ángulo perfecto de su canal vaginal. En aquel proceso mis ansias de llegar al punto de la explosión han cesado un poco y comenzamos el proceso de la cabalgata al ritmo de Roxana. Tiene esa mirada de sorpresa y satisfacción, pues se está cogiendo la verga de su primo y quien ya le ha sacado dos explosivos orgasmos en 30 minutos. Se ha venido en contra de mi pecho, ahora sus pezones están sobre el mío y me está dando un beso cuando siente que uno de mis dedos ha comenzado a masajear su ano. Sé que quiere evitarlo, pero yo prolongo el beso para que no hable y mi dedo que está lleno de sus jugos vaginales sigue con el masaje. Hemos dejado de besarnos y no me ha dicho nada. Ahora siento como su esfínter se va dilatando y por lo menos una pulgada de mi dedo está adentro de su pequeño orificio. Aquello creo que le provocó tanto placer como también algo de pena y ha cerrado de nuevo sus ojos de nuevo, soy yo quien comienza a pompearle su conchita mientras intento mantener mi dedo en su ano. Sus gemidos son leves, pero la expresión que veo en su rostro es divina, y el galopeo es más intenso y de nuevo explota con un tercer orgasmo cuya reacción me ha llevado a mi segunda eyaculación y los dos nos abrazamos sintiéndonos ese aliento de la satisfacción en nuestros rostros.
En 9 días de conocernos hemos llegado hasta aquí a conocernos íntimamente y a esa edad, pues uno realmente no tiene tanto tacto, ni mucha experiencia que en aquel mismo instante le pedí que me diera el culo. Obviamente ella me lo negó a primeras diciéndome: Vos estás loco, esa verga que tenes en mi culo, me mata.
De alguna manera seguí insistiendo, pues me había quedado con la espinita que a las últimas dos chicas que había desvirgado no tuve la oportunidad de cogérmelas por el culo, ya que mi primera experiencia sexual con Ana a mis quince, me dejó que le penetrara su conchita, pero como no teníamos condones me dio su culito para que le lanzara la primera eyaculación de mi vida. Aquella experiencia fue tan adictiva que siempre debo de intentar conquistar aquel camino y ahora a mis 48 años que hago este recuento, serán algunas cinco las que se me escaparon de un total de alrededor de 80.
Mi ruego se volvió suplica y mi excusa era que me quería venir sin usar condón y bueno, tampoco ella podría salir embrazada. Insistí e insistí tanto y el tiempo está corriendo, quizá teníamos alrededor de una hora y Roxana tenía que aparecer antes que el tío se comenzara a preocupar por su hija. Llegó el sí con la condición: Si me duele, me la sacas.
Como dije, uno no tiene tacto y obviamente desconocía la anatomía humana y la posición más obvia que la puse fue la del perrito, la que originalmente quiso evitar y la que según es la más dolorosa, especialmente si alguien se está iniciando en estos placeres sexuales. Creo que en parte es el morbo, el que ayuda de alguna manera a mitigar el dolor para seguir en aquel paso.
Roxana se pone de perrito sobre mi cama, y me queda aquella vista espectacular de su pequeño orificio al cual de alguna manera he dilatado y ahora lo voy a romper. Lubrico mi pene con mi propia saliva, se lo asomo para que lo sienta sobre el canal de sus nalgas, creo que algo la excita, mientras en voz baja me dice que se lo trate con cuidado. Comienzo a intentar en penetrar mi glande, pero su ano se rehúsa a recibirlo. Oigo su quejido, pero lo ignoro y ella se mantiene con sus nalgas paradas confrontando mi verga. Después de algunos intentos siento y veo como la cabeza de mi verga ha logrado penetrar, Roxana ha comenzado a murmurar como le duele y antes que se tire sobre la cama, la he tomado de su cintura alrededor de su pelvis y le he sumido toda mi verga hasta al fondo. Ha querido gritar y ha luchado por soltarse, pero no puede hacer mucho, pues yo la tengo bien apretada y no podemos hacer mucho ruido, porque su padre, mi tío, está a solo unos pies en la sala de la casa.
Me pide que la suelte, que la estoy matando, pero yo sigo clavado en ella y he comenzado con un leve golpeteo estrellando mis huevos en su conchita. Ella sigue diciéndome que le duele, pero, aunque ya la he soltado y no la tengo apercollada, ella se ha mantenido en esa posición. Yo estoy tan excitado con este culo prohibido que después de cinco minutos de estarlo penetrando me ha sacado mi tercera eyaculación y se lo he dejado ir en el culo de mi primita.
Veo como se limpia mi esperma y es ahí donde hemos descubierto que también lleva sangre y es donde ambos comenzamos a preocuparnos. Su ano tiene señales de sangrado y esperamos un poco y comienza a ponerse el calzón, su atuendo deportivo, se cerciora pidiéndome que les dé un vistazo a sus ricas nalgas y que la sangre no ha traspasado la tela, me mira, me da un beso apasionado, me dice que en la noche gateara hacia mi cuarto y se retira.
Los últimos cinco días que estuvo en la casa nos dimos tremendas cogidas, eso sí, ya no me volvió a dar el culo en esos días. Tuve que esperar su visita tres años después, cuando me volvió a dar su culo, ya más formadito y su conchita ya depilada.
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