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Categoría: Confesiones

Cogiéndome a la nueva jefa en su oficina (1/2)

Hola amigos, ya les había contado mi primer encuentro con mi nueva jefa, una noche de copas en la empresa que terminó en poder manosearla deliciosamente. Como les había mencionado, la cosa no terminó ahí. A la semana siguiente de la fiesta, retomamos labores el día lunes. Yo no sabía que actitud iba a asumir ella, no sé si haría de cuenta que no pasó nada, si diría que estuvo borracha y que no se acuerda que paso esa noche, si estaría arrepentida, era un dilema pensar como me iba a tratar de ahora en adelante y de igual forma que actitud debía asumir yo. Me encontraba inquieto, preocupado, ansioso, la suerte estaba echada, solo había que esperar.

Su oficina está divida en dos secciones, al ingresar primero está la sección de su secretaria que se encarga de atender todos sus asuntos y luego está la división en un vidrio opaco, con su propia puerta que le brinda privacidad y donde atiende a los clientes de la empresa. A través del vidrio no se puede mirar lo que pasa al otro lado, solo se alcanza a percibir la silueta de las personas. Recuerdo que ya todos los empleados estábamos en la oficina trabajando y llegó ella. Muy imponente, caminando con seguridad y confianza. Tenía puesta una falda muy corta, pero elegante, donde se podía admirar sus contorneadas piernas con unas medias veladas oscuras que la hacían ver muy sensual. Tenía puesta una blusa semitransparente de color negro, ceñida delicadamente a su cuerpo, a través de la cual se podía ver su sostén de encaje color negro, que cubría perfectamente sus grandes tetas blancas y redondas, la blusa era muy escotada, se notaba que le gustaba presumir esos ricos senos que tenía. A medida que caminaba con elegancia y sensualidad, se podía ver como sus enormes senos se movían deliciosamente de arriba abajo con cada paso, era imposible no quedarse hipnotizado con el movimiento de esos senos suculentos e imaginar su desnudez debajo de su sostén, sus ricos pezones escondidos, que tantas ganas tenia de volver a probar.

Entró saludando a los empleados efusivamente y se fue acercando lentamente hacia mi módulo, yo estaba a la expectativa de lo que iba a pasar. Me quedo viendo pícaramente y me sonrío coquetamente, como diciéndome que le había encantado lo que paso la otra noche. Me saludo con un beso en la mejilla, que casi rozó mis labios y me hizo estremecer. Desde ese momento supe que nuestra aventura iba a continuar.

Durante el resto del día seguimos trabajando con normalidad, de vez en cuando entraba a su oficina a dejar o traer algún documento, siempre que me le acercaba no podía evitar ver a través de su profundo escote esos enormes senos que sobresalían descaradamente para provocar los más bajos deseos, varias veces me tomo desprevenido mirándole esos ricos senos mientras me hablaba, creo que eso le excitaba porque se inclinaba aún más para mostrarme ese esplendoroso panorama. En horas de la tarde me llamo a su oficina y me dijo que, si al finalizar la jornada podía quedarme hasta más tarde ayudándole a revisar unos documentos, ya sabía hacia donde iba todo eso, con gusto le dije que no había problema.

Recuerdo un momento en el que salió de su oficina y se sentó junto a su secretaria a tomar un café, y nos invitaron a mí y otra compañera de trabajo. Entramos en la oficina y nos sentamos a disfrutar del café, ella estaba sentada justamente enfrente mío, me seguía sonriendo pícaramente, pero lo que más me calentaba, era poderle ver sus esbeltas piernas cruzadas con esas medias semi transparentes hasta llegar a su pequeña falda que le alcanzaba a tapar lo suficiente. Mi mirada recorría una y otra vez de arriba abajo esas piernas tratando de imaginar todo lo que no podía ver, esperaba que mis compañeros no se dieran cuenta de mi atrevimiento. En el momento menos pensado, dejo de cruzar su pierna e intencionalmente empezó a abrir lentamente sus piernas, yo quede hipnotizado al instante, no podía quitar mi mirada de ella, las abrió lo suficiente para dejarme mirar deliciosamente como sus medias llegaban hasta lo más alto de sus muslos, contrastando el color negro de sus medias con la blancura de su piel que al final terminaba en una tanguita blanca que le tapaba su apetitosa vagina, fue en momento muy excitante, simulando la icónica escena de Sharon Stone. De ahí en adelante estuve toda la tarde con la imagen en mi mente de sus piernas abiertas y su tanguita blanca que tantas ganas tenía de quitar para saborear ese exquisito manjar oculto.

Se finalizó la jornada laboral y los empleados se fueron retirando, como habíamos quedado yo espere para trabajar con ella. Una vez que se fue la secretaria de su oficina, entre a verla. Aún quedaban afuera algunos empleados y personal de aseo, así que cerré la puerta de la oficina de la secretaria y entre donde la jefa. Me sonrío pícaramente y me dijo que me sentara junto a su escritorio. Empezamos a revisar unos documentos. Tenía la falda más arriba de lo normal, por lo que puede mirar sus hermosas piernas y hasta donde llegaban sus medias y empezaba su blanca piel, se veía extremadamente sexy. Se había desabotonado más su blusa, por lo que sus ricos senos se mostraban descaradamente y me incitaban a tocarlos y apretarlos. Mientras trabajamos de vez en cuando ponía su mano sobre mi pierna. Yo estaba ya muy excitado y me verga empezó a crecer sin control, por encima de mi pantalón se podía notar la gran erección que me había producido, la tenía durísima. Yo trataba de disimular, pero ella lo había notado y seguía provocándome, acariciaba su mano por mi pierna ya casi rozando con mi pene erecto. De repente se levantó hacia un archivador y se agacho hasta el último cajón a buscar una carpeta. Me dejó en primer plano su hermoso culo, donde se podía distinguir sus ricas nalgas a través de su pequeña falda, la recorrí con la mirada de arriba abajo, imaginándola desnuda y saboreando cada centímetro de su piel.

Ya no aguante más, me levante del asiento y me acerqué a ella por la espalda, la tomé de la cintura, y la arrimé contra su escritorio. No dijimos nada, todo era silencio, solo se escuchaba las voces de algunos empleados que charlaban y se encontraban fuera de la oficina. Puse mi pene erecto justo sobre su rico culo, y por encima de su falda empecé a frotar mi verga contra sus nalgas, le hacía sentir lo duro que lo tenía, la gran erección que me había provocado. Seguíamos en silencio y yo arrimándole descaradamente la verga en su culo. Ella empezó a moverse también al ritmo de mis movimientos, empezó a mover su culo de arriba a abajo, sintiendo mi verga y frotándola deliciosamente. Empezó a gemir muy despacio para que no nos escucharan, ella seguía de espaldas, no podía mirarla, pero sabía que lo estaba disfrutando tanto como yo.
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