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Categoría: Maduras

Cogiendo a mi ricavecina madura

Estaba aquella tarde solo en casa, salía de la ducha y no me puse ropa interior, únicamente me coloqué encima el pantalón de un pijama rojo, es una costumbre como tantas pero me gusta, uno se siente más cómodo y ligero. Me senté a tomar café, encendí la televisión buscando algún canal que ofreciera algo de mi agrado, nada de nada, corren malos tiempos para la televisión. Tras finalizar ese café, me eché en el sofá, pasó una media hora larga y sonó el timbre de la puerta.



Al abrir vi a una vecina próxima al contexto familiar, tanto es así que venía a buscar no se qué que se había dejado el día anterior en la cocina, la hice pasar y la acompañé hasta el lugar. La conocía desde hacía más de quince o veinte años, no recuerdo bien, vivía en mi mismo rellano, y nuestra relación con ella era más estrecha que con otros vecinos e incluso algunos miembros de la familia. Desconocía su edad pero creo que rondaba o ya pasó los cincuenta, si bien todavía era una mujer atractiva y viene a mi memoria como en algunas ocasiones comentábamos entre los chicos el buen culo que tenía, que se conservaba muy bien para su edad, vamos mantenía cierta figura y todavía para algunos estaba follable



Efectivamente su perfil era el de una mujer que aun guardaba parte de la belleza de su juventud, era atrayente y morbosa, se cuidaba y era muy femenina, se arreglaba con elegancia, morena con media melena rizada que llegaba por los hombros, medía alrededor de 1,65, buenas tetas aunque ya algo caídas, y caderas un poco ancha manteniendo como he referido un buen culo, por lo demás no era una mujer rechoncha, estaba separada desde hacía varios años y vivía con una de sus dos hijas, una universitaria morbosa y pija de veintitantos años a la que me hubiese gustado coger…



Llegó a mi casa vestida de manera espontánea luciendo un sencillo y fino vestido rojo con flores que le llegaba poco más abajo del medio muslo. Por mi parte el hecho de no llevar ropa interior hacía que el pene y los testículos se moviesen a sus anchas, con más libertad, rozándose con la tela y sobretodo el glande con los muslos cuando se prolongaba flácidamente proporcionando en ocasiones un cosquilleo agradable. Al tener solamente el pijama cubriéndome, la tela hacía molde marcando en demasía la polla por muy encogida que la tuviese en ese momento. Esto es importante y no había reparado en este pequeño detalle.



Mientras conversábamos amigablemente en la cocina, observé como a veces se distraía y me miraba la entrepierna, tengo que decir que solo al verle el culo ya sentía una pequeña erección, no estando aun empalmado del todo, y la cosa ya se distinguía perfectamente hasta el punto de levantar la tela del pijama y, sin duda, ella había reparado en esta cuestión, la situación cambió cuando con una sonrisa en la cara me preguntó señalándome la entrepierna con la mano “¿oye, todo eso es tuyo?”, “¿qué cacharro tienes?”, comentó en tono de confianza mientras reía con una media carcajada. Me miré todo cortado y, ciertamente, aquello se notaba sobradamente como para que le hubiese desviado la mirada a la señora, lo peor es que ante estos comentarios comencé a empalmarme y la polla tiraba excesivamente hacia delante de la tela.



No dejó el tema y sus comentarios se convirtieron cada vez más picantes y obscenos, siempre todo en un ambiente simpático y familiar, hasta que me dijo que si no me importaba la quería ver, que tampoco tiene nada de malo, y desde que se separó no tenía una entre las manos, esto me sorprendió pues se pensaba que había tenido varios novios o amantes. Aquello tomaba ya un tonito bastante subidito, dejaba de ser una mera broma para pasar a algo serio, dándome la impresión de que se insinuaba y pretendía sexo conmigo seriamente.



Reconozco que por mi parte no pretendía nada de eso y menos con una mujer madura a la que estaba acostumbrado a ver a diario y que por entonces superaba el doble de mi edad, pero sus comentarios lujuriosos me excitaban cada vez más y me acordaba de algunos que había hecho con mis amigos sobre su trasero y lo bien que se conservaba para su edad y es que, efectivamente, todavía tenía un polvo. Pensar en tirármela era una cosa y hacerlo cuando lo tenía a huevo otra, no se porqué me sentía algo sucio y degenerado, pero pensé ¡¡¡qué caramba!!!, quién no se la cepillaría si tuviese una oportunidad con el tipo que guardaba pese a la edad…



No pude aguantar más, tragué saliva y me bajé el pijama haciendo la polla palanca al tropezar la cabeza con el elástico y apareció ante ella empinada moviéndose como un muelle o un resorte. Me cogió el tronco con una mano y durante unos minutos se dedicó a realizarme un pajote, sentía un gran gusto, la mamaba y chupaba bien, a un ritmo pausado, de vez en cuando la sacaba para relamerla y volvía a introducirla para continuar la felación, en un momento la cogí del pelo y acompañé el movimiento de la cabeza hasta que la paré, sin sacarla, bombeé follándole la boca moviendo las caderas adelante y atrás, cuando la avisé que me venían espasmos y me iba a correr me indicó que aguantara que se iba a tragar la secreción, rápidamente me senté en la encimera y en el momento de metérsela en la boca salió el primer chorro de leche caliente llegándole hasta la campanilla, una vez dentro acrecentando la celeridad y con mucha satisfacción le llené la boca de esperma. Cuando finalizó respiró y dio un hondo suspiro de satisfacción, pude observar como aun quedaban restos de semen en la boca y comisuras de los labios.



Creía que habíamos terminado, que solo quedaría en eso, que por cierto no era poco, la invité a e enjuagarse la boca pero se subió el vestido hasta la cintura y se bajó las bragas pidiéndome que se la metiera, yo no quería con la mamada estaba más que satisfecho, a pesar del buen calentón que tenía en el cuerpo me negué al principio hasta que me enseñó su culo un tanto caído por la edad a primera vista pero que se transformó cuando se agachó en un culo redondo y con magníficas nalgas agarrables, siempre habíamos opinados sobre ese trasero pero percibirlo y manosearlo era otra cosa, justificaba con creces los comentarios del personal masculino más inmediato, no en vano siempre se había dicho que servía para un avío en un apretón…, y ese apretón me había llegado ya.



Me acerqué, le sobé y magreé los glúteos en círculos y los muslos por todas partes, eran más apetecible de lo que me esperaba por su edad, se 



colocó de espaldas ofreciéndolo sin reservas mientras me alentaba a que la penetrara, quería ser follada rápido y provocándome se inclinó hacia adelante con los brazos apoyados en la encimera separando las piernas facilitando la apertura de la vagina y elevando el trasero que movía de un lado a otro; la visión era apasionante exponiendo un culazo distinguiéndose los labios mayores escoltando la abertura brillante de la vagina de la que caían gotas, colocándome detrás decidí que debía disfrutar más de esas nalgas y ese coño antes de penetrarla, primero le pasé la mano por toda la prolongación de la raja de su carnoso y peludo, pero no en exceso más bien era velludo, para masturbarla después acariciándole con dos dedos, la vagina, los labios mayores, el clítoris, los labios menores, …, cuando más avivada estaba por lo fuerte que jadeaba la sujeté por la zona externa de los glúteos metiéndole la dura tranca de un empujón hasta el fondo, discurriendo con desenvoltura por lo lubricado que estaban ambos sexos.



Era la primera mujer madura que me follaba y la encontraba deliciosa, la bombeé primero suavemente para acrecentar poco a poco la acometida, la sacaba y la metía bien hasta el fondo, la penetración resultaba cómoda a causa de la posición que teníamos tomada y de lo humedecido de nuestros sexos, me estaba gustando follarla por detrás hasta el punto de provocarme extraordinariamente, se me pasó por la cabeza su hermosa hija, “si supiera…”, cerré los ojos e imaginaba que me la estaba beneficiando igualmente por detrás levantándole la falda sobre las nalgas y apartándole uno de los tanguitas que solía usar, este pensamiento me sobreexcitó excesivamente a más no poder aumentando el ritmo hasta el punto de acelerar con creces mis embestidas dándole con más potencia a la madre, creía que me iba a correr... Me detuve por un momento fatigado y aprovechó para hacer movimientos circulares con la cintura, de fuera hacia adentro haciéndolo con poderío, pasé a acariciarle el anillo del culo e introducirle el pulgar removiéndolo en su interior, dicho sea de paso suficientemente dilatado, dudaba si encularla o no pero estaba tan atónito por como movía aquellas caderas bombeando con su vagina mi polla aprisionada por sus nalgotas, ¡qué sabrosura!, no pude más, estaba bastante excitado, y me corrí dentro espléndidamente lanzando un gran grito, ella aumentando el ritmo de los jadeos hizo lo propio un poco más tarde.



Estaba equivocado, no tenía un polvo, tenía unos pocos más…, cuando tomó las riendas dominó la follada plenamente, es la primera vez que tuve la sensación de que me habían follado y utilizado sexualmente, lo que me encantó todo sea dicho.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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